Los cadáveres sin identificar que son enviados a la fosa común en el Estado de México, los cuales suman actualmente alrededor de 2 mil 500, deben pasar forzosamente por cinco pruebas periciales como parte de todo el proceso desde que están en el Servicio Médico Forense.
De acuerdo con un informe de la Unidad de Gestión de la Información de Cadáveres de Identidad Desconocida, de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, los cuerpos no reclamados que terminan en la fosa común son sujetos a todo un protocolo que al final guarda información.
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Las cinco pruebas a las que sin sometidos los cadáveres antes de llevarlos a la fosa común son: dactiloscopia, es decir, huellas dactilares; antropología forense, con la cual se obtienen datos del cuerpo a nivel biológico; genética, para conocer ascendientes o descendientes; odontología forense, para conocer la evidencia dental, y medicina legal, enfocada a normas jurídicas.
Con todo lo anterior se integra un registro enviado a la plataforma que opera la Fiscalía General de la República. La información de todos los cuerpos sin identificar deben acreditar este proceso y al final cada uno tiene un expediente con base a las cinco pruebas periciales.
Estos protocolos permiten eventualmente tener la posibilidad de que si en determinado momento, alguien solicita ver si su familiar desaparecido se encuentra entre los cadáveres enviados a la fosa común, pueda entrar a un mecanismo de revisión.
La Unidad de Gestión de la Información de Cadáveres de Identidad Desconocida, de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, indicó que las cinco pruebas periciales deben esperar a la temporalidad establecida para que los cadáveres no identificados permanezcan en las gavetas.
Transcurrido el periodo estipulado, y luego de que nadie se presente para reclamar el cuerpo, éstos son retirados e inhumados en las fosas comunes, desde luego una vez aplicadas las cinco pruebas periciales.
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En todo este proceso participan personal capacitado de las fiscalías, donde se tiene un esquema de trabajo antes y después de que los cadáveres sean canalizados a la fosa común, donde se tiene que interactuar con posibles familiares acreditados como parientes de los fallecidos.
Todos los individuos que no fueron identificados deben tener una cédula de inhumación con la información precisa del lugar al que fueron enviados, con el fin de que eventualmente pudiera existir un proceso de exhumación para confirmar si se trata de la persona buscada por algún familiar.
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