/ viernes 4 de octubre de 2024

El Fakir Harry, el hombre que se clavó a una tabla para ser exhibido día y noche

Harry Von Wieckende quería ofrecer su sacrificio como una prueba para que el cielo concediera la paz a la humanidad con la pronta terminación de la Segunda Guerra Mundial

Todo comenzó en agosto de 1943, cuando una intensa campaña publicitaria anunciaba un sensacional experimento: un misterioso hombre se haría clavar sus pies y la mano izquierda en una tabla, durante 100 días para ser exhibido día y noche. Largos clavos de oro atravesarían sus extremidades para quedar fijadas en un tablón estilo hindú en un acto de fakirismo.

Se llamaba Harry Von Wieckende, conocido como "El Fakir Harry”. LA PRENSA lo entrevistó y dijo que su acto experimental lo había realizado en otros países; pretendía ser paseado por toda la república clavado en su tabla.

Harry Wieckende declaraba a nuestro reportero, Miguel Gil, que quería ofrecer su sacrificio como una prueba para que el cielo concediera la paz a la humanidad con la pronta terminación de la Segunda Guerra Mundial.

El 17 de agosto, unos días antes de ser clavado, Harry Wieckende declaró al reportero Gil que no era una persona insensible al dolor. Aseguró que llevaba muchos años de practicar severas disciplinas para enseñar a su cuerpo a someterse a su absoluta voluntad.

-¿Sufre usted con esos experimentos? -le cuestionó Gil.

-Sí señor, naturalmente que sufro, porque tengo sensibilidad como cualquier hombre normal.

Dijo Harry que sus músculos obedecían al mandato imperioso de su voluntad y que su conciencia estaba perfectamente dominada.

-¿Por qué no usa usted clavos comunes y corrientes?

-Uso clavos de oro, porque a ese metal le atribuyo propiedades especiales, porque nunca tendré una infección mientras mi carne sea lacerada.

-¿Y usted cree resistir?

-Esta prueba ya la he hecho varias veces en otros países, pero nunca de esa duración.

-Cada vez procuro alargarla y no sé si habré adquirido la educación necesaria de mi voluntad para resistir el dolor durante todo ese tiempo.

-De todas maneras, cualquiera que sea el tiempo que durare, mi alma se purificará y mediante el ayuno mi organismo será renovado.

Dijo Harry que el acto de fakirismo que ha anunciado es un experimento de resistencia al dolor físico que en México no se ha visto hasta ese momento.

El exótico personaje fue clavado el jueves 26 de agosto a las 14:45 horas en un local acondicionado como "El Palacio Hindú”, en Avenida San Juan de Letrán 5, frente al cine infantil Cinelandia, en presencia de más de 100 personas.

Escucha aquí el podcast ⬇️

La gente acudía curiosa, pero hubo desmayados

Después de la escalofriante ceremonia en que El Fakir Harry fue clavado, al día siguiente, el viernes 27 de agosto de 1943, en San Juan de Letrán la gente se agolpaba y pretendía entrar desde temprana hora. Desfilaban frente al fakir. Atestiguaban de cerca que en realidad aquel hombre estuviera clavado.

Un testigo de los hechos señaló a LA PRENSA:

-Nunca he sufrido tanto. Sufrí lo indecible mientras se horadaban los gruesos maderos, viendo ante mí los pies del fakir, traspasados por los filosísimos clavos de oro.

Con su mano derecha Harry se ayudaba a fumar e ingerir sus alimentos y bebidas. Sus ayudantes le leían los periódicos, conversaba con los visitantes. Había quienes no soportaban la escena y se desmayaban o sufrían vértigos. No faltaron quienes le entregaron milagritos de plata o imágenes de santos para darle auxilio espiritual. Incluso una señora le pidió, como si se tratara de un santo, que influyera para encontrar a su hijo perdido hacía días.

Alrededor de "El Fakir Harry" había mujeres vestidas como odaliscas y en todo momento una enfermera. La gente que lo vio en sus primeros 3 días de crucifixión, decía que Harry experimentaba una angustia inenarrable. El dolor laceraba sus carnes. Pero se mantenía estoico frente al desfile del público por el calvario de aquella feria en San Juan de Letrán.

Cantinflas y Paco Malgesto lo visitaron

Para el 13 de septiembre de 1943, "El Fakir Harry" había sido examinado por 62 médicos y visitado por más de 150 mil personas, entre gente del pueblo, artistas y celebridades, como Mario Moreno “Cantinflas", Antonio Badú, María Teresa Montoya, Tito Junco, el torero Luis Procuna.

Paco Malgesto, que entonces era cronista taurino, transmitió a través de los micrófonos de Radio Mil lo que estaba observando.

