/ miércoles 17 de junio de 2020

Covid casi extermina a familia en Azcapotzalco

El calvario para Irene creció conforme los días, hasta que fue llevada al hospital por su esposo Sabel, y su hijo Joshio, donde ingresó de urgencia con temperatura alta y dolor de cabeza

La muerte solo esperó a que pasara el día de las madres para llevarse a Irene, y después, a dos integrantes más de su familia, con quienes vivía en una vecindad ubicada entre las calles de la alcaldía Azcapotzalco, le sobreviven su hija mayor y sus dos pequeñas nietas, las tres contagiadas de Covid-19.

El acta de defunción confirmando el deceso debido a complicaciones por la diabetes que padecía, fue la pauta para que el velorio se llevara a cabo en el patio de la vecindad, donde acudieron muchos de sus conocidos, ya que la familia gozaba de la simpatía de los colonos, a quienes deleitó con los antojitos vendía a unos pasos de su domicilio.

Aunque los rumores sobre los contagiados crecían, la familia de Irene, como muchos más dentro de la demarcación, no hacían uso de las medidas básicas de seguridad, situación que no fue impedimento para atender a su clientela, cada vez más demandante ante el cierre de otros negocios dedicados al sector alimentario.

Foto: Arianna Alfaro

Los constantes malestares de la mujer, resultado de sus problemas con el azúcar, no eran raros para sus familiares, por lo que periódicamente acudía a consulta con la doctora de la zona, quien atendía a muchos pacientes y tuvo que cerrar el consultorio, días después de recibir a la comerciante, ya que también resultó contagiada de coronavirus.

El calvario para Irene creció conforme los días, hasta que fue llevada al hospital por su esposo Sabel, y su hijo Joshio, donde ingresó de urgencia con temperatura alta y dolor de cabeza, y salió poco después con los pies por delante y un acta de fallecimiento que dejó de lado los síntomas por Covid-19.

El último adiós se llevó a cabo dentro la vecindad donde vivían alrededor de 12 familias, Midori, la hija mayor y sus dos pequeñas, Joshio, Sabel e Irene en un solo cuarto, lugar del que fue sutilmente obligada la primogénita, a abandonar posteriormente.

El dolor por la partida de la mujer persistía en sus seres queridos cuando cayó enfermo Joshio, llevado al hospital el 16 de mayo, siendo internado unos días después su padre Sabel, el primero en partir fue el joven de 25 años de edad, con un resultado positivo de coronavirus.

La misma suerte corrió cuatro días después, quien años atrás ejerció de costurero para mantener a su familia, conocido y apreciado por sus vecinos. A Sabel y a Joshio, el Covid-19 se los llevó y les negó una cálida sepultura, sumergiendo en la tristeza a Midori y sus dos pequeñas, quienes pronto comenzaron a sentir la hostilidad de los habitantes de la vecindad, logrando que muchos de ellos se mudaran y que a ella, le pidieran que cambiara de residencia.

El diagnóstico tras la muerte de sus padres y su hermano llegó pronto, las tres dieron positivo a la prueba, ella manifestó varios de los síntomas, pero los médicos determinaron que podía sobrellevar la enfermedad en casa, justo en el momento en que vivía el duelo de sus padres y su hermano y en el que tuvo que dejar el lugar que habitó por muchos años con ellos.

El reporte médico confirmó la enfermedad en las menores, quienes son asintomáticas, por lo que deberán tomar las medidas necesarias al salir a la calle, en tanto, la familia de Midori se hace cargo de ellas al llevarles alimento a una casa que les asignaron para que habiten.

El miedo crece en Azcapotzalco, alcaldía que ha reportado hasta finales de mayo, mil 281 casos y que colinda con Gustavo A. Madero con el segundo registro más alto con tres mil 109 casos, después de Iztapalapa con cuatro mil 418, según datos de la Secretaría de Salud federal.

En la colonia en la que se han registrado, al menos 12 víctimas del coronavirus, la incertidumbre crece, ya que los contagios, al parecer, se han dado en lugares donde la gente se congrega como puestos de comida, recauderías, mercados y consultorios.

Y aunque el temor se expande, al recorrer las calles, se puede observar a los habitantes sin cubrebocas, muchos de los negocios abiertos sin el uso de gel para los clientes, y sin considerar una distancia sana para evitar, que otras familias como las de Midori, sean víctimas de esta pandemia, que sigue cobrando vidas.


