/ martes 2 de junio de 2020

Una ingeniera biomédica del INER en tiempos de Covid-19

Cuidan el buen funcionamiento de los equipos médicos

Su jornada de trabajo inicia a las nueve de la mañana y termina a las ocho de la noche, no es su horario habitual, se extendió desde que la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 llegó a nuestro país.

Como coordinadora del Departamento de Ingeniería Biomédica del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), Ana Bertha Pimentel Aguilar es responsable de que el equipo médico funcione, y para ello, se apoya en sus colaboradores, que hoy suman doce, el doble de lo que tenía hace apenas un par de meses, para supervisar las 24 horas los siete días de la semana los dispositivos médicos con los que cuenta dicha institución.

Los ventiladores pulmonares, que hoy constituyen el principal instrumento de soporte de vida de los pacientes graves por Covid-19, no son, sin embargo, los únicos dispositivos médicos sino ocho, entre permanentes y auxiliares, los que requiere una persona hospitalizada afectada por la enfermedad.

Estos dispositivos y los miles más existentes para cubrir diferentes necesidades de salud y mejorar la calidad de vida de las personas, son resultado de la aplicación de la ciencia y la técnica, uno de los roles en los que principalmente se desempeñan los y las ingenieras biomédicas, como Pimentel Aguilar, especializada en el ámbito hospitalario, con 25 años de trayectoria, y quien es ampliamente reconocida en el medio.

La ingeniera biomédica egresada de la UAM-Iztapalapa ha puesto en la actual crisis sanitaria el conocimiento y aprendizaje que obtuvo en 2009 durante la pandemia de influenza H1N1, de la que dijo, nunca haber “enfrentado una situación similar”.

En entrevista con la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI), Pimentel recordó que en la pandemia de influenza de hace una década se requirió en breve tiempo de “mucha ventilación”; es decir, hubo una alta demanda de respiradores para los pacientes de manera artificial, pero lo más crítico fue, resaltó, resolver la constante descompostura de los equipos, un problema de humedad que empezó en el área de mantenimiento y cuya solución final se logró a los pocos días a través de la ingeniería biomédica.

“Como se sabe, la influenza tiene picos grandes cada dos años, y en 2011 fue aún peor porque tuvimos muchos más pacientes ventilados en el Instituto”, pero con lo que ya se había aprendido dos años atrás y los cambios realizados, por ejemplo, en el sistema de gases medicinales y otras modificaciones, se enfrentó de mejor la manera la situación y eso también “nos ha permitido estar preparados con mayor anticipación para esta pandemia.”, sostuvo.

En 2009, con la influenza, el sistema de salud no se colapsó, pero el virus de la actual pandemia es altamente virulento y eso lleva a “un cambio de paradigma en muchos niveles, por ejemplo, de pensar que todo lo que se tiene que hacer debe ser mucho más higiénico. Los médicos y enfermeras, al final, le terminan perdiendo el miedo al H1N1, pero no es lo mismo con SARS-CoV-2, debido a que es una carga viral mucho más grande con una probabilidad muy alta de contagio”.

Y bajo esa circunstancia, se tiene que “pensar cómo hacer para que el personal no se contagie, y es ahí donde el ingeniero biomédico tiene que considerar todas sus herramientas para proporcionar la mayor protección posible a través de dispositivos e innovaciones, por ejemplo, para realizar tomas de muestras, intubaciones y extubaciones seguras tanto para el profesional como para el paciente”, señaló la especialista. Ella misma pasa cinco horas y media en “áreas Covid” para revisar el equipo. “Los ventiladores deben tener mantenimiento cada determinado número de horas para que continúen funcionando correctamente y no dañen al paciente”.

En Pimentel Aguilar recae la responsabilidad del ingreso de dispositivos médicos al Instituto, de su uso y desecho final, proceso que requiere de conocimientos de supervisión, mantenimiento, protocolos, regulaciones, gestión y administración; por su experiencia y preparación es constantemente invitada a formar parte de diversos comités, proyectos de investigación y cursos; en la actualidad, designada por su institución, interviene en el protocolo de evaluación en porcinos de los ventiladores que están en desarrollo.

Herberth Bravo Hernández, presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Biomédica (SOMIB), agrupación con 42 años de existencia, sostuvo que la tecnología sanitaria es junto con el personal clínico (médicos/as, enfermeras/os, especialistas, laboratoristas, camilleros, etc.) y la farmacología, los pilares en los que descansa el servicio de salud.

“Hoy en día no se pueden dar servicios de salud sin dispositivos médicos, y cada vez va a ser más alta la demanda, cada vez vamos a depender más de esos dispositivos para diagnóstico y tratamiento”, subrayó.

Recientemente, la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, reconoció que “el mundo y la población se encuentran en un periodo de transición donde la adopción de nuevas tecnologías ha dejado de ser opcional”, por lo que recomendó estar preparados para las nuevas demandas que habrá en salud.