-¡Oiga usted! Esto que estoy observando me parece algo de lo más tremendo, y hay que anotar que he visto todas las terribles cornadas que han recibido los toreros en los últimos tiempos...

Durante la noche del miércoles 15 de septiembre, el doctor Merino notó severas dificultades respiratorias en el fakir y determinó que era imposible seguir adelante con el experimento y para evitar complicaciones ordenó que fuera desclavado, contra la voluntad del mismo Wieckende.

Al día siguiente se le retiraron los clavos y fue llevado en una ambulancia a un sanatorio de la Colonia San Rafael.

Al ser internado se le diagnosticaron principios de congestión pulmonar y complicaciones cardiacas, además de las lesiones ocasionadas por los clavos.

Harry ya no salió vivo del Hotel Gilow

Tras permanecer 5 días bajo estricta vigilancia médica, el martes 21 de septiembre de 1943, "El Fakir Harry" fue dado de alta. Fue sacado del hospital y a bordo de un automóvil se le condujo al Hotel Gilow, en Isabel la Católica.

A las 18:30 horas, por su propio pie descendió del automóvil y se introdujo al hotel. Seguido de cerca por su representante y apoderado, Carlos de la Rivera, subió en un elevador hasta el tercer piso. Dando muestras de una gran agitación, al llegar al umbral de su habitación, la número 302, cayó al piso desfalleciente. Minutos más tarde, "El Fakir Harry" había muerto.

Fue sepultado después del mediodía del jueves 23 de septiembre en el Panteón Jardín. El certificado de defunción señaló que se trató de muerte natural, pero la Jefatura de Policía giró una orden para que la entonces Procuraduría del Distrito Federal iniciara una investigación sobre su muerte.

El reportero de LA PRENSA, Miguel Gil, acompañado del fotógrafo Miguel Casasola, presenció la autopsia realizada por los doctores José Sol y Juan Pérez Muñoz, en el anfiteatro del Hospital Juárez.

¿Quién era el fakir Harry Wieckende?

De acuerdo con las notas periodísticas que aparecieron en los siguientes días, se supo que Harry Wieckende nació en Bombay, de padres suizos. Tenía 33 años de edad y había viajado mucho durante su infancia y juventud en La India -en donde se aficionó por los secretos del fakirismo -, Suiza y Alemania.

Arribó a Brasil años más tarde y recorrió el continente americano. Llegó a México en 1937 y fijó su residencia en la calle Bolívar 66. Trabajó en teatros como el Lírico y el Follies realizando actos increíbles en los que comía clavos, tragaba lumbre, se encajaba navajas en el pecho y se perforaba la piel con diversos objetos.

Hablaba poco castellano y defectuosamente, por ello sólo pudo participar en el cine como extra y stunt man.

Tiempo atrás se había sometido a la prueba del suplicio en tres oportunidades. La primera en Jamaica, donde permaneció 10 minutos clavado.

La segunda ocasión fue en Caracas, en la que aguantó 36 horas. Y la última en Panamá, en donde resistió 10 días. Al concluir su exhibición se operó los pies y las manos para canalizarse las heridas y poder presentarse en otros países.

Cabe recordar que, durante su acto en la Ciudad de México, dos incidentes graves complicaron la situación de Harry. La tarde de l2 de septiembre de 1943, el tablero hindú comenzó a partirse longitudinalmente por la mitad y el fakir, en grave riesgo de caer y quedar colgado con los clavos incrustados en su cuerpo, tuvo que ser soportado y auxiliado por varias personas hasta que el tablero fue reparado con un nuevo respaldo.

A raíz de aquel incidente se emitió un nuevo reporte médico en el que se aseguraba que su estado de salud era satisfactorio y que podría continuar con su prueba.

El sábado 4 de septiembre, Harry fue víctima de un salvaje atentado en aquel jacalón improvisado en San Juan de Letrán.

Un individuo estadounidense que se acreditó como médico, se le acercó y, tras haber solicitado autorización para examinar y tocar las heridas, tomó las cabezas de los clavos de los pies, las removió y hundió con gran fuerza, lastimando aún más las carnes del fakir.

Ante los gritos de dolor, el supuesto médico, espantado, corrió entre el público y se dio a la fuga. La nota periodística reportó lo siguiente respecto al estado del fakir:

"Momentos después del salvaje acto del supuesto médico norteamericano todo cambió. No habló más y entró nuevamente en estado semihipnótico. Por su parte, el doctor Merino vio que la crisis de dolor era muy intensa, aunque su estado de salud aún era bueno. No había fiebre ni infección en las heridas. El 10 de septiembre se anunció que "El Fakir Harry" sería exhibido por el país, gira que ya no se llevó a cabo. El destino inexorable tenía otros planes para el mago que causó tremendo revuelo entre el público mexicano.

