/ domingo 13 de junio de 2021

Sufre niñez duelo, estrés y ansiedad por Covid-19

Recomiendan a los padres enseñar a sus hijos cómo lograr un manejo adecuado de las emociones

El cierre de las escuelas y el prolongado confinamiento social ha generado diversas alteraciones emocionales en los niños y adolescentes, que van desde situaciones de estrés, pérdida de hábitos, alteraciones de sueño, hasta estados de ansiedad, tristeza, irritabilidad y depresión.

Parece que el tiempo se detuvo. En muchos pizarrones quedó escrita la fecha del último día de clases, 19 de marzo de 2020, como mudo testigo de lo que vendría después y nadie ni siquiera imaginaba.

Ahora que se anuncia el regreso a clases presenciales de forma voluntaria en la Ciudad de México y otras entidades del país, especialistas en psicología infantil señalaron que la mayoría de los niños y adolescentes han expresado alegría y emoción por volver a ver a sus compañeros y amigos; pero otros, pueden mostrar desinterés, miedo o tristeza, lo cual depende de las experiencias y duelos que hayan tenido en su familia durante la pandemia.

En un colegio de Azcapotzalco, los niños nos expresaban el dolor de haber perdido a sus abuelos o tíos, y esta parte quedará en ellos muy marcada en su regreso a clases, así como también la manera como vieron que sus padres manejaron la pandemia

María Guadalupe Alvarado Vázquez, especialista en pedagogía.


Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

A través de la Escuela para Padres hemos podido trabajar a distancia con los colegios y atender los efectos que ha tenido la pandemia dentro de las familias, explicó María Guadalupe Alvarado, directora de Proyectos Institucionales de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF).

Desde nuestra experiencia profesional hemos detectado que la mayor afectación se presenta en niños de la primera infancia, porque ellos todavía están en una etapa de desarrollo cognitivo, en el cual el entorno social, el contacto físico y el juego con sus pares es un aspecto fundamental, explicó la especialista.

“El distanciamiento social que redujo el contacto físico con otros niños, provocó diversas afectaciones en los niños, como el aumento de estrés, alteraciones del sueño, debilitamiento del sistema inmune e incluso cuadros de depresión”, indicó María Guadalupe Alvarado al destacar que en este diagnóstico no se excluye a niños y niñas que se encuentran en la segunda infancia ni adolescentes.

Otra afectación que se está detectando, en lo general, en niños y adolescentes es la pérdida de los hábitos, lo que complica las horas de sueño, alimentación y estudio, que eran actividades que ellos ya tenían sistematizadas, indicó la especialista.

Todo esto, señaló, se expresa a través de estados de tristeza, ansiedad, irritabilidad, desobediencia, rebeldía, peleas entre hermanos y problemas para conciliar el sueño.

Alvarado Vázquez precisó que en algunos niños y niñas, que eran tímidos antes de la pandemia, esto se pudo complicar; así como el aumento a la exposición a las pantallas electrónicas por las clases a distancia a través de la televisión o computadora, lo que ha generado problemas de sedentarismo, riesgo de ciberacoso y adicción a la tecnología.

“Todas estas alteraciones recaen en las rutinas que ya tenían establecidas las familias y también en la convivencia familiar”, indicó María Guadalupe Alvarado al recomendar a los padres enseñar a sus hijos cómo lograr un manejo adecuado de las emociones.

Las emociones las tenemos muy latentes a raíz de todo esto que ha pasado con la pandemia, como el miedo, la alegría, la tristeza, el enojo y el afecto. “Si nos damos cuenta esto es lo que más se ha trastocado a casi un año y medio de confinamiento”, indicó.

CONTROL DE LAS EMOCIONES EN CUATRO PASOS

María Guadalupe Alvarado Vázquez, licenciada en pedagogía y directora de Proyectos Institucionales de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) recomendó a los padres de familia seguir cuatro pasos elementales, para brindar un apoyo emocional adecuado a sus hijos e incluso para ellos mismos.

El primero es ayudar a los hijos a reconocer lo que están sintiendo, y para ello es conveniente preguntarles: “¿Por qué estás grosero, por qué estás haciendo berrinche, qué tienes, qué sientes?

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa


El segundo paso es ayudarlos a dirigir y manejar eso que están sintiendo. “Esto es algo que a los padres de familia les puede costar mucho trabajo -se dice fácil- pero en la práctica resulta difícil, porque los padres también pueden estar estresados en ese momento y deben hacer un esfuerzo para ayudar a los hijos a manejar sus emociones y hacerles ver que entienden su enojo”, explicó.

Aquí se tiene que dar el tercer paso que es la comprensión. “Los padres debemos decirles a los hijos que entendemos su enojo o su miedo, pero hay que preguntarles qué vamos a hacer con esto”, indicó.

