/ lunes 18 de marzo de 2019

Artesanos mexicanos, guardianes de técnicas ancestrales

La Prensa en línea

México.- De generación en generación, los artesanos mexicanosse han convertido en los guardianes de técnicas ancestrales conlas cuales transforman distintos elementos, como el barro, lasfibras vegetales, la madera y las piedras, en verdaderas obrasmaestras.

Muchos empiezan desde niños y al lado de sus padres y abuelosaprenden a trabajar primero en las artesanías tradicionales paraluego, comenzar a innovar a partir de esas mismas técnicas y sacarnuevas creaciones, a veces más grandes, con un mayor grado dedificultad o nuevos usos.

Pilar Núñez, de San Pedro Tlaquepaque, en Jalisco, es laquinta generación de una familia de alfareros que inició sutatarabuelo Pantaleón Panduro. Aunque ese municipio es famoso porla alfarería utilitaria, como cazuelas, jarros y ollas, tambiénse hacen los nacimientos tradicionales llenos de figuras o monos,como generalmente la gente los llama.

La habilidad para trabajar el barro se ha conservado en lafamilia Núñez que cuenta con obra muy reconocida como lacolección Presidentes de México en barro, que el abuelo de Pilar,Margarito Núñez Panduro inició en los años 20 del siglo pasadocon Benito Juárez y que su papá continuó.

Después Pilar, quien con sus hermanas dirige el taller Raícesen Barro Núñez, modeló a los mandatarios desde Agustín deIturbide hasta Lerdo de Tejada, en la colección que llega hastaAndrés Manuel López Obrador con un total de 59 figuraspresidenciales.

En su taller, Pilar utiliza las técnicas tradicionales demodelado a mano de origen prehispánico, como el policromado enfrío y el barro natural con baño de engobe, que es la másdelicada pues la pieza no debe tener ninguna imperfección.

Su trabajo es totalmente empírico, aprendido de generación engeneración, el cual se realiza de forma manual, incluso con sólodos o tres palitos para modelar y pinceles hechos con cola deardilla. Para Pilar es un oficio bendecido en el cual está porgusto, pues a pesar de la difusión aún hoy mucha gente no conoceeste tipo de artesanía.

Sus obras se encuentran en museos de Japón, Estados Unidos yFrancia y ahora están en evolución, pues por ejemplo ya no sólose hacen figuras de carteros y jimadores, sino también de lasprofesiones actuales como el cardiólogo o la 4ª Transformación ylas puertas de su taller están abiertas para todo el que quieraaprender estas técnicas tradicionales de modelado en barro,“para que continúe esto, pero no por lástima, por un gusto,porque no es un castigo hacer esto”.

También Jesús Hernández, de Tilcajete, Oaxaca, comenzó a losocho años a trabajar en la confección de alebrijes. “Loaprendí de mi papá, de mis tíos, es un trabajo de herencia quenos dejaron los abuelos”.

En su taller Copal Mágico, las piezas se hacen de copal, puedenser figuras fantásticas que es el alebrije original, con lafusión de varios animales en un solo cuerpo y para el cual seutilizan ramas torcidas de formas caprichosas o el alebrije tona,que son esculturas comunes de animales como chivos, perros,elefantes o caballos.

Según el tipo de la madera, Jesús Hernández decide quéfigura hacer, “lo que me nazca en la imaginación”. La pieza setalla, se lija, pasa al secado pues la madera se trabaja en verde,después a un proceso de curado para protegerla de los insectos yse vuelve a lijar.

Su esposa se dedica al decorado, que puede ser con grecaszapotecas, trazos y líneas que forman figuras geométricas y elque caracteriza a su taller, el puntillismo fino, realizado puntitopor puntito de manera que ninguno se junte con otro.

Jesús pertenece a la tercera generación y sus hijos ya hancomenzado a incursionar en esta tradición aunque a través de lainnovación, pues el mayor de 19 años que estudia la universidad,diseña fundas para celular y para memorias usb con estastécnicas.

Los más pequeños ya pintan y juegan con la pintura, “asívan aprendiendo, espero enseñarles y que ellos continúen a pesarde que tienen otras oportunidades, porque ya tienen el amor por elarte que hacemos”.

