/ miércoles 7 de octubre de 2020

Arriesgan sus vidas por asistir a pacientes con Covid-19

En los laboratorios de manejo de pruebas, se implementó un protocolo de bioseguridad para prevenir que los médicos y químicos se expusieran al virus

En la primera línea de batalla contra el Coronavirus (COVID-19), decenas de elementos de la Secretaría de Marina arriesgan sus vidas en el Centro Médico Naval, para atender a los pacientes infectados.

Durante sus jornadas –que se han extendido hasta 12 horas por día- el personal militar se expone a ser contagiado y a contagiar a sus familiares, en su intento de salvar las vidas de miles de mexicanos.

En apoyo a los médicos, enfermeras y camilleros –que tratan directamente con los pacientes- se encuentran decenas de elementos en los laboratorios clínicos, quienes analizan muestras de sangre y orina de los infectados.

Con una trayectoria de 18 años en la Secretaría de Marina, el Teniente de Navío de Servicio de Sanidad Naval, licenciado químico Luis Octavio Olmedo lidera el turno vespertino del laboratorio clínico del Centro Médico Naval, uno de los hospitales mejor equipados para el tratamiento de los pacientes portadores de Coronavirus.

“Desde que inició la pandemia, al tratarse de un nuevo virus, lo primero que hicimos fue investigar para evitar el riesgo de contagio entre los elementos de las fuerzas armadas porque nosotros, literalmente, tenemos el virus en nuestras manos”.

En los laboratorios de manejo de pruebas, se implementó un protocolo de bioseguridad para prevenir que los médicos y químicos se expusieran al virus. En una primera instancia, las pruebas son desinfectadas con soluciones a base de cloro.

Posteriormente, son procesadas, estudiadas y desechadas en áreas especificas aisladas, toda vez que existe el riesgo de que, al momento de destapar las pruebas o muestras de sangre, se formen aerosoles y se expandan en el aire.

Las batas especiales desechables, gorros, cubre bocas n95 y todo el material que se emplea después de sembrar las muestras, son desechadas al momento y rociadas con cloro para después ser incineradas.

“El material que se desecha se considera como ‘RPBI’ Residuos Peligrosos Biológicos Infecciosos; se almacena en bolsas especiales color rojo y después en almacenes aislados”, agregó.

Luego las muestras potencialmente infecciosas son sometidas a temperaturas elevadas para evitar que quede rastro de virus, bacterias o algún otro microorganismo.

El Teniente de Navío, comentó a La Prensa que la actual pandemia lo ha forzado a cambiar sus rutinas de todos los días y maneras de relacionarse con su familia.

“Creo que todos tenemos ese miedo que, por estar expuesto, en algún momento de estrés, cansancio o trabajo, pudieras llegar a contaminarte (…) y que de manera indirecta puedas infectar a tu familia”, sostuvo.

Anímicamente, el estado del personal del Centro Médico Naval ha cambiado desde hace varios meses ya que cuando la curva de contagiados y hospitalizados estaba en su punto más alto, las jornadas laborales se extendieron hasta las 12 horas por día, que se reflejaba en menos tiempo con sus familias.

A pesar de los temores, el Teniente Naval reconoció el esfuerzo y sacrificio que han hecho los elementos médicos, operativos y administrativos a todo nivel nacional, que “aportan su granito de arena” para combatir esta pandemia.

Apoyo psicológico a familiares de fallecidos

El acompañamiento tanatológico y psicológico a aquellos familiares de personas fallecidas tiene igual importancia que el personal que trata directamente con el virus comentó la Teniente de Fragata del Servicio de Trabajo Social Naval, licenciada en trabajo social y tanatóloga, María del Rosario Jiménez

Al trabajar de cerca con el dolor de las personas, el personal de servicio social debe sensibilizarse para poder entender desde qué posición están viviendo la experiencia de la pérdida de un familiar.

“Formamos parte de un equipo multidisciplinario que el objetivo en común es brindar un acompañamiento a la familia y al paciente ante una experiencia de esta magnitud”, comentó.

Los psicólogos, trabajadores sociales y tanatólogos de la Secretaría de Marina son el vínculo entre el personal médico y los familiares –en una primera instancia- para informar sobre el deceso –y posteriormente- para el acompañamiento durante la etapa del duelo.

La situación se complica para los dolientes ya que en la mayoría de los casos ni siquiera tienen la oportunidad de realizar una despedida, o tienen la posibilidad de llorarle a un cuerpo ya que los fallecidos deben ser incinerados.

El familiar debe afrontar y explicar verbalmente la pérdida para poder atravesar la etapa de duelo y se puede determinar que una víctima indirecta ha finalizado su proceso de sanación cuando platica la pérdida sin que haya un expresión de llanto.

“Tenemos esta disposición, estamos con la actitud dispuesta a seguir dando y luchando como parte de un equipo. En un inicio si hubo cierto temor, hubo cierta dificultad para alejarse de nuestra familia, sin embargo, es una medida necesaria que tiene que ser algo que incide en mi salud y en los demás”, finalizó.



