/ viernes 18 de marzo de 2022

El crimen de los amantes de Lucerna

Un idilio fatal, envuelto por los placeres, la ambición, el tráfico de drogas, lavado de dinero; un caso perdido en el misterio, donde se impuso la venganza y la muerte

La Ciudad de México amaneció envuelta en una bruma. La multitud se agolpó en las afueras del domicilio marcado con el número 84-A, de la calle Lucerna en la colonia Juárez. Un tumulto de elementos del Servicio Secreto, de la Policía Judicial y la capitalina se repartían las diligencias en el domicilio lujoso.

Todo era tan incierto y los curiosos cuchicheaban entre ellos. Dos mujeres, al parecer las sirvientas de los dueños de tan ampuloso hogar, se encontraban custodiadas por varios policías y lloraban desconsoladas como dos chiquillas.

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En una de las recámaras de la planta alta del inmueble, yacían dos cadáveres, el de un, hombre joven y una mujer adulta, muy bella. Ambos fueron asesinados a golpes, cuchilladas y se encontraron por completo ensangrentados; ella tirada sobre la cama y él, a un costado, en el suelo.

En dicho cuarto se halló todo revuelto, ropa, zapatos, objetos, muebles, documentos, cortinas… Y sangre, mucha sangre alrededor de los cuerpos y en las paredes. Esa fue la terrible escena del crimen que se topó muy de mañana la policía al arribar al inmueble.

Al realizar las primeras inspecciones, los elementos policiacos conocieron las identidades de las víctimas: se trataba de Mercedes Cassola Meler e Ylicio Massine Saloine.


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Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music


¿CÓMO SE DESCUBRIÓ EL CRIMEN?

Presas del pánico y con grandes esfuerzos, las señoritas María Luisa Monroy Vega y Amalia Martínez Pulido, de 19 y 22 años, respectivamente, quienes fungían como sirvientas de la señora Cassola Meler, contaron al subjefe del Servicio Secreto de Policía, Raúl Mendiolea, y a Fernando Romero, director de la Policía Judicial, que 15 minutos antes de las 6 de la mañana, la más joven se dirigió a la recámara de su patrona con la intención de despertarla, pues dijo, la señora haría un viaje esa mañana con destino a Las Vegas.

Pensó que, tal vez se le había hecho tarde y fue a su habitación para ayudarla a preparar su salida. Vio la luz encendida y dio por hecho que la señora Meler ya se encontraba en pie. La llamó varias veces a través de la puerta y no recibió respuesta, así que abrió y su asombro no tuvo límites al ver la espeluznante imagen: su patrona sobre la cama llena de sangre y al joven Ylicio tirado del otro lado y con la mirada clavada en el techo.

Atormentada por lo que había visto, señaló que salió corriendo de la recámara, llamando a gritos a su compañera Amalia para contarle lo sucedido. Temerosas porque los asesinos aún se encontraran en la casa, salieron a la calle a pedir auxilio. Después de algunos minutos, lograron que algún vecino diera parte vía telefónica a la policía.

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¿QUÉ HIZO LA SEÑORA CASSOLA MELER LAS HORAS PREVIAS A SU MUERTE?

Las fámulas relataron a los agentes policiacos, que el día sábado 12 de septiembre, la señora Mercedes salió alrededor de las 11:00 horas, acompañada de Ylicio, indicó a ambas que pasaría primero al banco a retirar dinero y después acudiría al salón de belleza.

Pasadas las 16:00 horas –contaron las muchachas-, su patrona regresó a casa en compañía de su novio Ylicio, quien la dejó en la puerta y se retiró. Pocos minutos después, llegó su entrañable amiga Paquita de Ronda, a quien invitó a comer.

Luego de pasar toda la tarde charlando, Paquita se fue y su patrona se dispuso a arreglarse, pues Ylicio pasó por ella cerca de las 21:00 horas, a bordo de su flamante auto marca MG, en el cual tomaron camino hacia el Frontón México, lugar asiduo de la señora Mercedes Cassola Meler.

