/ martes 17 de agosto de 2021

La pandemia de los antivacunas en México

Aunque en este país no hay movimientos antivacunas establecidos, la desinformación corre suficientemente en internet

Hace tres meses, México luchaba por asegurarse un suministro de vacunas suficiente para combatir el COVID-19 entre sus 126 millones de habitantes.

Pero hoy tiene un reto diferente: Convencer a sus jóvenes de vacunarse, justo cuando la variante Delta se extiende por gran parte del país, aumentando las hospitalizaciones entre esa porción de la población, la más numerosa.

A diferencia de Estados Unidos o Europa, en México no existe un movimiento antivacunas importante. Pero la difusión de información falsa sobre las inyecciones contra el COVID-19 en Twitter, Instagram, Telegram y Facebook hace mella, junto con una sensación de invencibilidad entre los jóvenes.

"Sin duda, aquí (los antivacunas) han tenido más influencia sobre los grupos de menor edad. La gente (joven) ha estado más en contacto y, por alguna razón, cree más y siguen más a estos grupos", dijo a Reuters Laurie Ann Ximénez-Fyvie, profesora e investigadora principal del laboratorio de genética molecular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Los grupos de antivacunas son muy nocivos", agregó.

Aunque no hay información precisa sobre cuántos mexicanos no quieren vacunarse contra el COVID-19 o cuántos participan en grupos antivacunas, algunas encuestas ayudan a dimensionar.

Un sondeo de Mitofsky reveló que a fines de julio el 7.2 por ciento de los entrevistados no quería vacunarse en México frente al 2.9 por ciento de principios de mes. Un estudio global de Facebook y la Universidad de Maryland concluyó que el 11.4 por ciento de los mexicanos no se vacunaría.

En la Ciudad de México, la entidad con más casos activos de COVID-19, el Gobierno pensaba inocular con al menos una dosis al 100 por ciento de las personas de entre 30 y 39 años para el 27 de julio. Sin embargo, el avance tiene semanas estancado en 74 por ciento, insuficiente para prevenir la rápida propagación del virus en la población restante, casi medio millón de personas.

Un 23 por ciento de los capitalinos de entre 40 y 49 años aún no ha recibido una dosis, meses después de que comenzara la campaña. Sin embargo, a fines de julio, el Gobierno empezó a vacunar a los menores de 30 años y las jornadas tuvieron una respuesta abrumadora.

En julio, las hospitalizaciones en el área metropolitana que incluye a la capital -hogar de más de 21 millones de personas- casi se cuadruplicaron, con los adultos más jóvenes y de mediana edad impulsando el aumento. El número de personas menores de 40 años hospitalizadas por COVID-19 casi se duplicó en el país entre junio y julio, según datos oficiales.

"La mayoría de las personas que están hospitalizadas por COVID en este momento son menores a 52 años y la enorme mayoría son personas que no fueron vacunadas, esto es más del 97 por ciento", aseguró en julio el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.

"MUY PREOCUPADOS"

Quienes defienden su derecho a no inocularse aseguran que las vacunas contra el COVID-19 generan graves efectos secundarios o contienen microchips para espiarlos, de acuerdo a mensajes esparcidos en redes sociales y plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp y Telegram.

"No me he vacunado. La razón principal es porque no creo en la vacuna y sí creo en ciertos efectos secundarios que pueda tener", confesó Eduardo Espinola, un trofólogo de 42 años.

"Es hasta ridículo querer vender la idea de que la vacuna nos va a inmunizar. Una de las razones por las que no sirve es que la cepa para la cual hicieron las vacunas es una que ya no está en circulación", agregó Espinola, también holoterapeuta.

En un grupo de Telegram llamado "Médicos por la verdad México" -inspirado en el movimiento negacionista alemán "doctores por la iluminación"- publicaron recientemente un video de una mujer supuestamente inoculada con la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 que sufre espasmos involuntarios y apenas puede caminar con el rótulo "las vacunas son seguras".

El grupo tiene 22 mil 110 suscriptores y en él se han compartido miles de enlaces, documentos y videos para desacreditar la eficacia de las vacunas y la existencia del coronavirus, creado, según ellos, como una conspiración de las grandes farmacéuticas.

El Digital Report 2021 de Hootsuite y We Are Social muestra que en todo el mundo el uso de redes sociales se disparó durante la epidemia del coronavirus. México no fue la excepción: en 2020 el incremento de usuarios fue del 12.4 por ciento interanual.

"Con las redes sociales estamos más informados pero también nos enfrentamos a mucha información falsa y dispersión de mitos", opinó Susana López, una reconocida viróloga de la UNAM. "Durante la pandemia eso se ha exacerbado".