Empresarios voraces

Se calculó que las utilidades que produjo el experimento habrían dejado a Harry cerca de 15 mil pesos, siendo esta suma apenas un mínimo porcentaje de las entradas. Al ser entrevistado Carlos de la Rivera, apoderado del fakir, señaló que Harry se acercó a él para mostrarle sus capacidades y convencerlo de realizar la prueba. Hicieron un contrato comercial y posteriormente encontraron a la persona que financió el negocio, el empresario Ángel Alcántara Pastor, quien hizo una inversión de 20 mil pesos.

Cuando se le preguntó por qué el fakir no fue desclavado cuando comenzó a mostrar signos claros de agotamiento y enfermedad, su apoderado respondió:

-El señor Alcántara y yo tratamos de persuadirlo para que se dejara desclavar, pero Harry se negó obstinadamente. Él era un fanático de su arte y quería cumplir su promesa hasta el final. Ya en otras ocasiones lo había hecho con éxito.

-En este momento no he ganado ni para el sanatorio -contestó Carlos de la Rivera al reportero.

Amigos del fakir dijeron que Harry amaba su profesión extrahumana con un celo poco común. Se dijo que no estaba preparado para resistir aquel sacrificio y por eso se lamentó mucho durante los primeros tres días. Se supo que murió porque no fue desclavado a tiempo y porque los empresarios habían invertido mucho dinero en el negocio y querían recuperarlo con creces.

¿Murió o lo dejaron morir?

Harry Wieckende aprendió el oficio del fakirismo con perseverancia. Llevaba en sus venas sangre alemana y suiza. Héroe estrafalario con virtudes ejemplares, que llegó al sacrificio para ser un virtuoso de la profesión que eligió como definitiva en su existencia.

José Rodríguez, íntimo amigo del fakir, señaló que junto con otras amistades de Harry velaron por su salud, día y noche, turnándose en grupos de cuatro.

-Por nuestra cuenta le pusimos un enfermero, al cual le pusieron muchas trabas para acercarse a Harry.

También le contratamos por nuestra cuenta a un doctor, a quien tampoco le dejaron observar al hombre que estaba jugándose la vida.

Sin embargo, el fakir pudo ser observado por otros tantos facultativos durante su acto en San Juan de Letrán.

-Harry pedía café -dijo Rodríguez- y nunca se lo dieron. Hacía sus necesidades en un lavamanos inmundo, mismo en el que luego se lavaba las manos. Nosotros le tuvimos que comprar un “cómodo" para evitar ese acto bochornoso.

No se explicaba José Rodríguez que un médico haya dado de alta a Harry, tan enfermo, que muere minutos después de una embolia en el corazón.

-No querían desclavarlo hasta que pasaran las Fiestas Patrias porque entonces los empresarios calculaban tener ganancias triples. Yo acuso de indolencia criminal a los doctores que estuvieron constantemente a su lado.

Por su parte Alfonso Jiménez, otro allegado amigo de Harry Wieckende, señaló que no consideraba que haya existido dolo en la muerte de Harry. Fue su destino y nada más. Días antes hablaba de su última prueba.

-Platicó conmigo. Estaba encantado. Hablaba de su crucifixión como si se tratara de su próximo casamiento. Amaba su oficio. Él mismo pulía, afinaba y desinfectaba los clavos que luego iban a perforar su carne. Decía que sería su última prueba, que con ese dinero iba a retirarse.

Harry le enseñó a su amada el "doloroso" oficio

Resulta interesante conocer el lado humano de Harry Wieckende, quien en la vida real no era el personaje fantástico que la gente imaginaba. Era un bohemio completo -escribía Miguel Gil- un hombre sencillo y bueno. Era culto, experimentado. Había viajado mucho. En la India, Suiza y Alemania obtuvo mucha experiencia personal.

Y aunque se dijo que Harry era soltero, el viernes 24 de septiembre, se escribió que "estuvo casado con una francesa, y la pareja vivió en Mérida".

Resulta que, durante el sepelio del trotamundos, los reporteros pudieron localizar entre toda aquella gente -se calculaban 10 mil personas- a la esposa de Harry, Rosana Lara, una joven que trabajaba en las carpas de la ciudad. Dijo que iba a embarcarse a Yucatán, pero que estando en Veracruz, en espera de su barco, que había embarrancado, recibió la noticia de la muerte del que fue su "gran amor", y volvió a la capital.

Dijo además que iba a denunciar el intestado de su esposo, pero no sabía cuánto tenía en efectivo o si su apoderado había recogido todo el dinero.

