/ viernes 25 de junio de 2021

Pie de Nota | La honestidad valiente iba en la Línea 12

La honestidad del presidente será puesta a prueba al asegurar el ejercicio de la justicia en torno a la tragedia en la Línea 12

Corría el 2006 y Andrés Manuel López Obrador competía por primera vez por la presidencia de este país.

Ente los slogans de spot durante aquella campaña se escuchaba un estribillo que decía con musiquilla de comercial: "Quiere, defiende y protege a la gente, López Obrador, honestidad valiente".

Pasarían doce años para que el mensaje de "la honestidad versus la corrupción sistémica" conectara con una mayoría de mexicanos lo suficientemente grande como para sacar al status quo de la presidencia y otorgársela a AMLO sin resquicio a dudas.

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Por supuesto que cuando el hoy Presidente hizo aquella promesa, la de ser honesto hasta que duela, su voluntad no había sido sometida a la prueba de fuego que es gobernar México, con todos los compromisos que eso conlleva.

O, en términos prácticos, a la prueba que es asegurar el ejercicio de la justicia en torno a la tragedia en la Línea 12.

El peritaje inicial de la empresa noruega DNV determinó que el colapso de la Línea 12 se debió a pernos faltantes en las uniones, uso de diferentes concretos y una malhechura general; causales todas en el ámbito de acción de Grupo Carso, empresa constructora del proyecto y propiedad de Carlos Slim.

La presencia del magnate en Palacio Nacional para reunirse con el presidente López Obrador y Claudia Sheinbaum esta semana es eco de estas determinaciones. Según asoman las primeras conjeturas, el hombre más rico del país terminará por cargar con parte de los costos monetarios del evento si no todos.

De concretarse esto, aún queda la pregunta de a quién le echamos los muertos de la tragedia, porque el peritaje presentado a medios no desvena por qué esas falencias en la construcción fueron omitidas por autoridades.

Será vital ver qué piezas de investigación se siguen sumando y qué áreas de responsabilidad van tocando durante administraciones de la CdMx pasadas y futuras hasta llegar a acciones penales.

En este espacio le comentamos que la tragedia en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México suponía un tipo de prueba a la que la 4T no había sido enfrentada, que era la de someter a uno de sus propios soldados a la rendición de cuentas.

Porque, aunque no echaron el cemento ellos mismos o se robaron material, la tragedia del Metro sucedió en una obra palomeada por Marcelo Ebrard, hoy de facto el segundo al mando, y durante la guardia de Claudia Sheinbaum, fuerte candidata a continuar el proyecto morenista hacia el 2024.

Aquí es donde la honestidad valiente se anda tambaleando.

Porque, siendo completamente "honestos y valientes" y ateniéndonos al decoro político existente en democracias más robustas que la mexicana, la cabeza de Marcelo o la de Claudia deberían de rodar, al menos separándose de sus cargos.

Relevante será la construcción de una narrativa que deje satisfechos a la 4T, que no da muestras de querer llegar a este parteaguas político, así como a Carlos Slim, quien no gusta de enfrentarse a gobiernos federales, pero tampoco de que se mancille su poderoso nombre.

Porque cuando hacen enojar al Ingeniero éste no tiene pelos en la lengua. Basta recordar cómo retobó con su ya legendario "es una jalada de pelos" en 2012, cuando a la OCDE se le ocurrió decir que México era uno de los países con los servicios de telecomunicaciones más caros del mundo a causa del monopolio Telmex-Telcel.

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El Ingeniero sin problemas podrá poner dinero, pero de ahí a sacrificar su reputación es otra cosa. Su alianza con la 4T es una moneda que el actual régimen no se puede dar el lujo de quemar en estos tiempos en los que la confianza empresarial pende de un hilo.

No veo un escenario de rendición de cuentas en torno a la Línea 12 en el que todos vayamos a quedar contentos, así como tampoco uno en el que la promesa de la honestidad valiente haya sobrevivido al ejercicio del poder.

Corría el 2006 y Andrés Manuel López Obrador competía por primera vez por la presidencia de este país.

Ente los slogans de spot durante aquella campaña se escuchaba un estribillo que decía con musiquilla de comercial: "Quiere, defiende y protege a la gente, López Obrador, honestidad valiente".

Pasarían doce años para que el mensaje de "la honestidad versus la corrupción sistémica" conectara con una mayoría de mexicanos lo suficientemente grande como para sacar al status quo de la presidencia y otorgársela a AMLO sin resquicio a dudas.

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Por supuesto que cuando el hoy Presidente hizo aquella promesa, la de ser honesto hasta que duela, su voluntad no había sido sometida a la prueba de fuego que es gobernar México, con todos los compromisos que eso conlleva.

O, en términos prácticos, a la prueba que es asegurar el ejercicio de la justicia en torno a la tragedia en la Línea 12.

El peritaje inicial de la empresa noruega DNV determinó que el colapso de la Línea 12 se debió a pernos faltantes en las uniones, uso de diferentes concretos y una malhechura general; causales todas en el ámbito de acción de Grupo Carso, empresa constructora del proyecto y propiedad de Carlos Slim.

La presencia del magnate en Palacio Nacional para reunirse con el presidente López Obrador y Claudia Sheinbaum esta semana es eco de estas determinaciones. Según asoman las primeras conjeturas, el hombre más rico del país terminará por cargar con parte de los costos monetarios del evento si no todos.

De concretarse esto, aún queda la pregunta de a quién le echamos los muertos de la tragedia, porque el peritaje presentado a medios no desvena por qué esas falencias en la construcción fueron omitidas por autoridades.

Será vital ver qué piezas de investigación se siguen sumando y qué áreas de responsabilidad van tocando durante administraciones de la CdMx pasadas y futuras hasta llegar a acciones penales.

En este espacio le comentamos que la tragedia en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México suponía un tipo de prueba a la que la 4T no había sido enfrentada, que era la de someter a uno de sus propios soldados a la rendición de cuentas.

Porque, aunque no echaron el cemento ellos mismos o se robaron material, la tragedia del Metro sucedió en una obra palomeada por Marcelo Ebrard, hoy de facto el segundo al mando, y durante la guardia de Claudia Sheinbaum, fuerte candidata a continuar el proyecto morenista hacia el 2024.

Aquí es donde la honestidad valiente se anda tambaleando.

Porque, siendo completamente "honestos y valientes" y ateniéndonos al decoro político existente en democracias más robustas que la mexicana, la cabeza de Marcelo o la de Claudia deberían de rodar, al menos separándose de sus cargos.

Relevante será la construcción de una narrativa que deje satisfechos a la 4T, que no da muestras de querer llegar a este parteaguas político, así como a Carlos Slim, quien no gusta de enfrentarse a gobiernos federales, pero tampoco de que se mancille su poderoso nombre.

Porque cuando hacen enojar al Ingeniero éste no tiene pelos en la lengua. Basta recordar cómo retobó con su ya legendario "es una jalada de pelos" en 2012, cuando a la OCDE se le ocurrió decir que México era uno de los países con los servicios de telecomunicaciones más caros del mundo a causa del monopolio Telmex-Telcel.

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El Ingeniero sin problemas podrá poner dinero, pero de ahí a sacrificar su reputación es otra cosa. Su alianza con la 4T es una moneda que el actual régimen no se puede dar el lujo de quemar en estos tiempos en los que la confianza empresarial pende de un hilo.

No veo un escenario de rendición de cuentas en torno a la Línea 12 en el que todos vayamos a quedar contentos, así como tampoco uno en el que la promesa de la honestidad valiente haya sobrevivido al ejercicio del poder.

Policiaca

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