DOS MÓVILES PLANTEÓ LA POLICÍA

Las autoridades policiacas se plantearon varias hipótesis sobre el escalofriante crimen. La crueldad inaudita con la que fue asesinada la pareja les llamó la atención y las hizo enfocarse en dos premisas muy básicas: se trató de una venganza pasional o de un robo, tomando en cuenta que la señora Cassola Maler poseía una jugosa fortuna.

Además, el hecho de encontrar la habitación en absoluto desorden y una caja fuerte forzada llevó a los sabuesos policiacos a pensar que los verdugos después de abatir a sus víctimas, se dedicaron plácidamente a saquear la casa.

La policía pensó que si la ricachona catalana tenía muchos pretendientes con quienes salía de forma constante o la visitaban a deshoras, alguno de ellos al sorprenderla con el italomexicano, los mató en un ataque de celos.

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¿QUIÉN ERA MERCEDES CASSOLA MELER?

El audaz reportero de La Prensa, Juan Nieto Martínez, se puso a indagar de inmediato algunos datos valiosos sobre la vida de la catalana Mercedes Cassola Meler, y averiguó lo siguiente:

La rica española tenía 16 o 17 años radicando en México. Llegó junto con su esposo Félix Herrera Ricalde, en condición de refugiados, pues su familia fue perseguida por el régimen franquista.

Al establecerse en la Ciudad de México, ambos invirtieron parte de sus fortunas en proyectos inmobiliarios, en los cuales les fue bastante bien. Luego, con la invasión de automóviles procedentes de Estados Unidos, decidieron poner un lote de venta de coches sobre la avenida Cuauhtémoc, en el número 485, el cual también funcionó de maravilla.

Sin embargo, cuando Mercedes y Félix parecían vivir a plenitud, la discordia surgió entre ellos. La vida plantearía a Mercedes quizás, el mayor de los retos, aceptar que nunca podría procrear hijos. Él se lo reprochaba cada que podía, e incluso utilizaba el tema para humillarla. Mercedes aguantaba las injurias porque lo amaba, pero la situación empeoró.

Félix pagó el cariño de Mercedes con la infidelidad, conoció a una joven veracruzana a quien embarazó y no tuvo más salida que decírselo. Desde que lo supo, su corazón comenzó a secarse como una pasa. Las peleas entre ellos comenzaron a ser más frecuentes y él optó por los encantos de su amante más joven y le pidió el divorcio.

TRAS LA PISTA DE UN SOSPECHOSO, DE NOMBRE JAVIER

Por otra parte, las jóvenes sirvientas también declararon a los agentes policiacos que Mercedes sostuvo una relación amorosa con un muchacho de nombre Javier, cuyo vinculo dio por terminado su patrona, porque descubrió que le había robado algunas joyas.

Las fámulas señalaron que mientras duró su relación, la señora Mercedes le proporcionó al joven Javier una llave de su domicilio, para que pudiera entrar y salir a la hora que quisiera. Y pese a que ya habían concluido su relación, el joven aún frecuentaba a Mercedes, pues ella lo ayudaba prestándole dinero.

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SU ÍNTIMA AMIGA HABLÓ CON LA PRENSA

En el lujoso departamento de la calle de Milán, número 35, la española Paquita de Ronda, concedió una entrevista a nuestro reportero Juan Nieto Martínez y reveló más detalles sobre la vida de su íntima amiga Mercedes Cassola Meler.

La mujer alegre relató que tenía cerca de dos años que había llegado de España y en poco tiempo se instaló en el departamento de la calle de Milán, propiedad de Mercedes Cassola Meler.

-Pronto nos hicimos grandes amigas, Mercedes y yo –dijo Paquita. –Todos los días me llamaba por teléfono para que saliéramos a pasear juntas, pero por ella siempre pasaba su novio Ylicio en su auto, que sólo es para dos personas, entonces me mandaba a su chofer para que me llevara en su coche.

LAS ÚLTIMAS HORAS AL LADO DE MERCEDES CASSOLA

Paquita continuó su relato y dijo que el sábado Mercedes, Ylicio y ella salieron por la noche a divertirse al Frontón México. Explicó que ocuparon asientos en la segunda fila y atrás de ellos, se encontraban tres italianos, a quienes se topaban seguido en ese lugar. Indicó que uno de ellos pretendía con mucha insistencia a Mercedes, pero su amiga nunca accedió a salir con él.

