/ jueves 1 de abril de 2021

Nos están matando por igual: kenya, defensora de los transexuales

En México, matan y discriminan a las mujeres, a las trans, cisgénero, lesbianas y bisexuales

Ciudad de México.- Pese a su complicada historia de su vida. Haber iniciado en la prostitución a los 9 años, contagiarse de VIH a los 13 años; consumir alcohol, mariguana, cocaína y otras drogas por 20 años, así como estar en la cárcel por casi 11 años en Santa Martha Acatitla; Kenya Citlalli Cuevas, una mujer trans, nunca se dobló ante las adversidades.

Actualmente es una de las mayores activistas a favor de los derechos de la comunidad trans en nuestro país, segundo país con más violencia por transfobia después de Brasil.

“En nuestro país, nos están matando…a las mujeres, a las trans, a las cisgénero, a lesbiana, bisexuales, a trabajadoras sexuales…a todas por igual.

“Nos arrebatan nuestros derechos humanos… nos violentan”, dice esta defensora que lucha por dignificar el trabajo sexual, prevenir enfermedades de transmisión sexual y eliminar la discriminación por motivos de sexo y género, recalcó Kenya Citlalli, directora de la Casa de las Muñecas Tiresias y de la casa hogar Paola Buenrostro.

En una visita a la redacción de LA PRENSA, Kenya exhortó a las mujeres a ser parte del cambio y respetar la diversidad…” Propuso las colectivas y organizaciones de mujeres y feministas: “es tiempo de vernos iguales, sin etiquetas ni divisiones, sino como seres humanos”.

Ahora también es conferencista a nivel nacional e internacional. Y este 2 de abril rendirá su Segundo y Tercer informe de actividades al frente de “Casa de las Muñecas Tiresias A.C.”

Hace 47 años nació en la colonia Moctezuma, fue la menor de 7 hermanos, todos con una mentalidad machista, la discriminaban y optó por salirse de su casa.

Ni de niña ni de joven aprendió a leer y a escribir, sino hasta los 43 años. Está por terminar la secundaria, va por su prepa, y quiere ser abogada.

Con su 1.83 de estatura y su fuerte presencia, narró que creció con su abuela materna, porque su madre se había ido a los Estados Unidos y su padre tenía otra familia.

Su mamá vive en Indiana con uno de sus hermanos y apenas hace 4 años tuvo acercamiento con ella.

Describió que el ambiente familiar era muy hostil en su casa. Los hermanos le pegaban y no le daban de comer, el maltrato se hizo aún más crudo tras la muerte de su abuela. A los nueve años decidió salirse de casa.

Esa misma noche, llegó a la Alameda, lugar al que su abuela la llevaba a sacarse la foto de los Reyes Magos. Ahí se encontró con una mujer trans con la que se identificó.

“Me acerqué y le pedí que me ayudara a arreglarme como ella”, dice. “Ella volteó, seria, y me dijo: ‘Ponte a trabajar, háblale a los carros y cóbrales 400 pesos’”. A uno de sus primeros clientes le contó su situación, todo el maltrato que había vivido en casa, y pidió que la llevara a vivir con él.

El hombre dijo que se metería en problemas si la llevaba a vivir a su casa, pero le daría suficiente dinero para que se pagara una semana en un hotel.

“Tuvimos relaciones sexuales y él se fue. Ese fue mi primer cliente”, citó.

En ese hotel se encontró con dos mujeres trans, además de percatarse de que vivían también allí otras trabajadoras sexuales. Pidió a las chicas trans que le ayudarán a arreglarse como ellas. Le preguntaron si tenía dinero y Kenya les enseñó lo que el hombre le había dado. La llevaron al centro, compraron zapatos, pelucas, pestañas, maquillaje y en el hotel comenzaron a arreglarla.

Luis Barrera | La Prensa

¿Porque elegiste el nombre de Kenya? Le pregunté.

“En el poco tiempo que fui a la escuela, conocí a una niña que se llamaba así, era mi mejor amiga, me defendía de la “carrilla” de los niños que me maltrataban y ofendían, y le dije que algún día… “cuando yo pueda ser mujer me iba a poner ese nombre”.

