La memoria es el centro de la nueva novela de Ethel Krauze. Una autoficción que narra los encuentros de una joven con su abuela, en charlas de tarde cada semana para recobrar un idioma, y con ese idioma, el mundo. La escritora narra cómo, en un ejercicio de más de 40 años, recuperó aquellas pláticas con su bobe, quien llegó de Rusia sólo con un samovar como único símbolo de su identidad.
“Cuando los seres humanos inventamos la lengua, no solamente fue para coordinar nuestras conductas y evolucionar de una manera social, sino rápidamente este lenguaje se fue transformando en un crisol de contenido de memoria; cualquier objeto puede destruirse con el tiempo, pero la lengua trasciende los espacios y el tiempo”, dice Krauze en entrevista.
Para ella, hablar de literatura y memoria es lo mismo, “si algo hace la literatura es preservar la memoria de la humanidad; decía Borges que el azadón es la extensión del brazo, pero el libro, es decir, la literatura, es la extensión de la memoria de la humanidad”.
Samovar, que escribió en un largo periodo, surgió a partir de la necesidad de recuperar la memoria y la lengua materna con la que nacieron y crecieron en su familia; quiso, detalla, “recuperar un sentido de la vida, volver a ponerte en tierra firme, entender quién eres, cuál es tu identidad y hacia dónde quieres ir, y el samovar es precisamente ese símbolo, el único objeto que se trae la abuela desde Rusia, cruzando toda Europa, embarcándose a la aventura de un naufragio, aterrizando en un país del que no tiene noticia, y lo único a lo que se puede aferrar es ese samovar que significa su propio ser, ha perdido su país, la lengua, familia, hijos y la nieta va descubriendo todos los paralelismos con su propia historia”.
Parte del extenso trabajo de escritura fue encontrar el tono adecuado. "Yo escribía lo que me contaba, porque me parecía fascinante y así hice a lo largo de los últimos dos años de la vida de mi abuela, tenía en las manos ese material, pero no tenía la madurez ni como mujer ni como escritora para sacar adelante esta obra, y la batallé 40 años.
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“No encontraba el lenguaje, la forma de hacer hablar a la bobe y a la tía Lena, que el lector hispanohablante las entendiera, pero que no perdieran ese sello de un español habitado por los otros idiomas y pronunciado de una manera tan singular. Hasta que en 2018, tuve que confesarme que no me gustaba y me deshice de la aparente última versión, abrí un nuevo archivo, y escribí de cero esta versión que sí fue la definitiva; la novela para mí, es mi samovar, el legado de mi identidad".
La autora presentará su novela este sábado 25 en el Salón de la Academia de Ingeniería de la FIL Minería a las 15:00 horas, acompañada por Anamari Gomís y Sandra Lorenzano.