/ viernes 21 de mayo de 2021

"No eran amantes", esposo de ultima víctima del feminicida serial de Atizapán habla sobre la relación que tenía con Reyna

Además relató como encontró a su esposa en el sótano de la casa de Andrés "N"

Es falso, rotundamente falso que mi esposa era amante de Don Andrés, si lo visitaba constantemente, pero por humanidad para hacerle de comer y ayudarlo en algunos quehaceres de la casa, ya que vivía solo y por su edad ya no podía hacer muchas cosas

Así de manera rotunda lo manifestó en entrevista Bruno “N”, esposo de la señora Reyna, quien presuntamente murió a manos del feminicida serial de Atizapán, Andrés “N”.

Un tanto molesto por todo lo que se dice de la supuesta relación sentimental de su esposa y Andrés “N”, Bruno “N” reitero que su esposa no era amante del señor Andrés, yo siempre supe que lo visitaba continuamente en su domicilio porque ella misma me lo hacía saber y me comentaba que lo visitaba para ayudarlo en algunos de los quehaceres de la casa, pues por su edad muchas cosas ya no podía hacer.

Incluso, agregó, yo en varias ocasiones acompañe a mi esposa a la casa del señor Andrés, a quien estimaba y lo consideraba como un buen amigo porque, al menos en apariencia, era un hombre tranquilo y bueno que me caía muy bien, por su nobleza.

“De verdad, dijo, solo porque lo viví en carne propia, si me hubieran dicho todo ha salido a la luz de Don Andrés, su maldad y la sangre fría que tuvo para asesinar y descuartizar a tantas mujer, no lo hubiera creído, porque repito lo tenía considerado como un hombre bueno e incapaz de hacerle daño a nadie”.

“Sigo muy perturbado, no lo puedo creer, añadió, me resulta difícil de creerlo, siento que esto es una pesadilla, primero porque descubrí el demonio que escondía dentro Don Andrés y luego por la brutalidad en que asesinó a mi esposa, en verdad que el señor no rompía un plato, no lo puedo creer.”

El día en que asesinó a mi esposa, el pasado viernes 14 de Mayo, añadió, como siempre solía hacerlo mi esposa me habló por teléfono para avisarme que iba a la Ciudad de México en compañía de Don Andrés para comprar mercancía para su negocio de accesorios y teléfonos celulares

“Sin ningún problema porque eso era muy seguido, señaló, le contesto que estaba muy bien y que se fueran con mucho cuidado.”

Sin embargo, debido a que pasaron las horas y su esposa no llegaba a la casa ni le contestaba el teléfono, añadió, un tanto preocupado se trasladó a la casa de Don Andrés para saber si estaba ahí o preguntarle si no la había visto.

De entrada, dijo, noto un tanto extraño y nervioso a Don Andrés y luego surgieron muchas dudas y sospechas en él, pues le manifestó que no había visto a su esposa ni sabía nada de ella, cuando varios de sus inquilinos y la hermana de su esposa horas antes la habían visto con él y entrar a su casa.

Ante esta actitud, dijo, entró casi por la fuerza a la casa y luego sobrevino la tragedia y el terror, pues de entrada en una de las habitaciones encontró la ropa y la bolsa de su esposa.

"El chino era tranquilo, no se le conoció novia y hasta gobernó en la colonia": vecinos del "Monstruo" de Atizapán


Luego, al bajar al sótano por unas escaleras de madera y entrar, frío y paralizado me quede cuando encontré el cuerpo de mi esposa, partido en cachitos, la cabeza por un lado, las piernas por otro, las tripas y algunos órganos dentro de dos cubetas, fue escalofriante eso, por un momento pensé en matar a Don Andrés, pero cuando subí a buscarlo, consciente de lo que había hecho ya se había dado a la fuga.

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Es falso, rotundamente falso que mi esposa era amante de Don Andrés, si lo visitaba constantemente, pero por humanidad para hacerle de comer y ayudarlo en algunos quehaceres de la casa, ya que vivía solo y por su edad ya no podía hacer muchas cosas

Así de manera rotunda lo manifestó en entrevista Bruno “N”, esposo de la señora Reyna, quien presuntamente murió a manos del feminicida serial de Atizapán, Andrés “N”.

Un tanto molesto por todo lo que se dice de la supuesta relación sentimental de su esposa y Andrés “N”, Bruno “N” reitero que su esposa no era amante del señor Andrés, yo siempre supe que lo visitaba continuamente en su domicilio porque ella misma me lo hacía saber y me comentaba que lo visitaba para ayudarlo en algunos de los quehaceres de la casa, pues por su edad muchas cosas ya no podía hacer.

Incluso, agregó, yo en varias ocasiones acompañe a mi esposa a la casa del señor Andrés, a quien estimaba y lo consideraba como un buen amigo porque, al menos en apariencia, era un hombre tranquilo y bueno que me caía muy bien, por su nobleza.

“De verdad, dijo, solo porque lo viví en carne propia, si me hubieran dicho todo ha salido a la luz de Don Andrés, su maldad y la sangre fría que tuvo para asesinar y descuartizar a tantas mujer, no lo hubiera creído, porque repito lo tenía considerado como un hombre bueno e incapaz de hacerle daño a nadie”.

“Sigo muy perturbado, no lo puedo creer, añadió, me resulta difícil de creerlo, siento que esto es una pesadilla, primero porque descubrí el demonio que escondía dentro Don Andrés y luego por la brutalidad en que asesinó a mi esposa, en verdad que el señor no rompía un plato, no lo puedo creer.”

El día en que asesinó a mi esposa, el pasado viernes 14 de Mayo, añadió, como siempre solía hacerlo mi esposa me habló por teléfono para avisarme que iba a la Ciudad de México en compañía de Don Andrés para comprar mercancía para su negocio de accesorios y teléfonos celulares

“Sin ningún problema porque eso era muy seguido, señaló, le contesto que estaba muy bien y que se fueran con mucho cuidado.”

Sin embargo, debido a que pasaron las horas y su esposa no llegaba a la casa ni le contestaba el teléfono, añadió, un tanto preocupado se trasladó a la casa de Don Andrés para saber si estaba ahí o preguntarle si no la había visto.

De entrada, dijo, noto un tanto extraño y nervioso a Don Andrés y luego surgieron muchas dudas y sospechas en él, pues le manifestó que no había visto a su esposa ni sabía nada de ella, cuando varios de sus inquilinos y la hermana de su esposa horas antes la habían visto con él y entrar a su casa.

Ante esta actitud, dijo, entró casi por la fuerza a la casa y luego sobrevino la tragedia y el terror, pues de entrada en una de las habitaciones encontró la ropa y la bolsa de su esposa.

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Luego, al bajar al sótano por unas escaleras de madera y entrar, frío y paralizado me quede cuando encontré el cuerpo de mi esposa, partido en cachitos, la cabeza por un lado, las piernas por otro, las tripas y algunos órganos dentro de dos cubetas, fue escalofriante eso, por un momento pensé en matar a Don Andrés, pero cuando subí a buscarlo, consciente de lo que había hecho ya se había dado a la fuga.

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