/ miércoles 9 de agosto de 2017

HABÍA ÓRDENES DE DISPARAR A SHARON KINNE

ARCHIVOS CRIMINALES

LUIS FRANCISCO MACÍAS

Era el año 1964. Francisco Paredes había alquilado lahabitación 17 del Motel La Vada, en Avenida Insurgentes Norte1700, aquel viernes 18 de septiembre. Después de bañarse salió ala calle en su auto, Ford 1957, con placas del Estado deCalifornia, Estados Unidos. Era de noche y buscaba divertirse. Seenfiló hacia Avenida Juárez y entró al Hotel del Prado. Seacomodó en un confortable asiento del bar Nicté-Ha. Allíconoció a una rubia, norteamericana y tomaron algunos tragos.

Francisco Paredes contaba con 45 años de edad y desde hacíamucho tiempo trabajaba en Estados Unidos como locutor bilingüe; aúltimas fechas se había graduado como contador y trabajaba en unalmacén de Chicago, Illinois. Seguramente de ello platicó con lachica a quien había conocido, momentos antes de invitarla al lugardonde él estaba hospedado.

Tras beber varias copas se dirigieron al Motel La Vada, dondeella se sintió molesta a causa de una afección estomacal portanto alcohol ingerido. El galán no creyó en la enfermedad eintentó forzar una relación sexual, a lo que se opuso la señora,quien sacó una pistola de su bolso de mano y le hizo dos disparos,“pero no con la intención de matarlo, sino solamente deamedrentarlo para que desistiera de sus propósitos”, declararíaSharon más adelante, al ser detenida.

Al parecer, la señora quiso apoderarse del dinero de FranciscoParedes aquella madrugada.

Sábado 19 de septiembre.

LA PRENSA informó que Sharon Elizabeth Kinne era una mujer muypeligrosa, que puso en jaque a los agentes del Servicio Secreto en1964. Se dedicaba al asalto de incautos y aquel sábado asesinó deun balazo a su amigo ocasional,  Francisco Paredes Ordóñez, enuna habitación del Motel La Vada. Después de cometido su crimen,la extranjera apagó la luz del primer piso e intentó huir, peroel velador Enrique Martínez Rueda trató de detenerla y fue heridode un tiro en la espalda por la peligrosa fémina.

Gravemente lesionado, el vigilante se enfrentó a la extranjeray con grandes trabajos logró desarmarla.

Luego llegaron agentes del Servicio Secreto, alertados porelementos de la Policía Preventiva, y la extranjera fue trasladadaa los separos de Tlaxcoaque, donde se ubicaba la Jefatura dePolicía.

También fue detenido su novio, a quien Sharon le había pagadoel viaje a nuestro país.

En un bolso de mano los investigadores encontraron dos cajas con100 cartuchos, calibre .22.

Una más fue descubierta junto al cuerpo de Francisco Paredes,que estaba tendido sobre la cama del cuarto, con un balazo en lacaja torácica.

El velador herido fue llevado al Hospital Rubén Leñero dondelos cirujanos le iban a extraer un proyectil, alojado en eltórax.

Sharon no hablaba español o fingía no entenderlo, cuando lainterrogaban los agentes comandados por Manuel Baena Camargo.

Dizque en un principio “les proporcionó muchas versionesfalsas de los hechos e inclusive les reveló varios nombres, casitodos inexactos”. La mujer se cambiaba de nombre con frecuencia,porque en Estados Unidos había sido procesada por dosasesinatos.

En 1964 se encontraba libre bajo fianza y supuestamente nodebía abandonar el país del norte, por lo que proporcionó aquínombres falsos para despistar.

SU AMIGO ERA UN PÁJARO DE CUENTA

Sharon declaró que había entrado a México por la frontera deLaredo, Tamaulipas, en compañía de su amigo, el gángster FrancisSamuel Puglishe. Estaban registrados como esposos -que no eran- enel Hotel Gin, de las calles de Éufrates, Colonia Cuauhtémoc.

La policía norteamericana buscaba a Puglishe, como presuntoresponsable de robo y lesiones, vino a México “invitado, congastos pagados, por Sharon”.

Al norteamericano se le encontraron diez cartuchos de escopeta,una pistola escuadra automática calibre .22, un desarmador grande,una pequeña hacha, dos tijeras grandes y un pequeño tridente.Reconoció que eran sus “herramientas de trabajo” en asaltos yrobos a casas habitadas.

Francis Samuel Puglishe reconoció haber prestado serviciosdurante tres años en la Armada norteamericana y luego pasó tiempoencerrado en la cárcel de Carson City, Nevada, por los delitos derobo y lesiones en agravio de varios individuos a quienesasaltó.

