/ viernes 14 de febrero de 2020

El sentimiento no sabe de distancias, surgió el amor… a 7 mil kilómetros de casa

Dicen que toda historia de amor es digna de llegar al cine, esta sin duda, tiene todo para lograrlo.

LEÓN, GTO.- Se conocieron en un “boliche”, en 2006 en Argentina. Ella mexicana, de León.

Él, residente de Buenos Aires. Nunca imaginaron que hoy, casi 14 años después, serían un matrimonio con un negocio de pizza y empanadas, y cuatro perros rescatados que son su adoración: Tuna, Maple, Pelu y Chimi.

Dicen que toda historia de amor es digna de llegar al cine, esta sin duda, tiene todo para lograrlo.

Foto: El Sol de León

DE UNA FIESTA AL MATRIMONIO

Zaira Vilches estudiaba derecho y decidió junto con un par de amigas, buscar un intercambio universitario. Argentina nunca fue la primera opción pero terminó siendo su mejor alternativa.

A sólo una semana de concluir su estancia en Sudamérica fue a un antro, un “boliche” como les llaman allá; el local era amplio y con salas temáticas dependiendo del género musical.

Ella encontró su lugar en el de la música electrónica buscando pasar un buen rato y nada más.

Minutos más tarde se acercó un joven de nombre Emiliano Sayko, era sábado por la noche.

Curiosidad del destino o no, al día siguiente la Selección Mexicana se enfrentaba a la de Argentina en los octavos de final del Mundial de Alemania. Hoy ese juego le sirve a él para recordar con precisión la fecha en que se conocieron.

Sin redes sociales aún, sin el auge de la telefonía celular, atinaron solamente a compartir sus cuentas de correo electrónico y su “messenger”. Ahí parecía que no habría más que contar.

Zaira volvió a México, continuó con sus estudios. Emiliano siguió con su vida en Argentina.

Un esporádico intercambio de mails era todo su contacto y nada más. Hablaban dos o tres veces por año.

Pasó el tiempo y la plática se fue haciendo cada vez más constante hasta que él tomó la decisión de venir de visita; compró un vuelo y sin planearlo demasiado llegó a México para convivir por semanas con la que en un futuro sería su mujer.

“Llegué un año antes del ascenso del León”, cuenta Emiliano, cumpliendo implícitamente el cliché de la locura por el futbol que tienen los argentinos.

“Yo fui por él a Querétaro”, dice Zaira, “y desde que lo vi bajar del autobús, ahí sentí el flechazo”.

La idea de ambos, tras un par de meses de convivencia fue la de irse juntos a Argentina.

NO TODO FUE SENCILLO

Criada en una familia leonesa, para ella no iba ser sencillo tomar una decisión así. Y no lo fue.

Su familia puso algunas trabas que quizá, hoy entiende con más madurez, no podían dejar ir a su hija a otro país, a siete mil kilómetros de casa, con un joven que no conocían en lo absoluto.

Zaira intentó todo lo que estuvo a su alcance pero no fue posible consumar la mudanza; “él sí se enojó”, dice entre risas.

Dejaron pasar un par de meses más hasta que por fin, más a regañadientes que por buena gana, sus padres cedieron.

El camino juntos comenzaba; Emiliano y Zaira iniciaron una relación en Argentina, sólo por un tiempo, pues la idea era regresar a León; tras un buen lapso en Buenos Aires, ya con una relación estable y cuatro perros que habían rescatado allá, volaron a México para contraer nupcias.

Toda la planeación de la boda fue a distancia.

Llegaron un par de semanas antes de la celebración pero sabían que no volverían a Argentina, la verdadera vida juntos comenzaba aquí. Se casaron en 2017.

EMPRENDEN JUNTOS

La idea era consolidar su matrimonio pero después tenían que definir de qué podrían vivir; Zaira buscó trabajo desde Argentina. Emiliano, con la experiencia de haber trabajado en un par de restaurantes en Buenos Aires, decidió que iba a entrar al negocio de la comida.

“Lo primero que descartamos fueron las ensaladas”, dice y ríe. Analizaron varias opciones y terminaron por concentrarse en las pizzas y empanadas al más puro estilo “porteño”.

“La intención era traer algo que yo supiera hacer y ofrecerlo a la gente de aquí”, dice, pero tampoco fue sencillo.

Buscando no cambiar la receta en lo absoluto sí tuvieron que adaptar de cierta manera el producto a lo que la gente en León podría gustar, como por ejemplo la pizza hawaiana, una de las más vendidas en su restaurante pero un “pecado mortal” para los italianos que llevaron la pizza a Argentina.

“La gente en León me ha tratado de maravilla”, cuenta Emiliano; “el barrio es lindo, desde que lo conocí supe que aquí quería tener el negocio”.

Hoy, en la víspera de su tercer año de casados, tienen un pequeño pero vistoso local de cinco mesas en la calle Ignacio Altamirano en San Juan de Dios donde este 14 de febrero vendieron pizzas con forma de corazón.

