/ lunes 2 de noviembre de 2020

Se ilumina Patio de Palacio Nacional en honor a las víctimas de la pandemia

A modo de un quincunce que conjunta los cuatro rumbos del universo, en la ceremonia nahua se fueron encendiendo cada una de las 20 ofrendas montadas en el Patio Central

Con el encendido, la tarde-noche llevado a cabo este domingo 1 de noviembre, de la ofrenda homenaje “Una flor para cada alma: 20 Pueblos, 4 rumbos”, el Patio Central de Palacio Nacional se convirtió en el eje de un gesto del pueblo de México, dedicado a las víctimas de la pandemia a causa del COVID-19 y que forma parte de los tres días de luto nacional, declarados por el Gobierno de México.

A modo de quincunce, símbolo de la cosmovisión prehispánica que señala los rumbos del universo y el cual permaneció hasta nuestros días gracias a la tradición de los pueblos indígenas, en la ceremonia nahua del encendido de velas se fueron prendiendo, paulatinamente, cada una de las 20 ofrendas montadas hacia los puntos cardinales, las cuales representan el alma de las zonas territoriales en las que se divide el país: oriente y costa del Golfo de México, norte y centro-norte, occidente y sur, sur-sureste.

Sahumerio en mano para inundar de humo de copal el ambiente, el especialista ritual nahua Domingo Barrido Lechuga y sus acompañantes provenientes de Huachinango, Puebla, se dirigieron a cada uno de los altares dispuestos por representantes de diversas culturas, mientras de fondo se escuchaban los sonidos de la banda Brígido Santa María de Tlayacapan, la cual interpretó, entre otras piezas, el himno “no oficial” oaxaqueño, Dios nunca muere, del compositor Macedonio Alcalá.

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La ceremonia fue transmitida en la plataforma Contigo en la distancia https://contigoenladistancia.cultura.gob.mx/ y en los canales del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (Canal 14, Canal 22, Canal 11, Capital 21), así como redes sociales y páginas oficiales del Gobierno de México. Sobre el evento, la secretaría de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, ha señalado que esta ofrenda ha servido para fortalecer la identidad mexicana que se afinca en tradiciones tan importantes como el Día de Muertos, la cual este año –debido a la contingencia sanitaria–, hemos vivido al interior de nuestros los hogares.

“La ofrenda-homenaje ‘Una flor para cada alma: 20 Pueblos, 4 rumbos’ ha sido una oportunidad para acercarse y conocer, en su propia voz, las distintas creencias de los pueblos originarios”, destacó la encargada de la política cultural del país, al referirse a las comunidades que levantaron su altar en el Patio Central de Palacio Nacional: yoeme (yaqui), rarámuri (tarahumara), o’dam (tepehuano del sur), úza’ (chichimeca jonaz), me’phaa (tlapaneca), ñuu savi (mixteco), ben’zaa (zapoteco de los Valles Centrales), nnancue ñomndaa (amuzga), ayuujk (mixe), tojolwinik’otik (tojolabal), yokot’an (chontal), purépecha (tarasco), tzeltal, nahua de la Sierra Norte de Puebla, maya de Yucatán, mazateca, hñähñú (otomí), tének (huasteco), nahua de la Ciudad de México y tu’tunakú (totonaco).

Cabe recordar que el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Cultura y los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de los Pueblos Indígenas (INPI), logró conjuntar en este espacio los conocimientos, riqueza cultural, cosmovisión y la participación de una veintena de comunidades indígenas que muestran los elementos imprescindibles de sus ofrendas de Día de Muertos.

El Patio Central de Palacio Nacional está decorado con tapetes de aserrín y un altar central donde convergen los elementos tradicionales de los altares: cempasúchil, ceras y maíz.

Las velas, cuya flama es una guía para que las ánimas lleguen a sus hogares, fueron elaboradas por los artesanos Anselmo Pérez Guerrero, originario de Tepoztlán, Morelos; Víctor Clemente Olivo, de Axochiapan, Morelos, y Ramón Ramírez, oriundo de Salamanca, Guanajuato.

En tanto, el colorido papel picado estuvo a cargo de la artesana Yuridia Independencia Torres Alfaro, y los tapetes, conformados por aserrín, fueron hechos por Javier Servín, del taller familiar Tapete Servín, originario de Huamantla, Tlaxcala, un arte que ha perdurado por más de 150 años.

Esta ofrenda, en la que el Palacio Nacional se abrió como la casa de los pueblos indígenas de México, se puede visualizar de manera virtual a través de la plataforma Contigo en la distancia y en los canales del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (Canal 14, Canal 22, Canal 11, Capital 21), así como redes sociales y páginas oficiales del Gobierno de México.