En Tzintzuntzan, Michoacán, Antonio Cornelio Rendón trabaja lafibra vegetal, en especial “la varita del trigo, mi familia se hadedicado a eso de mucho tiempo y me enseñaron a hacer artesaníatradicional”, en figuras que van desde coronas, vírgenes,cristos, hasta adornos navideños como bastones.

Pero decidió hacer piezas más complicadas como soles yestrellas de popotillo, ya que con la experiencia, dijo, “notiene límite el realizar artesanías, gracias a las técnicas quenos enseñaron”.

Desde los 9 años Antonio manipulaba el popotillo y ahora sededica a hacer piezas cada vez más elaboradas. “Lo interesantees que se pueden hacer cosas más complicadas, estamos inquietos yhasta que no terminamos una pieza, quedamos satisfechos, perocontinuamos con una nueva sensación de crear una másdifícil”.

En su Taller de Artesanías Panikua está tratando de innovarcon la creación de obras más grandes e incluso con piezas quepueden tener novedosos usos.

Actualmente trabaja en la confección de un vestido de popotilloque se pueda portar. Con dos diseñadores de moda franceses seencuentra en la creación de artesanías que puedan lucir comoaccesorios las modelos en pasarelas, del tipo de aplicaciones parael rostro y el pecho.

Al tiempo que buscar abrir el mercado europeo para susartesanías, este maestro está interesado en enseñar estastécnicas porque “todos tenemos talento, quizá entre los niñosartesanos haya un talento igual que el mío, han venido deescuelas, los niños me regalan ideas, convivir con ellos esimportante, me alienta a continuar, a seguir creando”.

Y es que, dijo, algunos pequeños intentan realizar unaartesanía simple y “cuando lo logran desbordan una energía tangrande que quieren continuar con otra y otra más complicada”,por ello, su taller está abierto para dar clases a todos los quequieran aprender a manipular el popotillo.

En otra latitud, en Chiapa de Corzo, Chiapas, Blanca Lópezaprendió con su madre Felipa Hernández el arte del bordado. En sutaller, Qhia Bordados, hacen diseños exclusivos de lostradicionales vestidos de chiapaneca, pero también para bodas y XVaños, además de accesorios, todo personalizado, con lasiniciales, flores o animales que pidan las clientas.

Las técnicas son tradicionales: el embollado que se realiza conpuntadas largas y el petatillo, cuyas puntadas es en tramas como sifuera un petate, pues los hilos se pasan dejando ciertos espaciossegún el diseño.

“Mi mamá aprendió y ella me enseñó”, señaló Blancaquien apuntó que en Qhia Bordados se trabaja en familia, puestías y primas participan en la confección de las piezas. “Haybordados que la gente ve muy sencillos, pero son complicados, comoel ‘regresado’ que es similar al embollado pero es con unapuntada larga y una corta al mismo tiempo”.

Pero además de usar estas técnicas de bordado, Blanca se hadado al rescate de diseños tradicionales. “Me encanta buscarfotos antiguas y ver los diseños que había antes, porque llegóun momento, hace unos 10 o 15 años, que a mi gusto hubo unestancamiento gráfico”.

A través de la revisión documental, en libros antiguos,descubrió más diseños, por lo que ha tratado de “rescatar eselegado cultural, no sólo lo clásico que se venía quedando, sinoconocer parte de nuestra historia gráfica. Se ha innovado mucho enel taller, pero también ha habido rescates”.

También en Qhia Bordados están interesadas en enseñar estastécnicas tradicionales de bordado, porque “desafortunadamentemucha gente y los turistas creen que es hecho a máquina y cuandoven que se hace a mano es cuando le dan el valor, por ello esimportante mostrar el trabajo, a veces somos muy celosos, pero setiene que mostrar para que le den el valor de lo que cuesta”.

Finalmente, en Huasca de Ocampo, Hidalgo, José Ascención Olivose dedica a trabajar todo tipo de cantera. “Venimos de familia,mis papás, mis abuelos, mis bisabuelos. En el municipio hay muchacantera de recinto, que ustedes conocen como piedravolcánica”.

Empezó a los 10 años, cuando iba a la primaria también sededicaba a “picar piedra” y ahora en su taller Artesanías enCantera Los Arcos, hace cualquier tipo de pieza labrada en piedra,desde un molcajete y piezas para piso, hasta cualquier fachada,arcos, puentes y monumentos, “sobre diseño trabajamos lo que nospidan”.

