/ domingo 2 de junio de 2024

Del estante | “La sombra del caudillo”, la historia que el Ejército no quería ver en cines

Se trataba de la versión cinematográfica de la novela “La sombra del caudillo”, de Martín Luis Guzmán

Cuentan que, días antes de su estreno en nuestro país, tropas del Ejército nacional irrumpieron en las instalaciones de los Estudios Churubusco y extrajeron el original de una cinta que en Europa había sido catalogada como “la mejor película mexicana de todos los tiempos”, luego de su exhibición en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, en Checoslovaquia, en 1961.

Se trataba de la versión cinematográfica de la novela “La sombra del caudillo”, de Martín Luis Guzmán, la cual había sido filmada por el reconocido cineasta Julio Bracho con la idea de que la clase política mexicana ya se encontraba lo suficientemente madura para afrontar de manera crítica sus orígenes postrevolucionarios.

Sin embargo, su censura, cometida luego de que la Secretaría de Defensa Nacional la acusara de ofrecer una visión falsa del Ejército y denigrar a la nación, marcó uno de los periodos más oscuros en la historia del cine mexicano. No sería sino hasta 1990, en el sexenio de Salinas de Gortari, que la cinta se estrenaría en nuestro país, como un gesto de apertura a la libertad de expresión, acción que no pudo gozar Julio Bracho en vida, a pesar de haber luchado por años porque la película fuera exhibida.

La novela de Martín Luis Guzmán no tuvo la misma mala fortuna, aunque también llamó la atención entre la política mexicana y la opinión pública en el extranjero, cuando la obra fue publicada por entregas en distintos periodos en México y España —cuando Luis Guzmán estaba en el exilio—, entre mayo de 1928 y noviembre de 1929. Sólo hubo un intento de censura, cuando la obra se publicó como libro íntegro también en 1929.

En ella, el autor hizo referencia a la corrupción y el nepotismo del gobierno mexicano, aún de corte plenamente militar, a finales del gobierno de Álvaro Obregón, en 1924, quien favoreció la presidencia de Plutarco Elías Calles. Hecho que, entre traiciones y acusaciones derivó en el asesinato del general Francisco R. Serrano, en la matanza de Huitzilac en 1927.

Inscrita en el listado de “novelas de la Revolución”, la obra se volvió una crítica incisiva al México caudillista que luego se transformaría al institucional.

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De regreso a la película, grabada en 1959, según especialistas de la Cineteca Nacional, aún no se sabe el paradero del negativo original. Ésta tuvo entre su elenco a Ignacio López Tarso, Barbara Gil y Víctor Manuel Mendoza; contó con escenas únicas grabadas desde el interior del Castillo de Chapultepec y la Cámara de Diputados.

Aunque no se tiene tanta claridad de cómo fue que sucedió, los historiadores coinciden en que la película sobrevivió gracias a copias en grabaciones caseras que circulaban de manera clandestina, que, después de años permitió a la Cineteca Nacional poder conservar varias de ellas entre su acervo y producir una versión restaurada, la cual se proyectó hace algunos años y hoy se puede consultar en las instalaciones de su videoteca.

Cuentan que, días antes de su estreno en nuestro país, tropas del Ejército nacional irrumpieron en las instalaciones de los Estudios Churubusco y extrajeron el original de una cinta que en Europa había sido catalogada como “la mejor película mexicana de todos los tiempos”, luego de su exhibición en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, en Checoslovaquia, en 1961.

Se trataba de la versión cinematográfica de la novela “La sombra del caudillo”, de Martín Luis Guzmán, la cual había sido filmada por el reconocido cineasta Julio Bracho con la idea de que la clase política mexicana ya se encontraba lo suficientemente madura para afrontar de manera crítica sus orígenes postrevolucionarios.

Sin embargo, su censura, cometida luego de que la Secretaría de Defensa Nacional la acusara de ofrecer una visión falsa del Ejército y denigrar a la nación, marcó uno de los periodos más oscuros en la historia del cine mexicano. No sería sino hasta 1990, en el sexenio de Salinas de Gortari, que la cinta se estrenaría en nuestro país, como un gesto de apertura a la libertad de expresión, acción que no pudo gozar Julio Bracho en vida, a pesar de haber luchado por años porque la película fuera exhibida.

La novela de Martín Luis Guzmán no tuvo la misma mala fortuna, aunque también llamó la atención entre la política mexicana y la opinión pública en el extranjero, cuando la obra fue publicada por entregas en distintos periodos en México y España —cuando Luis Guzmán estaba en el exilio—, entre mayo de 1928 y noviembre de 1929. Sólo hubo un intento de censura, cuando la obra se publicó como libro íntegro también en 1929.

En ella, el autor hizo referencia a la corrupción y el nepotismo del gobierno mexicano, aún de corte plenamente militar, a finales del gobierno de Álvaro Obregón, en 1924, quien favoreció la presidencia de Plutarco Elías Calles. Hecho que, entre traiciones y acusaciones derivó en el asesinato del general Francisco R. Serrano, en la matanza de Huitzilac en 1927.

Inscrita en el listado de “novelas de la Revolución”, la obra se volvió una crítica incisiva al México caudillista que luego se transformaría al institucional.

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De regreso a la película, grabada en 1959, según especialistas de la Cineteca Nacional, aún no se sabe el paradero del negativo original. Ésta tuvo entre su elenco a Ignacio López Tarso, Barbara Gil y Víctor Manuel Mendoza; contó con escenas únicas grabadas desde el interior del Castillo de Chapultepec y la Cámara de Diputados.

Aunque no se tiene tanta claridad de cómo fue que sucedió, los historiadores coinciden en que la película sobrevivió gracias a copias en grabaciones caseras que circulaban de manera clandestina, que, después de años permitió a la Cineteca Nacional poder conservar varias de ellas entre su acervo y producir una versión restaurada, la cual se proyectó hace algunos años y hoy se puede consultar en las instalaciones de su videoteca.