/ lunes 4 de mayo de 2020

Limpian las calles con poco equipo ante Covid-19

Para ellos es una suerte que, durante estas semanas, no se tenga el reporte de contagio de alguno de sus compañeros, ya que el miedo se impone ante la creciente de casos

Las luminarias apenas permiten distinguir el pavimento sobre el que ya se ven los montones de basura, que serán retirados por los trabajadores de limpia de la Ciudad de México, sin importar el clima, el nivel de inseguridad en la zona asignada o la contingencia por Covid-19, ellos salen a salvar a los ciudadanos, de sus propios desperdicios.

La jornada laboral comienza alrededor de las 6:00 horas, llegan a la estación ubicada en la colonia Obrera dentro de la alcaldía Cuauhtémoc en donde guardan los carritos y los camiones, ahí recogen la indumentaria necesaria y se forman los equipos antes de recorrer las calles.

La ruta de Porfirio Morales, dentro de la alcaldía, es la misma que recorrió de niño con su papá desde los seis años de edad, un trabajo que hace con gusto a pesar de la emergencia sanitaria, ante la que se preparan con un equipo casi inútil, ante el contacto que tienen con diferentes residuos, sin sospechar que se trate de personas contagiadas o portadoras de Covid-19.

UN OFICIO DESDE LA INFANCIA

Las calles limpias son la satisfacción que le heredó su padre a Porfirio, quien lleva ya 45 años en este oficio “conozco la transformación de la Colonia obrera, me sé sus historias desde que era una zona muy peligrosa por los restaurantes y bares, desde niños acompañaba a mi papá, me metía en un tambo para que no me atropellaran, mientras él trabajaba”, platica para LA PRENSA, mientras el resto del equipo, levanta con palas y a mano la basura que la gente deja sobre el arroyo vial.

Durante el primer recorrido tocan poco la campana, inician al recoger los montones que se acumulan en ciertas calles, donde “la gente que sale a trabajar y no alcanzan a tirar su basura y la deja ahí, aunque después llegan los pepenadores y sacan todo de las bolsas” platicó frente a un tiradero clandestino donde se podían observar aparatos electrónicos, ropa, plástico y comida.

A pesar de que se han asignado martes, jueves y sábado para la basura orgánica, los limpiadores aseguran que no es posible llevarlo a cabo en todas las zonas, ya que no se cuenta con los camiones necesarios para la separación de la basura.

Entre las cosas más extrañas que el señor Porfirio se ha encontrado en la basura han sido órganos de “un elefante, cerca de aquí disecan animales, también llega gente a dejar animales con las que hicieron brujería, dejan gallos, borregos y toda clase de animales”, contó Morales.

Dentro de las anécdotas poco amables que ha vivido, narró que alguna vez lo amenazaron con arma en mano para llevarse costales con cascajo.

El salario de Morales ha sido suficiente para mantener a su esposa y sus tres hijos, uno de ellos, le siguió los pasos y es su relevo en el camión, y espera que cuando él se retire, su hijo se quede a cargo de la ruta que con tanto empeño ha cubierto durante estos años, aun así, la propinas les ayudan para mantener los camiones, cuyas reparaciones y mantenimiento, corren por su cuenta, así como el salario de los voluntarios.

AYUDANTES Y VOLUNTARIOS

A las cinco de la mañana ya están todos arriba del camión con cubrebocas y listos para comenzar la ruta; la dinámica de trabajo es tan eficaz que en menos de 10 minutos pueden dejar un tiradero clandestino de basura totalmente limpio.

El “Betorras” es el primero en bajarse del camión, saca su pala y comienza a arrojar la basura que esta en el tiradero a una manta, al llenarse le habla al “Coyote” para aventarla a la unidad, sacude la manta y el proceso se repite.

Por su parte, el “Coyote”, baja un par de bolsas y recolecta las botellas de plástico y de vidrio; el “Chespi” es el encargado de usar la escoba para barrer lo que la pala no puede recoger. Se nota en su habilidad la práctica que ha adquirido con el tiempo.

El último integrante del Equipo es Javi, quien se encarga de tocar la campana y recibir a los vecinos que salen a tirar la basura.

EXPUESTOS ANTE EL COVID-19

A Porfirio nunca le había tocado vivir una crisis como esta, “negocios cerrados, gente encerrada, desempleo, y desesperación”, esto es nuevo para él, y aunque toma las consideraciones necesarias para su trabajo, considera que podría no ser suficiente ante la exposición diaria todo el material que recogen en las tres vueltas que le da a la misma ruta en un día para volver a levantar la basura restante.

Para ellos es una suerte que, durante estas semanas, no se tenga el reporte de contagio de alguno de sus compañeros, ya que el miedo se impone ante la creciente de casos y el poco equipo que se les otorga, dos pares de guantes, gel y un cubrebocas simple que, al parecer, les debe durar lo más posible, “durante la contingencia por la influenza nos dieron más apoyos, ahora apenas se acuerdan de nosotros”, exclamó uno de los trabajadores al salir de la esta.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Las luminarias apenas permiten distinguir el pavimento sobre el que ya se ven los montones de basura, que serán retirados por los trabajadores de limpia de la Ciudad de México, sin importar el clima, el nivel de inseguridad en la zona asignada o la contingencia por Covid-19, ellos salen a salvar a los ciudadanos, de sus propios desperdicios.