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En la primera línea de batalla contra el Coronavirus (COVID-19), decenas de elementos de la Secretaría de Marina arriesgan sus vidas en el Centro Médico Naval, para atender a los pacientes infectados.

Durante sus jornadas –que se han extendido hasta 12 horas por día- el personal militar se expone a ser contagiado y a contagiar a sus familiares, en su intento de salvar las vidas de miles de mexicanos.

En apoyo a los médicos, enfermeras y camilleros –que tratan directamente con los pacientes- se encuentran decenas de elementos en los laboratorios clínicos, quienes analizan muestras de sangre y orina de los infectados.

Con una trayectoria de 18 años en la Secretaría de Marina, el Teniente de Navío de Servicio de Sanidad Naval, licenciado químico Luis Octavio Olmedo lidera el turno vespertino del laboratorio clínico del Centro Médico Naval, uno de los hospitales mejor equipados para el tratamiento de los pacientes portadores de Coronavirus.

“Desde que inició la pandemia, al tratarse de un nuevo virus, lo primero que hicimos fue investigar para evitar el riesgo de contagio entre los elementos de las fuerzas armadas porque nosotros, literalmente, tenemos el virus en nuestras manos”.

En los laboratorios de manejo de pruebas, se implementó un protocolo de bioseguridad para prevenir que los médicos y químicos se expusieran al virus. En una primera instancia, las pruebas son desinfectadas con soluciones a base de cloro.

Posteriormente, son procesadas, estudiadas y desechadas en áreas especificas aisladas, toda vez que existe el riesgo de que, al momento de destapar las pruebas o muestras de sangre, se formen aerosoles y se expandan en el aire.

Las batas especiales desechables, gorros, cubre bocas n95 y todo el material que se emplea después de sembrar las muestras, son desechadas al momento y rociadas con cloro para después ser incineradas.

“El material que se desecha se considera como ‘RPBI’ Residuos Peligrosos Biológicos Infecciosos; se almacena en bolsas especiales color rojo y después en almacenes aislados”, agregó.

Luego las muestras potencialmente infecciosas son sometidas a temperaturas elevadas para evitar que quede rastro de virus, bacterias o algún otro microorganismo.

El Teniente de Navío, comentó a La Prensa que la actual pandemia lo ha forzado a cambiar sus rutinas de todos los días y maneras de relacionarse con su familia.

“Creo que todos tenemos ese miedo que, por estar expuesto, en algún momento de estrés, cansancio o trabajo, pudieras llegar a contaminarte (…) y que de manera indirecta puedas infectar a tu familia”, sostuvo.

Anímicamente, el estado del personal del Centro Médico Naval ha cambiado desde hace varios meses ya que cuando la curva de contagiados y hospitalizados estaba en su punto más alto, las jornadas laborales se extendieron hasta las 12 horas por día, que se reflejaba en menos tiempo con sus familias.

A pesar de los temores, el Teniente Naval reconoció el esfuerzo y sacrificio que han hecho los elementos médicos, operativos y administrativos a todo nivel nacional, que “aportan su granito de arena” para combatir esta pandemia.

Apoyo psicológico a familiares de fallecidos

El acompañamiento tanatológico y psicológico a aquellos familiares de personas fallecidas tiene igual importancia que el personal que trata directamente con el virus comentó la Teniente de Fragata del Servicio de Trabajo Social Naval, licenciada en trabajo social y tanatóloga, María del Rosario Jiménez

Al trabajar de cerca con el dolor de las personas, el personal de servicio social debe sensibilizarse para poder entender desde qué posición están viviendo la experiencia de la pérdida de un familiar.

“Formamos parte de un equipo multidisciplinario que el objetivo en común es brindar un acompañamiento a la familia y al paciente ante una experiencia de esta magnitud”, comentó.

Los psicólogos, trabajadores sociales y tanatólogos de la Secretaría de Marina son el vínculo entre el personal médico y los familiares –en una primera instancia- para informar sobre el deceso –y posteriormente- para el acompañamiento durante la etapa del duelo.

La situación se complica para los dolientes ya que en la mayoría de los casos ni siquiera tienen la oportunidad de realizar una despedida, o tienen la posibilidad de llorarle a un cuerpo ya que los fallecidos deben ser incinerados.

El familiar debe afrontar y explicar verbalmente la pérdida para poder atravesar la etapa de duelo y se puede determinar que una víctima indirecta ha finalizado su proceso de sanación cuando platica la pérdida sin que haya un expresión de llanto.

“Tenemos esta disposición, estamos con la actitud dispuesta a seguir dando y luchando como parte de un equipo. En un inicio si hubo cierto temor, hubo cierta dificultad para alejarse de nuestra familia, sin embargo, es una medida necesaria que tiene que ser algo que incide en mi salud y en los demás”, finalizó.



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