/ lunes 15 de octubre de 2018

DEPREDADOR DELIRANTE

El murmullo de un temor sin nombre se esparció como unrumor, éste hablaba sobre un ser que chupaba la sangre de losanimales, sobre todo de las cabras y, a veces, de seres humanos,produciéndoles en ocasiones la muerte.

Carlos Álvarez El nombre de este serjustificaría su inclusión en un libro de zoología fantástica,sin embargo, sugiere más la locución de un ser imaginario que deuna creatura mítica engendrada por la fantasía de los hombres. Noobstante, ignoramos si este ser pertenece ya a la realidad tangiblede la ciencia, empero hubo un hombre que en la década de los añosnoventa se dedicó a seguir su rastro por distintas latitudes,respondiendo no sólo al llamado de la verdad, que exige siempre eltrabajo de un reportero, sino al deseo imperdonable de agrandar elnúmero de curiosos que gustan de misterios. Noel F. Alvarado,reportero de LA PRENSA, comenzó a rastrear el camino de estabestia que nació casi de la noche a la mañana. No había registrode ella, ni siquiera había sido bautizada, pese a que algunosmedios suponían que desde hacía varias décadas ya existía elrumor.

En busca de un origen que llegó como un rumorSe afirma que el primer avistamiento del Chupacabras fue en 1995en Puerto Rico, en una región llamada Canóvanas. Se cuenta quehubo una testigo cuyo nombre era Madeylen Tolentino, quien afirmóhaberlo visto, pues éste pasó frente a la ventana de su casa.Después de ese primer avistamiento, también otros lugareñosdijeron haberlo atestiguado su presencia, y aunque no lodistinguieron perfectamente sí pudieron dar una vaga imagen de eseanimal al que describieron como una creatura bípeda, de entre1.20 y 1.50 metros, cuyos grandes ojos eran terroríficos; teníapúas sobre su espalda y garras afiladas. La gente comenzó areferirse a esa creatura como “la bestia”, y le atribuyeron lamuerte del ganado, ya que le succionaba la sangre, tal cual al modode los vampiros, a través de dos perforaciones en el cuello. Trashacerse públicos los ataques y luego de que los medios iniciaron areportar sobre las víctimas que “aparecían desangradas”, dioinicio el mito del Chupacabras, el cual se extendió más allá delas fronteras de ese país. Pero no sólo el mito salió para sernoticia en otras latitudes, sino que en sí misma esa creatura sehizo presente en México y el en sur de Estados Unidos,principalmente.

PÁNICO EN LA URBE Para sorpresa y horror de loshabitantes de la ciudad y su área conurbada, el mal era real y seencontraba más cerca de lo que podían imaginar. ALFREDOSOSA

Después de que el Chupacabras sembró el temor en Puerto Rico,Centroamérica, México y varias entidades de los Estados Unidos,los habitantes del entonces Distrito Federal veían muy remota laposibilidad de que se aproximara a la gran urbe. Se tenía casi lacerteza de que esa horrenda bestia sólo habitaba lugaresapartados, como cerros, barrancos y entidades muy lejanas,propicias para atacar ganado, cerdos, gallinas y cabras. Sinembargo, el 6 de mayo de 1996, los capitalinos se quedaronestupefactos al enterarse en su Diario LA PRENSA, sobre la noticiade que la mañana del día anterior, en la comunidad de San MiguelCuatlinchán, en Texcoco, a escasos 25 kilómetros del DistritoFederal, el Chupacabras había atacado con toda su furia. Al lugarde los hechos acudió nuestro compañero reportero Noel Alvarado,quien relató en su nota periodística que en el domicilio de lafamilia Hernández Flores, en el corral propiedad de don Domingo,aparecieron 18 aves, entre guajolotes, gallinas y patos, que fuerondesgarrados con saña inaudita y presentaban mordidas,aparentemente, hechas por una bestia con grandes colmillos. Por sifuera poco el horror, su depredador también les había succionadola sangre. Ante lo misterioso y aterrador de este certero ataque,los pobladores entraron en pánico, por ello decidieron armarse conlo que pudieron y junto con varias autoridades policiacasrealizaron esa tarde una búsqueda para dar con la bestia asesina yrealizaron guardias nocturnas para protegerse del depredador, sinembargo, no dieron con él. Pero, los habitantes de esa comunidadtodavía no se reponían del primer susto, cuando tres díasdespués, el Chupacabras masacró de nueva cuenta a dos animalitosmás. Se trataba de dos lechones, propiedad del señor AntonioRivera Mancilla, quien dio aviso a la policía. Por su parte,investigadores de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de laUNAM, se hicieron cargo de los restos de los cerditos paraanalizarlos y conocer con precisión las causas de su muerte. Peroesa madrugada la bestia misteriosa estuvo muy excitada y tambiénaniquiló a Pancho, un borreguito de cuatro meses, propiedad deSalvador Silva Balderas, en la calle Cultivos número 217, en laColonia Valle del Sur, en Iztapalapa. Y para concluir con sucacería aquella noche, el Chupacabras descabezó y destripó a unapaloma muy cerca del taller eléctrico del señor EduardoVillalobos Juárez, ubicado en el número 90 de la calle AlfredoChavero, en la Colonia Obrera, quien mencionó que había visto ensu local, a un animal parecido a una rata gigante y con alas. Enesos momentos, aquella monstruosa amenaza que había sembrado elterror y el pánico en zonas apartadas de varios estados del país,se encontraba en la gran urbe, para sorpresa y horror de loscapitalinos. El mal era real y se encontraba más cerca de lo quepodían imaginar.

