Los monumentos son obras que se erigen en memoria de alguien, de algo o de un hecho, y en Paseo de la Reforma y la zona centro hay muchos de ellos. Esa emblemática avenida de la Ciudad de México alberga una, digamos, colección que narra la historia del país y de algunos de sus personajes más memorables, que dan identidad a los habitantes de la capital, y no sólo representan eventos importantes, también reflejan la evolución del arte en esta gran urbe.
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Sin embargo, en esta avenida, y más allá, también encontramos los llamados antimonumentos, que son una instalación colocada –generalmente– por activistas durante una manifestación popular; con estas instalaciones se busca que, tanto la sociedad como las autoridades, no olviden un hecho trágico reciente, son un símbolo del reclamo de justicia a los gobiernos que no han dado una respuesta satisfactoria a estos hechos.
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La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el incendio de la Guardería ABC (hecho que cuenta con dos antimonumentos, uno en reforma y otro frente a la Secretaría de Gobernación), el secuestro de David y Miguel, el desastre de pasta de Conchos, El movimiento 2 de octubre de 1968, El feminicidio, las diversas luchas de las mujeres (Antimonumenta, Glorieta de las mujeres que luchan), 72 migrantes masacrados en San Fernando, Matanza del Jueves de Corpus o El Halconazo, son solo algunos de sucesos históricos que han marcado nuestra historia reciente y que los activistas que los colocaron no quieren que se olviden, pero sobre todo, quieren respuestas y justicia.
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