/ viernes 20 de mayo de 2022

Vangelis: El músico que reclamaba el rock

Vangelis, creador de la banda sonora de Blade runner, pionero de la electrónica y dueño de su propia estrella, murió a los 79 años

Si hubo alguien a quien el rock deseó tener entre sus filas ese fue Vangelis. Su nombre, quizá, sea desconocido si se le compara contra las grandes catedrales del género, pero pocos saben que este griego rechazó ser el tecladista de Yes. Nunca le interesó formar parte del jet set. Lo suyo siempre fue la música instrumental: llevar las atmósferas planetarias a notas musicales. Quizá por ello sea el autor de la banda sonora de la que, para muchos, sea la mejor película de ciencia ficción de la historia: Blade Runner (1982).

La muerte de Vangelis a los 79 años ha conmocionado al mundo del entretenimiento. Su pérdida implica el fin de una obra tan compleja como accesible. Pocos músicos de talla tan grande llegan a ser tan populares como él. Hasta el cierre de esta edición, se desconocen los motivos de su fallecimiento.

“Sus experimentos con sintetizadores y su método de composición no académico —jamás aprendió solfeo— se combinaron en una serie extraordinaria de piezas extensas que, al mismo tiempo, recuerdan al romanticismo más arrebatado y están repletas de texturas y atmósferas extrañas, como de otros tiempos y otros mundos. Era muy natural que hiciera algunas de las mejores bandas sonoras para cine de fines del siglo XX”, observa el escritor mexicano Alberto Chimal, experto en narrativas fantásticas y de ciencia ficción.

Vangelis no sólo compuso la música de Blade Runner. También hizo lo propio con Carros de fuegopelícula que le valió un Oscar en 1981— y 1492: la conquista del paraíso (1992). Cintas que transcurrieron en la misma línea de su música: épica, atmosférica y, al mismo tiempo, digerible.

“Su música forma parte de la memoria colectiva de varios filmes. Con Carros de fuego vemos el clímax narrativo que funde sonido e imagen: es la intensidad que logra un equilibrio emotivo entre lo que se ve y lo que se escucha. Esta banda sonora incluso ha sido parodiada en varias ocasiones”, afirma Gerardo Gil Ballesteros, crítico de cine de esta casa editorial.

Esa inusual mezcla entre sofisticación y popularidad le concedió un estatus de rockstar dentro de la música instrumental. Sus giras eran más parecidas a las de un ídolo de masas que a las de un compositor de academia —que nunca lo fue. Entre las décadas de 1980, 1970 y 1990 recorrió el mundo con sus ambiciosos espectáculos, que iban desde escenificaciones de la mitología griega hasta óperas de producciones millonarias.

“El caso de Vangelis es el del artista de vanguardia que se funde con un estilo clásico. Es la vanguardia y, a la par, la tradición”, afirma Gil Ballesteros.

Junto con Giorgio Moroder, Jean-Michel Jarre y Kraftwerk, Vangelis habita en el Olimpo de los pioneros de la música electrónica. Sus experimentos con los sintetizadores Moog dieron pie a que mucha gente probara con nuevos sonidos espaciales y psicodélicos. El genio de Vangelis también vive en Pink Floyd, King Crimson, Yes, David Bowie, Depeche Mode, Massive Attack y un sinfín de artistas que no se conformaron con el éxito pop.

“Todos recordaremos para siempre tu toque único y tus conmovedoras melodías. Desde hace mucho tiempo, siempre compartimos la misma pasión por los sintetizadores y la música electrónica. Descansa en paz”, escribió Jean-Michel Jarre en Twitter.

No es raro que Vangelis haya comenzado su carrera musical con Aphrodite's Child, banda de rock progresivo y psicodélico que, con los años, se ha convertido en un grupo de culto.

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“Él pudo haber sido un compositor de progresivo o incluso de balada romántica, como su compañero Demis Roussos, pero escogió un camino sumamente extraño y experimental”, dice Chimal, quien destaca tres grandes álbumes del músico griego: Soil festivities (1984), Mask (1985) y Voices (1995). “Es fácil menospreciar el trabajo de Vangelis como música de elevador: fondos insulsos para no ser escuchados. Pero sus experimentos con sintetizadores abrieron caminos a muchos y dieron varias obras maestras”.

Ahora que Vangelis ya no está entre el mundo de los hombres, vale la pena izar la mirada al cielo: allí, un asteroide lleva su nombre. Así fue como la Unión Astronómica Internacional decidió honrar su obra, tan inabarcable como el universo.