Su jornada de trabajo inicia a las nueve de la mañana y termina a las ocho de la noche, no es su horario habitual, se extendió desde que la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 llegó a nuestro país.

Como coordinadora del Departamento de Ingeniería Biomédica del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), Ana Bertha Pimentel Aguilar es responsable de que el equipo médico funcione, y para ello, se apoya en sus colaboradores, que hoy suman doce, el doble de lo que tenía hace apenas un par de meses, para supervisar las 24 horas los siete días de la semana los dispositivos médicos con los que cuenta dicha institución.

Los ventiladores pulmonares, que hoy constituyen el principal instrumento de soporte de vida de los pacientes graves por Covid-19, no son, sin embargo, los únicos dispositivos médicos sino ocho, entre permanentes y auxiliares, los que requiere una persona hospitalizada afectada por la enfermedad.

Estos dispositivos y los miles más existentes para cubrir diferentes necesidades de salud y mejorar la calidad de vida de las personas, son resultado de la aplicación de la ciencia y la técnica, uno de los roles en los que principalmente se desempeñan los y las ingenieras biomédicas, como Pimentel Aguilar, especializada en el ámbito hospitalario, con 25 años de trayectoria, y quien es ampliamente reconocida en el medio.

La ingeniera biomédica egresada de la UAM-Iztapalapa ha puesto en la actual crisis sanitaria el conocimiento y aprendizaje que obtuvo en 2009 durante la pandemia de influenza H1N1, de la que dijo, nunca haber “enfrentado una situación similar”.

En entrevista con la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI), Pimentel recordó que en la pandemia de influenza de hace una década se requirió en breve tiempo de “mucha ventilación”; es decir, hubo una alta demanda de respiradores para los pacientes de manera artificial, pero lo más crítico fue, resaltó, resolver la constante descompostura de los equipos, un problema de humedad que empezó en el área de mantenimiento y cuya solución final se logró a los pocos días a través de la ingeniería biomédica.

“Como se sabe, la influenza tiene picos grandes cada dos años, y en 2011 fue aún peor porque tuvimos muchos más pacientes ventilados en el Instituto”, pero con lo que ya se había aprendido dos años atrás y los cambios realizados, por ejemplo, en el sistema de gases medicinales y otras modificaciones, se enfrentó de mejor la manera la situación y eso también “nos ha permitido estar preparados con mayor anticipación para esta pandemia.”, sostuvo.

En 2009, con la influenza, el sistema de salud no se colapsó, pero el virus de la actual pandemia es altamente virulento y eso lleva a “un cambio de paradigma en muchos niveles, por ejemplo, de pensar que todo lo que se tiene que hacer debe ser mucho más higiénico. Los médicos y enfermeras, al final, le terminan perdiendo el miedo al H1N1, pero no es lo mismo con SARS-CoV-2, debido a que es una carga viral mucho más grande con una probabilidad muy alta de contagio”.

Y bajo esa circunstancia, se tiene que “pensar cómo hacer para que el personal no se contagie, y es ahí donde el ingeniero biomédico tiene que considerar todas sus herramientas para proporcionar la mayor protección posible a través de dispositivos e innovaciones, por ejemplo, para realizar tomas de muestras, intubaciones y extubaciones seguras tanto para el profesional como para el paciente”, señaló la especialista. Ella misma pasa cinco horas y media en “áreas Covid” para revisar el equipo. “Los ventiladores deben tener mantenimiento cada determinado número de horas para que continúen funcionando correctamente y no dañen al paciente”.

En Pimentel Aguilar recae la responsabilidad del ingreso de dispositivos médicos al Instituto, de su uso y desecho final, proceso que requiere de conocimientos de supervisión, mantenimiento, protocolos, regulaciones, gestión y administración; por su experiencia y preparación es constantemente invitada a formar parte de diversos comités, proyectos de investigación y cursos; en la actualidad, designada por su institución, interviene en el protocolo de evaluación en porcinos de los ventiladores que están en desarrollo.

Herberth Bravo Hernández, presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Biomédica (SOMIB), agrupación con 42 años de existencia, sostuvo que la tecnología sanitaria es junto con el personal clínico (médicos/as, enfermeras/os, especialistas, laboratoristas, camilleros, etc.) y la farmacología, los pilares en los que descansa el servicio de salud.

“Hoy en día no se pueden dar servicios de salud sin dispositivos médicos, y cada vez va a ser más alta la demanda, cada vez vamos a depender más de esos dispositivos para diagnóstico y tratamiento”, subrayó.

Recientemente, la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, reconoció que “el mundo y la población se encuentran en un periodo de transición donde la adopción de nuevas tecnologías ha dejado de ser opcional”, por lo que recomendó estar preparados para las nuevas demandas que habrá en salud.

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