PODÍA VOLVER A MATAR; DEBÍA MÁS CRÍMINES

La carrera delictiva de Sharon comenzó a los 23 años de edad,cuando asesinó de un balazo a mansalva a su esposo, James Kinne,mientras dormía. Eso ocurrió en 1960, en Kansas City, Misuri,donde fue arrestada, pero logró su libertad con una fianza de 20mil dólares. Meses después la policía norteamericana la señalócomo presunta homicida de Paty Jones, esposa de un hombre con elque Sharon sostenía relaciones extramaritales.

Paty Jones desapareció el 25 de mayo de 1960, cuando salió desu trabajo, en Midwest. Ella recibió antes de salir un llamadotelefónico de Sharon, por medio del cual la citaba paraplaticar.

La señora Jones era esposa de Walter Jones, quien conoció aSharon por una operación de compra-venta de un automóvil;comenzaron a frecuentarse y Sharon le pidió a Walter queabandonara a su mujer o de lo contrario le informaría que era suamante.

Walter pensó en sus hijos y se negó a cumplir el deseo deSharon y paulatinamente se alejó de la peligrosa rubia, pero éstacitó a Paty para matarla de tres balazos en un paraje “paraenamorados” y la ocultó entre matorrales.

La culpable confesó al detective John Boldiz su crimen, locondujo al sitio en que había dejado el cuerpo y estacionó elauto de manera que John pudiera ver el cadáver. El paraje selocaliza por el camino de Phelps.

Extrañamente, Sharon fue absuelta por un jurado integrado por12 hombres, quienes sintieron simpatías por la acusada, inclusive,al salir del juzgado, uno de los jurados le pidió suautógrafo.

Sharon tenía 3 hijos en Estados Unidos. Después que el juradonorteamericano la absolvió, un exfuncionario de la policía,Eugene Bewley, declaró a los periodistas que la rubia “era delas personas que siempre tratan de aparecer humildes para despertarcompasión”.

Pero, en realidad, “es una psicópata, una mujer peligrosacapaz de volver a matar cuando esté libre”...

ESCAPÓ Y SE ESFUMÓ

Diciembre, 1969.- Sentenciada a 13 años de prisión, SharonKinne, de 32 años de edad, fue enviada a la Cárcel de Mujeres,donde, según el diarista Jorge Ramos, algunas internasprivilegiadas “no pasaban lista, ni dormían en laPenitenciaría, y tenían permisos especiales para pasar la nocheen compañía de amigas, celadoras o conocidas de éstas”. Sharoncontaba con uno de esos permisos. Se fugó el domingo 7 dediciembre durante un apagón registrado en la Cárcel de Mujeres ycon la complicidad de varios desleales servidores públicos.

La joven escapó después de cinco años de cautiverio. Losagentes que la buscaban tenían órdenes de disparar contra ella“si era necesario”, pero no la localizaron con rapidez; quizálogró llegar a Estados Unidos, aunque no le convenía mucho,porque la buscaban por el asesinato de dos personas.

Jorge Ramos informó que la “enferma mental, Sharon ElizabethKinne, asesinaba por placer, según informes policiacos”.

La criminóloga María de Lourdes Ricaud, directora de laCárcel de Mujeres, dijo que aquel domingo, le avisaron a las 21:45horas, que Sharon no estaba en el penal y que varios patrulleros labuscaban por el campo de Iztapalapa.

La policía llegó a la barda que daba acceso a la calle y, enun pirul encontró huellas de pisadas, una rama desgajada y uncinturón de hombre. También fue hallada una escalera paraincendios cerca de la barda del penal.

Sharon estaba encargada de la tienda en la Cárcel de Mujeres yel día que se fugó, le llamó por teléfono su madre desdeAlaska. No se supo qué deseaba comunicarle la señora.

De la tienda fue destituida Sharon por su mal comportamiento ypésimo carácter. Era difícil de tratar y últimamente “sededicaba a elaborar flores de migajón, que regalaba o vendía”,dijo Pilar Guzmán, vigilante de la Cárcel de Mujeres.

La directora del penal comentó que “cuando alguien reportamuy enfermo a un familiar de las internas, éstas pueden salir averlo custodiadas por los empleados de vigilancia”.

Un farmacéutico era gran amigo de Sharon y pudo haberla ayudadoa salir.

La pista de la norteamericana, hasta donde se sabía, fueperdida por las autoridades mexicanas.

ARREBATÓ LA VIDA A SU TÍA E HIRIÓ A SU HERMANA

Todo estaba listo para que aquella mañana de mayo, Elisacontrajera matrimonio civil con el maestro de música, HéctorUgalde Guillén. La preciosa novia se disponía a darse una duchapara enseguida arreglarse. Mientras tanto, su hermano, JuanAlberto, se levantó a las 7:30 horas, salió de su alcoba yencaminó sus pasos hacia el comedor. Allí le sirvió el desayunosu mamá, también llamada Elisa (Ramírez Guzmán).

La señora notó que su hijo estaba muy nervioso. Ni siquieratomó asiento, saboreó un poco de café y paseaba de un lado aotro.