Afirmó que antes de las 12 de la noche se retiraron del Frontón, pues Mercedes le comentó que necesitaba descansar porque saldrían muy temprano de viaje. Así que se despidieron y fue la última vez que la vio.

¿QUIÉN ERA SU JOVEN AMANTE?

Ylicio Massine Saloine fue hijo de un matrimonio italiano que llegó a la Ciudad de México en la década de los años 40. Para los 50, el joven vivía con su madre Albina Saloine y su tío Attos Massine, en la calle General Cano, núm. 37-A, en la colonia Tacubaya.

El muchacho era aficionado del jai alai o pelota vasca y acudía con sus amigos italianos y españoles a presenciar los partidos al Frontón México, donde también le gustaba apostar.

Así que ahí, entre los pelotaris, las apuestas y los tragos, Ylicio conoció a Mercedes Cassola y quedó prendado de su belleza. Luego cumplió con el protocolo y logró entablar una relación amorosa con ella. Por otro lado, la señora Albina dijo a los sabuesos policiacos que, su hijo era un joven de buenas costumbres y trabajador: –Desde que murió su padre, mi hijo nos mantiene a mí y a su tío, lo que habla de su buen corazón –señaló a la policía la dolida madre.

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JAVIER, UN JOVEN DE COSTUMBRES “MUY EXTRAÑAS”

El miércoles 16 de septiembre, la policía informó que todas las pistas apuntaban hacia un sujeto de nombre Javier Nava o Navarro Cortés -quien meses atrás, sostuvo una relación amorosa con la catalana Mercedes Cassola-, como el principal sospechoso de dar muerte a “Los amantes de Lucerna”, como se les llamó en los medios a las víctimas.

El teniente Raúl Mendiolea, del Servicio Secreto de Policía, explicó que el sospechoso era buscado en todo el país, junto con sus cómplices, ya que especificó: -Por la forma en que dieron muerte a la pareja, no pudo haber sido sólo uno el asesino.

RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS

En la víspera del Grito de Independencia, los agentes policiacos tanto del Servicio Secreto como de la Judicial realizaron una reconstrucción de los hechos en la escena del crimen.

Las autoridades revelaron que los asesinos esperaban a la pareja en el interior de la recámara. Así, cuando ellos entraron, los sorprendieron. Entonces se supuso que, primero atacaron a Mercedes con un brutal golpe en la cabeza que la dejó tendida.

Inmediatamente, se dedicaron a poner fuera de combate a Ylicio, quien se trató de defender de forma desesperada, pues en ambos brazos presentó varias heridas por arma blanca, y golpes ocasionados con un objeto contundente. Es decir, los agresores pudieron haber utilizado un tubo para golpear tanto a Mercedes como a Ylicio.

Luego de atacarlo a él, se dispusieron a acuchillar a la bella española en repetidas ocasiones, al ver esto, Ylicio trató de brincar sobre ellos desde la cama, pero lo recibieron con varias puñaladas en el estómago y abdomen.

Después, cuando liquidaron a Mercedes, los asesinos se dispusieron a hacer lo mismo con Ylicio, quien ya estaba tendido en el suelo, padeciendo los estertores de la muerte. Aun así, le asestaron varias cuchilladas más para rematarlo.

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“TE BUSCA LA POLICÍA”

Javier caminaba sobre San Juan de Letrán, cigarrillo en los labios y de pronto se detuvo frente al mostrador de una cafetería. Aprovechó el reflejo del cristal, se acomodó su chaqueta de cuero negra, se alborotó el copete y entró en el local donde ya lo esperaban tres de sus amigos.

-¡Quihubo, mano! ¿Por qué tan contento? -le preguntó uno de ellos-. ¡Conocí una chamacona, anoche, qué no saben… está como quiere!

-¡Voy! No seas exagerado cuate. Además a ti te gustan las mayorcitas –contestó otro y soltaron la carcajada.

Javier, con tono engreído respondió: -Te equivocas, tal vez quisiste decir que me gustan las mujeres maduras, pero con mucha lana. No cualquier mayorcita –y los cuatro se volvieron a carcajear.