En Mérida, Harry dirigió la operación a su esposa para que posteriormente "se clavara" como lo hacía él. A dicha mujer se le podía ver en otras ciudades como Monterrey haciendo una exhibición semejante a la que hubo en San Juan de Letrán. Se contó que la esposa del fakir tenía ya varios días de estar clavada, pero como el espectáculo valía poco -20 centavos por persona- no le alcanzaba el dinero para volver a la capital, y con grandes sacrificios permaneció tres días más.

Luego, LA PRENSA informó de otros casos de "fakires" en México; tres hombres y un niño tenían sus miembros atravesados, alguno hasta por 4 clavos. Y no solamente la piel y la carne, sino hasta los huesos. Pero no era el suyo un suplicio para ganar dinero con un espectáculo, sino el proceso de una curación que les devolvería piernas que parecían perdidas para siempre.

Cuatro fakires en el hospital

Después del escándalo social generado por la muerte del Fakir Harry, quien se hizo clavar en un tablón estilo hindú en un local de San Juan de Letrán en agosto de 1943, LA PRENSA dio a conocer que en el Hospital Juárez había cuatro hombres clavados. Era el sábado 25 de septiembre de aquel año. Se trataba de seudofakires. Dos de ellos y un niño, tenían hasta cuatro clavos galvanizados atravesando sus piernas. Estaban en la sala 7. Pero en realidad, no se trataba de fakires, sino de enfermos, pero al final de cuentas, clavados.

Uno de ellos -Clemente Hernández- tenía cuatro clavos. Dos verticalmente y dos horizontales. El doctor descubrió su pierna izquierda y el reportero pudo ver que los clavos estaban de lado alado. Al paciente lo había atropellado un camión y le fracturó la pierna.

Explicó el doctor que el procedimiento de clavar a los que se rompen los huesos es viejísimo, pero por muchos años se le dejó en desuso y hasta ese año -1943- cuando se supo que en las retaguardias de los ejércitos en guerra (faltaban dos años para que culminará la Segunda Guerra Mundial) se hacía andar a quienes se fracturaban los miembros inferiores por alguna caída o que eran rotos por alguna bala, es cuando ha volvió a utilizársele.

Y en efecto, a los 6 días después del accidente, los soldados podían moverse y su curación no se retrasaba con el movimiento o ajetreo que los obligaba a una retirada. El Ejército norteamericano estaba utilizando la férula de Stader para tal objeto; consistía en una plancha de hierro con agujeros, para que través de ellos se ajustaran los clavos, que penetraban las carnes del individuo, para que, por medio de la inmovilidad que el aparato producía, se lograra el contacto de los huesos y se soldaran.

Incluso a voluntad del paciente, estando clavado, y no poder mover el miembro afectado, éste permanecía inmóvil.

Explicó también el médico que, dentro de un plazo corto, en caso de ser necesario, el paciente podía caminar, aunque, como era de suponerse, con algunos trabajos.

Otro de los pacientes que estaban clavados respondía al nombre de Othón Maya Valdez, quien a consecuencia de un balazo hubiera quedado cojo, a no ser por la acuciosidad, esmero y humanidad del médico.

Aquel hombre tenía roto el fémur y también se le estaba curando por medio del procedimiento que utilizó el infortunado Fakir Harry, o sea, el de clavarse.

Se explicó que los clavos que se utilizaban para los enfermos eran galvanizados para que no se produjera ninguna infección (Recordemos que el Fakir Harry los utilizaba de oro).

El especialista dijo que no en todos los casos se podía usar el procedimiento fakiresco.

-Hay otras técnicas: se enyesa, se estiran los miembros...

Como en el caso de un niño que se encontraba en la misma sala de recuperación. Tenía dos años de edad y tenía sus piernitas colgantes del travesaño del catre.

Se había fracturado sus miembros inferiores.

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Un niño de seis años, el primero en ser clavado

Había otro niño en la sala infantil, también clavado con cuatro enormes clavos. Alfonso Rivera contaba con seis años de edad. Era el primero de su edad que había sido clavado.

Aquel niño también había sido atropellado por un camión.

A punto estaba el reportero de despedirse del médico, cuando una jovencita se acercó a éste para indicarle que sentía mucho dolor. Él descubrió su media, y dejó al descubierto su pierna.

Tras recetarla comentó que aquella joven había donado un hueso a un pariente.

Los donadores de huesos resultaban más interesantes que los de sangre, según podía advertirse. El donador de sangre sólo se debilita, pero el de huesos sufría más. El médico abría la piel y el tejido celular, y luego cortaba con una sierra el hueso, colocándolo en el miembro de la persona que necesitaba el pedazo extraído del donador, quien por muchos días sufría las consecuencias de aquella operación, que significaba total abnegación y enorme sacrificio, del que sólo pueden ser capaces los familiares del paciente.

