/ jueves 31 de octubre de 2019

Xoloitzcuintle: El fiel compañero hasta después de la muerte

Son los guías y protectores durante el recorrido hacia el Mictlán

El Perro es el mejor amigo del hombre y en México tenemos a nuestros fieles cuidadores que nos acompañan hasta la muerte, se trata del Xoloitzcuintle, una raza endémica del país que cobra gran relevancia en la celebración del Día de Muertos.

Para los Mexicas, la muerte marcaba el inicio del viaje hacia el Mictlán, en el que las almas de los difuntos atravesarían nueve niveles para llegar ante Mictlantecuhtli (El señor de los muertos) y ofrecerle obsequios.

En este viaje, los lomitos mexicanos acompañarían a sus amos como guías y protectores durante su recorrido en el Mictlán, por ello en los entierros prehispánicos se acostumbraba a sepultar a los difuntos acompañados por sus perros.

Varias son las leyendas y creencias en torno al Xoloitzcuintle. En el libro “Muerte al filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte” , Eduardo Matos Moctezuma recopila una historia en la que se relata la muerte de una anciana que regresó a la vida y platicó su experiencia.

En la narración explica que “fue con su misma figura rumbo a un río muy grande con aguas revueltas y terrosas. Ahí estaba el perro que había muchas veces corrido de su casa” al que le pidió ayuda para cruzar, pero éste se la negó por los malos tratos recibidos diciéndole “No te puedo llevar, fuiste mala conmigo, te quedas a vagar por ahí en tu barrio, a caminar por las chinampas, alma en pena serás”.

Aunque físicamente no son muy agraciados, los Xoloitzcuintle son los mejores compañeros de viaje para las almas, además de que son un símbolo de identidad nacional por su misticismo y relevancia para la cultura mexicana.

El Perro es el mejor amigo del hombre y en México tenemos a nuestros fieles cuidadores que nos acompañan hasta la muerte, se trata del Xoloitzcuintle, una raza endémica del país que cobra gran relevancia en la celebración del Día de Muertos.

Para los Mexicas, la muerte marcaba el inicio del viaje hacia el Mictlán, en el que las almas de los difuntos atravesarían nueve niveles para llegar ante Mictlantecuhtli (El señor de los muertos) y ofrecerle obsequios.

En este viaje, los lomitos mexicanos acompañarían a sus amos como guías y protectores durante su recorrido en el Mictlán, por ello en los entierros prehispánicos se acostumbraba a sepultar a los difuntos acompañados por sus perros.

Varias son las leyendas y creencias en torno al Xoloitzcuintle. En el libro “Muerte al filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte” , Eduardo Matos Moctezuma recopila una historia en la que se relata la muerte de una anciana que regresó a la vida y platicó su experiencia.

En la narración explica que “fue con su misma figura rumbo a un río muy grande con aguas revueltas y terrosas. Ahí estaba el perro que había muchas veces corrido de su casa” al que le pidió ayuda para cruzar, pero éste se la negó por los malos tratos recibidos diciéndole “No te puedo llevar, fuiste mala conmigo, te quedas a vagar por ahí en tu barrio, a caminar por las chinampas, alma en pena serás”.

Aunque físicamente no son muy agraciados, los Xoloitzcuintle son los mejores compañeros de viaje para las almas, además de que son un símbolo de identidad nacional por su misticismo y relevancia para la cultura mexicana.

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