/ viernes 23 de agosto de 2024

Desde Cristina Rivera Garza a Mariana Enríquez: cómo las mujeres han ido ganando terreno en la literatura

Alejandra Amatto, doctora en Literatura Hispánica, analiza el panorama de las mujeres en la literatura actual, con historias que van del terror a la más pura realidad

Las escritoras latinoamericanas llenan auditorios con tal euforia que parecen estrellas de rock. Si alguien lo duda, ahí está Mariana Enríquez o Cristina Rivera Garza, ganadora del Pulitzer.

Autoras de la región conquistan premios antes insospechados y se les menciona en las listas más prestigiosas de los periódicos y rankings del mundo. Ahí está Fernanda Melchor, mexicana cuyo libro Temporada de Huracanes se adaptó a película para Netflix.

La literatura escrita por mujeres latinoamericanas cruza hoy por uno de sus momentos de mayor proyección y reconocimiento de la historia: ¿Cuál es el posible origen de tan efervescente interés? ¿Acaso es cierto que se trata de un “Boom Latinoamericano” protagonizado por mujeres que explotó de pronto? ¿Qué es lo que ellas han y siguen escribiendo? ¿Hacia dónde van sus plumas y las de sus nuevas generaciones? Son algunas preguntas que surgen, a punto de alcanzar el primer cuarto de nuestro siglo XXI.

Mujeres escritoras, más allá del “boom latinoamericano”

Apasionada de su trabajo, la doctora en Literatura Hispánica Alejandra Amatto explica que, por lo que la crítica especializada ha estudiado en los últimos 30 años, eso que se ha llegado a llamar “Nuevo Boom” es en realidad un fenómeno complejo compuesto de diferentes factores culturales, sociales y editoriales (económicos).

“Lo que hemos visto desde la perspectiva crítica es que esa clasificación de “Boom” termina por ser una definición limitante frente a lo que ha sido la escritura producida por autoras mujeres a lo largo de la historia de la literatura de América Latina.

“Es un término que, en cierta medida, niega la tradición de la literatura hecha por mujeres y que se remonta, por lo menos, hasta inicios del siglo XIX y del que ellas (las autoras contemporáneas) son herederas”, afirma la doctora, quien imparte la materia de “Literatura y Crítica de la Producción Literaria en AL” para la Unidad de Posgrado de la UNAM.

Escritoras latinoamericanas pioneras

Juana Manuela Gorriti (1818-1982), narradora y periodista de Argentina; Isabel Prieto de Landázuri (1833-1976), primera escritora del canon literario de México; Soledad Acosta de Samper (1933-1913), símbolo del feminismo en Colombia; Clorinda Matto (1852-1909), precursora del indigenismo peruano son solo algunas autoras, pero la lista es grande y cada vez mejor documentada.

El “boom latinoamericano” alude a otro fenómeno cultural y editorial muy específico, sucedido con anterioridad en la década de los 60 del siglo pasado, igualmente llamado, el cual es un punto referencial en la historia de la literatura universal, que aún goza de gran repercusión entre todos los autores y lectores contemporáneos y en el que figuraban escritores como Gabriel García Márquez (1927-2014), Julio Cortázar (1914-1984), Carlos Fuentes, (1928-2012) o Mario Vargas Llosa (1936).

¿Por qué publicar autoras vende?

Pero la existencia de una tradición por sí misma no explica del todo por qué hoy la obra de autoras latinoamericanas tiene tan alto impacto en el mundo.

Alejandra Amatto explica que, entre los factores sociales a considerar, está el movimiento feminista, no sólo en América Latina sino en el mundo entero, como uno de los más importantes.

“Desde el siglo XIX se han logrado importantes conquistas feministas, que realmente han hecho que las mujeres alcancen puestos estratégicos en los distintos sectores de la sociedad y desde los cuales han logrado mucha mayor visibilización en espacios como lo fue y sigue siento la misma empresa editorial y la consideración de los lectores”, explica.

Las mujeres, expone la experta, sí han podido acceder a grandes casas editoriales, aunque no se les leía tanto como a los hombres que gobernaban las mismas estructuras.

Algunos de esos ejemplos son, sin duda, figuras canónicas indiscutibles:

  • Elena Garro (México, 1916)
  • Rosario Castellanos (México, 1925)
  • Amparo Dávila (México, 1928)
  • Guadalupe Dueñas (México, 1920)
  • Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941)
  • Liliana Heker (Argentina, 1943)

Aunque parte de las conquistas feministas han influido en el florecimiento de la literatura creada por mujeres latinoamericanas, que se han enfrentado a condiciones socioculturales e históricas muy específicas marcadas por la violencia y la opresión, la académica Alejandra Amatto señala que hay que considerar otros aspectos económicos, como la transformación de la industria editorial, que en las últimas décadas ha visto en las firmas femeninas un negocio rentable.

