/ lunes 28 de octubre de 2019

Historias en el metro: Canarios de la suerte

El pajarito de la suerte llega todos los días viene desde Santa Clara Coatitla, Estado de México

Era un chamaco como de ocho o nueve años cuando mi mamá me llevó a La Villa y ahí vi por primera vez a uno de esos señores que cargan con una jaula y en su interior un par de canarios, que sacan papelitos doblados de una pequeña caja para adivinarte la suerte.

He visto muchos de esos personajes en los parques de los pueblos que he visitado. Hace años que no veía otro de ellos. Era mediodía la semana pasada cuando salí de la estación Boulevard Puerto Aéreo del Metro.

Iba pensativo como de costumbre y pasé junto a él, justo a un costado, entre un mundo de puestos ambulantes. Sucedió como en algunas películas de comedia: ya había pasado, me paré de improviso y volví mis pasos asombrado para verlo mejor. Le dije: pensé que ustedes ya no existían.

Pues aquí estoy yo, me contestó con una sonrisa pícara ¿No me diga que la gente todavía cree en estas cosas? Le pregunté. Tengo mis clientes, respondió.

Confieso que por escéptico nunca antes me había animado a jugar con los canarios de la suerte, si así se les puede decir ¿Cuánto cuesta? 20 pesos. Se los pagué y de inmediato abrió la jaula, salió un canario, hizo algunas gracias como ponerse un sombrero y descolgar con el pico el auricular de un mini teléfono.

Luego, sacó dos papelitos de una caja de cartón. Los tomé. En uno de ellos leí: El planeta que reinaba cuando naciste favorece mucho tu destino. Vives con la preocupación de un amor incierto. Te duele la indiferencia con que te trata, pero no desesperes que pronto recibirás demostraciones de afecto. Se trata de una persona noble y sincera que te profesa gran cariño ¿Será? El segundo versaba:

El oráculo te dice que pronto tu suerte cambiará, lo que piensas te saldrá muy bien. En amores obtendrás el cariño de la persona que amas, más ten cuidado que hay alguien que trata de engañarte para darte disgustos y burlar tus triunfos. Si quieres saber quién es, haz otra pregunta pues el sabio pajarito te dirá muchas cosas que te interesan. Juega a la lotería pues te vas a sacar un buen premio.

Ojalá, pero ni siquiera compro billetes, pensé. El pajarero de la suerte o como se llame, es muy chaparrito, mide más o menos un metro con 50 centímetros, delgado, lentes oscuros con graduación, muy sencillo y muy agradable, sobre todo cuando sonríe. Me dijo que se llama Eloy. Tiene 83 años –no los aparenta--, 70 de ellos dedicado a esa actividad –.

Todos los días viene desde Santa Clara Coatitla, en el estado de México. Ahí nació. Se instala en diferentes salidas de las estaciones del Metro porque ahí siempre hay mucha gente. ¿Cuántos canarios ha tenido en estos 70 años, don Eloy? Ya ni me acuerdo, me dijo ¿Es muy difícil entrenarlos? Ni se crea, los pajaritos son muy dóciles y obedientes, más que los humanos. Junto con Toño y Paco, sus canarios amaestrados.

HM

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Era un chamaco como de ocho o nueve años cuando mi mamá me llevó a La Villa y ahí vi por primera vez a uno de esos señores que cargan con una jaula y en su interior un par de canarios, que sacan papelitos doblados de una pequeña caja para adivinarte la suerte.

He visto muchos de esos personajes en los parques de los pueblos que he visitado. Hace años que no veía otro de ellos. Era mediodía la semana pasada cuando salí de la estación Boulevard Puerto Aéreo del Metro.

Iba pensativo como de costumbre y pasé junto a él, justo a un costado, entre un mundo de puestos ambulantes. Sucedió como en algunas películas de comedia: ya había pasado, me paré de improviso y volví mis pasos asombrado para verlo mejor. Le dije: pensé que ustedes ya no existían.

Pues aquí estoy yo, me contestó con una sonrisa pícara ¿No me diga que la gente todavía cree en estas cosas? Le pregunté. Tengo mis clientes, respondió.

Confieso que por escéptico nunca antes me había animado a jugar con los canarios de la suerte, si así se les puede decir ¿Cuánto cuesta? 20 pesos. Se los pagué y de inmediato abrió la jaula, salió un canario, hizo algunas gracias como ponerse un sombrero y descolgar con el pico el auricular de un mini teléfono.

Luego, sacó dos papelitos de una caja de cartón. Los tomé. En uno de ellos leí: El planeta que reinaba cuando naciste favorece mucho tu destino. Vives con la preocupación de un amor incierto. Te duele la indiferencia con que te trata, pero no desesperes que pronto recibirás demostraciones de afecto. Se trata de una persona noble y sincera que te profesa gran cariño ¿Será? El segundo versaba:

El oráculo te dice que pronto tu suerte cambiará, lo que piensas te saldrá muy bien. En amores obtendrás el cariño de la persona que amas, más ten cuidado que hay alguien que trata de engañarte para darte disgustos y burlar tus triunfos. Si quieres saber quién es, haz otra pregunta pues el sabio pajarito te dirá muchas cosas que te interesan. Juega a la lotería pues te vas a sacar un buen premio.

Ojalá, pero ni siquiera compro billetes, pensé. El pajarero de la suerte o como se llame, es muy chaparrito, mide más o menos un metro con 50 centímetros, delgado, lentes oscuros con graduación, muy sencillo y muy agradable, sobre todo cuando sonríe. Me dijo que se llama Eloy. Tiene 83 años –no los aparenta--, 70 de ellos dedicado a esa actividad –.

Todos los días viene desde Santa Clara Coatitla, en el estado de México. Ahí nació. Se instala en diferentes salidas de las estaciones del Metro porque ahí siempre hay mucha gente. ¿Cuántos canarios ha tenido en estos 70 años, don Eloy? Ya ni me acuerdo, me dijo ¿Es muy difícil entrenarlos? Ni se crea, los pajaritos son muy dóciles y obedientes, más que los humanos. Junto con Toño y Paco, sus canarios amaestrados.

HM

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