“SE TRATA DE COYOTES HAMBRIENTOS” Ante el pánico y laangustia de los habitantes del Área Metropolitana generados por elhallazgo de animales muertos, la secretaria de Medio Ambiente yRecursos Naturales y Pesca, Julia Carabias Lillo, señaló en unaconferencia de prensa el día 14 de mayo, que los ataques al ganadono tenían nada que ver con algún ser extraño y mucho menos convampiros. Aclaró que se trataba de una especie canina o felinasalvaje, que ante la falta de alimento, acudía a las poblacionescercanas para alimentarse del ganado. Advirtió que la versión delChupacabras estaba causando severos daños al medio ambiente,debido a que la gente estaba quemando cuevas, con la idea de queahí podría esconderse la extraña bestia, causando daños a lafauna y flora que habitaba esos lugares. Por otro lado, elsubsecretario de Fomento Agropecuario, Julio de la Mora Razura,señaló que en los casos conocidos en el norte del país, todo sedebía a la severa sequía, la cual obligaba a coyotes, mapaches,zorros, chacales y perros salvajes, a bajar de los montes paramerodear poblaciones donde había ganado y saciar su hambre y sed.Por su parte, el director de la Facultad de Veterinaria y Zootecniade la UNAM, Eduardo García Pliego, comentó que no existía unaespecie animal en la tierra capaz de consumir la cantidad desangre, que supuestamente succionaba el Chupacabras, por lo tanto,exhortó a la población a no alarmarse ante los rumores. Por otraparte, el subsecretario de Agricultura, Romárico ArroyoMarroquín, recalcó que conforme a los estudios de losveterinarios de la UNAM, el Chupacabras no era una nueva especie dedepredador, ni mucho menos. Que los ataques registrados al ganadose debían seguramente, a una jauría de perros o coyotes.

LAS METAMORFOSIS DE LA BESTIA El día 8 de mayo, su Diario LAPRENSA le informó a usted, sobre la captura de un supuestoChupacabras en Nayarit. La noticia mencionaba que tres hombres dela comunidad de Acaponeta, capturaron en el patio del domicilio deuno de ellos, a un extraño animal, que tenía un hocico largo,grandes colmillos, patas engarrotadas como de rapiña, unas alaslargas y era de un tamaño del doble de grande que una gallina. Enentrevista con el subcomandante de la Policía de Nayarit, GerardoMontiel, señaló que el extraño ser se parecía a un murciélagogigante y llevaba varios días atacando el ganado y que lo habíanvisto rondar cerca de la costa. Al día siguiente, en la presaAbelardo Rodríguez, a dos kilómetros del centro de HermosilloSonora, habitantes del lugar encontraron a otro misterioso ser,quienes, según ellos, se trataba del Chupacabras, el cual tambiénafirmaron que tenía un aspecto bastante raro, con hocico largocomo el de un ratón, ojos de sapo y unas alas largas y emplumadas,como si fuera un murciélago bastante grande. Fue así como durantelos meses de abril y mayo de 1996, se reportaron varios casos sobreataques del Chupacabras; desde Sonora, pasando por Guerrero,Guadalajara, San Luis Potosí, Querétaro y el mismo DistritoFederal, fueron el centro de atención en los distintos medios decomunicación. Asimismo, decenas de personas y animales muertosfueron los protagonistas de una histeria colectiva, que hizo pensarque una extraña y macabra especie, venida de quién sabe dónde,no sólo atacaba el ganado, sino también a seres humanos.