Esa misma noche, sus nuevas amigas la llevaron a la esquina de Insurgentes y Álvaro Obregón en la colonia Roma, donde le presentaron a una madrota a la que Kenya debía de dar una cuota diaria a cambio de poder trabajar en el área.

A los 28 años, mientras se drogaba en Tepito, en uno de esos departamentos donde dejan a los clientes consumir, llegó un operativo. La distribuidora le aventó la mercancía y la policía la llevó presa. La llevaron al Reclusorio Norte, al penal varonil y ahí sufrió diversas violaciones.

Posteriormente informó que tenía VIH y la mandaron al penal de Santa Martha Acatitla, en el dormitorio 10 donde había varias personas en esa condición y en los casi 11 años que estuvo, ahí vio morir a 200 personas hasta que consiguió que la absolvieran de todos los casos y obtuvo su libertad.

En Santa Martha ayudó a los enfermos. Les cambiaba la ropa, los bañaba, les daba de comer y ahí comenzaron “sus pininos” como activista. En el 2008-09 empezó a involucrarse en organizaciones civiles que atendían a personas con VIH, la capacitan y la hacen promotora.

En el 2009 Andrea González de la Clínica especializada Condesa, tuvo la iniciativa y buscó atención a personas privadas de la libertad con VIH. Un año después salió de la cárcel.

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LA HISTORIA DE PAOLA BUENROSTRO

El 30 de septiembre de 2016 se fue a trabajar, desde su casa en Chimalhuacán hasta Puente de Alvarado, donde también estaba su compañera Paola Buenrostro. “Ella fue una de mis hijas en el trabajo sexual”, citó.

Y justo después de brindar, un cliente se acercó con ellas. Las otras compañeras lo dejaron pasar, se acercó con Kenya, quien también lo rechazó. Quería pagar sólo 250 pesos”. Luego abordó a Paola, que se subió al auto y les dijo “me voy a trabajar, perras”.

Apenas el auto avanzó unos metros cuando escuchó gritos de auxilio y su nombre y unas detonaciones. El cuerpo de Paola se desvaneció en los brazos de su asesino, quien la aventó al lugar del copiloto.

El sujeto apuntó el arma para disparar a Kenya, pero la pistola se encasquilló y logró escapar. Llegó la policía, detuvieron al sujeto en flagrancia y luego todas las amigas de Paola fueron al Ministerio Público a rendir su declaración.

Sin embargo, el MP, al ver que eran trabajadoras sexuales trans, las trató como ciudadanas de segunda clase. No tomaron la declaración de Kenya como testigo, sino como una curiosa del lugar.

Kenya reclamó el cuerpo de Paola. Pero el encargado le dijo que no se lo podía dar porque no era familiar. Entonces amenazó con parar Insurgentes con una manifestación de por lo menos 500 chicas.

Luis Barrera | La Prensa

SUS COMPAÑERAS LES LLAMAN MAMA KENYA

Hace algunos años constituyó una Asociación Civil e inauguró el primer albergue para las mujeres trans en México, “Casa hogar Paola Buenrostro" en honor a su hija de profesión. A través de un convenio le entregaron el predio de Lázaro Cárdenas 59, colonia Casilda en Cuautepec, GAM.

Ahí las mujeres se profesionalizan conocen oficios, psicólogo que las ayude, atención a sus cambios hormonales, que tengan sus documentos de identidad y de esa forma insertarlas al área laboral y que puedan tener calidad de vida.

En el 2018 fundó la Casa de las Muñecas Tiresias, por toda la negativa y falta de justicia a las mujeres trans. En el primer año dio atención a 1853 personas, en los dos últimos años han atendido a más de 6 mil.

Su lucha a favor de sus compañeras no acaba. Ya está buscando replicar ese albergue en el Estado de México y hacerlo llegar a otros estados del país, por lo pronto ya está presente en Nayarit, Guerrero y Morelos.

Fue también en el 2016 cuando realizó su cambio de identidad y oficialmente se puso Kenya Citlalli Cuevas Fuentes.