Si los niños responden que han vivido con depresión o que se han sentido tristes durante todo el periodo de pandemia, “ojo porque esto ya no es una situación normal, esto ya es una cuestión clínica que necesita atención”, apuntó.

“Cuando detectamos en los hijos situaciones de ansiedad, los padres debemos generar sentimientos que lo ayuden a salir de ese estado emocional”, indicó al recomendar a los padres de familia realizar junto con sus hijos algún tipo de actividad física, incluso, dentro de casa, como el baile, yoga, salto de cuerda o caminata, así como tener con ellos tiempo de ocio de calidad, como la lectura, juegos de mesa en familia que ayuden a la gimnasia cerebral, y sobre todo, generar un ambiente familiar donde haya salud mental.

“El estado emocional de los niños y las niñas dependerá mucho de cómo los padres y las madres se han manejado durante este prolongado confinamiento, porque la pandemia nos ha dejado tres crisis importantes: la sanitaria, la económica y la psicológica”, puntualizó.

“En la medida que los hijos observen el comportamiento que los adultos como padres de familia han tenido durante la pandemia, en ellos también se generará tranquilidad o un excesivo estrés”, subrayó.

Los padres deben entender que el bienestar de sus hijos, pasa por su propio bienestar; es decir, mientras mejor estén los padres, serán de mejor calidad los cuidados que ellos puedan brindar a sus hijos e hijas

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

IR O NO IR A LA ESCUELA

A través de entrevistas y consultas con los niños y sus padres nos hemos encontrado una amplia gama de respuestas cuando les preguntamos si quieren o no regresar a clases presenciales. “Hay muchas opiniones al respecto y hay que considerar que todas las respuestas son válidas”, subrayó Guadalupe Alvarado.

La especialista en pedagogía indicó que entre las respuestas que se han obtenido por parte de los niños destacan la alegría por volver ver a sus amigos y compañeros de clase, emoción por salir de casa, pero hay otros que pueden manifestar desinterés, miedo o estrés.

La disposición que los niños muestran cuando se les plantea la posibilidad de regresar a clases presenciales va a depender de las experiencias que la pandemia les haya dejado; es decir, de los duelos y de las pérdidas que tuvieron.

Indicó que en un taller para el manejo de emociones dirigido a alumnos de primaria y secundaria de la alcaldía de Azcapotzalco, los niños expresaron su dolor por haber perdido a sus abuelos o a sus tíos y esta parte para ellos va a quedar muy marcada para un regreso a la escuela.

Dijo que otro aspecto que los niños y adolescentes tienen muy presente es la manera como sus padres han manejado toda la parte de saneamiento, porque una cosa es tener los protocolos y otra es caer en conductas excesivas en el uso de gel, protegerse de quienes tosen alrededor, el pánico a salir o el miedo a que alguien se acerque.

“Todas estas cosas van a influir en cómo los niños, adolescentes y jóvenes asuman el regreso a clases; habrá quienes estén muy contentos, otros tendrán sus reservas, pero también habrá quienes quieran esperar hasta estar todos sean vacunados, incluso, haya quienes presenten miedos o fobias, lo que se explica por las experiencias psicológicas que hayan tenido durante la pandemia”, señaló la especialista.

CUIDAR EL REGRESO

Como Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) sabemos que dentro de los protocolos de regreso a clases presenciales si se toma en cuenta la parte de atención psico-emocional, por lo que esperamos y pedimos que esto se lleve a cabo, porque es muy importante considerar no solo la salud física, sino también la parte socio-emocional, contención y apoyo emocional que van a necesitar no solo los alumnos sino también los docentes, “porque todos hemos pasado por una situación difícil”, señaló Guadalupe Alvarado.

La directora de Proyectos Institucionales de la UNPF manifestó que la pandemia por supuesto que ha tenido una repercusión muy grande en la conducta y comportamiento de todas las personas en México y en todo el mundo.

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Aquí lo importante es que las autoridades educativas puedan realizar estudios para medir este impacto tanto a docentes, como a padres de familia y a los alumnos, pero lo más importante es que haya un trabajo de seguimiento.

“Esto sería muy importante tenerlo en cuenta cuando se dé este regreso a clases, a fin de que se puedan generar estos elementos de apoyo psicológico, que sin duda van a ser muy necesarios, porque impactan la manera como los niños, los adolescentes y jóvenes se van a relacionar”, apuntó.

Guadalupe Alvarado advirtió que la pandemia ha dejado una enseñanza en todas las personas, por lo que es importante dar un apoyo de contención y cómo la sociedad puede regresar a una sana convivencia, cómo bajar el estrés y cómo adoptar habilidades para que cada persona active su propia resiliencia.

“Estamos frente a un reto en el que todos, de manera responsable y participativa, tenemos que estar presentes, porque no solo es el tema de las escuelas, también es el regreso a las oficinas, volverse a subir a un transporte púbico e incluso reactivar la vida social”, indicó Guadalupe Alvarado.