-¿Qué te pasa? -preguntó la madre.

-¡Qué te importa, atiende tus cosas y deja las mías!-respondió el joven.

-Tus problemas los siento míos -dijo su madre.

-¡Pero eso se acabó, me tienen cansado! -gritó, al tiempo quearrojaba la taza sobre la mesa y corría para refugiarse otra vezen su alcoba.

No habían transcurrido muchos minutos cuando Juan Albertosalió en busca de su hermana Elisa, y notó que la joven lavabaunas prendas de vestir en el baño.

Convertido en una furia, el estudiante se introdujo al baño yle dijo a su consanguínea: “¿Por qué me mandaron al hospitalpsiquiátrico? ¡Vi escenas que me aterraron entre lospacientes!”

Acto seguido sacó de su bolsillo una navaja y comenzó aagredir a su hermana. La asustada mujer, de 25 años de edad,comenzó a gritar; pero luego reaccionó y guardó silencio.Comprendió que su hermano seguía enfermo y prefirió callar parano excitarlo más.

Sin embargo, los gritos de Elisa fueron escuchados por la tíade los hermanos, Ángela Ramírez, quien preguntó al muchacho porqué agredía a su hermana.

El estudiante, de 22 años de edad, quien sujetaba a Elisa ytenía en alto el brazo derecho, listo para descargar un golpe quehubiera sido mortal, se volvió hacia su tía.

Sin pronunciar palabra, se lanzó sobre la señora y le clavóel arma en el cuello.

La lesión fue letal. Ángela se desplomó gravemente herida. Eljoven perturbado quedó en contemplación del cuerpo de su tía.Elisa aprovechó el instante para salir del baño y correr hasta laplanta baja. Estaba aterrorizada, ni siquiera podía hablar. Ysalió precipitadamente de su hogar para atenderse de la herida quesu consanguíneo le provocó en el cuello.

Todos los moradores de la casa se dirigieron hacia el pasillodonde ocurrió el dramático suceso. Juan Alberto los vio conmirada extraña; sostenía aún la navaja en la diestra y hasta sepuso en posición de ataque.

Raul Hellmer, amigo de la familia, intervino con mucho tactopara evitar que la tragedia creciera; se ganó la confianza delenfurecido estudiante y cuando lo tuvo cerca pudo despojarlo de lanavaja. Después, el agresor fue conducido a su recámara. Su otrahermana, Eugenia, estuvo con él hasta que recuperó la calma.Elisa, dolida del alma, se vio precisada a posponer unas horas laboda con el profesor de música.

Durante el tiempo que tardaron en llegar los socorristas, latía malherida mantuvo heroica actitud y no culpó a su sobrino.Comenzó a debilitarse y falleció sin pedir castigo para suagresor. Exhaló su último aliento en la Cruz Roja. Ángela erainspectora de Educación Pública y tenía 64 años de edad.

Luego, el comandante Jorge Obregón Lima envió a dos agentespara detener al agresor, a quienes les suplicó el estudiante quelo presentaran ante las autoridades respectivas.

ERA UN ESTUDIANTE EJEMPLAR

Juan Alberto había estudiado piano durante cinco años y dabaclases en un jardín de niños. También estudió Leyes, así comoFilosofía y Letras y había iniciado otras dos carreras en aulasuniversitarias. Elisa explicó que su hermano era inteligente, perosolía estudiar demasiado.

Las excelentes calificaciones que obtenía hacían suponer aJuan Alberto que “nada podría detenerlo en su progreso”, hastaque el siquiatra Raúl Córdoba Olguín le dijo que debíacomportarse de manera diferente o lo enviarían a conocidonosocomio de Mixcoac.

Elisa era señalada por Juan como “responsable” de haberlointernado en el hospital del psiquiatra Samuel Ramírez Moreno, encuyo honor se erigiría muy posteriormente un hospital campestredel mismo nombre, en la carretera México-Puebla; ingresó endiciembre de 1959 y se le dio de alta en junio de 1960. En elsanatorio le aplicaron los clásicos y anticuados electrochoques.En alguna ocasión trató de privarse de la vida porque algunosparientes se burlaban de él al considerarlo “feo”.

Al ser dado de alta por Córdoba Olguín, dizque porque ya norepresentaba peligro para sus familiares, Juan Alberto comenzó aperder otra vez la calma, hasta saber que su hermana iba a casarsey quiso frustrarle la fiesta... y lo consiguió aquel viernes 19 demayo de 1961, en la casa 71 de la Calle Cuernavaca, en la ColoniaHipódromo Condesa.

LOS HORRORES DE ILSE KOCH

La torturadora Ilse Koch era conocida como “La Bruja deBuchenwald” y ocupa un sitio especial entre los dramas de guerra.Indudablemente era de las más entusiastas colaboradoras de laGestapo. Era responsable de un campo de concentración y la mujernazi que hacía lámparas de piel humana. Junto a su marido, elcoronel Karl Otto Koch, eran cómplices en las torturas, orgías yel robo de fondos públicos al régimen nazi.