La muerte solo esperó a que pasara el día de las madres para llevarse a Irene, y después, a dos integrantes más de su familia, con quienes vivía en una vecindad ubicada entre las calles de la alcaldía Azcapotzalco, le sobreviven su hija mayor y sus dos pequeñas nietas, las tres contagiadas de Covid-19.

El acta de defunción confirmando el deceso debido a complicaciones por la diabetes que padecía, fue la pauta para que el velorio se llevara a cabo en el patio de la vecindad, donde acudieron muchos de sus conocidos, ya que la familia gozaba de la simpatía de los colonos, a quienes deleitó con los antojitos vendía a unos pasos de su domicilio.

Aunque los rumores sobre los contagiados crecían, la familia de Irene, como muchos más dentro de la demarcación, no hacían uso de las medidas básicas de seguridad, situación que no fue impedimento para atender a su clientela, cada vez más demandante ante el cierre de otros negocios dedicados al sector alimentario.

Foto: Arianna Alfaro

Los constantes malestares de la mujer, resultado de sus problemas con el azúcar, no eran raros para sus familiares, por lo que periódicamente acudía a consulta con la doctora de la zona, quien atendía a muchos pacientes y tuvo que cerrar el consultorio, días después de recibir a la comerciante, ya que también resultó contagiada de coronavirus.

El calvario para Irene creció conforme los días, hasta que fue llevada al hospital por su esposo Sabel, y su hijo Joshio, donde ingresó de urgencia con temperatura alta y dolor de cabeza, y salió poco después con los pies por delante y un acta de fallecimiento que dejó de lado los síntomas por Covid-19.

El último adiós se llevó a cabo dentro la vecindad donde vivían alrededor de 12 familias, Midori, la hija mayor y sus dos pequeñas, Joshio, Sabel e Irene en un solo cuarto, lugar del que fue sutilmente obligada la primogénita, a abandonar posteriormente.

El dolor por la partida de la mujer persistía en sus seres queridos cuando cayó enfermo Joshio, llevado al hospital el 16 de mayo, siendo internado unos días después su padre Sabel, el primero en partir fue el joven de 25 años de edad, con un resultado positivo de coronavirus.

La misma suerte corrió cuatro días después, quien años atrás ejerció de costurero para mantener a su familia, conocido y apreciado por sus vecinos. A Sabel y a Joshio, el Covid-19 se los llevó y les negó una cálida sepultura, sumergiendo en la tristeza a Midori y sus dos pequeñas, quienes pronto comenzaron a sentir la hostilidad de los habitantes de la vecindad, logrando que muchos de ellos se mudaran y que a ella, le pidieran que cambiara de residencia.

El diagnóstico tras la muerte de sus padres y su hermano llegó pronto, las tres dieron positivo a la prueba, ella manifestó varios de los síntomas, pero los médicos determinaron que podía sobrellevar la enfermedad en casa, justo en el momento en que vivía el duelo de sus padres y su hermano y en el que tuvo que dejar el lugar que habitó por muchos años con ellos.

El reporte médico confirmó la enfermedad en las menores, quienes son asintomáticas, por lo que deberán tomar las medidas necesarias al salir a la calle, en tanto, la familia de Midori se hace cargo de ellas al llevarles alimento a una casa que les asignaron para que habiten.

El miedo crece en Azcapotzalco, alcaldía que ha reportado hasta finales de mayo, mil 281 casos y que colinda con Gustavo A. Madero con el segundo registro más alto con tres mil 109 casos, después de Iztapalapa con cuatro mil 418, según datos de la Secretaría de Salud federal.

En la colonia en la que se han registrado, al menos 12 víctimas del coronavirus, la incertidumbre crece, ya que los contagios, al parecer, se han dado en lugares donde la gente se congrega como puestos de comida, recauderías, mercados y consultorios.

Y aunque el temor se expande, al recorrer las calles, se puede observar a los habitantes sin cubrebocas, muchos de los negocios abiertos sin el uso de gel para los clientes, y sin considerar una distancia sana para evitar, que otras familias como las de Midori, sean víctimas de esta pandemia, que sigue cobrando vidas.


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