JLP

LEÓN, GTO.- Se conocieron en un “boliche”, en 2006 en Argentina. Ella mexicana, de León.

Él, residente de Buenos Aires. Nunca imaginaron que hoy, casi 14 años después, serían un matrimonio con un negocio de pizza y empanadas, y cuatro perros rescatados que son su adoración: Tuna, Maple, Pelu y Chimi.

Dicen que toda historia de amor es digna de llegar al cine, esta sin duda, tiene todo para lograrlo.

Foto: El Sol de León

DE UNA FIESTA AL MATRIMONIO

Zaira Vilches estudiaba derecho y decidió junto con un par de amigas, buscar un intercambio universitario. Argentina nunca fue la primera opción pero terminó siendo su mejor alternativa.

A sólo una semana de concluir su estancia en Sudamérica fue a un antro, un “boliche” como les llaman allá; el local era amplio y con salas temáticas dependiendo del género musical.

Ella encontró su lugar en el de la música electrónica buscando pasar un buen rato y nada más.

Minutos más tarde se acercó un joven de nombre Emiliano Sayko, era sábado por la noche.

Curiosidad del destino o no, al día siguiente la Selección Mexicana se enfrentaba a la de Argentina en los octavos de final del Mundial de Alemania. Hoy ese juego le sirve a él para recordar con precisión la fecha en que se conocieron.

Sin redes sociales aún, sin el auge de la telefonía celular, atinaron solamente a compartir sus cuentas de correo electrónico y su “messenger”. Ahí parecía que no habría más que contar.

Zaira volvió a México, continuó con sus estudios. Emiliano siguió con su vida en Argentina.

Un esporádico intercambio de mails era todo su contacto y nada más. Hablaban dos o tres veces por año.

Pasó el tiempo y la plática se fue haciendo cada vez más constante hasta que él tomó la decisión de venir de visita; compró un vuelo y sin planearlo demasiado llegó a México para convivir por semanas con la que en un futuro sería su mujer.

“Llegué un año antes del ascenso del León”, cuenta Emiliano, cumpliendo implícitamente el cliché de la locura por el futbol que tienen los argentinos.

“Yo fui por él a Querétaro”, dice Zaira, “y desde que lo vi bajar del autobús, ahí sentí el flechazo”.

La idea de ambos, tras un par de meses de convivencia fue la de irse juntos a Argentina.

NO TODO FUE SENCILLO

Criada en una familia leonesa, para ella no iba ser sencillo tomar una decisión así. Y no lo fue.

Su familia puso algunas trabas que quizá, hoy entiende con más madurez, no podían dejar ir a su hija a otro país, a siete mil kilómetros de casa, con un joven que no conocían en lo absoluto.

Zaira intentó todo lo que estuvo a su alcance pero no fue posible consumar la mudanza; “él sí se enojó”, dice entre risas.

Dejaron pasar un par de meses más hasta que por fin, más a regañadientes que por buena gana, sus padres cedieron.

El camino juntos comenzaba; Emiliano y Zaira iniciaron una relación en Argentina, sólo por un tiempo, pues la idea era regresar a León; tras un buen lapso en Buenos Aires, ya con una relación estable y cuatro perros que habían rescatado allá, volaron a México para contraer nupcias.

Toda la planeación de la boda fue a distancia.

Llegaron un par de semanas antes de la celebración pero sabían que no volverían a Argentina, la verdadera vida juntos comenzaba aquí. Se casaron en 2017.

EMPRENDEN JUNTOS

La idea era consolidar su matrimonio pero después tenían que definir de qué podrían vivir; Zaira buscó trabajo desde Argentina. Emiliano, con la experiencia de haber trabajado en un par de restaurantes en Buenos Aires, decidió que iba a entrar al negocio de la comida.

“Lo primero que descartamos fueron las ensaladas”, dice y ríe. Analizaron varias opciones y terminaron por concentrarse en las pizzas y empanadas al más puro estilo “porteño”.

“La intención era traer algo que yo supiera hacer y ofrecerlo a la gente de aquí”, dice, pero tampoco fue sencillo.

Buscando no cambiar la receta en lo absoluto sí tuvieron que adaptar de cierta manera el producto a lo que la gente en León podría gustar, como por ejemplo la pizza hawaiana, una de las más vendidas en su restaurante pero un “pecado mortal” para los italianos que llevaron la pizza a Argentina.

“La gente en León me ha tratado de maravilla”, cuenta Emiliano; “el barrio es lindo, desde que lo conocí supe que aquí quería tener el negocio”.

Hoy, en la víspera de su tercer año de casados, tienen un pequeño pero vistoso local de cinco mesas en la calle Ignacio Altamirano en San Juan de Dios donde este 14 de febrero vendieron pizzas con forma de corazón.

JLP

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