La señora Koch no era fea, físicamente, pero su alma estabaennegrecida por la falta de misericordia. La misteriosa mujernació en Desdén, en 1906, donde estudió taquigrafía; trabajóen aquella ciudad, en 1922, para una fábrica y posteriormentepasó a ser dependiente en una librería.

Primero, dada su atractiva figura y personalidad, comenzó atener romances con oficiales nazis ligados a la Waffen-SS. Ya,durante 1932, se afilió al Partido Nazi Alemán y dos añosdespués se “enamoró” de Karl Otto Koch, un teniente 10 añosmayor que ella, que estaba radicado en la zona por un tiempoacotado. Fue su oportunidad, se casó con él en 1937 cuando yahabía ingresado a la elite de la SS y tuvo dos hijos con él.

“Era una mujer muy hermosa de largos y rojos cabellos, perocon la suficiente sangre fría como para disparar a cualquier presoen cualquier momento”, dijeron testigos.

Mientras su marido crecía en el aparataje nazi, la mujeracrecentaría su leyenda en base a torturas, abusos y muertes. Ellapodía escuchar -quizá disfrutar- de los dramáticos lamentos delos moribundos, hombres y mujeres que pedían agua y alimento,mientras suplicaban información sobre los hijos“extraviados”.

Los niños eran arrojados como fardos a los hornos decremación.

Muchos tenían vida cuando el fuego los alcanzaba. Otros menoreseran utilizados para elaborar jabón perfumado y su piel erasecretamente apreciada entre los nazis, porque “las lámparasespeciales, confeccionadas con la epidermis de las criaturas,despedía mayor claridad”.

No era difícil conseguir una lámpara de esas: en ocasionesaparecían, a trasluz, los números y otros tatuajes con que semarcaba a los desventurados. El cabello, higienizado, de muchasvíctimas, rellenaba almohadones y todos los dientes de oro eranfundidos para incrementar las riquezas del Reich.

Se decía que Ilse Koch torturaba con latigazos a losprisioneros que no le saludaran o que la miraran en exceso.Dependía, según testigos, de su estado de ánimo. Asimismo,mandó a construir, con fondos del campo, un “picadero” en supropia casa donde torturaba y asesinaba a sus víctimas después dellevar a cabo excesos sexuales. También era temida por azuzarperros contra mujeres embarazadas y por disfrutar las torturaspsicológicas a las que las sometía. Sentía placer de meterse enuna bañera con leche y vino enfrente de prisioneros que morían dehambre.

La Gestapo fue el más terrorífico aparato de represión que sehaya conocido. Apareció durante 1933 en Alemania y sirvió demanera tan eficiente y siniestra al régimen nazi, que se creíaque la dictadura de Hitler jamás habría podido llegar a lasalturas que alcanzó, de no ser por la temible organizaciónmanejada por oficiales corruptos e inmisericordes. Así, el másgigantesco monopolio del terror y la infamia que haya conocido elmundo, se llamó Gestapo.

Hombres, mujeres o niños podían ser detenidos por la Gestapo einternados en los campos de concentración que la organizaciónnazi administraba con colaboradores como “La Bruja deBuchenwald”.

Ilse Koch jugaba con sus prisioneros. Los desnudaba y lesexpulsaba a medianoche para que enfermaran de frío. Luego, lesnegaba atención médica.  Se decía que a varios cautivos loshizo despedazar por perros amaestrados, todo ello en laterrorífica Alemania de Hitler, donde la Gestapo jugó un papelpreponderante.

El verdadero temor de los prisioneros llegaba cuando la mujerlos obligaba a desnudarse frente a ella. Seleccionaba, entonces, aquienes tuvieran la piel más firme (y sobre todo si teníantatuajes) y mentalmente los iba marcando. Pronto, estas personasmorirían en las cámaras de gas y la dejarían libre para extraersu piel y realizar sus oscuros proyectos.

La vida de Ilse Koch fue en decadencia, mientras su marido fueejecutado por los propios nazis en abril de 1945, en el mismo campoque dirigió. Ella fue enjuiciada. Sería hasta 1947 que la mujerfuera juzgada en una corte de los Estados Unidos. Allí se lecondenó a cadena perpetua.

De acuerdo con las últimas cartas que intercambió con su hijano se arrepentía de nada, pero consideraba que sólo la muertepodría liberarla:

“No hay otra salida para mí, la muerte es la únicaliberación”, señaló “La Bruja de Buchenwald”, al momentode su solitario escape en septiembre de 1967. Hizo una tira con lassábanas de su alcoba y se ahorcó en su celda. Nadie lloró sumuerte.

La historia de Ilse Koch se ha perdido entre las brumas de laleyenda.