En eso estaban cuando entró Miguel, otro miembro de la palomilla. Al ver a Javier, se sorprendió y sin saludar a los demás lo tomó por el hombro y le dijo:

-¿Tú qué haces aquí? ¿Estás loco? ¿No sabes que te está buscando la policía? ¿No has visto los periódicos?

Javier pensó, se trataba de una broma de su amigo y sonriendo contestó:

-¡Cálmate Miguel! Siéntate. ¡Tú tan bromista como siempre! -¡Qué bromista ni que la chingada! Es en serio, te anda buscando la Judicial y los del Servicio Secreto. ¿No sabes que mataron a tu Mercedes y a su amiguito, el italiano?

-La sonrisa se apagó en el rostro de Javier. Miguel se levantó y le pidió al encargado de la cafetería, le prestara el periódico del día.

Miguel, con discreción para que no se dieran cuenta los demás clientes, tomó una edición de La Prensa y la llevó a la mesa de sus amigos y casi susurrando dijo:

-¡Mira cabrón! ¿Ahora me crees? Te están buscando. La policía cree que tú los mataste –mientras le enseñaba una foto suya y unas líneas donde en efecto, la policía lo señalaba como el principal sospechoso del crimen de “Los amantes de Lucerna”.

Los cinco amigos se quedaron absortos, se miraron unos a otros en silencio, mientras Miguel cerraba el periódico, tratando de pasar desapercibidos. Javier se levantó de la mesa y sin decir palabra, salió de la cafetería.

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“CASOS COMO ÉSTE DAN ASCO”

Por la Jefatura de Policía pasaron varios muchachos detenidos que fueron interrogados cada día, y debido a ello, resultaba difícil comprender por qué las autoridades no tenían una línea de investigación clara, a la cual guiarse para resolver el crimen de la calle Lucerna.

En su afán por obtener más detalles de la investigación, el reportero de La Prensa, Juan Nieto Martínez, habló con uno de los sabuesos policiacos a las afueras de la Jefatura, quien señaló que no podía revelar mucha información, pero, al parecer, el caso estaba envuelto en algo muy turbio.

-Ya le digo, señor que saldrá a flote mucha podredumbre –señaló el elemento policiaco -toda esta situación apesta. ¡Todos estos muchachitos repugnan! ¡En verdad, trabajar en casos como éste, da asco! –afirmó el investigador.

´-Como usted bien lo sabe, señor Nieto, crímenes como éste, en el que están inmiscuidos sujetos de costumbres extrañas, forman un círculo muy difícil de penetrar y eso complica las investigaciones –aseveró.

SE ENTREGÓ EL PRINCIPAL SOSPECHOSO DEL CRIMEN

Un vientecillo irrumpía la mañana soleada de aquel viernes 19 de septiembre, cuando a las puertas de la Procuraduría capitalina se presentó un joven:

-Buenos días, señores –saludó el muchacho a tres policías que se encontraban en la entrada-, Busco al comandante Fernando Romero. Vengo a aclarar lo relacionado con el crimen de la calle Lucerna.

Los tres hombres se quedaron sorprendidos y de inmediato, uno de ellos entró a buscar al director de la Judicial.

-¿Quién es usted?, –preguntó uno de los investigadores al joven. –Mi nombre es Javier Nava Cortés.

De pronto, un gritó a lo lejos se escuchó: -¡A usted lo estábamos buscando, señor Nava! –dijo el comandante Romero-, tenemos mucho de qué hablar.

-Yo no maté a nadie y no sé quién pudo haber sido, por eso estoy aquí –contestó Javier, mientras dos policías lo tomaron de cada brazo y lo introdujeron para interrogarlo.

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AUTÉNTICO “REBELDE SIN CAUSA”

El muchacho comenzó por aclarar que su verdadero nombre era Javier Nava Cortés, tenía 21 años y originario de la ciudad de Guadalajara. Relató que en 1957, dejó su lugar de origen y se trasladó al Distrito Federal, con la intención de cumplir un sueño: ser un gran actor de cine y teatro.

Pero en la urbe no le fue fácil, pues no tenía lugar dónde alojarse y para incursionar en el medio artístico no contaba con alguna formación como actor y mucho menos, con algún contacto que lo apadrinara. Así que tuvo que regresar a Guadalajara derrotado, pero con la intención de tomar revancha.