EL MONSTRUO ATACA EN TEXAS En 2007, en lacomunidad de Cuero, Texas, un extraño depredador mató a variasgallinas en el rancho de una mujer de nombre Phylis Canion, quienuna tarde tuvo la oportunidad de ver al extraño animal y la dejóestupefacta. Al ver los tremendos colmillos de la bestia, no dudóen pensar que éste era sin duda, el que estaba matando a suganado. Pero lo que más llamó la atención de ella y de susvecinos, fue que la alimaña no se comiera a sus presas o se lasllevara, sino que sólo les extraía la sangre. Días después,Phylis tuvo la oportunidad de encontrar en la carretera al extrañoanimal muerto, recogió su cuerpo y lo entregó a un equipo de tresinvestigadores para que le realizaran varias pruebas. La aparienciadel Chupacabras encontrado por Canion era muy peculiar; su piel eragruesa como la de un elefante, sus patas delanteras eran mucho máscortas que las traseras, su pelo era escaso y tenía unos colmillosmuy largos. Así que el equipo de investigadores hizo tres pruebasdistintas para conocer con más certeza la especie a la quepertenecía este extraño ser. El genetista Irving Kornfield seencargó de analizar el pelo, la veterinaria Joanne Mansell la pielpara precisar si el animal contaba con alguna enfermedadepidérmica y Tod Disotell, científico de la Universidad de NuevaYork, estudiaría un pedazo de tejido para realizar una prueba deADN. Los resultados de la investigación de Irving Kornfielddeterminaron que el pelo de la extraña creatura no pertenecía aninguna especie de mono, tampoco de murciélago, sino a un cánido,entre los cuales se encuentran: lobos, chacales, coyotes, zorros eincluso, perros domésticos. La investigadora Joanne Mansell llegóa la conclusión de que se trataba de un animal carnívoro muysemejante a un lobo o a un chacal, pero no pudo comprobar quepadeciera de una severa infección en la piel, como lo es la sarna.Mientras tanto, los estudios de ADN realizados por Tod Disotell,puntualizaron que era un coyote, animal muy común en el sur deTexas. De modo que por conclusión, los tres científicoscoincidieron en sus estudios que al ser que llamaban Chupacabras noera más que un cánido, muy probablemente, un lobo, un coyote, ola cruza de ambos. Sin embargo, los testigos que vieron o quefueron atacados por esta misteriosa bestia, desde Puerto Rico hastaTexas, incluyendo los de México, se mantuvieron escépticos antela idea de que se tratara de un perro, lobo o coyote. Para ellos,la extraña creatura no se parecía a nada de lo que habían vistoen sus vidas. Para ellos, el Chupacabras era la nueva encarnacióndel mal. Realidad o imaginación, lo cierto es, querido lector, queel Chupacabras estuvo en boca de todo mundo, deambuló misterioso yse insertó en el ideario colectivo, no sólo de México, sino deotras latitudes. Algunos dirán que se convirtió en un mito por lapopularidad que alcanzó en distintos medios de comunicación,algunos otros dirán que sólo fue un placebo para digerir muchasveces, el difícil andar cotidiano. Otros piensan que elChupacabras se alimenta del rebaño social, que ataca cuando creeconveniente y que su aspecto es tan absurdo como su mismaexistencia. ¿Usted qué opina, estimado lector? Todas las culturasdel mundo, desde tiempos muy remotos hasta la actualidad hanencapsulado su memoria a través de los mitos. Nuestro país estálleno de ellos, por donde busquemos estamos llenos de símbolos yrelatos que dan identidad a nuestra manera de ser y que expresantambién, la conciencia histórica de la nación que somos.