Consulta hemerográfica:

LUIS FRANCISCO MACÍAS

ARCHIVOS CRIMINALES

LUIS FRANCISCO MACÍAS

Era el año 1964. Francisco Paredes había alquilado lahabitación 17 del Motel La Vada, en Avenida Insurgentes Norte1700, aquel viernes 18 de septiembre. Después de bañarse salió ala calle en su auto, Ford 1957, con placas del Estado deCalifornia, Estados Unidos. Era de noche y buscaba divertirse. Seenfiló hacia Avenida Juárez y entró al Hotel del Prado. Seacomodó en un confortable asiento del bar Nicté-Ha. Allíconoció a una rubia, norteamericana y tomaron algunos tragos.

Francisco Paredes contaba con 45 años de edad y desde hacíamucho tiempo trabajaba en Estados Unidos como locutor bilingüe; aúltimas fechas se había graduado como contador y trabajaba en unalmacén de Chicago, Illinois. Seguramente de ello platicó con lachica a quien había conocido, momentos antes de invitarla al lugardonde él estaba hospedado.

Tras beber varias copas se dirigieron al Motel La Vada, dondeella se sintió molesta a causa de una afección estomacal portanto alcohol ingerido. El galán no creyó en la enfermedad eintentó forzar una relación sexual, a lo que se opuso la señora,quien sacó una pistola de su bolso de mano y le hizo dos disparos,“pero no con la intención de matarlo, sino solamente deamedrentarlo para que desistiera de sus propósitos”, declararíaSharon más adelante, al ser detenida.

Al parecer, la señora quiso apoderarse del dinero de FranciscoParedes aquella madrugada.

Sábado 19 de septiembre.

LA PRENSA informó que Sharon Elizabeth Kinne era una mujer muypeligrosa, que puso en jaque a los agentes del Servicio Secreto en1964. Se dedicaba al asalto de incautos y aquel sábado asesinó deun balazo a su amigo ocasional,  Francisco Paredes Ordóñez, enuna habitación del Motel La Vada. Después de cometido su crimen,la extranjera apagó la luz del primer piso e intentó huir, peroel velador Enrique Martínez Rueda trató de detenerla y fue heridode un tiro en la espalda por la peligrosa fémina.

Gravemente lesionado, el vigilante se enfrentó a la extranjeray con grandes trabajos logró desarmarla.

Luego llegaron agentes del Servicio Secreto, alertados porelementos de la Policía Preventiva, y la extranjera fue trasladadaa los separos de Tlaxcoaque, donde se ubicaba la Jefatura dePolicía.

También fue detenido su novio, a quien Sharon le había pagadoel viaje a nuestro país.

En un bolso de mano los investigadores encontraron dos cajas con100 cartuchos, calibre .22.

Una más fue descubierta junto al cuerpo de Francisco Paredes,que estaba tendido sobre la cama del cuarto, con un balazo en lacaja torácica.

El velador herido fue llevado al Hospital Rubén Leñero dondelos cirujanos le iban a extraer un proyectil, alojado en eltórax.

Sharon no hablaba español o fingía no entenderlo, cuando lainterrogaban los agentes comandados por Manuel Baena Camargo.

Dizque en un principio “les proporcionó muchas versionesfalsas de los hechos e inclusive les reveló varios nombres, casitodos inexactos”. La mujer se cambiaba de nombre con frecuencia,porque en Estados Unidos había sido procesada por dosasesinatos.

En 1964 se encontraba libre bajo fianza y supuestamente nodebía abandonar el país del norte, por lo que proporcionó aquínombres falsos para despistar.

SU AMIGO ERA UN PÁJARO DE CUENTA

Sharon declaró que había entrado a México por la frontera deLaredo, Tamaulipas, en compañía de su amigo, el gángster FrancisSamuel Puglishe. Estaban registrados como esposos -que no eran- enel Hotel Gin, de las calles de Éufrates, Colonia Cuauhtémoc.

La policía norteamericana buscaba a Puglishe, como presuntoresponsable de robo y lesiones, vino a México “invitado, congastos pagados, por Sharon”.

Al norteamericano se le encontraron diez cartuchos de escopeta,una pistola escuadra automática calibre .22, un desarmador grande,una pequeña hacha, dos tijeras grandes y un pequeño tridente.Reconoció que eran sus “herramientas de trabajo” en asaltos yrobos a casas habitadas.

Francis Samuel Puglishe reconoció haber prestado serviciosdurante tres años en la Armada norteamericana y luego pasó tiempoencerrado en la cárcel de Carson City, Nevada, por los delitos derobo y lesiones en agravio de varios individuos a quienesasaltó.