Y así fue como LA PRENSA realizó un reportaje más, aquel septiembre de 1943, en una época convulsionada por los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

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Todo comenzó en agosto de 1943, cuando una intensa campaña publicitaria anunciaba un sensacional experimento: un misterioso hombre se haría clavar sus pies y la mano izquierda en una tabla, durante 100 días para ser exhibido día y noche. Largos clavos de oro atravesarían sus extremidades para quedar fijadas en un tablón estilo hindú en un acto de fakirismo.

Se llamaba Harry Von Wieckende, conocido como "El Fakir Harry”. LA PRENSA lo entrevistó y dijo que su acto experimental lo había realizado en otros países; pretendía ser paseado por toda la república clavado en su tabla.

Harry Wieckende declaraba a nuestro reportero, Miguel Gil, que quería ofrecer su sacrificio como una prueba para que el cielo concediera la paz a la humanidad con la pronta terminación de la Segunda Guerra Mundial.

El 17 de agosto, unos días antes de ser clavado, Harry Wieckende declaró al reportero Gil que no era una persona insensible al dolor. Aseguró que llevaba muchos años de practicar severas disciplinas para enseñar a su cuerpo a someterse a su absoluta voluntad.

-¿Sufre usted con esos experimentos? -le cuestionó Gil.

-Sí señor, naturalmente que sufro, porque tengo sensibilidad como cualquier hombre normal.

Dijo Harry que sus músculos obedecían al mandato imperioso de su voluntad y que su conciencia estaba perfectamente dominada.

-¿Por qué no usa usted clavos comunes y corrientes?

-Uso clavos de oro, porque a ese metal le atribuyo propiedades especiales, porque nunca tendré una infección mientras mi carne sea lacerada.

-¿Y usted cree resistir?

-Esta prueba ya la he hecho varias veces en otros países, pero nunca de esa duración.

-Cada vez procuro alargarla y no sé si habré adquirido la educación necesaria de mi voluntad para resistir el dolor durante todo ese tiempo.

-De todas maneras, cualquiera que sea el tiempo que durare, mi alma se purificará y mediante el ayuno mi organismo será renovado.

Dijo Harry que el acto de fakirismo que ha anunciado es un experimento de resistencia al dolor físico que en México no se ha visto hasta ese momento.

El exótico personaje fue clavado el jueves 26 de agosto a las 14:45 horas en un local acondicionado como "El Palacio Hindú”, en Avenida San Juan de Letrán 5, frente al cine infantil Cinelandia, en presencia de más de 100 personas.

Escucha aquí el podcast ⬇️

La gente acudía curiosa, pero hubo desmayados

Después de la escalofriante ceremonia en que El Fakir Harry fue clavado, al día siguiente, el viernes 27 de agosto de 1943, en San Juan de Letrán la gente se agolpaba y pretendía entrar desde temprana hora. Desfilaban frente al fakir. Atestiguaban de cerca que en realidad aquel hombre estuviera clavado.

Un testigo de los hechos señaló a LA PRENSA:

-Nunca he sufrido tanto. Sufrí lo indecible mientras se horadaban los gruesos maderos, viendo ante mí los pies del fakir, traspasados por los filosísimos clavos de oro.

Con su mano derecha Harry se ayudaba a fumar e ingerir sus alimentos y bebidas. Sus ayudantes le leían los periódicos, conversaba con los visitantes. Había quienes no soportaban la escena y se desmayaban o sufrían vértigos. No faltaron quienes le entregaron milagritos de plata o imágenes de santos para darle auxilio espiritual. Incluso una señora le pidió, como si se tratara de un santo, que influyera para encontrar a su hijo perdido hacía días.

Alrededor de "El Fakir Harry" había mujeres vestidas como odaliscas y en todo momento una enfermera. La gente que lo vio en sus primeros 3 días de crucifixión, decía que Harry experimentaba una angustia inenarrable. El dolor laceraba sus carnes. Pero se mantenía estoico frente al desfile del público por el calvario de aquella feria en San Juan de Letrán.

Cantinflas y Paco Malgesto lo visitaron

Para el 13 de septiembre de 1943, "El Fakir Harry" había sido examinado por 62 médicos y visitado por más de 150 mil personas, entre gente del pueblo, artistas y celebridades, como Mario Moreno “Cantinflas", Antonio Badú, María Teresa Montoya, Tito Junco, el torero Luis Procuna.

Paco Malgesto, que entonces era cronista taurino, transmitió a través de los micrófonos de Radio Mil lo que estaba observando.

-¡Oiga usted! Esto que estoy observando me parece algo de lo más tremendo, y hay que anotar que he visto todas las terribles cornadas que han recibido los toreros en los últimos tiempos...

