/ lunes 31 de agosto de 2020

HISTORIAS EN EL METRO: Más allá de una boleada

Hace unos días me volví a encontrar a don Raúl Tapia Vega en el mismo lugar de siempre. Estaba dando grasa a los zapatos de una señora cuando pasé por su lugar

En junio del año pasado les platiqué de un bolero muy especial afuera de la estación del Metro Politécnico, que en lugar de ofrecerte el periódico mientras le da grasa a tus zapatos, te hace preguntas de Historia y Civismo y al final te califica de acuerdo a tus respuestas. Me hizo el examen en ese tiempo; bajé contento y orgulloso de la silla con un 9.

Pero no solamente es un bolero muy especial por la prueba que hace, sino porque es muy amable con la gente, siempre está atento de las personas que requieren saber de una calle o el sitio para tomar un transporte público en los alrededores. También le preocupa la limpieza de las calles y pide no tirar basura.

Hace unos días me volví a encontrar a don Raúl Tapia Vega -- como se llama -- en el mismo lugar de siempre. Estaba dando grasa a los zapatos de una señora cuando pasé por su lugar. Lo saludé y comenzamos a charlar nuevamente.

¿Cómo se le ocurrió eso de hacer preguntas de historia y civismo a sus clientes, don Raúl? Le pregunté. Me dijo que se le ocurrió porque él estudió hasta la primaria y le gustan mucho esas materias, tanto que las siguió estudiando por su cuenta; está consciente que muchas personas no les dan importancia y son fundamentales para conocer mejor nuestro país.

Raúl tiene ocho años trabajando afuera de una de las salidas de la estación Politécnico. Hace seis años se le ocurrió hacer su examen de historia y civismo que él llama de “retroalimentación” porque está seguro que la gente algo aprende con sus preguntas.

Reconoció que hay gente que se molesta cuando pide permiso para hacerles el examen, pero la mayoría acepta de buena manera. Hasta lo han felicitado porque reconocen que a muchos se les olvida nuestra historia, sólo se sirven de ella y Raúl busca refrescar nuestra memoria con preguntas tan simples que aprendimos en la escuela como el significado de los colores de la bandera, los nombres de cinco personajes de la Independencia, cinco de la Revolución, de los Niños Héroes, por ejemplo.

Le reclamé en broma porque dijo que hace 37 preguntas de Historia y Civismo y cuando me interrogó me recetó 50 -- nada fácil -- aunque es cierto, todo ello lo aprendimos en primaria, pero se nos va olvidando con el tiempo. Raúl se sabe todas las respuestas y mucho más de esos temas.

También comentó que le gusta estar atento para orientar a la gente que sale del Metro en la ubicación de calles y transportes cercanos y no sólo eso, vio a un joven que fumaba recargado en una barda cercana y le ofreció un recipiente de basura para tirar la colilla.

Como a millones de personas, a Raúl le ha afectado la pandemia en sus ingresos. Antes daba entre 20 y 25 boleadas diarias y hoy solamente siete u ocho porque la mayor parte de los edificios de la zona son de oficina y del Instituto Politécnico Nacional y desde marzo no están laborando. Ha bajado mucho el tránsito de personas por ahí.

Raúl Tapia Vega tiene 38 años de casado. Nunca pudieron tener hijos su esposa y él, pero viven muy felices en una casita que adquirieron hace años en la colonia Santa Rosa de Lima, a 15 minutos de donde labora todos los días.

Cuando terminó de bolear los zapatos de la señora mientras yo platicaba con Raúl, ella le preguntó cuánto es. Él le contestó: diez pesos. Le pago y se fue. Cuando se retiró la clienta le dije ¡Oiga, pero si yo he visto que cobra usted 20 pesos! Pues sí, pero esta persona se ve humilde, lo noté en la calidad de sus zapatos, ni modo que me pague tarifa completa, me replicó.

En junio del año pasado les platiqué de un bolero muy especial afuera de la estación del Metro Politécnico, que en lugar de ofrecerte el periódico mientras le da grasa a tus zapatos, te hace preguntas de Historia y Civismo y al final te califica de acuerdo a tus respuestas. Me hizo el examen en ese tiempo; bajé contento y orgulloso de la silla con un 9.

Pero no solamente es un bolero muy especial por la prueba que hace, sino porque es muy amable con la gente, siempre está atento de las personas que requieren saber de una calle o el sitio para tomar un transporte público en los alrededores. También le preocupa la limpieza de las calles y pide no tirar basura.

Hace unos días me volví a encontrar a don Raúl Tapia Vega -- como se llama -- en el mismo lugar de siempre. Estaba dando grasa a los zapatos de una señora cuando pasé por su lugar. Lo saludé y comenzamos a charlar nuevamente.

¿Cómo se le ocurrió eso de hacer preguntas de historia y civismo a sus clientes, don Raúl? Le pregunté. Me dijo que se le ocurrió porque él estudió hasta la primaria y le gustan mucho esas materias, tanto que las siguió estudiando por su cuenta; está consciente que muchas personas no les dan importancia y son fundamentales para conocer mejor nuestro país.

Raúl tiene ocho años trabajando afuera de una de las salidas de la estación Politécnico. Hace seis años se le ocurrió hacer su examen de historia y civismo que él llama de “retroalimentación” porque está seguro que la gente algo aprende con sus preguntas.

Reconoció que hay gente que se molesta cuando pide permiso para hacerles el examen, pero la mayoría acepta de buena manera. Hasta lo han felicitado porque reconocen que a muchos se les olvida nuestra historia, sólo se sirven de ella y Raúl busca refrescar nuestra memoria con preguntas tan simples que aprendimos en la escuela como el significado de los colores de la bandera, los nombres de cinco personajes de la Independencia, cinco de la Revolución, de los Niños Héroes, por ejemplo.

Le reclamé en broma porque dijo que hace 37 preguntas de Historia y Civismo y cuando me interrogó me recetó 50 -- nada fácil -- aunque es cierto, todo ello lo aprendimos en primaria, pero se nos va olvidando con el tiempo. Raúl se sabe todas las respuestas y mucho más de esos temas.

También comentó que le gusta estar atento para orientar a la gente que sale del Metro en la ubicación de calles y transportes cercanos y no sólo eso, vio a un joven que fumaba recargado en una barda cercana y le ofreció un recipiente de basura para tirar la colilla.

Como a millones de personas, a Raúl le ha afectado la pandemia en sus ingresos. Antes daba entre 20 y 25 boleadas diarias y hoy solamente siete u ocho porque la mayor parte de los edificios de la zona son de oficina y del Instituto Politécnico Nacional y desde marzo no están laborando. Ha bajado mucho el tránsito de personas por ahí.

Raúl Tapia Vega tiene 38 años de casado. Nunca pudieron tener hijos su esposa y él, pero viven muy felices en una casita que adquirieron hace años en la colonia Santa Rosa de Lima, a 15 minutos de donde labora todos los días.

Cuando terminó de bolear los zapatos de la señora mientras yo platicaba con Raúl, ella le preguntó cuánto es. Él le contestó: diez pesos. Le pago y se fue. Cuando se retiró la clienta le dije ¡Oiga, pero si yo he visto que cobra usted 20 pesos! Pues sí, pero esta persona se ve humilde, lo noté en la calidad de sus zapatos, ni modo que me pague tarifa completa, me replicó.

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