/ domingo 1 de noviembre de 2020

Rindió homenaje la Alcaldía Iztapalapa a fallecidos

El acto Una luz por los que ya no están, se realizó en la Utopía Ollini, donde hubo música, canto y danza en honor de más de 2 mil 300 fallecidos y se colocaron velas que flotaron sobre el agua para guiar las almas

“Iztapalapa honra a nuestros muertos que siguen vivos en nuestro corazón”, afirmó la alcaldesa Clara Brugada Molina al encabezar un homenaje para más de 2 mil 300 personas que han fallecido a consecuencia de Covid-19, en el que participó el gabinete de la Alcaldía y un grupo de deudos de quienes lamentablemente han fallecido por la pandemia. “La verdadera muerte es el olvido y ellos viven aquí, están con nosotros y son una luz de esperanza. Por ellos saldremos adelante”.

La Primera Alcaldía Iztapalapa, enfatizó Clara Brugada, también rinde tributo a quienes todos los días salvan vidas y se exponen todos los días: los trabajadores de la salud, de los servicios públicos, de las instituciones de seguridad y atención de emergencias, los trabajadores que no pudieron resguardarse, que no pudieron estar en casa y lo hicieron para salvar vidas para que siguieran los servicios y la población pudiera confinarse”.

El anochecer de este viernes, a un costado del lago artificial de la Utopía Ollini, en el Deportivo Francisco I. Madero, fue el momento y el lugar propicio para este emotivo homenaje Una luz por los que ya no están, en el que hubo múltiples testimonios de hijas, esposas, nietas y madres de personas como un médico, un taxista, un comerciante y personas dedicadas al hogar o a otros trabajos, que se contagiaron por el coronavirus y murieron en muchos casos sin poder despedirse de su familia.

En la ceremonia, la alcaldesa encendió una vela colocada en un recipiente y que depositó en las aguas del lago artificial, donde flotó durante todo el evento junto con muchas otras colocadas por los deudos asistentes a este homenaje, en el que grupos corales, de música y danza prehispánicas, interpretando canciones y melodías en recuerdo de quienes enfermaron y murieron, pero también como un llamado a mantener la aplicación de las medidas sanitarias.

“Hoy venimos a encender una luz por ellos, por lo que murieron por Covid-19. Venimos a recordar a nuestras vecinas, vecinos, hermanos, hermanas, padres, madres, hijos e hijas, abuelos, amigos y amigas, compañeros y compañeras de trabajo, recordamos también a los compañeros trabajadores de esta Alcaldía, de limpia, de gobierno, de agua, de las territoriales que fallecieron con su deber de proteger a la población”.

en honor de más de 2 mil 300 fallecidos

Destacó que muchos enfermaron trabajando o se contagiaron cuando iban en el transporte público; muchas mujeres se contagiaron en casa cuidando a otros miembros de la familia. La mayoría de los fallecidos eran mayores de 60 años y tenían alguna enfermedad crónica; pero más de la tercera parte eran hombres y mujeres en edad productiva y, en muchos casos, sostén económico de su familia.

Resaltó que la humanidad entera se enfrenta a un gran desafío, en el que un virus desconocido se expande y multiplica rápidamente, ataca a los más débiles “y se aprovecha a las enfermedades que ella están en nuestro cuerpo para hacerse más severos. Sus efectos han sido catastróficos. En el mundo 45 millones 700 mil personas se han contagiado y hay un millón 191 mil fallecidos, con un fuerte impacto en todas las actividades económicas, empleo e ingreso.

En Iztapalapa “recordamos a nuestros muertos en este día tan importante con mucho cariño.

Antes se creía que en el corazón se depositaba la memoria y los pensamientos. Recordar significaba volver a pasar por el corazón vivencias, alegrías y tristezas. Recordamos sus vidas y sentimos el vacío que nos han dejado”, enfatizó Clara Brugada en su mensaje durante este acto colmado de emotividad, empatía y simbolismos.

Al dar sus testimonios, los deudos también sumaron una fuerte dosis de emotividad, que llegó hasta el llanto, al recordar a sus familiares. Coincidieron en las cualidades de esos ejemplares padres, madres, hermanos, esposos, hijos, hijas, suegras, abuelos, que un día fueron infectados y que poco tiempo después morirían sin siquiera poder despedirlos.

También fueron concordantes en comprometerse con las almas que llegaron de su lugar de reposo eterno en honrarlos mediante el trabajo diario para salir adelante con sus familias, en cuidarse para que el Covid-19 no tenga más víctimas. Los que murieron merecen que se les honre así, haciendo cumplir sus deseos y sus proyectos.

El recuerdo y el homenaje a los fallecidos borró toda diferencia que pudiera existir entre ellos. Tan valioso fue el médico que contrajo el virus al visitar a personas contagiadas, que el comerciante que no dejó de abastecer a sus clientes y no dejó de buscar el sustento familiar o el taxista que debía transportar gente para llevar de comer a su familia o el servidor público que no paró en busca del bienestar de la población, como fue el caso de Gonzalo Hernández, quien se desempeñaba como Director Territorial en Tezonco cuando falleció.

La música estuvo a cargo del Coro Acardanchado, que interpretó las canciones Yo Ya Me voy Amigos Míos, Ya Se Van Las Golondrinas y Ojitos Negros; seguido del grupo Tribu, que interpretó Nada en este mundo dura y Equinoccio de serpientes; a su vez el grupo Yoloyaotl presentó la Danza de la muerte y el Fuego y Rogelio Marín cantó Madre mía cuando muera.

