En una representación sin espectadores ni turistas, el Cristo de Iztapalapa fue crucificado en el atrio del santuario del Señor de la Cuevita y con ello concluyó la viacrucis de la edición 177 de la Semana Santa.
Luego de haber sido azotado, Jesús de Nazareth fue acusado de sedición durante un juicio donde Poncio Pilato liberó a Barrabaz y condenó al hijo de Dios a morir en la cruz.
Así dio inicio el pesado recorrido con una cruz a cuestas, de más de 90 kilos, fue azotado y empujado a caminar durante dos kilómetros, en los que se realizaron otros pasajes ya conocidos, entre las tres caídas, el milagro de su rostro en un manto y el judío que le niega el agua.
Poco después de las cuatro de la tarde, arribó al Cerro de la Estrella, en donde lo despojaron de sus prendas y lo clavaron en la cruz, para luego subirlo y quedar crucificado con dos delincuentes a lado, Dimas y Gestas.
Ante la falta de fieles que por primera vez siguieron la representación desde casa debido a la contingencia por coronavirus, la cruz fue colgada y con los gritos de dolor de María, Jesús pronunció la frase “perdónalos señor,porque no saben lo que hacen” y al final exhaló el último aliento, no sin encomendar su alma al creador y decir: ” en tus manos encomiendo mi alma”.