La jornada laboral comienza alrededor de las 6:00 horas, llegan a la estación ubicada en la colonia Obrera dentro de la alcaldía Cuauhtémoc en donde guardan los carritos y los camiones, ahí recogen la indumentaria necesaria y se forman los equipos antes de recorrer las calles.

La ruta de Porfirio Morales, dentro de la alcaldía, es la misma que recorrió de niño con su papá desde los seis años de edad, un trabajo que hace con gusto a pesar de la emergencia sanitaria, ante la que se preparan con un equipo casi inútil, ante el contacto que tienen con diferentes residuos, sin sospechar que se trate de personas contagiadas o portadoras de Covid-19.

UN OFICIO DESDE LA INFANCIA

Las calles limpias son la satisfacción que le heredó su padre a Porfirio, quien lleva ya 45 años en este oficio “conozco la transformación de la Colonia obrera, me sé sus historias desde que era una zona muy peligrosa por los restaurantes y bares, desde niños acompañaba a mi papá, me metía en un tambo para que no me atropellaran, mientras él trabajaba”, platica para LA PRENSA, mientras el resto del equipo, levanta con palas y a mano la basura que la gente deja sobre el arroyo vial.

Durante el primer recorrido tocan poco la campana, inician al recoger los montones que se acumulan en ciertas calles, donde “la gente que sale a trabajar y no alcanzan a tirar su basura y la deja ahí, aunque después llegan los pepenadores y sacan todo de las bolsas” platicó frente a un tiradero clandestino donde se podían observar aparatos electrónicos, ropa, plástico y comida.

A pesar de que se han asignado martes, jueves y sábado para la basura orgánica, los limpiadores aseguran que no es posible llevarlo a cabo en todas las zonas, ya que no se cuenta con los camiones necesarios para la separación de la basura.

Entre las cosas más extrañas que el señor Porfirio se ha encontrado en la basura han sido órganos de “un elefante, cerca de aquí disecan animales, también llega gente a dejar animales con las que hicieron brujería, dejan gallos, borregos y toda clase de animales”, contó Morales.

Dentro de las anécdotas poco amables que ha vivido, narró que alguna vez lo amenazaron con arma en mano para llevarse costales con cascajo.

El salario de Morales ha sido suficiente para mantener a su esposa y sus tres hijos, uno de ellos, le siguió los pasos y es su relevo en el camión, y espera que cuando él se retire, su hijo se quede a cargo de la ruta que con tanto empeño ha cubierto durante estos años, aun así, la propinas les ayudan para mantener los camiones, cuyas reparaciones y mantenimiento, corren por su cuenta, así como el salario de los voluntarios.

AYUDANTES Y VOLUNTARIOS

A las cinco de la mañana ya están todos arriba del camión con cubrebocas y listos para comenzar la ruta; la dinámica de trabajo es tan eficaz que en menos de 10 minutos pueden dejar un tiradero clandestino de basura totalmente limpio.

El “Betorras” es el primero en bajarse del camión, saca su pala y comienza a arrojar la basura que esta en el tiradero a una manta, al llenarse le habla al “Coyote” para aventarla a la unidad, sacude la manta y el proceso se repite.

Por su parte, el “Coyote”, baja un par de bolsas y recolecta las botellas de plástico y de vidrio; el “Chespi” es el encargado de usar la escoba para barrer lo que la pala no puede recoger. Se nota en su habilidad la práctica que ha adquirido con el tiempo.

El último integrante del Equipo es Javi, quien se encarga de tocar la campana y recibir a los vecinos que salen a tirar la basura.

EXPUESTOS ANTE EL COVID-19

A Porfirio nunca le había tocado vivir una crisis como esta, “negocios cerrados, gente encerrada, desempleo, y desesperación”, esto es nuevo para él, y aunque toma las consideraciones necesarias para su trabajo, considera que podría no ser suficiente ante la exposición diaria todo el material que recogen en las tres vueltas que le da a la misma ruta en un día para volver a levantar la basura restante.

Para ellos es una suerte que, durante estas semanas, no se tenga el reporte de contagio de alguno de sus compañeros, ya que el miedo se impone ante la creciente de casos y el poco equipo que se les otorga, dos pares de guantes, gel y un cubrebocas simple que, al parecer, les debe durar lo más posible, “durante la contingencia por la influenza nos dieron más apoyos, ahora apenas se acuerdan de nosotros”, exclamó uno de los trabajadores al salir de la esta.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Policiaca

Vinculan a proceso al cantante Kalimba por acusación de abuso sexual

El Juez emitió además una medida cautelar de no acercarse a la víctima

Policiaca

Ataque por motosicarios deja cuatro jóvenes sin vida en Tláhuac

Los hechos se registraron en las calles 20 de noviembre y Josefa Ortiz de Domínguez