TACONES ALTOS, CAUSA SEVEROS DOLORES EN LA ESPALDA

Las mujeres trans consumen anís cuando están en la calle, para mantenernos calientes y a aminorar el dolor de los tacones y la espalda por el frío.

Pero también el concepto erróneo de que ser mujer es tener los senos y las caderas y nalgas grandes, ha ocasionado la muerte de decenas de mujeres trans que quieren verse así, describió.

En esa modificación tan rápida y repentina que necesitan. Pues entre más mujer parezcamos, menos nos discriminan la sociedad. Y en ese afán “acudimos a los modelantes que es un paso seguro de enfermedades progresivas y mortales”. En varios casos ya han ocasionado amputaciones de piernas o pies.

“Los crímenes de odio contra las personas trans, me han arrebatado a mis mejores amigas”. Hoy le grito al mundo: “mi venganza es que todas seamos felices”.

Le gustan las series y una de sus favoritas es la Reyna del Sur, personaje con el cual se identifica. Y es fan de las películas de Cantinflas.

Honesta como se dice nos cuenta que es viuda, hace 4 años murió su esposo Santiago, a todas mis parejas sexuales les dijo que tengo VIH… siempre uso condón y me tomó mis retrovirales todos los días.

Luis Barrera | La Prensa

AGRESIONES CONTRA LA POBLACIÓN TRANS

Durante el periodo de 2013 a 2018, 473 personas de las poblaciones LGBTIQPA fueron asesinadas; en promedio, 79 al año —de acuerdo con un Informe de la asociación civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana.

De estos casos, 261 eran mujeres trans, que equivale a 55% del total; muchas de ellas tenían menos de 25 años, sus cuerpos fueron abandonados en la vía pública o en lotes baldíos y murieron por armas de fuego.

El 2019, ya con el nuevo gobierno, la misma asociación civil registró el asesinato de 117 personas de las poblaciones de la diversidad sexual y de género, de quienes 64 fueron mujeres trans, igualmente casi 55%.

En el 2020, hasta el 30 de septiembre, se habían registrado 283 asesinatos de personas trans y género-diversas, la mayoría de los cuales tuvieron lugar en Brasil (124), México (45) y los Estados Unidos (24).

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Ciudad de México.- Pese a su complicada historia de su vida. Haber iniciado en la prostitución a los 9 años, contagiarse de VIH a los 13 años; consumir alcohol, mariguana, cocaína y otras drogas por 20 años, así como estar en la cárcel por casi 11 años en Santa Martha Acatitla; Kenya Citlalli Cuevas, una mujer trans, nunca se dobló ante las adversidades.

Actualmente es una de las mayores activistas a favor de los derechos de la comunidad trans en nuestro país, segundo país con más violencia por transfobia después de Brasil.

“En nuestro país, nos están matando…a las mujeres, a las trans, a las cisgénero, a lesbiana, bisexuales, a trabajadoras sexuales…a todas por igual.

“Nos arrebatan nuestros derechos humanos… nos violentan”, dice esta defensora que lucha por dignificar el trabajo sexual, prevenir enfermedades de transmisión sexual y eliminar la discriminación por motivos de sexo y género, recalcó Kenya Citlalli, directora de la Casa de las Muñecas Tiresias y de la casa hogar Paola Buenrostro.

En una visita a la redacción de LA PRENSA, Kenya exhortó a las mujeres a ser parte del cambio y respetar la diversidad…” Propuso las colectivas y organizaciones de mujeres y feministas: “es tiempo de vernos iguales, sin etiquetas ni divisiones, sino como seres humanos”.

Ahora también es conferencista a nivel nacional e internacional. Y este 2 de abril rendirá su Segundo y Tercer informe de actividades al frente de “Casa de las Muñecas Tiresias A.C.”

Hace 47 años nació en la colonia Moctezuma, fue la menor de 7 hermanos, todos con una mentalidad machista, la discriminaban y optó por salirse de su casa.

Ni de niña ni de joven aprendió a leer y a escribir, sino hasta los 43 años. Está por terminar la secundaria, va por su prepa, y quiere ser abogada.