José Olivo es uno de los pocos en Huasca que aún trabaja conherramientas tradicionales, algunas de las cuales él mismo hace ycomo reconoce que es un trabajo pesado, advirtió que “yaquedamos pocos valientes” en este arte.

Por ello, indicó que se encuentra en la mejor disposición deenseñar este oficio. Ya dio clases en una secundaria durante unaño “de a grapa”, para ver si salían buenos elementos pero noobtuvo mucho apoyo de los directivos del plantel.

Ahora confía en que con el programa Jóvenes Construyendo elFuturo del gobierno federal, se pueda dar a conocer este trabajo yactualizar a la gente que se quiera dedicar a él, pues en sumunicipio hay mucha cantera y es necesario impulsar el oficio.

“Yo estoy en la mejor disposición, de hecho quiero hacer unvideo de cómo se empieza a sacar la cantera y a darle forma, parainculcar esto, porque ya estamos quedando muy pocos, porque es muypesado el trabajo, pero no hay necesidad de irse a buscar el sueñoamericano”.

José advirtió que aunque un cliente pida la misma pieza, en sutaller se trabaja bajo la idea de que la nueva obra tiene quequedar mejor, “siempre tenemos que mejorar, porque nunca vamos allenarle el ojo al cliente y siempre hay alguien que quiere algodiferente”.

En Los Arcos no sólo se trabaja por hacer mejor cada pieza sinoen la innovación de piezas únicas y con un estilo propio,tratando de interesar a las nuevas generaciones en la técnica dellabrado de piedra porque “ya estamos quedando poquitos, soy delos últimos que quedan, si no aprovechan, va a estar canijo másadelante”.

La importancia de las artesanías no sólo radica en los saberesancestrales que preservan, ya que también tienen un gran impactoeconómico en nuestro país, pues en 2017 las artesaníasrepresentaron el 18.6 por ciento del Producto Interno Bruto delsector cultural.

De acuerdo con la Cuenta Satélite de la Cultura de México, el22.4 por ciento del gasto realizado en cultura en el país queascendió a más de 825 mil millones de pesos, se hizo para laadquisición de artesanías, sector en el que trabaja el 36.2 porciento del total del personal empleado en cultura, que supera elmillón 384 mil puestos de trabajo.

La Prensa en línea

México.- De generación en generación, los artesanos mexicanosse han convertido en los guardianes de técnicas ancestrales conlas cuales transforman distintos elementos, como el barro, lasfibras vegetales, la madera y las piedras, en verdaderas obrasmaestras.

Muchos empiezan desde niños y al lado de sus padres y abuelosaprenden a trabajar primero en las artesanías tradicionales paraluego, comenzar a innovar a partir de esas mismas técnicas y sacarnuevas creaciones, a veces más grandes, con un mayor grado dedificultad o nuevos usos.

Pilar Núñez, de San Pedro Tlaquepaque, en Jalisco, es laquinta generación de una familia de alfareros que inició sutatarabuelo Pantaleón Panduro. Aunque ese municipio es famoso porla alfarería utilitaria, como cazuelas, jarros y ollas, tambiénse hacen los nacimientos tradicionales llenos de figuras o monos,como generalmente la gente los llama.

La habilidad para trabajar el barro se ha conservado en lafamilia Núñez que cuenta con obra muy reconocida como lacolección Presidentes de México en barro, que el abuelo de Pilar,Margarito Núñez Panduro inició en los años 20 del siglo pasadocon Benito Juárez y que su papá continuó.

Después Pilar, quien con sus hermanas dirige el taller Raícesen Barro Núñez, modeló a los mandatarios desde Agustín deIturbide hasta Lerdo de Tejada, en la colección que llega hastaAndrés Manuel López Obrador con un total de 59 figuraspresidenciales.

En su taller, Pilar utiliza las técnicas tradicionales demodelado a mano de origen prehispánico, como el policromado enfrío y el barro natural con baño de engobe, que es la másdelicada pues la pieza no debe tener ninguna imperfección.

Su trabajo es totalmente empírico, aprendido de generación engeneración, el cual se realiza de forma manual, incluso con sólodos o tres palitos para modelar y pinceles hechos con cola deardilla. Para Pilar es un oficio bendecido en el cual está porgusto, pues a pesar de la difusión aún hoy mucha gente no conoceeste tipo de artesanía.