Durante la noche del miércoles 15 de septiembre, el doctor Merino notó severas dificultades respiratorias en el fakir y determinó que era imposible seguir adelante con el experimento y para evitar complicaciones ordenó que fuera desclavado, contra la voluntad del mismo Wieckende.

Al día siguiente se le retiraron los clavos y fue llevado en una ambulancia a un sanatorio de la Colonia San Rafael.

Al ser internado se le diagnosticaron principios de congestión pulmonar y complicaciones cardiacas, además de las lesiones ocasionadas por los clavos.

Harry ya no salió vivo del Hotel Gilow

Tras permanecer 5 días bajo estricta vigilancia médica, el martes 21 de septiembre de 1943, "El Fakir Harry" fue dado de alta. Fue sacado del hospital y a bordo de un automóvil se le condujo al Hotel Gilow, en Isabel la Católica.

A las 18:30 horas, por su propio pie descendió del automóvil y se introdujo al hotel. Seguido de cerca por su representante y apoderado, Carlos de la Rivera, subió en un elevador hasta el tercer piso. Dando muestras de una gran agitación, al llegar al umbral de su habitación, la número 302, cayó al piso desfalleciente. Minutos más tarde, "El Fakir Harry" había muerto.

Fue sepultado después del mediodía del jueves 23 de septiembre en el Panteón Jardín. El certificado de defunción señaló que se trató de muerte natural, pero la Jefatura de Policía giró una orden para que la entonces Procuraduría del Distrito Federal iniciara una investigación sobre su muerte.

El reportero de LA PRENSA, Miguel Gil, acompañado del fotógrafo Miguel Casasola, presenció la autopsia realizada por los doctores José Sol y Juan Pérez Muñoz, en el anfiteatro del Hospital Juárez.

¿Quién era el fakir Harry Wieckende?

De acuerdo con las notas periodísticas que aparecieron en los siguientes días, se supo que Harry Wieckende nació en Bombay, de padres suizos. Tenía 33 años de edad y había viajado mucho durante su infancia y juventud en La India -en donde se aficionó por los secretos del fakirismo -, Suiza y Alemania.

Arribó a Brasil años más tarde y recorrió el continente americano. Llegó a México en 1937 y fijó su residencia en la calle Bolívar 66. Trabajó en teatros como el Lírico y el Follies realizando actos increíbles en los que comía clavos, tragaba lumbre, se encajaba navajas en el pecho y se perforaba la piel con diversos objetos.

Hablaba poco castellano y defectuosamente, por ello sólo pudo participar en el cine como extra y stunt man.

Tiempo atrás se había sometido a la prueba del suplicio en tres oportunidades. La primera en Jamaica, donde permaneció 10 minutos clavado.

La segunda ocasión fue en Caracas, en la que aguantó 36 horas. Y la última en Panamá, en donde resistió 10 días. Al concluir su exhibición se operó los pies y las manos para canalizarse las heridas y poder presentarse en otros países.

Cabe recordar que, durante su acto en la Ciudad de México, dos incidentes graves complicaron la situación de Harry. La tarde de l2 de septiembre de 1943, el tablero hindú comenzó a partirse longitudinalmente por la mitad y el fakir, en grave riesgo de caer y quedar colgado con los clavos incrustados en su cuerpo, tuvo que ser soportado y auxiliado por varias personas hasta que el tablero fue reparado con un nuevo respaldo.

A raíz de aquel incidente se emitió un nuevo reporte médico en el que se aseguraba que su estado de salud era satisfactorio y que podría continuar con su prueba.

El sábado 4 de septiembre, Harry fue víctima de un salvaje atentado en aquel jacalón improvisado en San Juan de Letrán.

Un individuo estadounidense que se acreditó como médico, se le acercó y, tras haber solicitado autorización para examinar y tocar las heridas, tomó las cabezas de los clavos de los pies, las removió y hundió con gran fuerza, lastimando aún más las carnes del fakir.

Ante los gritos de dolor, el supuesto médico, espantado, corrió entre el público y se dio a la fuga. La nota periodística reportó lo siguiente respecto al estado del fakir:

"Momentos después del salvaje acto del supuesto médico norteamericano todo cambió. No habló más y entró nuevamente en estado semihipnótico. Por su parte, el doctor Merino vio que la crisis de dolor era muy intensa, aunque su estado de salud aún era bueno. No había fiebre ni infección en las heridas. El 10 de septiembre se anunció que "El Fakir Harry" sería exhibido por el país, gira que ya no se llevó a cabo. El destino inexorable tenía otros planes para el mago que causó tremendo revuelo entre el público mexicano.