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La Ciudad de México amaneció envuelta en una bruma. La multitud se agolpó en las afueras del domicilio marcado con el número 84-A, de la calle Lucerna en la colonia Juárez. Un tumulto de elementos del Servicio Secreto, de la Policía Judicial y la capitalina se repartían las diligencias en el domicilio lujoso.

Todo era tan incierto y los curiosos cuchicheaban entre ellos. Dos mujeres, al parecer las sirvientas de los dueños de tan ampuloso hogar, se encontraban custodiadas por varios policías y lloraban desconsoladas como dos chiquillas.

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En una de las recámaras de la planta alta del inmueble, yacían dos cadáveres, el de un, hombre joven y una mujer adulta, muy bella. Ambos fueron asesinados a golpes, cuchilladas y se encontraron por completo ensangrentados; ella tirada sobre la cama y él, a un costado, en el suelo.

En dicho cuarto se halló todo revuelto, ropa, zapatos, objetos, muebles, documentos, cortinas… Y sangre, mucha sangre alrededor de los cuerpos y en las paredes. Esa fue la terrible escena del crimen que se topó muy de mañana la policía al arribar al inmueble.

Al realizar las primeras inspecciones, los elementos policiacos conocieron las identidades de las víctimas: se trataba de Mercedes Cassola Meler e Ylicio Massine Saloine.


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¿CÓMO SE DESCUBRIÓ EL CRIMEN?

Presas del pánico y con grandes esfuerzos, las señoritas María Luisa Monroy Vega y Amalia Martínez Pulido, de 19 y 22 años, respectivamente, quienes fungían como sirvientas de la señora Cassola Meler, contaron al subjefe del Servicio Secreto de Policía, Raúl Mendiolea, y a Fernando Romero, director de la Policía Judicial, que 15 minutos antes de las 6 de la mañana, la más joven se dirigió a la recámara de su patrona con la intención de despertarla, pues dijo, la señora haría un viaje esa mañana con destino a Las Vegas.

Pensó que, tal vez se le había hecho tarde y fue a su habitación para ayudarla a preparar su salida. Vio la luz encendida y dio por hecho que la señora Meler ya se encontraba en pie. La llamó varias veces a través de la puerta y no recibió respuesta, así que abrió y su asombro no tuvo límites al ver la espeluznante imagen: su patrona sobre la cama llena de sangre y al joven Ylicio tirado del otro lado y con la mirada clavada en el techo.

Atormentada por lo que había visto, señaló que salió corriendo de la recámara, llamando a gritos a su compañera Amalia para contarle lo sucedido. Temerosas porque los asesinos aún se encontraran en la casa, salieron a la calle a pedir auxilio. Después de algunos minutos, lograron que algún vecino diera parte vía telefónica a la policía.

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¿QUÉ HIZO LA SEÑORA CASSOLA MELER LAS HORAS PREVIAS A SU MUERTE?

Las fámulas relataron a los agentes policiacos, que el día sábado 12 de septiembre, la señora Mercedes salió alrededor de las 11:00 horas, acompañada de Ylicio, indicó a ambas que pasaría primero al banco a retirar dinero y después acudiría al salón de belleza.

Pasadas las 16:00 horas –contaron las muchachas-, su patrona regresó a casa en compañía de su novio Ylicio, quien la dejó en la puerta y se retiró. Pocos minutos después, llegó su entrañable amiga Paquita de Ronda, a quien invitó a comer.

Luego de pasar toda la tarde charlando, Paquita se fue y su patrona se dispuso a arreglarse, pues Ylicio pasó por ella cerca de las 21:00 horas, a bordo de su flamante auto marca MG, en el cual tomaron camino hacia el Frontón México, lugar asiduo de la señora Mercedes Cassola Meler.

DOS MÓVILES PLANTEÓ LA POLICÍA

Las autoridades policiacas se plantearon varias hipótesis sobre el escalofriante crimen. La crueldad inaudita con la que fue asesinada la pareja les llamó la atención y las hizo enfocarse en dos premisas muy básicas: se trató de una venganza pasional o de un robo, tomando en cuenta que la señora Cassola Maler poseía una jugosa fortuna.