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El cierre de las escuelas y el prolongado confinamiento social ha generado diversas alteraciones emocionales en los niños y adolescentes, que van desde situaciones de estrés, pérdida de hábitos, alteraciones de sueño, hasta estados de ansiedad, tristeza, irritabilidad y depresión.

Parece que el tiempo se detuvo. En muchos pizarrones quedó escrita la fecha del último día de clases, 19 de marzo de 2020, como mudo testigo de lo que vendría después y nadie ni siquiera imaginaba.

Ahora que se anuncia el regreso a clases presenciales de forma voluntaria en la Ciudad de México y otras entidades del país, especialistas en psicología infantil señalaron que la mayoría de los niños y adolescentes han expresado alegría y emoción por volver a ver a sus compañeros y amigos; pero otros, pueden mostrar desinterés, miedo o tristeza, lo cual depende de las experiencias y duelos que hayan tenido en su familia durante la pandemia.

En un colegio de Azcapotzalco, los niños nos expresaban el dolor de haber perdido a sus abuelos o tíos, y esta parte quedará en ellos muy marcada en su regreso a clases, así como también la manera como vieron que sus padres manejaron la pandemia

María Guadalupe Alvarado Vázquez, especialista en pedagogía.


Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

A través de la Escuela para Padres hemos podido trabajar a distancia con los colegios y atender los efectos que ha tenido la pandemia dentro de las familias, explicó María Guadalupe Alvarado, directora de Proyectos Institucionales de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF).

Desde nuestra experiencia profesional hemos detectado que la mayor afectación se presenta en niños de la primera infancia, porque ellos todavía están en una etapa de desarrollo cognitivo, en el cual el entorno social, el contacto físico y el juego con sus pares es un aspecto fundamental, explicó la especialista.

“El distanciamiento social que redujo el contacto físico con otros niños, provocó diversas afectaciones en los niños, como el aumento de estrés, alteraciones del sueño, debilitamiento del sistema inmune e incluso cuadros de depresión”, indicó María Guadalupe Alvarado al destacar que en este diagnóstico no se excluye a niños y niñas que se encuentran en la segunda infancia ni adolescentes.

Otra afectación que se está detectando, en lo general, en niños y adolescentes es la pérdida de los hábitos, lo que complica las horas de sueño, alimentación y estudio, que eran actividades que ellos ya tenían sistematizadas, indicó la especialista.

Todo esto, señaló, se expresa a través de estados de tristeza, ansiedad, irritabilidad, desobediencia, rebeldía, peleas entre hermanos y problemas para conciliar el sueño.

Alvarado Vázquez precisó que en algunos niños y niñas, que eran tímidos antes de la pandemia, esto se pudo complicar; así como el aumento a la exposición a las pantallas electrónicas por las clases a distancia a través de la televisión o computadora, lo que ha generado problemas de sedentarismo, riesgo de ciberacoso y adicción a la tecnología.

“Todas estas alteraciones recaen en las rutinas que ya tenían establecidas las familias y también en la convivencia familiar”, indicó María Guadalupe Alvarado al recomendar a los padres enseñar a sus hijos cómo lograr un manejo adecuado de las emociones.

Las emociones las tenemos muy latentes a raíz de todo esto que ha pasado con la pandemia, como el miedo, la alegría, la tristeza, el enojo y el afecto. “Si nos damos cuenta esto es lo que más se ha trastocado a casi un año y medio de confinamiento”, indicó.

CONTROL DE LAS EMOCIONES EN CUATRO PASOS

María Guadalupe Alvarado Vázquez, licenciada en pedagogía y directora de Proyectos Institucionales de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) recomendó a los padres de familia seguir cuatro pasos elementales, para brindar un apoyo emocional adecuado a sus hijos e incluso para ellos mismos.

El primero es ayudar a los hijos a reconocer lo que están sintiendo, y para ello es conveniente preguntarles: “¿Por qué estás grosero, por qué estás haciendo berrinche, qué tienes, qué sientes?

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa


El segundo paso es ayudarlos a dirigir y manejar eso que están sintiendo. “Esto es algo que a los padres de familia les puede costar mucho trabajo -se dice fácil- pero en la práctica resulta difícil, porque los padres también pueden estar estresados en ese momento y deben hacer un esfuerzo para ayudar a los hijos a manejar sus emociones y hacerles ver que entienden su enojo”, explicó.

Aquí se tiene que dar el tercer paso que es la comprensión. “Los padres debemos decirles a los hijos que entendemos su enojo o su miedo, pero hay que preguntarles qué vamos a hacer con esto”, indicó.

Si los niños responden que han vivido con depresión o que se han sentido tristes durante todo el periodo de pandemia, “ojo porque esto ya no es una situación normal, esto ya es una cuestión clínica que necesita atención”, apuntó.