PODÍA VOLVER A MATAR; DEBÍA MÁS CRÍMINES

La carrera delictiva de Sharon comenzó a los 23 años de edad,cuando asesinó de un balazo a mansalva a su esposo, James Kinne,mientras dormía. Eso ocurrió en 1960, en Kansas City, Misuri,donde fue arrestada, pero logró su libertad con una fianza de 20mil dólares. Meses después la policía norteamericana la señalócomo presunta homicida de Paty Jones, esposa de un hombre con elque Sharon sostenía relaciones extramaritales.

Paty Jones desapareció el 25 de mayo de 1960, cuando salió desu trabajo, en Midwest. Ella recibió antes de salir un llamadotelefónico de Sharon, por medio del cual la citaba paraplaticar.

La señora Jones era esposa de Walter Jones, quien conoció aSharon por una operación de compra-venta de un automóvil;comenzaron a frecuentarse y Sharon le pidió a Walter queabandonara a su mujer o de lo contrario le informaría que era suamante.

Walter pensó en sus hijos y se negó a cumplir el deseo deSharon y paulatinamente se alejó de la peligrosa rubia, pero éstacitó a Paty para matarla de tres balazos en un paraje “paraenamorados” y la ocultó entre matorrales.

La culpable confesó al detective John Boldiz su crimen, locondujo al sitio en que había dejado el cuerpo y estacionó elauto de manera que John pudiera ver el cadáver. El paraje selocaliza por el camino de Phelps.

Extrañamente, Sharon fue absuelta por un jurado integrado por12 hombres, quienes sintieron simpatías por la acusada, inclusive,al salir del juzgado, uno de los jurados le pidió suautógrafo.

Sharon tenía 3 hijos en Estados Unidos. Después que el juradonorteamericano la absolvió, un exfuncionario de la policía,Eugene Bewley, declaró a los periodistas que la rubia “era delas personas que siempre tratan de aparecer humildes para despertarcompasión”.

Pero, en realidad, “es una psicópata, una mujer peligrosacapaz de volver a matar cuando esté libre”...

ESCAPÓ Y SE ESFUMÓ

Diciembre, 1969.- Sentenciada a 13 años de prisión, SharonKinne, de 32 años de edad, fue enviada a la Cárcel de Mujeres,donde, según el diarista Jorge Ramos, algunas internasprivilegiadas “no pasaban lista, ni dormían en laPenitenciaría, y tenían permisos especiales para pasar la nocheen compañía de amigas, celadoras o conocidas de éstas”. Sharoncontaba con uno de esos permisos. Se fugó el domingo 7 dediciembre durante un apagón registrado en la Cárcel de Mujeres ycon la complicidad de varios desleales servidores públicos.

La joven escapó después de cinco años de cautiverio. Losagentes que la buscaban tenían órdenes de disparar contra ella“si era necesario”, pero no la localizaron con rapidez; quizálogró llegar a Estados Unidos, aunque no le convenía mucho,porque la buscaban por el asesinato de dos personas.

Jorge Ramos informó que la “enferma mental, Sharon ElizabethKinne, asesinaba por placer, según informes policiacos”.

La criminóloga María de Lourdes Ricaud, directora de laCárcel de Mujeres, dijo que aquel domingo, le avisaron a las 21:45horas, que Sharon no estaba en el penal y que varios patrulleros labuscaban por el campo de Iztapalapa.

La policía llegó a la barda que daba acceso a la calle y, enun pirul encontró huellas de pisadas, una rama desgajada y uncinturón de hombre. También fue hallada una escalera paraincendios cerca de la barda del penal.

Sharon estaba encargada de la tienda en la Cárcel de Mujeres yel día que se fugó, le llamó por teléfono su madre desdeAlaska. No se supo qué deseaba comunicarle la señora.

De la tienda fue destituida Sharon por su mal comportamiento ypésimo carácter. Era difícil de tratar y últimamente “sededicaba a elaborar flores de migajón, que regalaba o vendía”,dijo Pilar Guzmán, vigilante de la Cárcel de Mujeres.

La directora del penal comentó que “cuando alguien reportamuy enfermo a un familiar de las internas, éstas pueden salir averlo custodiadas por los empleados de vigilancia”.

Un farmacéutico era gran amigo de Sharon y pudo haberla ayudadoa salir.

La pista de la norteamericana, hasta donde se sabía, fueperdida por las autoridades mexicanas.

ARREBATÓ LA VIDA A SU TÍA E HIRIÓ A SU HERMANA

Todo estaba listo para que aquella mañana de mayo, Elisacontrajera matrimonio civil con el maestro de música, HéctorUgalde Guillén. La preciosa novia se disponía a darse una duchapara enseguida arreglarse. Mientras tanto, su hermano, JuanAlberto, se levantó a las 7:30 horas, salió de su alcoba yencaminó sus pasos hacia el comedor. Allí le sirvió el desayunosu mamá, también llamada Elisa (Ramírez Guzmán).

La señora notó que su hijo estaba muy nervioso. Ni siquieratomó asiento, saboreó un poco de café y paseaba de un lado aotro.

-¿Qué te pasa? -preguntó la madre.