Empresarios voraces

Se calculó que las utilidades que produjo el experimento habrían dejado a Harry cerca de 15 mil pesos, siendo esta suma apenas un mínimo porcentaje de las entradas. Al ser entrevistado Carlos de la Rivera, apoderado del fakir, señaló que Harry se acercó a él para mostrarle sus capacidades y convencerlo de realizar la prueba. Hicieron un contrato comercial y posteriormente encontraron a la persona que financió el negocio, el empresario Ángel Alcántara Pastor, quien hizo una inversión de 20 mil pesos.

Cuando se le preguntó por qué el fakir no fue desclavado cuando comenzó a mostrar signos claros de agotamiento y enfermedad, su apoderado respondió:

-El señor Alcántara y yo tratamos de persuadirlo para que se dejara desclavar, pero Harry se negó obstinadamente. Él era un fanático de su arte y quería cumplir su promesa hasta el final. Ya en otras ocasiones lo había hecho con éxito.

-En este momento no he ganado ni para el sanatorio -contestó Carlos de la Rivera al reportero.

Amigos del fakir dijeron que Harry amaba su profesión extrahumana con un celo poco común. Se dijo que no estaba preparado para resistir aquel sacrificio y por eso se lamentó mucho durante los primeros tres días. Se supo que murió porque no fue desclavado a tiempo y porque los empresarios habían invertido mucho dinero en el negocio y querían recuperarlo con creces.

¿Murió o lo dejaron morir?

Harry Wieckende aprendió el oficio del fakirismo con perseverancia. Llevaba en sus venas sangre alemana y suiza. Héroe estrafalario con virtudes ejemplares, que llegó al sacrificio para ser un virtuoso de la profesión que eligió como definitiva en su existencia.

José Rodríguez, íntimo amigo del fakir, señaló que junto con otras amistades de Harry velaron por su salud, día y noche, turnándose en grupos de cuatro.

-Por nuestra cuenta le pusimos un enfermero, al cual le pusieron muchas trabas para acercarse a Harry.

También le contratamos por nuestra cuenta a un doctor, a quien tampoco le dejaron observar al hombre que estaba jugándose la vida.

Sin embargo, el fakir pudo ser observado por otros tantos facultativos durante su acto en San Juan de Letrán.

-Harry pedía café -dijo Rodríguez- y nunca se lo dieron. Hacía sus necesidades en un lavamanos inmundo, mismo en el que luego se lavaba las manos. Nosotros le tuvimos que comprar un “cómodo" para evitar ese acto bochornoso.

No se explicaba José Rodríguez que un médico haya dado de alta a Harry, tan enfermo, que muere minutos después de una embolia en el corazón.

-No querían desclavarlo hasta que pasaran las Fiestas Patrias porque entonces los empresarios calculaban tener ganancias triples. Yo acuso de indolencia criminal a los doctores que estuvieron constantemente a su lado.

Por su parte Alfonso Jiménez, otro allegado amigo de Harry Wieckende, señaló que no consideraba que haya existido dolo en la muerte de Harry. Fue su destino y nada más. Días antes hablaba de su última prueba.

-Platicó conmigo. Estaba encantado. Hablaba de su crucifixión como si se tratara de su próximo casamiento. Amaba su oficio. Él mismo pulía, afinaba y desinfectaba los clavos que luego iban a perforar su carne. Decía que sería su última prueba, que con ese dinero iba a retirarse.

Harry le enseñó a su amada el "doloroso" oficio

Resulta interesante conocer el lado humano de Harry Wieckende, quien en la vida real no era el personaje fantástico que la gente imaginaba. Era un bohemio completo -escribía Miguel Gil- un hombre sencillo y bueno. Era culto, experimentado. Había viajado mucho. En la India, Suiza y Alemania obtuvo mucha experiencia personal.

Y aunque se dijo que Harry era soltero, el viernes 24 de septiembre, se escribió que "estuvo casado con una francesa, y la pareja vivió en Mérida".

Resulta que, durante el sepelio del trotamundos, los reporteros pudieron localizar entre toda aquella gente -se calculaban 10 mil personas- a la esposa de Harry, Rosana Lara, una joven que trabajaba en las carpas de la ciudad. Dijo que iba a embarcarse a Yucatán, pero que estando en Veracruz, en espera de su barco, que había embarrancado, recibió la noticia de la muerte del que fue su "gran amor", y volvió a la capital.

Dijo además que iba a denunciar el intestado de su esposo, pero no sabía cuánto tenía en efectivo o si su apoderado había recogido todo el dinero.

En Mérida, Harry dirigió la operación a su esposa para que posteriormente "se clavara" como lo hacía él. A dicha mujer se le podía ver en otras ciudades como Monterrey haciendo una exhibición semejante a la que hubo en San Juan de Letrán. Se contó que la esposa del fakir tenía ya varios días de estar clavada, pero como el espectáculo valía poco -20 centavos por persona- no le alcanzaba el dinero para volver a la capital, y con grandes sacrificios permaneció tres días más.