“Cuando detectamos en los hijos situaciones de ansiedad, los padres debemos generar sentimientos que lo ayuden a salir de ese estado emocional”, indicó al recomendar a los padres de familia realizar junto con sus hijos algún tipo de actividad física, incluso, dentro de casa, como el baile, yoga, salto de cuerda o caminata, así como tener con ellos tiempo de ocio de calidad, como la lectura, juegos de mesa en familia que ayuden a la gimnasia cerebral, y sobre todo, generar un ambiente familiar donde haya salud mental.

“El estado emocional de los niños y las niñas dependerá mucho de cómo los padres y las madres se han manejado durante este prolongado confinamiento, porque la pandemia nos ha dejado tres crisis importantes: la sanitaria, la económica y la psicológica”, puntualizó.

“En la medida que los hijos observen el comportamiento que los adultos como padres de familia han tenido durante la pandemia, en ellos también se generará tranquilidad o un excesivo estrés”, subrayó.

Los padres deben entender que el bienestar de sus hijos, pasa por su propio bienestar; es decir, mientras mejor estén los padres, serán de mejor calidad los cuidados que ellos puedan brindar a sus hijos e hijas

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

IR O NO IR A LA ESCUELA

A través de entrevistas y consultas con los niños y sus padres nos hemos encontrado una amplia gama de respuestas cuando les preguntamos si quieren o no regresar a clases presenciales. “Hay muchas opiniones al respecto y hay que considerar que todas las respuestas son válidas”, subrayó Guadalupe Alvarado.

La especialista en pedagogía indicó que entre las respuestas que se han obtenido por parte de los niños destacan la alegría por volver ver a sus amigos y compañeros de clase, emoción por salir de casa, pero hay otros que pueden manifestar desinterés, miedo o estrés.

La disposición que los niños muestran cuando se les plantea la posibilidad de regresar a clases presenciales va a depender de las experiencias que la pandemia les haya dejado; es decir, de los duelos y de las pérdidas que tuvieron.

Indicó que en un taller para el manejo de emociones dirigido a alumnos de primaria y secundaria de la alcaldía de Azcapotzalco, los niños expresaron su dolor por haber perdido a sus abuelos o a sus tíos y esta parte para ellos va a quedar muy marcada para un regreso a la escuela.

Dijo que otro aspecto que los niños y adolescentes tienen muy presente es la manera como sus padres han manejado toda la parte de saneamiento, porque una cosa es tener los protocolos y otra es caer en conductas excesivas en el uso de gel, protegerse de quienes tosen alrededor, el pánico a salir o el miedo a que alguien se acerque.

“Todas estas cosas van a influir en cómo los niños, adolescentes y jóvenes asuman el regreso a clases; habrá quienes estén muy contentos, otros tendrán sus reservas, pero también habrá quienes quieran esperar hasta estar todos sean vacunados, incluso, haya quienes presenten miedos o fobias, lo que se explica por las experiencias psicológicas que hayan tenido durante la pandemia”, señaló la especialista.

CUIDAR EL REGRESO

Como Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) sabemos que dentro de los protocolos de regreso a clases presenciales si se toma en cuenta la parte de atención psico-emocional, por lo que esperamos y pedimos que esto se lleve a cabo, porque es muy importante considerar no solo la salud física, sino también la parte socio-emocional, contención y apoyo emocional que van a necesitar no solo los alumnos sino también los docentes, “porque todos hemos pasado por una situación difícil”, señaló Guadalupe Alvarado.

La directora de Proyectos Institucionales de la UNPF manifestó que la pandemia por supuesto que ha tenido una repercusión muy grande en la conducta y comportamiento de todas las personas en México y en todo el mundo.

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Aquí lo importante es que las autoridades educativas puedan realizar estudios para medir este impacto tanto a docentes, como a padres de familia y a los alumnos, pero lo más importante es que haya un trabajo de seguimiento.

“Esto sería muy importante tenerlo en cuenta cuando se dé este regreso a clases, a fin de que se puedan generar estos elementos de apoyo psicológico, que sin duda van a ser muy necesarios, porque impactan la manera como los niños, los adolescentes y jóvenes se van a relacionar”, apuntó.

Guadalupe Alvarado advirtió que la pandemia ha dejado una enseñanza en todas las personas, por lo que es importante dar un apoyo de contención y cómo la sociedad puede regresar a una sana convivencia, cómo bajar el estrés y cómo adoptar habilidades para que cada persona active su propia resiliencia.

“Estamos frente a un reto en el que todos, de manera responsable y participativa, tenemos que estar presentes, porque no solo es el tema de las escuelas, también es el regreso a las oficinas, volverse a subir a un transporte púbico e incluso reactivar la vida social”, indicó Guadalupe Alvarado.

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