Además, el hecho de encontrar la habitación en absoluto desorden y una caja fuerte forzada llevó a los sabuesos policiacos a pensar que los verdugos después de abatir a sus víctimas, se dedicaron plácidamente a saquear la casa.

La policía pensó que si la ricachona catalana tenía muchos pretendientes con quienes salía de forma constante o la visitaban a deshoras, alguno de ellos al sorprenderla con el italomexicano, los mató en un ataque de celos.

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¿QUIÉN ERA MERCEDES CASSOLA MELER?

El audaz reportero de La Prensa, Juan Nieto Martínez, se puso a indagar de inmediato algunos datos valiosos sobre la vida de la catalana Mercedes Cassola Meler, y averiguó lo siguiente:

La rica española tenía 16 o 17 años radicando en México. Llegó junto con su esposo Félix Herrera Ricalde, en condición de refugiados, pues su familia fue perseguida por el régimen franquista.

Al establecerse en la Ciudad de México, ambos invirtieron parte de sus fortunas en proyectos inmobiliarios, en los cuales les fue bastante bien. Luego, con la invasión de automóviles procedentes de Estados Unidos, decidieron poner un lote de venta de coches sobre la avenida Cuauhtémoc, en el número 485, el cual también funcionó de maravilla.

Sin embargo, cuando Mercedes y Félix parecían vivir a plenitud, la discordia surgió entre ellos. La vida plantearía a Mercedes quizás, el mayor de los retos, aceptar que nunca podría procrear hijos. Él se lo reprochaba cada que podía, e incluso utilizaba el tema para humillarla. Mercedes aguantaba las injurias porque lo amaba, pero la situación empeoró.

Félix pagó el cariño de Mercedes con la infidelidad, conoció a una joven veracruzana a quien embarazó y no tuvo más salida que decírselo. Desde que lo supo, su corazón comenzó a secarse como una pasa. Las peleas entre ellos comenzaron a ser más frecuentes y él optó por los encantos de su amante más joven y le pidió el divorcio.

TRAS LA PISTA DE UN SOSPECHOSO, DE NOMBRE JAVIER

Por otra parte, las jóvenes sirvientas también declararon a los agentes policiacos que Mercedes sostuvo una relación amorosa con un muchacho de nombre Javier, cuyo vinculo dio por terminado su patrona, porque descubrió que le había robado algunas joyas.

Las fámulas señalaron que mientras duró su relación, la señora Mercedes le proporcionó al joven Javier una llave de su domicilio, para que pudiera entrar y salir a la hora que quisiera. Y pese a que ya habían concluido su relación, el joven aún frecuentaba a Mercedes, pues ella lo ayudaba prestándole dinero.

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SU ÍNTIMA AMIGA HABLÓ CON LA PRENSA

En el lujoso departamento de la calle de Milán, número 35, la española Paquita de Ronda, concedió una entrevista a nuestro reportero Juan Nieto Martínez y reveló más detalles sobre la vida de su íntima amiga Mercedes Cassola Meler.

La mujer alegre relató que tenía cerca de dos años que había llegado de España y en poco tiempo se instaló en el departamento de la calle de Milán, propiedad de Mercedes Cassola Meler.

-Pronto nos hicimos grandes amigas, Mercedes y yo –dijo Paquita. –Todos los días me llamaba por teléfono para que saliéramos a pasear juntas, pero por ella siempre pasaba su novio Ylicio en su auto, que sólo es para dos personas, entonces me mandaba a su chofer para que me llevara en su coche.

LAS ÚLTIMAS HORAS AL LADO DE MERCEDES CASSOLA

Paquita continuó su relato y dijo que el sábado Mercedes, Ylicio y ella salieron por la noche a divertirse al Frontón México. Explicó que ocuparon asientos en la segunda fila y atrás de ellos, se encontraban tres italianos, a quienes se topaban seguido en ese lugar. Indicó que uno de ellos pretendía con mucha insistencia a Mercedes, pero su amiga nunca accedió a salir con él.

