Ciudad Satélite, concebida en 1954 por los arquitectos mexicanos Mario Pani y José Luis Cuevas (padre del pintor José Luis Cuevas) como “Una “ciudad fuera de la ciudad”, es un fraccionamiento ubicado en Naucalpan, Estado de México, considerado como un suburbio soñado por los mexicanos.
El fraccionamiento fue uno de los proyectos del urbanismo mexicano más importante y ambiciosos del siglo XX, y debido al crecimiento económico y a la rápida expansión de la capital del país a partir de los años 50, se convirtió en el núcleo económico y social de la expansión de la zona norponiente del entonces Distrito Federal.
Originalmente el fraccionamiento fue creado para la clase media de la capital del país, pero debido a la demanda, los fraccionadores aumentaron los precios de los terrenos por metro cuadrado, lo que dio pie a que llegaran las clases más altas de la sociedad.
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En 1948, el presidente Miguel Alemán presentó el moderno concepto que se inspiraba en zonas modernas de Inglaterra y Estados Unidos, pero no fue sino hasta el 9 de enero de 1957, en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortínez, cuando comenzó el trazo original de Ciudad Satélite.
“EL PLAN MAESTRO DE CIUDAD SATÉLITE”
El fraccionamiento se ubicaría en las 300 hectáreas de la hacienda Los Pirules y fue hasta el 12 de septiembre del mismo año, que el arquitecto Pani presentó a la Sociedad de Arquitectos de México el proyecto “México. Un problema, una solución”.
A mediados de los años 50, debido al crecimiento del DF y a la solidez económica de esos años, así como al rápido avance de la clase media alta y a que se prohibió edificar nuevas colonias en el centro de la capital del país, se eligió al municipio de Naucalpan para construir la nueva ciudad.
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Ciudad Satélite, según lo presentó el arquitecto Pani en 1957, se pensó como un proyecto urbanístico integral que incluía crear centros urbanos fuera de las grandes ciudades, que tuvieran dependencia económica entre sí y conectadas por grandes vías.
El concepto principal fue crear una zona habitacional parecida a los suburbios de las grandes urbes de EU y otras naciones, donde sus habitantes no tenían que salir de la ciudad más que sólo para trabajar.
En 1954, el presidente Miguel Alemán pidió a los arquitectos Mario Pani y José Luis Cuevas trabajar en el proyecto “El plan maestro de Ciudad Satélite”, donde la circulación de los automóviles no tuviera cruces ni retornos o semáforos, por lo que se inspiraron en los circuitos circulares urbanos del austriaco Hermann Zweigenthal.
EL SUEÑO AMERICANO DE LA CLASE MEDIA ALTA MEXICANA
Asimismo, se incluyeron bloques habitacionales más grandes de los que existían en la capital llamadas supermanzanas, por lo que se le conoció a Ciudad Satélite como “la ciudad del futuro”, considerada el sueño americano para la escasa clase media alta mexicana.
De esa manera, la ciudad ideal comenzaba a verse realizada, por lo que muchos habitantes del DF empezaron comprar casas o lotes en la nueva zona residencial, lo que con el tiempo comenzó a derivar en un desorden habitacional.
De acuerdo con la Asociación de Colonos de Ciudad Satélite, el proyecto del fraccionamiento inició en 1958 con la edificación de 10 mil lotes para viviendas y los primeros habitantes eran del DF, en su mayoría, gente con estabilidad económica que deseaba formar parte del sueño que ofrecía la mercadotecnia.
En los primeros años de su creación, Ciudad Satélite tenía todas las comodidades y con servicios de primera, por lo que se hizo popular entre los capitalinos, que vieron una oportunidad para invertir y mejorar su forma de vida.
Sin embargo, como ocurre con todo gran proyecto habitacional, mientras más personas llegan a vivir, la calidad de sus servicios comienza a ser menor, pero el precio del metro cuadrado en la zona empieza a incrementarse.
Debido al éxito inmobiliario, el sueño comenzó a desvanecerse. Lotes cercanos a Ciudad Satélite se ofrecieron a precios elevados para crear fraccionamientos para las clases media alta y alta: Echegaray, La Florida, Boulevares y Jardines de San Mateo.
En su momento, el propio arquitecto Pani dijo que por el afán de lucro de los constructores y para aumentar sus ganancias, el proyecto original había fracasado, pero que el nombre se había conservado por atractivo y comercial.
LAS TORRES DE SATÉLITE Y PLAZA SATÉLITE
A Ciudad Satélite se llega principalmente por el Anillo Periférico y un ícono de la identidad de Satélite, como se le conoce popularmente a la zona, son las famosas torres, ubicadas en los carriles centrales del Periférico.
Las torres fueron edificadas en 1957, junto con la construcción de Ciudad Satélite, y estuvieron a cargo de Mario Pani y de los arquitectos Luis Barragán y Matías Goeritz, además del pintor Jesús Reyes Ferrer.
Las estructuras tienen la forma de torres triangulares, inspiradas en las de San Gimignano, en Italia. Actualmente, después de algunos trabajos de remodelación, las Torres de Satélite son consideradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
Otro de los símbolos es el centro comercial Plaza Satélite.
Debido al éxito de Plaza Universidad en la capital del país, Plaza Satélite fue el segundo centro comercial del área metropolitana, que se comenzó a construir en 1967, bajo la dirección y supervisión del arquitecto Juan Sordo Madaleno.
El objetivo de la construcción de Plaza Satélite, inaugurada en octubre de 1971, fue facilitar las compras de los habitantes de Ciudad Satélite, Naucalpan y Tlalnepantla.
LA INESPERADA VISITA DE JOHN F. KENNEDY A CIUDAD SATÉLITE
Desde sus primeros días y hasta la fecha, las Torres de Satélite son fotografiadas en muchas imágenes y perspectivas que han aparecido en cientos de publicaciones con todo tipo de fines, tanto comerciales, artísticos o educativos y que también fueron escenario de la visita de John F. Kennedy, entonces presidente de Estados Unidos.
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Kennedy visitó Ciudad Satélite el 30 de junio de 1962, donde se reunió con la sociedad estadunidense de México, quienes escucharon un discurso conmemorando el Día de la Independencia de EU.
En Ciudad Satélite los vecinos cuentan historias de un comunidad tranquila y armoniosa, donde se podía andar en bicicleta sin miedo a ser atropellado, donde todos de conocían, cuando no se contaba con mecanismos de seguridad sofisticada para detectar cualquier actitud o personas extrañas, y sólo se usaba el automóvil para trasladarse a la Ciudad de México.
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