"Es casi imposible desmitificar esas cosas. En la Sociedad Mexicana de Virología estamos muy preocupados por el movimiento antivacunas", agregó López.

Hace tres meses, México luchaba por asegurarse un suministro de vacunas suficiente para combatir el COVID-19 entre sus 126 millones de habitantes.

Pero hoy tiene un reto diferente: Convencer a sus jóvenes de vacunarse, justo cuando la variante Delta se extiende por gran parte del país, aumentando las hospitalizaciones entre esa porción de la población, la más numerosa.

A diferencia de Estados Unidos o Europa, en México no existe un movimiento antivacunas importante. Pero la difusión de información falsa sobre las inyecciones contra el COVID-19 en Twitter, Instagram, Telegram y Facebook hace mella, junto con una sensación de invencibilidad entre los jóvenes.

"Sin duda, aquí (los antivacunas) han tenido más influencia sobre los grupos de menor edad. La gente (joven) ha estado más en contacto y, por alguna razón, cree más y siguen más a estos grupos", dijo a Reuters Laurie Ann Ximénez-Fyvie, profesora e investigadora principal del laboratorio de genética molecular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Los grupos de antivacunas son muy nocivos", agregó.

Aunque no hay información precisa sobre cuántos mexicanos no quieren vacunarse contra el COVID-19 o cuántos participan en grupos antivacunas, algunas encuestas ayudan a dimensionar.

Un sondeo de Mitofsky reveló que a fines de julio el 7.2 por ciento de los entrevistados no quería vacunarse en México frente al 2.9 por ciento de principios de mes. Un estudio global de Facebook y la Universidad de Maryland concluyó que el 11.4 por ciento de los mexicanos no se vacunaría.

En la Ciudad de México, la entidad con más casos activos de COVID-19, el Gobierno pensaba inocular con al menos una dosis al 100 por ciento de las personas de entre 30 y 39 años para el 27 de julio. Sin embargo, el avance tiene semanas estancado en 74 por ciento, insuficiente para prevenir la rápida propagación del virus en la población restante, casi medio millón de personas.

Un 23 por ciento de los capitalinos de entre 40 y 49 años aún no ha recibido una dosis, meses después de que comenzara la campaña. Sin embargo, a fines de julio, el Gobierno empezó a vacunar a los menores de 30 años y las jornadas tuvieron una respuesta abrumadora.

En julio, las hospitalizaciones en el área metropolitana que incluye a la capital -hogar de más de 21 millones de personas- casi se cuadruplicaron, con los adultos más jóvenes y de mediana edad impulsando el aumento. El número de personas menores de 40 años hospitalizadas por COVID-19 casi se duplicó en el país entre junio y julio, según datos oficiales.

"La mayoría de las personas que están hospitalizadas por COVID en este momento son menores a 52 años y la enorme mayoría son personas que no fueron vacunadas, esto es más del 97 por ciento", aseguró en julio el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.

"MUY PREOCUPADOS"

Quienes defienden su derecho a no inocularse aseguran que las vacunas contra el COVID-19 generan graves efectos secundarios o contienen microchips para espiarlos, de acuerdo a mensajes esparcidos en redes sociales y plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp y Telegram.

"No me he vacunado. La razón principal es porque no creo en la vacuna y sí creo en ciertos efectos secundarios que pueda tener", confesó Eduardo Espinola, un trofólogo de 42 años.

"Es hasta ridículo querer vender la idea de que la vacuna nos va a inmunizar. Una de las razones por las que no sirve es que la cepa para la cual hicieron las vacunas es una que ya no está en circulación", agregó Espinola, también holoterapeuta.

En un grupo de Telegram llamado "Médicos por la verdad México" -inspirado en el movimiento negacionista alemán "doctores por la iluminación"- publicaron recientemente un video de una mujer supuestamente inoculada con la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 que sufre espasmos involuntarios y apenas puede caminar con el rótulo "las vacunas son seguras".

El grupo tiene 22 mil 110 suscriptores y en él se han compartido miles de enlaces, documentos y videos para desacreditar la eficacia de las vacunas y la existencia del coronavirus, creado, según ellos, como una conspiración de las grandes farmacéuticas.

El Digital Report 2021 de Hootsuite y We Are Social muestra que en todo el mundo el uso de redes sociales se disparó durante la epidemia del coronavirus. México no fue la excepción: en 2020 el incremento de usuarios fue del 12.4 por ciento interanual.

"Con las redes sociales estamos más informados pero también nos enfrentamos a mucha información falsa y dispersión de mitos", opinó Susana López, una reconocida viróloga de la UNAM. "Durante la pandemia eso se ha exacerbado".

"Es casi imposible desmitificar esas cosas. En la Sociedad Mexicana de Virología estamos muy preocupados por el movimiento antivacunas", agregó López.

Policiaca

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