“Ahora hay una muy bien planteada identificación por parte del mercado editorial de que publicar autoras funciona y vende. Tan solo hay que pensar que, en el ámbito internacional, en los 2000, hubo escritoras como J. K. Rowling (1965), autora de la exitosa saga de libros Harry Potter, que tuvo que omitir su nombre (Joanne) para mantener su sexo enmascarado, ya que se sabía que, cuando alguien veía un libro y se enteraba que era escrito por alguna mujer era mucho más difícil que lo comprara”, dice la especialista.

Escribir en tiempos de redes sociales: el factor clave

Sumado a este factor, la especialista —quien también tiene contacto con generaciones más jóvenes de lectores, pues es maestra en la licenciatura de Letras Hispánicas de la UNAM— suma la “doble publicidad” que ha generado el auge de las redes sociales.

En ellas, los jóvenes hacen comunidades y están a la búsqueda de presentaciones de sus autoras favoritas. Tal y como suele suceder con la narradora argentina Mariana Enríquez (1973) llamada coloquialmente “La reina del terror”, quien incluso ya ha presentado el espectáculo performático No traigan flores, además de sus multitudinarias conferencias, donde todos buscan conseguir un autógrafo suyo.

Amatto considera que el papel de las redes sociales no es negativo, gracias a su amplia conexión a nivel mundial, las autoras tienen mayor proyección, algo indispensable para cualquier escritor que aspire a ganar algún premio, incluso en situaciones completamente impensadas.

Lo anterior queda claro en el caso de Cristina Rivera Garza, quien este 2024 fue galardonada con el Premio Pulitzer en la categoría “Memorias o Autobiografía”, por su libro El invencible verano de Liliana, categoría que no había sido alcanzada nunca por ningún escritor mexicano.

Esto ha ayudado a que ellas tengan mucha mayor notoriedad, algo fundamental para que un comité te considere, lea y también premie tu obra. Ese aparato de difusión no lo tenían las mujeres, estaba enquistado principalmente en los grupos intelectuales conformados por hombres que iban a las universidades a dar sus conferencias y que salían en la televisión a dar entrevistas”, asegura la especialista.

Este éxito a su vez también ha significado el que varias escritoras tengan a sus historias como fuentes de inspiración para proyectos en el séptimo arte, ya sea por productoras reconocidas o por famosas plataformas como Netflix.

Este ha sido el caso de Fernanda Melchor con su ya mencionada Temporada de Huracanes; de Guadalupe Nettel con su cuento corto sobre la maternidad “El matrimonio de los peces rojos”, que será llevado también al cine, o Mariana Enríquez, cuya novela Las cosas que perdimos en el fuego se convertirá en una serie.

Las escritoras latinoamericanas llenan auditorios con tal euforia que parecen estrellas de rock. Si alguien lo duda, ahí está Mariana Enríquez o Cristina Rivera Garza, ganadora del Pulitzer.

Autoras de la región conquistan premios antes insospechados y se les menciona en las listas más prestigiosas de los periódicos y rankings del mundo. Ahí está Fernanda Melchor, mexicana cuyo libro Temporada de Huracanes se adaptó a película para Netflix.

La literatura escrita por mujeres latinoamericanas cruza hoy por uno de sus momentos de mayor proyección y reconocimiento de la historia: ¿Cuál es el posible origen de tan efervescente interés? ¿Acaso es cierto que se trata de un “Boom Latinoamericano” protagonizado por mujeres que explotó de pronto? ¿Qué es lo que ellas han y siguen escribiendo? ¿Hacia dónde van sus plumas y las de sus nuevas generaciones? Son algunas preguntas que surgen, a punto de alcanzar el primer cuarto de nuestro siglo XXI.

Mujeres escritoras, más allá del “boom latinoamericano”

Apasionada de su trabajo, la doctora en Literatura Hispánica Alejandra Amatto explica que, por lo que la crítica especializada ha estudiado en los últimos 30 años, eso que se ha llegado a llamar “Nuevo Boom” es en realidad un fenómeno complejo compuesto de diferentes factores culturales, sociales y editoriales (económicos).

“Lo que hemos visto desde la perspectiva crítica es que esa clasificación de “Boom” termina por ser una definición limitante frente a lo que ha sido la escritura producida por autoras mujeres a lo largo de la historia de la literatura de América Latina.

“Es un término que, en cierta medida, niega la tradición de la literatura hecha por mujeres y que se remonta, por lo menos, hasta inicios del siglo XIX y del que ellas (las autoras contemporáneas) son herederas”, afirma la doctora, quien imparte la materia de “Literatura y Crítica de la Producción Literaria en AL” para la Unidad de Posgrado de la UNAM.

Escritoras latinoamericanas pioneras

Juana Manuela Gorriti (1818-1982), narradora y periodista de Argentina; Isabel Prieto de Landázuri (1833-1976), primera escritora del canon literario de México; Soledad Acosta de Samper (1933-1913), símbolo del feminismo en Colombia; Clorinda Matto (1852-1909), precursora del indigenismo peruano son solo algunas autoras, pero la lista es grande y cada vez mejor documentada.

