Estado de México.- Bajo el antecedente de que en el Estado de México las drogas lícitas o lícitas que más se consumen por la población juvenil son la mariguana, el alcohol, la cocaína, el tabaco o los inhalables, el Patronato del Centro de Integración Juvenil de Nezahualcóyotl alertó que la edad promedio en la que los jóvenes prueban bebidas etílicas por vez primera es a los 12 años.
Manifestó que los consumos de drogas a edades tempranas son directamente proporcionales con el crecimiento de la violencia intrafamiliar, la deserción escolar, los embarazos en adolescentes y el aumento del gasto público en materia de salud.
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La institución, incorporada al sector salud y con una red de distribución en al menos 11 municipios mexiquenses, manifestó que el consumo de diversas sustancias nocivas ha ido creciendo entre ese segmento poblacional, “lo que debiera alertarnos como sociedad”.
En un documento donde aborda los riesgos sobre la proliferación de drogas, dicho patronato, encabezado por Edmundo Francisco Esquivel Fuentes, quien también se desempeña como coordinador del Instituto de Profesionalización de la Policía de Nezahualcóyotl, advierte que la pandemia ha jugado un papel importante en el aumento de la drogadicción.
Esquivel Fuentes afirmó que el aislamiento, la falta de actividades deportivas, escolares, recreativas y la aceptación en algún grupo social de esos que han proliferado en las redes han sido algunos de los principales factores para que jóvenes caigan en las garras de las drogas.
Advirtió que autoridades y sociedad en su conjunto no han podido contener el avance de este rentable negocio, debido a que el incremento en la demanda de los jóvenes muestra una tendencia ascendente.
Aseveró que el consumo de sustancias lícitas o ilícitas ha crecido principalmente entre la población juvenil a temprana edad, pues los muchachos están teniendo su primer contacto a temprana edad.
Sin establecer cifras comparativas, subrayó que sólo el año pasado se registró un aumento en el consumo (de drogas) del 26.6% en jóvenes de entre 10 y 14 años y del 53.5% en jóvenes de 15 a 19 años.
Puntualizó que el 90% de los jóvenes que son atendidos diariamente en Centros de Integración Juvenil refieren haber consumido alcohol y tabaco, muchas veces consentido por sus mayores, antes de desarrollar una adición a otras sustancias, como la cocaína o las anfetaminas.
En este sentido, hizo énfasis en que no es lo mismo tener un primer contacto con el alcohol a los 18 que, a los 12 años, ya que el cerebro adolescente es más vulnerable a los efectos tóxicos del alcohol o de cualquier droga.
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Afirmó que en redes sociales como Facebook se potencia la venta a bajo costo de diversas sustancias nocivas, lo mismo que en tianguis, mercados, cocheras y hasta azoteas, desde donde se lanzan anzuelos para atrapar al sector juvenil.
Detalló que por ello han aparecido productos como las gomichelas, los gomiboings, las frutichelas, los azulitos, los rojitos, los cahuamoles, los cerillitos, los mojitos, los vampiritos y un sin número de cócteles y bebidas azucaradas, afrutadas y coloridas, que no son más que drogas disfrazadas.
Lo peor, agregó, es que toda esta gama de golosinas y tonalidades buscan el objetivo de ser atractivas también para los niños y no sólo para los adolescentes o jóvenes.
Puntualizó que sobre estos productos no existe ningún tipo de regulación, supervisión y cuidado sobre la posible alteración. “Son bebidas que están despertando estas conductas adictivas que hemos señalado, la normalización del consumo a temprana edad puede producir dependencia y, con esto, limitar el crecimiento físico y mental de quienes en plena etapa de desarrollo se enfrentan a esta realidad”.
El incremento en el consumo de drogas, a su vez, genera riñas en espacios clandestinos y conflictos entre familiares y vecinos. Además de que los jóvenes corren el riesgo de ser reclutados por la delincuencia organizada.
Esquivel Fuentes indicó que este fenómeno contribuye a la desaparición de mujeres, la trata de personas y “todo porque quienes normalizamos estos consumos nunca alertamos ni nos preocupamos porque nuestros niños los consumieran, qué de malo puede ser, si tan sólo es un boing y unas gomitas”.
Estableció que es urgente implementar una verdadera política de prevención, “donde nos involucre a todos, legisladores, jueces, policías, directivos de escuelas, asociaciones de padres de familia”.
Finalmente, pidió hacer cumplir la ley y la prohibición de venta a menores, así como una constante y estratégica supervisión a esos lugares donde se vende, una verdadera campaña de sensibilización al interior de las familias y de los jóvenes, “o le entramos de a de veras o los gomiboings y las gomichelas seguirán abriendo la puerta que condenará e hipotecará el futuro de nuestros jóvenes”.
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