Luego, LA PRENSA informó de otros casos de "fakires" en México; tres hombres y un niño tenían sus miembros atravesados, alguno hasta por 4 clavos. Y no solamente la piel y la carne, sino hasta los huesos. Pero no era el suyo un suplicio para ganar dinero con un espectáculo, sino el proceso de una curación que les devolvería piernas que parecían perdidas para siempre.

Cuatro fakires en el hospital

Después del escándalo social generado por la muerte del Fakir Harry, quien se hizo clavar en un tablón estilo hindú en un local de San Juan de Letrán en agosto de 1943, LA PRENSA dio a conocer que en el Hospital Juárez había cuatro hombres clavados. Era el sábado 25 de septiembre de aquel año. Se trataba de seudofakires. Dos de ellos y un niño, tenían hasta cuatro clavos galvanizados atravesando sus piernas. Estaban en la sala 7. Pero en realidad, no se trataba de fakires, sino de enfermos, pero al final de cuentas, clavados.

Uno de ellos -Clemente Hernández- tenía cuatro clavos. Dos verticalmente y dos horizontales. El doctor descubrió su pierna izquierda y el reportero pudo ver que los clavos estaban de lado alado. Al paciente lo había atropellado un camión y le fracturó la pierna.

Explicó el doctor que el procedimiento de clavar a los que se rompen los huesos es viejísimo, pero por muchos años se le dejó en desuso y hasta ese año -1943- cuando se supo que en las retaguardias de los ejércitos en guerra (faltaban dos años para que culminará la Segunda Guerra Mundial) se hacía andar a quienes se fracturaban los miembros inferiores por alguna caída o que eran rotos por alguna bala, es cuando ha volvió a utilizársele.

Y en efecto, a los 6 días después del accidente, los soldados podían moverse y su curación no se retrasaba con el movimiento o ajetreo que los obligaba a una retirada. El Ejército norteamericano estaba utilizando la férula de Stader para tal objeto; consistía en una plancha de hierro con agujeros, para que través de ellos se ajustaran los clavos, que penetraban las carnes del individuo, para que, por medio de la inmovilidad que el aparato producía, se lograra el contacto de los huesos y se soldaran.

Incluso a voluntad del paciente, estando clavado, y no poder mover el miembro afectado, éste permanecía inmóvil.

Explicó también el médico que, dentro de un plazo corto, en caso de ser necesario, el paciente podía caminar, aunque, como era de suponerse, con algunos trabajos.

Otro de los pacientes que estaban clavados respondía al nombre de Othón Maya Valdez, quien a consecuencia de un balazo hubiera quedado cojo, a no ser por la acuciosidad, esmero y humanidad del médico.

Aquel hombre tenía roto el fémur y también se le estaba curando por medio del procedimiento que utilizó el infortunado Fakir Harry, o sea, el de clavarse.

Se explicó que los clavos que se utilizaban para los enfermos eran galvanizados para que no se produjera ninguna infección (Recordemos que el Fakir Harry los utilizaba de oro).

El especialista dijo que no en todos los casos se podía usar el procedimiento fakiresco.

-Hay otras técnicas: se enyesa, se estiran los miembros...

Como en el caso de un niño que se encontraba en la misma sala de recuperación. Tenía dos años de edad y tenía sus piernitas colgantes del travesaño del catre.

Se había fracturado sus miembros inferiores.

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Un niño de seis años, el primero en ser clavado

Había otro niño en la sala infantil, también clavado con cuatro enormes clavos. Alfonso Rivera contaba con seis años de edad. Era el primero de su edad que había sido clavado.

Aquel niño también había sido atropellado por un camión.

A punto estaba el reportero de despedirse del médico, cuando una jovencita se acercó a éste para indicarle que sentía mucho dolor. Él descubrió su media, y dejó al descubierto su pierna.

Tras recetarla comentó que aquella joven había donado un hueso a un pariente.

Los donadores de huesos resultaban más interesantes que los de sangre, según podía advertirse. El donador de sangre sólo se debilita, pero el de huesos sufría más. El médico abría la piel y el tejido celular, y luego cortaba con una sierra el hueso, colocándolo en el miembro de la persona que necesitaba el pedazo extraído del donador, quien por muchos días sufría las consecuencias de aquella operación, que significaba total abnegación y enorme sacrificio, del que sólo pueden ser capaces los familiares del paciente.

Y así fue como LA PRENSA realizó un reportaje más, aquel septiembre de 1943, en una época convulsionada por los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

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