/ domingo 13 de septiembre de 2020

Convoca Arquidiócesis a celebrar con orgullo fiestas patrias y sin “desaliento”

En la Revista Católica Desde la Fe, resaltó que celebrar la Independencia implica reconocer los valores de nuestra cultura, por lo que es importante celebrar con orgullo

A pocos días de la celebración del 210 aniversario del inicio de la Independencia, la Arquidiócesis Primada de México, invitó a celebrar con orgullo las fiestas patrias, “no es tiempo de desaliento, sino de esperanza, no es tiempo de pesimismo sino de fortaleza, no es tiempo de lamentos, sino de creatividad. No es tiempo para paralizarnos por el miedo ante circunstancias pasajeras, sino para lanzarnos con intrepidez hacia el futuro”.

No es tiempo de divisiones ideológicas sino de reencuentro en lo más genuino de nuestra identidad. Hay quienes quieren convencernos de que no hay motivos para celebrar ya que estamos en medio de problemas y conflictos, destacó.

En el editorial, “Las Fiestas Patrias”, publicado en la Revista Católica Desde la Fe, resaltó que celebrar la Independencia de México implica reconocer los valores de nuestra cultura, por lo que es importante celebrar con orgullo nuestras Fiestas Patrias.

En la misa dominical, el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar destacó el porqué es indispensable perdonar siempre, ¿a quién nos ofende, agrede, o a quien ha asesinado a un ser querido?

Ante los fieles presentes en la Basílica de Guadalupe, el cardenal nayarita expuso que los humanos todos somos de la misma naturaleza, frágiles por los diversos condicionamientos que plantea la misma relación humana y porque somos libres para asumir una conducta hostil o una conducta positiva.

Foto: Cortesía

Por tanto, siendo conscientes de nuestra frágil y condicionada naturaleza tendremos en muchas ocasiones que pedir perdón por nuestros errores, pero si yo no soy compasivo y perdono, ¿cómo me atrevo a pedirlo en mi favor?

El perdonar una ofensa, cualquiera que sea pequeña o grande, me libra del rencor y del deseo de venganza que hiere mi interior y trastorna la paz de mi espíritu; es decir, el beneficio garantizado es para quien perdona, citó

La tercera razón para perdonar es recordar que el perdón y la reconciliación son el camino para aprender amar, éste es el más alentador argumento, y genera enorme disposición y esperanza, en quien lo descubre y lo hace vida.

El prelado destacó que los problemas son para solucionarlos con determinación, las limitaciones son para buscar con talento y superación. Un pueblo que es consciente de su pasado, es también un pueblo con futuro.

Más allá del momento presente, marcado por una severa crisis sanitaria y económica debido a una pandemia que afecta al mundo entero en este 2020, somos un país, una nación, que tiene una historia que recibimos por herencia y construimos como tarea y vocación.

La Arquidiócesis de México es nuestra patria, y tiene una historia de casi 500 años como nación mestiza, fruto del encuentro de culturas antiguas, los habitantes originarios de estas tierras y los pueblos europeos. La realidad no es sólo el momento que vivimos, sino que vivimos gracias a muchos acontecimientos que están en el pasado y que nos han dado una identidad y un futuro.

Celebrar las fiestas patrias es reconocer con orgullo nuestro pasado en sus aspectos más valiosos, de manera especial desde el momento en que comenzamos a ser una nación independiente gracias a lo que realizaron muchos hombres y mujeres que pusieron en riesgo su vida para dejarnos un territorio y una cultura, citó.

No es mera casualidad que la Basílica del Tepeyac sea el centro espiritual de nuestra patria y que el estandarte guadalupano se haya convertido en la primera bandera del México insurgente; no es arbitrario que el prócer José María Morelos la haya declarado como “Patrona de nuestra libertad”

Fueron los sonidos de una campana de la Parroquia del pueblo de Dolores, agitada por el cura Miguel Hidalgo, desde donde inició el despertar de la conciencia independiente.

Los conflictos y las divisiones surgen y se superan, suben y bajan, son momentos de una historia que también tiene encuentros y desencuentros.

Cada año es una fiesta popular que no necesita de justificaciones ni de propagandas, mucho menos de ropajes ideológicos, es la fiesta de nuestra identidad, es la fiesta de nuestro orgullo nacionalista, donde celebramos esta cultura y este pueblo que se distingue en el mundo por sus tradiciones, sus comidas, sus canciones y sus bailes, su religiosidad, su sensibilidad, sus rostros y sus manos, sus anhelos y sus logros, también sus tragedias.