Afirmó que antes de las 12 de la noche se retiraron del Frontón, pues Mercedes le comentó que necesitaba descansar porque saldrían muy temprano de viaje. Así que se despidieron y fue la última vez que la vio.

¿QUIÉN ERA SU JOVEN AMANTE?

Ylicio Massine Saloine fue hijo de un matrimonio italiano que llegó a la Ciudad de México en la década de los años 40. Para los 50, el joven vivía con su madre Albina Saloine y su tío Attos Massine, en la calle General Cano, núm. 37-A, en la colonia Tacubaya.

El muchacho era aficionado del jai alai o pelota vasca y acudía con sus amigos italianos y españoles a presenciar los partidos al Frontón México, donde también le gustaba apostar.

Así que ahí, entre los pelotaris, las apuestas y los tragos, Ylicio conoció a Mercedes Cassola y quedó prendado de su belleza. Luego cumplió con el protocolo y logró entablar una relación amorosa con ella. Por otro lado, la señora Albina dijo a los sabuesos policiacos que, su hijo era un joven de buenas costumbres y trabajador: –Desde que murió su padre, mi hijo nos mantiene a mí y a su tío, lo que habla de su buen corazón –señaló a la policía la dolida madre.

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JAVIER, UN JOVEN DE COSTUMBRES “MUY EXTRAÑAS”

El miércoles 16 de septiembre, la policía informó que todas las pistas apuntaban hacia un sujeto de nombre Javier Nava o Navarro Cortés -quien meses atrás, sostuvo una relación amorosa con la catalana Mercedes Cassola-, como el principal sospechoso de dar muerte a “Los amantes de Lucerna”, como se les llamó en los medios a las víctimas.

El teniente Raúl Mendiolea, del Servicio Secreto de Policía, explicó que el sospechoso era buscado en todo el país, junto con sus cómplices, ya que especificó: -Por la forma en que dieron muerte a la pareja, no pudo haber sido sólo uno el asesino.

RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS

En la víspera del Grito de Independencia, los agentes policiacos tanto del Servicio Secreto como de la Judicial realizaron una reconstrucción de los hechos en la escena del crimen.

Las autoridades revelaron que los asesinos esperaban a la pareja en el interior de la recámara. Así, cuando ellos entraron, los sorprendieron. Entonces se supuso que, primero atacaron a Mercedes con un brutal golpe en la cabeza que la dejó tendida.

Inmediatamente, se dedicaron a poner fuera de combate a Ylicio, quien se trató de defender de forma desesperada, pues en ambos brazos presentó varias heridas por arma blanca, y golpes ocasionados con un objeto contundente. Es decir, los agresores pudieron haber utilizado un tubo para golpear tanto a Mercedes como a Ylicio.

Luego de atacarlo a él, se dispusieron a acuchillar a la bella española en repetidas ocasiones, al ver esto, Ylicio trató de brincar sobre ellos desde la cama, pero lo recibieron con varias puñaladas en el estómago y abdomen.

Después, cuando liquidaron a Mercedes, los asesinos se dispusieron a hacer lo mismo con Ylicio, quien ya estaba tendido en el suelo, padeciendo los estertores de la muerte. Aun así, le asestaron varias cuchilladas más para rematarlo.

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“TE BUSCA LA POLICÍA”

Javier caminaba sobre San Juan de Letrán, cigarrillo en los labios y de pronto se detuvo frente al mostrador de una cafetería. Aprovechó el reflejo del cristal, se acomodó su chaqueta de cuero negra, se alborotó el copete y entró en el local donde ya lo esperaban tres de sus amigos.

-¡Quihubo, mano! ¿Por qué tan contento? -le preguntó uno de ellos-. ¡Conocí una chamacona, anoche, qué no saben… está como quiere!

-¡Voy! No seas exagerado cuate. Además a ti te gustan las mayorcitas –contestó otro y soltaron la carcajada.

Javier, con tono engreído respondió: -Te equivocas, tal vez quisiste decir que me gustan las mujeres maduras, pero con mucha lana. No cualquier mayorcita –y los cuatro se volvieron a carcajear.