Finalmente, se guardó un minuto de silencio con el que concluyó este homenaje, único realizado Por una Alcaldía en la Ciudad de México en honor de los fallecidos por Covid-19.

“Iztapalapa honra a nuestros muertos que siguen vivos en nuestro corazón”, afirmó la alcaldesa Clara Brugada Molina al encabezar un homenaje para más de 2 mil 300 personas que han fallecido a consecuencia de Covid-19, en el que participó el gabinete de la Alcaldía y un grupo de deudos de quienes lamentablemente han fallecido por la pandemia. “La verdadera muerte es el olvido y ellos viven aquí, están con nosotros y son una luz de esperanza. Por ellos saldremos adelante”.

La Primera Alcaldía Iztapalapa, enfatizó Clara Brugada, también rinde tributo a quienes todos los días salvan vidas y se exponen todos los días: los trabajadores de la salud, de los servicios públicos, de las instituciones de seguridad y atención de emergencias, los trabajadores que no pudieron resguardarse, que no pudieron estar en casa y lo hicieron para salvar vidas para que siguieran los servicios y la población pudiera confinarse”.

El anochecer de este viernes, a un costado del lago artificial de la Utopía Ollini, en el Deportivo Francisco I. Madero, fue el momento y el lugar propicio para este emotivo homenaje Una luz por los que ya no están, en el que hubo múltiples testimonios de hijas, esposas, nietas y madres de personas como un médico, un taxista, un comerciante y personas dedicadas al hogar o a otros trabajos, que se contagiaron por el coronavirus y murieron en muchos casos sin poder despedirse de su familia.

En la ceremonia, la alcaldesa encendió una vela colocada en un recipiente y que depositó en las aguas del lago artificial, donde flotó durante todo el evento junto con muchas otras colocadas por los deudos asistentes a este homenaje, en el que grupos corales, de música y danza prehispánicas, interpretando canciones y melodías en recuerdo de quienes enfermaron y murieron, pero también como un llamado a mantener la aplicación de las medidas sanitarias.

“Hoy venimos a encender una luz por ellos, por lo que murieron por Covid-19. Venimos a recordar a nuestras vecinas, vecinos, hermanos, hermanas, padres, madres, hijos e hijas, abuelos, amigos y amigas, compañeros y compañeras de trabajo, recordamos también a los compañeros trabajadores de esta Alcaldía, de limpia, de gobierno, de agua, de las territoriales que fallecieron con su deber de proteger a la población”.

en honor de más de 2 mil 300 fallecidos

Destacó que muchos enfermaron trabajando o se contagiaron cuando iban en el transporte público; muchas mujeres se contagiaron en casa cuidando a otros miembros de la familia. La mayoría de los fallecidos eran mayores de 60 años y tenían alguna enfermedad crónica; pero más de la tercera parte eran hombres y mujeres en edad productiva y, en muchos casos, sostén económico de su familia.

Resaltó que la humanidad entera se enfrenta a un gran desafío, en el que un virus desconocido se expande y multiplica rápidamente, ataca a los más débiles “y se aprovecha a las enfermedades que ella están en nuestro cuerpo para hacerse más severos. Sus efectos han sido catastróficos. En el mundo 45 millones 700 mil personas se han contagiado y hay un millón 191 mil fallecidos, con un fuerte impacto en todas las actividades económicas, empleo e ingreso.

En Iztapalapa “recordamos a nuestros muertos en este día tan importante con mucho cariño.

Antes se creía que en el corazón se depositaba la memoria y los pensamientos. Recordar significaba volver a pasar por el corazón vivencias, alegrías y tristezas. Recordamos sus vidas y sentimos el vacío que nos han dejado”, enfatizó Clara Brugada en su mensaje durante este acto colmado de emotividad, empatía y simbolismos.

Al dar sus testimonios, los deudos también sumaron una fuerte dosis de emotividad, que llegó hasta el llanto, al recordar a sus familiares. Coincidieron en las cualidades de esos ejemplares padres, madres, hermanos, esposos, hijos, hijas, suegras, abuelos, que un día fueron infectados y que poco tiempo después morirían sin siquiera poder despedirlos.

También fueron concordantes en comprometerse con las almas que llegaron de su lugar de reposo eterno en honrarlos mediante el trabajo diario para salir adelante con sus familias, en cuidarse para que el Covid-19 no tenga más víctimas. Los que murieron merecen que se les honre así, haciendo cumplir sus deseos y sus proyectos.

El recuerdo y el homenaje a los fallecidos borró toda diferencia que pudiera existir entre ellos. Tan valioso fue el médico que contrajo el virus al visitar a personas contagiadas, que el comerciante que no dejó de abastecer a sus clientes y no dejó de buscar el sustento familiar o el taxista que debía transportar gente para llevar de comer a su familia o el servidor público que no paró en busca del bienestar de la población, como fue el caso de Gonzalo Hernández, quien se desempeñaba como Director Territorial en Tezonco cuando falleció.

La música estuvo a cargo del Coro Acardanchado, que interpretó las canciones Yo Ya Me voy Amigos Míos, Ya Se Van Las Golondrinas y Ojitos Negros; seguido del grupo Tribu, que interpretó Nada en este mundo dura y Equinoccio de serpientes; a su vez el grupo Yoloyaotl presentó la Danza de la muerte y el Fuego y Rogelio Marín cantó Madre mía cuando muera.

Finalmente, se guardó un minuto de silencio con el que concluyó este homenaje, único realizado Por una Alcaldía en la Ciudad de México en honor de los fallecidos por Covid-19.

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