-¡Qué te importa, atiende tus cosas y deja las mías!-respondió el joven.

-Tus problemas los siento míos -dijo su madre.

-¡Pero eso se acabó, me tienen cansado! -gritó, al tiempo quearrojaba la taza sobre la mesa y corría para refugiarse otra vezen su alcoba.

No habían transcurrido muchos minutos cuando Juan Albertosalió en busca de su hermana Elisa, y notó que la joven lavabaunas prendas de vestir en el baño.

Convertido en una furia, el estudiante se introdujo al baño yle dijo a su consanguínea: “¿Por qué me mandaron al hospitalpsiquiátrico? ¡Vi escenas que me aterraron entre lospacientes!”

Acto seguido sacó de su bolsillo una navaja y comenzó aagredir a su hermana. La asustada mujer, de 25 años de edad,comenzó a gritar; pero luego reaccionó y guardó silencio.Comprendió que su hermano seguía enfermo y prefirió callar parano excitarlo más.

Sin embargo, los gritos de Elisa fueron escuchados por la tíade los hermanos, Ángela Ramírez, quien preguntó al muchacho porqué agredía a su hermana.

El estudiante, de 22 años de edad, quien sujetaba a Elisa ytenía en alto el brazo derecho, listo para descargar un golpe quehubiera sido mortal, se volvió hacia su tía.

Sin pronunciar palabra, se lanzó sobre la señora y le clavóel arma en el cuello.

La lesión fue letal. Ángela se desplomó gravemente herida. Eljoven perturbado quedó en contemplación del cuerpo de su tía.Elisa aprovechó el instante para salir del baño y correr hasta laplanta baja. Estaba aterrorizada, ni siquiera podía hablar. Ysalió precipitadamente de su hogar para atenderse de la herida quesu consanguíneo le provocó en el cuello.

Todos los moradores de la casa se dirigieron hacia el pasillodonde ocurrió el dramático suceso. Juan Alberto los vio conmirada extraña; sostenía aún la navaja en la diestra y hasta sepuso en posición de ataque.

Raul Hellmer, amigo de la familia, intervino con mucho tactopara evitar que la tragedia creciera; se ganó la confianza delenfurecido estudiante y cuando lo tuvo cerca pudo despojarlo de lanavaja. Después, el agresor fue conducido a su recámara. Su otrahermana, Eugenia, estuvo con él hasta que recuperó la calma.Elisa, dolida del alma, se vio precisada a posponer unas horas laboda con el profesor de música.

Durante el tiempo que tardaron en llegar los socorristas, latía malherida mantuvo heroica actitud y no culpó a su sobrino.Comenzó a debilitarse y falleció sin pedir castigo para suagresor. Exhaló su último aliento en la Cruz Roja. Ángela erainspectora de Educación Pública y tenía 64 años de edad.

Luego, el comandante Jorge Obregón Lima envió a dos agentespara detener al agresor, a quienes les suplicó el estudiante quelo presentaran ante las autoridades respectivas.

ERA UN ESTUDIANTE EJEMPLAR

Juan Alberto había estudiado piano durante cinco años y dabaclases en un jardín de niños. También estudió Leyes, así comoFilosofía y Letras y había iniciado otras dos carreras en aulasuniversitarias. Elisa explicó que su hermano era inteligente, perosolía estudiar demasiado.

Las excelentes calificaciones que obtenía hacían suponer aJuan Alberto que “nada podría detenerlo en su progreso”, hastaque el siquiatra Raúl Córdoba Olguín le dijo que debíacomportarse de manera diferente o lo enviarían a conocidonosocomio de Mixcoac.

Elisa era señalada por Juan como “responsable” de haberlointernado en el hospital del psiquiatra Samuel Ramírez Moreno, encuyo honor se erigiría muy posteriormente un hospital campestredel mismo nombre, en la carretera México-Puebla; ingresó endiciembre de 1959 y se le dio de alta en junio de 1960. En elsanatorio le aplicaron los clásicos y anticuados electrochoques.En alguna ocasión trató de privarse de la vida porque algunosparientes se burlaban de él al considerarlo “feo”.

Al ser dado de alta por Córdoba Olguín, dizque porque ya norepresentaba peligro para sus familiares, Juan Alberto comenzó aperder otra vez la calma, hasta saber que su hermana iba a casarsey quiso frustrarle la fiesta... y lo consiguió aquel viernes 19 demayo de 1961, en la casa 71 de la Calle Cuernavaca, en la ColoniaHipódromo Condesa.

LOS HORRORES DE ILSE KOCH

La torturadora Ilse Koch era conocida como “La Bruja deBuchenwald” y ocupa un sitio especial entre los dramas de guerra.Indudablemente era de las más entusiastas colaboradoras de laGestapo. Era responsable de un campo de concentración y la mujernazi que hacía lámparas de piel humana. Junto a su marido, elcoronel Karl Otto Koch, eran cómplices en las torturas, orgías yel robo de fondos públicos al régimen nazi.