El “boom latinoamericano” alude a otro fenómeno cultural y editorial muy específico, sucedido con anterioridad en la década de los 60 del siglo pasado, igualmente llamado, el cual es un punto referencial en la historia de la literatura universal, que aún goza de gran repercusión entre todos los autores y lectores contemporáneos y en el que figuraban escritores como Gabriel García Márquez (1927-2014), Julio Cortázar (1914-1984), Carlos Fuentes, (1928-2012) o Mario Vargas Llosa (1936).

¿Por qué publicar autoras vende?

Pero la existencia de una tradición por sí misma no explica del todo por qué hoy la obra de autoras latinoamericanas tiene tan alto impacto en el mundo.

Alejandra Amatto explica que, entre los factores sociales a considerar, está el movimiento feminista, no sólo en América Latina sino en el mundo entero, como uno de los más importantes.

“Desde el siglo XIX se han logrado importantes conquistas feministas, que realmente han hecho que las mujeres alcancen puestos estratégicos en los distintos sectores de la sociedad y desde los cuales han logrado mucha mayor visibilización en espacios como lo fue y sigue siento la misma empresa editorial y la consideración de los lectores”, explica.

Las mujeres, expone la experta, sí han podido acceder a grandes casas editoriales, aunque no se les leía tanto como a los hombres que gobernaban las mismas estructuras.

Algunos de esos ejemplos son, sin duda, figuras canónicas indiscutibles:

  • Elena Garro (México, 1916)
  • Rosario Castellanos (México, 1925)
  • Amparo Dávila (México, 1928)
  • Guadalupe Dueñas (México, 1920)
  • Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941)
  • Liliana Heker (Argentina, 1943)

Aunque parte de las conquistas feministas han influido en el florecimiento de la literatura creada por mujeres latinoamericanas, que se han enfrentado a condiciones socioculturales e históricas muy específicas marcadas por la violencia y la opresión, la académica Alejandra Amatto señala que hay que considerar otros aspectos económicos, como la transformación de la industria editorial, que en las últimas décadas ha visto en las firmas femeninas un negocio rentable.

“Ahora hay una muy bien planteada identificación por parte del mercado editorial de que publicar autoras funciona y vende. Tan solo hay que pensar que, en el ámbito internacional, en los 2000, hubo escritoras como J. K. Rowling (1965), autora de la exitosa saga de libros Harry Potter, que tuvo que omitir su nombre (Joanne) para mantener su sexo enmascarado, ya que se sabía que, cuando alguien veía un libro y se enteraba que era escrito por alguna mujer era mucho más difícil que lo comprara”, dice la especialista.

Escribir en tiempos de redes sociales: el factor clave

Sumado a este factor, la especialista —quien también tiene contacto con generaciones más jóvenes de lectores, pues es maestra en la licenciatura de Letras Hispánicas de la UNAM— suma la “doble publicidad” que ha generado el auge de las redes sociales.

En ellas, los jóvenes hacen comunidades y están a la búsqueda de presentaciones de sus autoras favoritas. Tal y como suele suceder con la narradora argentina Mariana Enríquez (1973) llamada coloquialmente “La reina del terror”, quien incluso ya ha presentado el espectáculo performático No traigan flores, además de sus multitudinarias conferencias, donde todos buscan conseguir un autógrafo suyo.

Amatto considera que el papel de las redes sociales no es negativo, gracias a su amplia conexión a nivel mundial, las autoras tienen mayor proyección, algo indispensable para cualquier escritor que aspire a ganar algún premio, incluso en situaciones completamente impensadas.

Lo anterior queda claro en el caso de Cristina Rivera Garza, quien este 2024 fue galardonada con el Premio Pulitzer en la categoría “Memorias o Autobiografía”, por su libro El invencible verano de Liliana, categoría que no había sido alcanzada nunca por ningún escritor mexicano.

Esto ha ayudado a que ellas tengan mucha mayor notoriedad, algo fundamental para que un comité te considere, lea y también premie tu obra. Ese aparato de difusión no lo tenían las mujeres, estaba enquistado principalmente en los grupos intelectuales conformados por hombres que iban a las universidades a dar sus conferencias y que salían en la televisión a dar entrevistas”, asegura la especialista.

Este éxito a su vez también ha significado el que varias escritoras tengan a sus historias como fuentes de inspiración para proyectos en el séptimo arte, ya sea por productoras reconocidas o por famosas plataformas como Netflix.

Este ha sido el caso de Fernanda Melchor con su ya mencionada Temporada de Huracanes; de Guadalupe Nettel con su cuento corto sobre la maternidad “El matrimonio de los peces rojos”, que será llevado también al cine, o Mariana Enríquez, cuya novela Las cosas que perdimos en el fuego se convertirá en una serie.