Con su 1.83 de estatura y su fuerte presencia, narró que creció con su abuela materna, porque su madre se había ido a los Estados Unidos y su padre tenía otra familia.

Su mamá vive en Indiana con uno de sus hermanos y apenas hace 4 años tuvo acercamiento con ella.

Describió que el ambiente familiar era muy hostil en su casa. Los hermanos le pegaban y no le daban de comer, el maltrato se hizo aún más crudo tras la muerte de su abuela. A los nueve años decidió salirse de casa.

Esa misma noche, llegó a la Alameda, lugar al que su abuela la llevaba a sacarse la foto de los Reyes Magos. Ahí se encontró con una mujer trans con la que se identificó.

“Me acerqué y le pedí que me ayudara a arreglarme como ella”, dice. “Ella volteó, seria, y me dijo: ‘Ponte a trabajar, háblale a los carros y cóbrales 400 pesos’”. A uno de sus primeros clientes le contó su situación, todo el maltrato que había vivido en casa, y pidió que la llevara a vivir con él.

El hombre dijo que se metería en problemas si la llevaba a vivir a su casa, pero le daría suficiente dinero para que se pagara una semana en un hotel.

“Tuvimos relaciones sexuales y él se fue. Ese fue mi primer cliente”, citó.

En ese hotel se encontró con dos mujeres trans, además de percatarse de que vivían también allí otras trabajadoras sexuales. Pidió a las chicas trans que le ayudarán a arreglarse como ellas. Le preguntaron si tenía dinero y Kenya les enseñó lo que el hombre le había dado. La llevaron al centro, compraron zapatos, pelucas, pestañas, maquillaje y en el hotel comenzaron a arreglarla.

Luis Barrera | La Prensa

¿Porque elegiste el nombre de Kenya? Le pregunté.

“En el poco tiempo que fui a la escuela, conocí a una niña que se llamaba así, era mi mejor amiga, me defendía de la “carrilla” de los niños que me maltrataban y ofendían, y le dije que algún día… “cuando yo pueda ser mujer me iba a poner ese nombre”.

Esa misma noche, sus nuevas amigas la llevaron a la esquina de Insurgentes y Álvaro Obregón en la colonia Roma, donde le presentaron a una madrota a la que Kenya debía de dar una cuota diaria a cambio de poder trabajar en el área.

A los 28 años, mientras se drogaba en Tepito, en uno de esos departamentos donde dejan a los clientes consumir, llegó un operativo. La distribuidora le aventó la mercancía y la policía la llevó presa. La llevaron al Reclusorio Norte, al penal varonil y ahí sufrió diversas violaciones.

Posteriormente informó que tenía VIH y la mandaron al penal de Santa Martha Acatitla, en el dormitorio 10 donde había varias personas en esa condición y en los casi 11 años que estuvo, ahí vio morir a 200 personas hasta que consiguió que la absolvieran de todos los casos y obtuvo su libertad.

En Santa Martha ayudó a los enfermos. Les cambiaba la ropa, los bañaba, les daba de comer y ahí comenzaron “sus pininos” como activista. En el 2008-09 empezó a involucrarse en organizaciones civiles que atendían a personas con VIH, la capacitan y la hacen promotora.

En el 2009 Andrea González de la Clínica especializada Condesa, tuvo la iniciativa y buscó atención a personas privadas de la libertad con VIH. Un año después salió de la cárcel.

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LA HISTORIA DE PAOLA BUENROSTRO

El 30 de septiembre de 2016 se fue a trabajar, desde su casa en Chimalhuacán hasta Puente de Alvarado, donde también estaba su compañera Paola Buenrostro. “Ella fue una de mis hijas en el trabajo sexual”, citó.

Y justo después de brindar, un cliente se acercó con ellas. Las otras compañeras lo dejaron pasar, se acercó con Kenya, quien también lo rechazó. Quería pagar sólo 250 pesos”. Luego abordó a Paola, que se subió al auto y les dijo “me voy a trabajar, perras”.

Apenas el auto avanzó unos metros cuando escuchó gritos de auxilio y su nombre y unas detonaciones. El cuerpo de Paola se desvaneció en los brazos de su asesino, quien la aventó al lugar del copiloto.