Si hubo alguien a quien el rock deseó tener entre sus filas ese fue Vangelis. Su nombre, quizá, sea desconocido si se le compara contra las grandes catedrales del género, pero pocos saben que este griego rechazó ser el tecladista de Yes. Nunca le interesó formar parte del jet set. Lo suyo siempre fue la música instrumental: llevar las atmósferas planetarias a notas musicales. Quizá por ello sea el autor de la banda sonora de la que, para muchos, sea la mejor película de ciencia ficción de la historia: Blade Runner (1982).

La muerte de Vangelis a los 79 años ha conmocionado al mundo del entretenimiento. Su pérdida implica el fin de una obra tan compleja como accesible. Pocos músicos de talla tan grande llegan a ser tan populares como él. Hasta el cierre de esta edición, se desconocen los motivos de su fallecimiento.

“Sus experimentos con sintetizadores y su método de composición no académico —jamás aprendió solfeo— se combinaron en una serie extraordinaria de piezas extensas que, al mismo tiempo, recuerdan al romanticismo más arrebatado y están repletas de texturas y atmósferas extrañas, como de otros tiempos y otros mundos. Era muy natural que hiciera algunas de las mejores bandas sonoras para cine de fines del siglo XX”, observa el escritor mexicano Alberto Chimal, experto en narrativas fantásticas y de ciencia ficción.

Vangelis no sólo compuso la música de Blade Runner. También hizo lo propio con Carros de fuegopelícula que le valió un Oscar en 1981— y 1492: la conquista del paraíso (1992). Cintas que transcurrieron en la misma línea de su música: épica, atmosférica y, al mismo tiempo, digerible.

“Su música forma parte de la memoria colectiva de varios filmes. Con Carros de fuego vemos el clímax narrativo que funde sonido e imagen: es la intensidad que logra un equilibrio emotivo entre lo que se ve y lo que se escucha. Esta banda sonora incluso ha sido parodiada en varias ocasiones”, afirma Gerardo Gil Ballesteros, crítico de cine de esta casa editorial.

Esa inusual mezcla entre sofisticación y popularidad le concedió un estatus de rockstar dentro de la música instrumental. Sus giras eran más parecidas a las de un ídolo de masas que a las de un compositor de academia —que nunca lo fue. Entre las décadas de 1980, 1970 y 1990 recorrió el mundo con sus ambiciosos espectáculos, que iban desde escenificaciones de la mitología griega hasta óperas de producciones millonarias.

“El caso de Vangelis es el del artista de vanguardia que se funde con un estilo clásico. Es la vanguardia y, a la par, la tradición”, afirma Gil Ballesteros.

Junto con Giorgio Moroder, Jean-Michel Jarre y Kraftwerk, Vangelis habita en el Olimpo de los pioneros de la música electrónica. Sus experimentos con los sintetizadores Moog dieron pie a que mucha gente probara con nuevos sonidos espaciales y psicodélicos. El genio de Vangelis también vive en Pink Floyd, King Crimson, Yes, David Bowie, Depeche Mode, Massive Attack y un sinfín de artistas que no se conformaron con el éxito pop.

“Todos recordaremos para siempre tu toque único y tus conmovedoras melodías. Desde hace mucho tiempo, siempre compartimos la misma pasión por los sintetizadores y la música electrónica. Descansa en paz”, escribió Jean-Michel Jarre en Twitter.

No es raro que Vangelis haya comenzado su carrera musical con Aphrodite's Child, banda de rock progresivo y psicodélico que, con los años, se ha convertido en un grupo de culto.

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“Él pudo haber sido un compositor de progresivo o incluso de balada romántica, como su compañero Demis Roussos, pero escogió un camino sumamente extraño y experimental”, dice Chimal, quien destaca tres grandes álbumes del músico griego: Soil festivities (1984), Mask (1985) y Voices (1995). “Es fácil menospreciar el trabajo de Vangelis como música de elevador: fondos insulsos para no ser escuchados. Pero sus experimentos con sintetizadores abrieron caminos a muchos y dieron varias obras maestras”.

Ahora que Vangelis ya no está entre el mundo de los hombres, vale la pena izar la mirada al cielo: allí, un asteroide lleva su nombre. Así fue como la Unión Astronómica Internacional decidió honrar su obra, tan inabarcable como el universo.

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