Sus obras se encuentran en museos de Japón, Estados Unidos yFrancia y ahora están en evolución, pues por ejemplo ya no sólose hacen figuras de carteros y jimadores, sino también de lasprofesiones actuales como el cardiólogo o la 4ª Transformación ylas puertas de su taller están abiertas para todo el que quieraaprender estas técnicas tradicionales de modelado en barro,“para que continúe esto, pero no por lástima, por un gusto,porque no es un castigo hacer esto”.

También Jesús Hernández, de Tilcajete, Oaxaca, comenzó a losocho años a trabajar en la confección de alebrijes. “Loaprendí de mi papá, de mis tíos, es un trabajo de herencia quenos dejaron los abuelos”.

En su taller Copal Mágico, las piezas se hacen de copal, puedenser figuras fantásticas que es el alebrije original, con lafusión de varios animales en un solo cuerpo y para el cual seutilizan ramas torcidas de formas caprichosas o el alebrije tona,que son esculturas comunes de animales como chivos, perros,elefantes o caballos.

Según el tipo de la madera, Jesús Hernández decide quéfigura hacer, “lo que me nazca en la imaginación”. La pieza setalla, se lija, pasa al secado pues la madera se trabaja en verde,después a un proceso de curado para protegerla de los insectos yse vuelve a lijar.

Su esposa se dedica al decorado, que puede ser con grecaszapotecas, trazos y líneas que forman figuras geométricas y elque caracteriza a su taller, el puntillismo fino, realizado puntitopor puntito de manera que ninguno se junte con otro.

Jesús pertenece a la tercera generación y sus hijos ya hancomenzado a incursionar en esta tradición aunque a través de lainnovación, pues el mayor de 19 años que estudia la universidad,diseña fundas para celular y para memorias usb con estastécnicas.

Los más pequeños ya pintan y juegan con la pintura, “asívan aprendiendo, espero enseñarles y que ellos continúen a pesarde que tienen otras oportunidades, porque ya tienen el amor por elarte que hacemos”.

En Tzintzuntzan, Michoacán, Antonio Cornelio Rendón trabaja lafibra vegetal, en especial “la varita del trigo, mi familia se hadedicado a eso de mucho tiempo y me enseñaron a hacer artesaníatradicional”, en figuras que van desde coronas, vírgenes,cristos, hasta adornos navideños como bastones.

Pero decidió hacer piezas más complicadas como soles yestrellas de popotillo, ya que con la experiencia, dijo, “notiene límite el realizar artesanías, gracias a las técnicas quenos enseñaron”.

Desde los 9 años Antonio manipulaba el popotillo y ahora sededica a hacer piezas cada vez más elaboradas. “Lo interesantees que se pueden hacer cosas más complicadas, estamos inquietos yhasta que no terminamos una pieza, quedamos satisfechos, perocontinuamos con una nueva sensación de crear una másdifícil”.

En su Taller de Artesanías Panikua está tratando de innovarcon la creación de obras más grandes e incluso con piezas quepueden tener novedosos usos.

Actualmente trabaja en la confección de un vestido de popotilloque se pueda portar. Con dos diseñadores de moda franceses seencuentra en la creación de artesanías que puedan lucir comoaccesorios las modelos en pasarelas, del tipo de aplicaciones parael rostro y el pecho.

Al tiempo que buscar abrir el mercado europeo para susartesanías, este maestro está interesado en enseñar estastécnicas porque “todos tenemos talento, quizá entre los niñosartesanos haya un talento igual que el mío, han venido deescuelas, los niños me regalan ideas, convivir con ellos esimportante, me alienta a continuar, a seguir creando”.

Y es que, dijo, algunos pequeños intentan realizar unaartesanía simple y “cuando lo logran desbordan una energía tangrande que quieren continuar con otra y otra más complicada”,por ello, su taller está abierto para dar clases a todos los quequieran aprender a manipular el popotillo.

En otra latitud, en Chiapa de Corzo, Chiapas, Blanca Lópezaprendió con su madre Felipa Hernández el arte del bordado. En sutaller, Qhia Bordados, hacen diseños exclusivos de lostradicionales vestidos de chiapaneca, pero también para bodas y XVaños, además de accesorios, todo personalizado, con lasiniciales, flores o animales que pidan las clientas.