El sujeto apuntó el arma para disparar a Kenya, pero la pistola se encasquilló y logró escapar. Llegó la policía, detuvieron al sujeto en flagrancia y luego todas las amigas de Paola fueron al Ministerio Público a rendir su declaración.

Sin embargo, el MP, al ver que eran trabajadoras sexuales trans, las trató como ciudadanas de segunda clase. No tomaron la declaración de Kenya como testigo, sino como una curiosa del lugar.

Kenya reclamó el cuerpo de Paola. Pero el encargado le dijo que no se lo podía dar porque no era familiar. Entonces amenazó con parar Insurgentes con una manifestación de por lo menos 500 chicas.

Luis Barrera | La Prensa

SUS COMPAÑERAS LES LLAMAN MAMA KENYA

Hace algunos años constituyó una Asociación Civil e inauguró el primer albergue para las mujeres trans en México, “Casa hogar Paola Buenrostro" en honor a su hija de profesión. A través de un convenio le entregaron el predio de Lázaro Cárdenas 59, colonia Casilda en Cuautepec, GAM.

Ahí las mujeres se profesionalizan conocen oficios, psicólogo que las ayude, atención a sus cambios hormonales, que tengan sus documentos de identidad y de esa forma insertarlas al área laboral y que puedan tener calidad de vida.

En el 2018 fundó la Casa de las Muñecas Tiresias, por toda la negativa y falta de justicia a las mujeres trans. En el primer año dio atención a 1853 personas, en los dos últimos años han atendido a más de 6 mil.

Su lucha a favor de sus compañeras no acaba. Ya está buscando replicar ese albergue en el Estado de México y hacerlo llegar a otros estados del país, por lo pronto ya está presente en Nayarit, Guerrero y Morelos.

Fue también en el 2016 cuando realizó su cambio de identidad y oficialmente se puso Kenya Citlalli Cuevas Fuentes.

TACONES ALTOS, CAUSA SEVEROS DOLORES EN LA ESPALDA

Las mujeres trans consumen anís cuando están en la calle, para mantenernos calientes y a aminorar el dolor de los tacones y la espalda por el frío.

Pero también el concepto erróneo de que ser mujer es tener los senos y las caderas y nalgas grandes, ha ocasionado la muerte de decenas de mujeres trans que quieren verse así, describió.

En esa modificación tan rápida y repentina que necesitan. Pues entre más mujer parezcamos, menos nos discriminan la sociedad. Y en ese afán “acudimos a los modelantes que es un paso seguro de enfermedades progresivas y mortales”. En varios casos ya han ocasionado amputaciones de piernas o pies.

“Los crímenes de odio contra las personas trans, me han arrebatado a mis mejores amigas”. Hoy le grito al mundo: “mi venganza es que todas seamos felices”.

Le gustan las series y una de sus favoritas es la Reyna del Sur, personaje con el cual se identifica. Y es fan de las películas de Cantinflas.

Honesta como se dice nos cuenta que es viuda, hace 4 años murió su esposo Santiago, a todas mis parejas sexuales les dijo que tengo VIH… siempre uso condón y me tomó mis retrovirales todos los días.

Luis Barrera | La Prensa

AGRESIONES CONTRA LA POBLACIÓN TRANS

Durante el periodo de 2013 a 2018, 473 personas de las poblaciones LGBTIQPA fueron asesinadas; en promedio, 79 al año —de acuerdo con un Informe de la asociación civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana.

De estos casos, 261 eran mujeres trans, que equivale a 55% del total; muchas de ellas tenían menos de 25 años, sus cuerpos fueron abandonados en la vía pública o en lotes baldíos y murieron por armas de fuego.

El 2019, ya con el nuevo gobierno, la misma asociación civil registró el asesinato de 117 personas de las poblaciones de la diversidad sexual y de género, de quienes 64 fueron mujeres trans, igualmente casi 55%.

En el 2020, hasta el 30 de septiembre, se habían registrado 283 asesinatos de personas trans y género-diversas, la mayoría de los cuales tuvieron lugar en Brasil (124), México (45) y los Estados Unidos (24).

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