En eso estaban cuando entró Miguel, otro miembro de la palomilla. Al ver a Javier, se sorprendió y sin saludar a los demás lo tomó por el hombro y le dijo:

-¿Tú qué haces aquí? ¿Estás loco? ¿No sabes que te está buscando la policía? ¿No has visto los periódicos?

Javier pensó, se trataba de una broma de su amigo y sonriendo contestó:

-¡Cálmate Miguel! Siéntate. ¡Tú tan bromista como siempre! -¡Qué bromista ni que la chingada! Es en serio, te anda buscando la Judicial y los del Servicio Secreto. ¿No sabes que mataron a tu Mercedes y a su amiguito, el italiano?

-La sonrisa se apagó en el rostro de Javier. Miguel se levantó y le pidió al encargado de la cafetería, le prestara el periódico del día.

Miguel, con discreción para que no se dieran cuenta los demás clientes, tomó una edición de La Prensa y la llevó a la mesa de sus amigos y casi susurrando dijo:

-¡Mira cabrón! ¿Ahora me crees? Te están buscando. La policía cree que tú los mataste –mientras le enseñaba una foto suya y unas líneas donde en efecto, la policía lo señalaba como el principal sospechoso del crimen de “Los amantes de Lucerna”.

Los cinco amigos se quedaron absortos, se miraron unos a otros en silencio, mientras Miguel cerraba el periódico, tratando de pasar desapercibidos. Javier se levantó de la mesa y sin decir palabra, salió de la cafetería.

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“CASOS COMO ÉSTE DAN ASCO”

Por la Jefatura de Policía pasaron varios muchachos detenidos que fueron interrogados cada día, y debido a ello, resultaba difícil comprender por qué las autoridades no tenían una línea de investigación clara, a la cual guiarse para resolver el crimen de la calle Lucerna.

En su afán por obtener más detalles de la investigación, el reportero de La Prensa, Juan Nieto Martínez, habló con uno de los sabuesos policiacos a las afueras de la Jefatura, quien señaló que no podía revelar mucha información, pero, al parecer, el caso estaba envuelto en algo muy turbio.

-Ya le digo, señor que saldrá a flote mucha podredumbre –señaló el elemento policiaco -toda esta situación apesta. ¡Todos estos muchachitos repugnan! ¡En verdad, trabajar en casos como éste, da asco! –afirmó el investigador.

´-Como usted bien lo sabe, señor Nieto, crímenes como éste, en el que están inmiscuidos sujetos de costumbres extrañas, forman un círculo muy difícil de penetrar y eso complica las investigaciones –aseveró.

SE ENTREGÓ EL PRINCIPAL SOSPECHOSO DEL CRIMEN

Un vientecillo irrumpía la mañana soleada de aquel viernes 19 de septiembre, cuando a las puertas de la Procuraduría capitalina se presentó un joven:

-Buenos días, señores –saludó el muchacho a tres policías que se encontraban en la entrada-, Busco al comandante Fernando Romero. Vengo a aclarar lo relacionado con el crimen de la calle Lucerna.

Los tres hombres se quedaron sorprendidos y de inmediato, uno de ellos entró a buscar al director de la Judicial.

-¿Quién es usted?, –preguntó uno de los investigadores al joven. –Mi nombre es Javier Nava Cortés.

De pronto, un gritó a lo lejos se escuchó: -¡A usted lo estábamos buscando, señor Nava! –dijo el comandante Romero-, tenemos mucho de qué hablar.

-Yo no maté a nadie y no sé quién pudo haber sido, por eso estoy aquí –contestó Javier, mientras dos policías lo tomaron de cada brazo y lo introdujeron para interrogarlo.

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AUTÉNTICO “REBELDE SIN CAUSA”

El muchacho comenzó por aclarar que su verdadero nombre era Javier Nava Cortés, tenía 21 años y originario de la ciudad de Guadalajara. Relató que en 1957, dejó su lugar de origen y se trasladó al Distrito Federal, con la intención de cumplir un sueño: ser un gran actor de cine y teatro.

Pero en la urbe no le fue fácil, pues no tenía lugar dónde alojarse y para incursionar en el medio artístico no contaba con alguna formación como actor y mucho menos, con algún contacto que lo apadrinara. Así que tuvo que regresar a Guadalajara derrotado, pero con la intención de tomar revancha.

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