Las técnicas son tradicionales: el embollado que se realiza conpuntadas largas y el petatillo, cuyas puntadas es en tramas como sifuera un petate, pues los hilos se pasan dejando ciertos espaciossegún el diseño.

“Mi mamá aprendió y ella me enseñó”, señaló Blancaquien apuntó que en Qhia Bordados se trabaja en familia, puestías y primas participan en la confección de las piezas. “Haybordados que la gente ve muy sencillos, pero son complicados, comoel ‘regresado’ que es similar al embollado pero es con unapuntada larga y una corta al mismo tiempo”.

Pero además de usar estas técnicas de bordado, Blanca se hadado al rescate de diseños tradicionales. “Me encanta buscarfotos antiguas y ver los diseños que había antes, porque llegóun momento, hace unos 10 o 15 años, que a mi gusto hubo unestancamiento gráfico”.

A través de la revisión documental, en libros antiguos,descubrió más diseños, por lo que ha tratado de “rescatar eselegado cultural, no sólo lo clásico que se venía quedando, sinoconocer parte de nuestra historia gráfica. Se ha innovado mucho enel taller, pero también ha habido rescates”.

También en Qhia Bordados están interesadas en enseñar estastécnicas tradicionales de bordado, porque “desafortunadamentemucha gente y los turistas creen que es hecho a máquina y cuandoven que se hace a mano es cuando le dan el valor, por ello esimportante mostrar el trabajo, a veces somos muy celosos, pero setiene que mostrar para que le den el valor de lo que cuesta”.

Finalmente, en Huasca de Ocampo, Hidalgo, José Ascención Olivose dedica a trabajar todo tipo de cantera. “Venimos de familia,mis papás, mis abuelos, mis bisabuelos. En el municipio hay muchacantera de recinto, que ustedes conocen como piedravolcánica”.

Empezó a los 10 años, cuando iba a la primaria también sededicaba a “picar piedra” y ahora en su taller Artesanías enCantera Los Arcos, hace cualquier tipo de pieza labrada en piedra,desde un molcajete y piezas para piso, hasta cualquier fachada,arcos, puentes y monumentos, “sobre diseño trabajamos lo que nospidan”.

José Olivo es uno de los pocos en Huasca que aún trabaja conherramientas tradicionales, algunas de las cuales él mismo hace ycomo reconoce que es un trabajo pesado, advirtió que “yaquedamos pocos valientes” en este arte.

Por ello, indicó que se encuentra en la mejor disposición deenseñar este oficio. Ya dio clases en una secundaria durante unaño “de a grapa”, para ver si salían buenos elementos pero noobtuvo mucho apoyo de los directivos del plantel.

Ahora confía en que con el programa Jóvenes Construyendo elFuturo del gobierno federal, se pueda dar a conocer este trabajo yactualizar a la gente que se quiera dedicar a él, pues en sumunicipio hay mucha cantera y es necesario impulsar el oficio.

“Yo estoy en la mejor disposición, de hecho quiero hacer unvideo de cómo se empieza a sacar la cantera y a darle forma, parainculcar esto, porque ya estamos quedando muy pocos, porque es muypesado el trabajo, pero no hay necesidad de irse a buscar el sueñoamericano”.

José advirtió que aunque un cliente pida la misma pieza, en sutaller se trabaja bajo la idea de que la nueva obra tiene quequedar mejor, “siempre tenemos que mejorar, porque nunca vamos allenarle el ojo al cliente y siempre hay alguien que quiere algodiferente”.

En Los Arcos no sólo se trabaja por hacer mejor cada pieza sinoen la innovación de piezas únicas y con un estilo propio,tratando de interesar a las nuevas generaciones en la técnica dellabrado de piedra porque “ya estamos quedando poquitos, soy delos últimos que quedan, si no aprovechan, va a estar canijo másadelante”.

La importancia de las artesanías no sólo radica en los saberesancestrales que preservan, ya que también tienen un gran impactoeconómico en nuestro país, pues en 2017 las artesaníasrepresentaron el 18.6 por ciento del Producto Interno Bruto delsector cultural.

De acuerdo con la Cuenta Satélite de la Cultura de México, el22.4 por ciento del gasto realizado en cultura en el país queascendió a más de 825 mil millones de pesos, se hizo para laadquisición de artesanías, sector en el que trabaja el 36.2 porciento del total del personal empleado en cultura, que supera elmillón 384 mil puestos de trabajo.

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