A pocos días de la celebración del 210 aniversario del inicio de la Independencia, la Arquidiócesis Primada de México, invitó a celebrar con orgullo las fiestas patrias, “no es tiempo de desaliento, sino de esperanza, no es tiempo de pesimismo sino de fortaleza, no es tiempo de lamentos, sino de creatividad. No es tiempo para paralizarnos por el miedo ante circunstancias pasajeras, sino para lanzarnos con intrepidez hacia el futuro”.

No es tiempo de divisiones ideológicas sino de reencuentro en lo más genuino de nuestra identidad. Hay quienes quieren convencernos de que no hay motivos para celebrar ya que estamos en medio de problemas y conflictos, destacó.

En el editorial, “Las Fiestas Patrias”, publicado en la Revista Católica Desde la Fe, resaltó que celebrar la Independencia de México implica reconocer los valores de nuestra cultura, por lo que es importante celebrar con orgullo nuestras Fiestas Patrias.

En la misa dominical, el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar destacó el porqué es indispensable perdonar siempre, ¿a quién nos ofende, agrede, o a quien ha asesinado a un ser querido?

Ante los fieles presentes en la Basílica de Guadalupe, el cardenal nayarita expuso que los humanos todos somos de la misma naturaleza, frágiles por los diversos condicionamientos que plantea la misma relación humana y porque somos libres para asumir una conducta hostil o una conducta positiva.

Foto: Cortesía

Por tanto, siendo conscientes de nuestra frágil y condicionada naturaleza tendremos en muchas ocasiones que pedir perdón por nuestros errores, pero si yo no soy compasivo y perdono, ¿cómo me atrevo a pedirlo en mi favor?

El perdonar una ofensa, cualquiera que sea pequeña o grande, me libra del rencor y del deseo de venganza que hiere mi interior y trastorna la paz de mi espíritu; es decir, el beneficio garantizado es para quien perdona, citó

La tercera razón para perdonar es recordar que el perdón y la reconciliación son el camino para aprender amar, éste es el más alentador argumento, y genera enorme disposición y esperanza, en quien lo descubre y lo hace vida.

El prelado destacó que los problemas son para solucionarlos con determinación, las limitaciones son para buscar con talento y superación. Un pueblo que es consciente de su pasado, es también un pueblo con futuro.

Más allá del momento presente, marcado por una severa crisis sanitaria y económica debido a una pandemia que afecta al mundo entero en este 2020, somos un país, una nación, que tiene una historia que recibimos por herencia y construimos como tarea y vocación.

La Arquidiócesis de México es nuestra patria, y tiene una historia de casi 500 años como nación mestiza, fruto del encuentro de culturas antiguas, los habitantes originarios de estas tierras y los pueblos europeos. La realidad no es sólo el momento que vivimos, sino que vivimos gracias a muchos acontecimientos que están en el pasado y que nos han dado una identidad y un futuro.

Celebrar las fiestas patrias es reconocer con orgullo nuestro pasado en sus aspectos más valiosos, de manera especial desde el momento en que comenzamos a ser una nación independiente gracias a lo que realizaron muchos hombres y mujeres que pusieron en riesgo su vida para dejarnos un territorio y una cultura, citó.

No es mera casualidad que la Basílica del Tepeyac sea el centro espiritual de nuestra patria y que el estandarte guadalupano se haya convertido en la primera bandera del México insurgente; no es arbitrario que el prócer José María Morelos la haya declarado como “Patrona de nuestra libertad”

Fueron los sonidos de una campana de la Parroquia del pueblo de Dolores, agitada por el cura Miguel Hidalgo, desde donde inició el despertar de la conciencia independiente.

Los conflictos y las divisiones surgen y se superan, suben y bajan, son momentos de una historia que también tiene encuentros y desencuentros.

Cada año es una fiesta popular que no necesita de justificaciones ni de propagandas, mucho menos de ropajes ideológicos, es la fiesta de nuestra identidad, es la fiesta de nuestro orgullo nacionalista, donde celebramos esta cultura y este pueblo que se distingue en el mundo por sus tradiciones, sus comidas, sus canciones y sus bailes, su religiosidad, su sensibilidad, sus rostros y sus manos, sus anhelos y sus logros, también sus tragedias.

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