La señora Koch no era fea, físicamente, pero su alma estabaennegrecida por la falta de misericordia. La misteriosa mujernació en Desdén, en 1906, donde estudió taquigrafía; trabajóen aquella ciudad, en 1922, para una fábrica y posteriormentepasó a ser dependiente en una librería.

Primero, dada su atractiva figura y personalidad, comenzó atener romances con oficiales nazis ligados a la Waffen-SS. Ya,durante 1932, se afilió al Partido Nazi Alemán y dos añosdespués se “enamoró” de Karl Otto Koch, un teniente 10 añosmayor que ella, que estaba radicado en la zona por un tiempoacotado. Fue su oportunidad, se casó con él en 1937 cuando yahabía ingresado a la elite de la SS y tuvo dos hijos con él.

“Era una mujer muy hermosa de largos y rojos cabellos, perocon la suficiente sangre fría como para disparar a cualquier presoen cualquier momento”, dijeron testigos.

Mientras su marido crecía en el aparataje nazi, la mujeracrecentaría su leyenda en base a torturas, abusos y muertes. Ellapodía escuchar -quizá disfrutar- de los dramáticos lamentos delos moribundos, hombres y mujeres que pedían agua y alimento,mientras suplicaban información sobre los hijos“extraviados”.

Los niños eran arrojados como fardos a los hornos decremación.

Muchos tenían vida cuando el fuego los alcanzaba. Otros menoreseran utilizados para elaborar jabón perfumado y su piel erasecretamente apreciada entre los nazis, porque “las lámparasespeciales, confeccionadas con la epidermis de las criaturas,despedía mayor claridad”.

No era difícil conseguir una lámpara de esas: en ocasionesaparecían, a trasluz, los números y otros tatuajes con que semarcaba a los desventurados. El cabello, higienizado, de muchasvíctimas, rellenaba almohadones y todos los dientes de oro eranfundidos para incrementar las riquezas del Reich.

Se decía que Ilse Koch torturaba con latigazos a losprisioneros que no le saludaran o que la miraran en exceso.Dependía, según testigos, de su estado de ánimo. Asimismo,mandó a construir, con fondos del campo, un “picadero” en supropia casa donde torturaba y asesinaba a sus víctimas después dellevar a cabo excesos sexuales. También era temida por azuzarperros contra mujeres embarazadas y por disfrutar las torturaspsicológicas a las que las sometía. Sentía placer de meterse enuna bañera con leche y vino enfrente de prisioneros que morían dehambre.

La Gestapo fue el más terrorífico aparato de represión que sehaya conocido. Apareció durante 1933 en Alemania y sirvió demanera tan eficiente y siniestra al régimen nazi, que se creíaque la dictadura de Hitler jamás habría podido llegar a lasalturas que alcanzó, de no ser por la temible organizaciónmanejada por oficiales corruptos e inmisericordes. Así, el másgigantesco monopolio del terror y la infamia que haya conocido elmundo, se llamó Gestapo.

Hombres, mujeres o niños podían ser detenidos por la Gestapo einternados en los campos de concentración que la organizaciónnazi administraba con colaboradores como “La Bruja deBuchenwald”.

Ilse Koch jugaba con sus prisioneros. Los desnudaba y lesexpulsaba a medianoche para que enfermaran de frío. Luego, lesnegaba atención médica.  Se decía que a varios cautivos loshizo despedazar por perros amaestrados, todo ello en laterrorífica Alemania de Hitler, donde la Gestapo jugó un papelpreponderante.

El verdadero temor de los prisioneros llegaba cuando la mujerlos obligaba a desnudarse frente a ella. Seleccionaba, entonces, aquienes tuvieran la piel más firme (y sobre todo si teníantatuajes) y mentalmente los iba marcando. Pronto, estas personasmorirían en las cámaras de gas y la dejarían libre para extraersu piel y realizar sus oscuros proyectos.

La vida de Ilse Koch fue en decadencia, mientras su marido fueejecutado por los propios nazis en abril de 1945, en el mismo campoque dirigió. Ella fue enjuiciada. Sería hasta 1947 que la mujerfuera juzgada en una corte de los Estados Unidos. Allí se lecondenó a cadena perpetua.

De acuerdo con las últimas cartas que intercambió con su hijano se arrepentía de nada, pero consideraba que sólo la muertepodría liberarla:

“No hay otra salida para mí, la muerte es la únicaliberación”, señaló “La Bruja de Buchenwald”, al momentode su solitario escape en septiembre de 1967. Hizo una tira con lassábanas de su alcoba y se ahorcó en su celda. Nadie lloró sumuerte.

La historia de Ilse Koch se ha perdido entre las brumas de laleyenda.

Consulta hemerográfica:

LUIS FRANCISCO MACÍAS

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