/ sábado 25 de mayo de 2024

DISCO DURO | Un INE dividido

Por desgracia llegaremos a la cita electoral del 2 de junio con un Instituto Nacional Electoral dividido, que cumplirá su labor por la inercia de un organismo bien aceitado con los años, pero que se encuentra atravesado por pasiones políticas insalvables, que obstaculizan su labor y ponen riesgo el andamiaje democrático del país en los años por venir.

La polarización inicial fue provocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que sembró la narrativa de que el INE presidido por Lorenzo Córdova estaba al servicio de los “conservadores y la oligarquía”, y que su trayectoria estuvo colmada de fraudes electorales, lo que queda desmentido por el avance electoral sin igual que tuvo Morena durante los últimos 12 años, incluyendo su triunfo presidencial en 2018.

En un ejercicio de medición de fuerza, los consejeros electorales de entonces se ampararon contra la orden de bajarse el sueldo para ganar menos que el Presidente de la República, lo que le dio armas al mandatario para reforzar su discurso anti-INE, llevándolo a sugerir que era tiempo de que el gobierno federal volviera a organizar las elecciones, como en el época del mejor PRI autoritario.

Esta mentira, repetida mil veces desde el púlpito de la mañanera, quebró al Instituto cuando tuvo que relevar a los consejeros Córdova y Ciro Murayama. Al ser electa Guadalupe Taddei, quien venía de presidir el OPLE de Sonora, se dijo que llegaba con la bendición de Alfonso Durazo, gobernador y dirigente morenista, para hacer el trabajo de que Morena ganara todo y como fuera.

No ayudó que en alguna mañanera AMLO se dijera complacido por la designación de la sonorense, dando a entender que él la había puesto y que desde ese momento ya habría un “INE honesto”.

Taddei llego con ese “beso del diablo” a cuestas y a enfrentar a los consejeros del viejo INE, puestos a la defensiva, cuyas primeras acciones fueron bloquear cualquier nombramiento o acción que requiriera el consenso o mayoría de los consejeros. Principalmente duro para ella fue que no pudiera nombrar como secretario general a Flavio Cienfuegos Valencia, quien era su propuesta más fuerte de brazo derecho.

Ya sobre la marcha del proceso electoral de este año, el bloque representado por las consejeras Carla Humphrey, Dania Ravel y Claudia Zavala, ha bloqueado todo lo propuesto por Taddei, quien a su vez tiene su grupo, quedando fuera de ambos el consejero Uuc-kib Espadas, quien ha denunciado este bloqueo mutuo que impide al INE avanzar de manera tersa hacia la jornada del 2 de junio.

Hoy el INE trabaja con puros encargados de despacho, algunos expertos en su materia, otros francamente improvisados, lo que ha puesto en riesgo algunas operaciones electorales.

Las acusaciones mutuas de protagonismo exacerbado y de servir a intereses inconfesables son cosa de todos los días en el INE. La organización de los debates electorales mostró esas fracturas y protagonismos, pues al no salir tan bien, sirvió de plataforma para otro cruce de acusaciones, al ser Humphrey la que presidía la comisión respectiva.

En respuesta, hubo una andanada mediática contra Taddei acusándola de inexperta. En estricto sentido, tampoco ha habido señales de que el la consejera presidenta esté trabajando para pavimentar el triunfo de Morena.

Y ese el INE que dentro de una semana tendrá que guiar nuestro importante proceso electoral, envenenado desde la Presidencia, pero con la encomienda de salir adelante pese a todo.

Por desgracia llegaremos a la cita electoral del 2 de junio con un Instituto Nacional Electoral dividido, que cumplirá su labor por la inercia de un organismo bien aceitado con los años, pero que se encuentra atravesado por pasiones políticas insalvables, que obstaculizan su labor y ponen riesgo el andamiaje democrático del país en los años por venir.

La polarización inicial fue provocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que sembró la narrativa de que el INE presidido por Lorenzo Córdova estaba al servicio de los “conservadores y la oligarquía”, y que su trayectoria estuvo colmada de fraudes electorales, lo que queda desmentido por el avance electoral sin igual que tuvo Morena durante los últimos 12 años, incluyendo su triunfo presidencial en 2018.

En un ejercicio de medición de fuerza, los consejeros electorales de entonces se ampararon contra la orden de bajarse el sueldo para ganar menos que el Presidente de la República, lo que le dio armas al mandatario para reforzar su discurso anti-INE, llevándolo a sugerir que era tiempo de que el gobierno federal volviera a organizar las elecciones, como en el época del mejor PRI autoritario.

Esta mentira, repetida mil veces desde el púlpito de la mañanera, quebró al Instituto cuando tuvo que relevar a los consejeros Córdova y Ciro Murayama. Al ser electa Guadalupe Taddei, quien venía de presidir el OPLE de Sonora, se dijo que llegaba con la bendición de Alfonso Durazo, gobernador y dirigente morenista, para hacer el trabajo de que Morena ganara todo y como fuera.

No ayudó que en alguna mañanera AMLO se dijera complacido por la designación de la sonorense, dando a entender que él la había puesto y que desde ese momento ya habría un “INE honesto”.

Taddei llego con ese “beso del diablo” a cuestas y a enfrentar a los consejeros del viejo INE, puestos a la defensiva, cuyas primeras acciones fueron bloquear cualquier nombramiento o acción que requiriera el consenso o mayoría de los consejeros. Principalmente duro para ella fue que no pudiera nombrar como secretario general a Flavio Cienfuegos Valencia, quien era su propuesta más fuerte de brazo derecho.

Ya sobre la marcha del proceso electoral de este año, el bloque representado por las consejeras Carla Humphrey, Dania Ravel y Claudia Zavala, ha bloqueado todo lo propuesto por Taddei, quien a su vez tiene su grupo, quedando fuera de ambos el consejero Uuc-kib Espadas, quien ha denunciado este bloqueo mutuo que impide al INE avanzar de manera tersa hacia la jornada del 2 de junio.

Hoy el INE trabaja con puros encargados de despacho, algunos expertos en su materia, otros francamente improvisados, lo que ha puesto en riesgo algunas operaciones electorales.

Las acusaciones mutuas de protagonismo exacerbado y de servir a intereses inconfesables son cosa de todos los días en el INE. La organización de los debates electorales mostró esas fracturas y protagonismos, pues al no salir tan bien, sirvió de plataforma para otro cruce de acusaciones, al ser Humphrey la que presidía la comisión respectiva.

En respuesta, hubo una andanada mediática contra Taddei acusándola de inexperta. En estricto sentido, tampoco ha habido señales de que el la consejera presidenta esté trabajando para pavimentar el triunfo de Morena.

Y ese el INE que dentro de una semana tendrá que guiar nuestro importante proceso electoral, envenenado desde la Presidencia, pero con la encomienda de salir adelante pese a todo.