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Con el encendido, la tarde-noche llevado a cabo este domingo 1 de noviembre, de la ofrenda homenaje “Una flor para cada alma: 20 Pueblos, 4 rumbos”, el Patio Central de Palacio Nacional se convirtió en el eje de un gesto del pueblo de México, dedicado a las víctimas de la pandemia a causa del COVID-19 y que forma parte de los tres días de luto nacional, declarados por el Gobierno de México.

A modo de quincunce, símbolo de la cosmovisión prehispánica que señala los rumbos del universo y el cual permaneció hasta nuestros días gracias a la tradición de los pueblos indígenas, en la ceremonia nahua del encendido de velas se fueron prendiendo, paulatinamente, cada una de las 20 ofrendas montadas hacia los puntos cardinales, las cuales representan el alma de las zonas territoriales en las que se divide el país: oriente y costa del Golfo de México, norte y centro-norte, occidente y sur, sur-sureste.

Sahumerio en mano para inundar de humo de copal el ambiente, el especialista ritual nahua Domingo Barrido Lechuga y sus acompañantes provenientes de Huachinango, Puebla, se dirigieron a cada uno de los altares dispuestos por representantes de diversas culturas, mientras de fondo se escuchaban los sonidos de la banda Brígido Santa María de Tlayacapan, la cual interpretó, entre otras piezas, el himno “no oficial” oaxaqueño, Dios nunca muere, del compositor Macedonio Alcalá.

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La ceremonia fue transmitida en la plataforma Contigo en la distancia https://contigoenladistancia.cultura.gob.mx/ y en los canales del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (Canal 14, Canal 22, Canal 11, Capital 21), así como redes sociales y páginas oficiales del Gobierno de México. Sobre el evento, la secretaría de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, ha señalado que esta ofrenda ha servido para fortalecer la identidad mexicana que se afinca en tradiciones tan importantes como el Día de Muertos, la cual este año –debido a la contingencia sanitaria–, hemos vivido al interior de nuestros los hogares.

“La ofrenda-homenaje ‘Una flor para cada alma: 20 Pueblos, 4 rumbos’ ha sido una oportunidad para acercarse y conocer, en su propia voz, las distintas creencias de los pueblos originarios”, destacó la encargada de la política cultural del país, al referirse a las comunidades que levantaron su altar en el Patio Central de Palacio Nacional: yoeme (yaqui), rarámuri (tarahumara), o’dam (tepehuano del sur), úza’ (chichimeca jonaz), me’phaa (tlapaneca), ñuu savi (mixteco), ben’zaa (zapoteco de los Valles Centrales), nnancue ñomndaa (amuzga), ayuujk (mixe), tojolwinik’otik (tojolabal), yokot’an (chontal), purépecha (tarasco), tzeltal, nahua de la Sierra Norte de Puebla, maya de Yucatán, mazateca, hñähñú (otomí), tének (huasteco), nahua de la Ciudad de México y tu’tunakú (totonaco).

Cabe recordar que el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Cultura y los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de los Pueblos Indígenas (INPI), logró conjuntar en este espacio los conocimientos, riqueza cultural, cosmovisión y la participación de una veintena de comunidades indígenas que muestran los elementos imprescindibles de sus ofrendas de Día de Muertos.

El Patio Central de Palacio Nacional está decorado con tapetes de aserrín y un altar central donde convergen los elementos tradicionales de los altares: cempasúchil, ceras y maíz.

Las velas, cuya flama es una guía para que las ánimas lleguen a sus hogares, fueron elaboradas por los artesanos Anselmo Pérez Guerrero, originario de Tepoztlán, Morelos; Víctor Clemente Olivo, de Axochiapan, Morelos, y Ramón Ramírez, oriundo de Salamanca, Guanajuato.

En tanto, el colorido papel picado estuvo a cargo de la artesana Yuridia Independencia Torres Alfaro, y los tapetes, conformados por aserrín, fueron hechos por Javier Servín, del taller familiar Tapete Servín, originario de Huamantla, Tlaxcala, un arte que ha perdurado por más de 150 años.

Esta ofrenda, en la que el Palacio Nacional se abrió como la casa de los pueblos indígenas de México, se puede visualizar de manera virtual a través de la plataforma Contigo en la distancia y en los canales del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (Canal 14, Canal 22, Canal 11, Capital 21), así como redes sociales y páginas oficiales del Gobierno de México.

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