Historia truculenta: entre la verdad y el mitoCarlos Álvarez Imprecisos son la fecha y el lugar de cuándo ydónde comenzó a circular el rumor del Chupacabras en México.Pero a partir de mediados de abril y con mayor fuerza en mayo de1996, debido a la difusión mediática de un supuesto ser quechupaba la sangre del ganado, el tema se difundió rápidamente portodo el país en muy poco tiempo. De tal modo que en El Diario delas Mayorías el asunto no fue para menos, sobre todo porque esterotativo se ha preocupado por desmitificar los asuntos mástriviales y poner sobre la mesa las noticias más relevantes. Asípues, además de tener corresponsales en los estados donde sepropagó incialmente con mayor rapidez este fenómeno, ElPeriódico que Dice lo que Otros Callan tuvo presencia en elreportero Noel F. Alvarado, quien siguió la pista de ese supuestoser del que nadie tenía certeza de cómo era y se le atribuíancaracterísticas sobrenaturales. Sobre todo porque otros mediosproyectaron una verdad ilusioria y llena de errores provenientesdel propio vulgo; pues en un censo preliminar se anotó que elChupacabras era un ser fugitivo y demoniaco que nadie habíatocado, pero que muchos pretendían haber visto en el fondo de laoscura noche. Así pues, a mediados de abril de 1996 comenzaron allegar las noticias, tal como en el caso de Guadalajara, donde elcorresponsal escribió: “Aparece ‘Chupacabras y ‘mujerloba’ en Jalisco!”; donde se detallaba que en el poblado deTlajomulco de Zúñiga un campesino había denunciado la muerte deuna decena de carneros por un supuesto “chupacabras”. De talmanera, esos rumores contrastaban en dos contextos culturalesdiferentes de la sociedad mexicana y alguien tenía que constatar odesmentir los hechos. Ya que, por una parte, el sector rural leconfirió gran verosimilitud al rumor del Chupacabras; en tanto queen la urbe esta nota carecía de fundamento científico, así comode verosimilitud. Y todo en los medios de comunicación contribuíaa reforzar la idea de un ser capaz de asolar poblaciones ruralesapartadas de la urbanización, adonde pocas veces pasaba algotrascendente. Y a partir los titulares fue como se pudo extraer unarealidad aparente, que lo describía como un “raro animal” que“atacaba” a sus víctimas y que “nadie podía atrapar”;prácticamente un ser “intocable”, pero que “causabapánico” o “terror” y además era “escurridizo”. Eso fuelo que apareció en las publicaciones, en general, pero pocas setomaron el tiempo para dirigirse al sitio y desmentir, o bien,brindar un panorama más cercano a la realidad tangible. Y fue apartir de las imágenes y las notas transmitidas que el Chupacabrasadquirió verdadera forma y cuerpo, aunque no fuera visible; ytenía características físicas específicas, aunque nadie lohabía atrapado. Y lo curioso del caso es que había unasrepresentaciones tan extraordinarias, que por su propia naturalezase desmentían. Entre ellas se decía que era un serextraterrestre, o bien, un ser demoniaco, ya fuera un murciélago ovampiro agresivo que siempre estaba listo para atacar o al acecho.Y todo, con base en los testimonios de los testigos oculares quehabían “creado” al Chupacabras. Lo cierto es que ningunaevidencia real, verídica u oficial hubo de este críptido. Yrespecto a los reportes forenses, nunca se logró comprobar, conbase en algún procedimiento científico que ningún animal hubieradrenado la sangre de sus víctimas. La realidad tiende a evadirse ypareciera más lógico aceptar la presencia de lo desconocido paraexplicar que la naturaleza tiene un modo peculiar de despistar alespectador ingenuo; la explicación más sencilla, versa un dicho,casi siempre es la correcta. De tal modo, era más sencillo creerque unos perritos salvajes o coyotes sarnosos, quizá algún animalmal hecho genéticamente, fueron los responsables de devoraranimales de granja. Ahora casi nadie cree en los chupacabras,quizá; pero no hace mucho dicen que volvió a reaparecer… Quizáfue sólo el rumor, ya que sucedió como algo trivial, pues loschupacabras ocupan un lugar intermedio entre los seres materiales ylos inmateriales.

Alfredo Sosa y Carlos Álvarez El tema delChupacabras apareció en México en el 96, si no mal recuerdo en elsexenio de Salinas [(sic), pero es el de Zedillo]; empezó un rumorallá en Sinaloa, luego en Puebla si no mal recuerdo, ya despuésllegó a los municipios del Estado de México. Cuando llega aquí alos municipios del Estado de México, mucha gente nos empieza ahablar por teléfono sobre la muerte de manera extraña deborregos, de gallinas, de guajolotes, de chivos; pero eran muertesde 10, 12, 15 borregos. Lo curioso aquí es que cuando empiezan ahacer la investigación, es que resulta que todos los animalestenían unas marcas en el cuello; una marca muy singular, muyparticular de la forma de morir de los animales. Digo, son animalesde casa (sic, granja), y los dueños de los animales lo único queescuchaban en el caso de los guajolotes y las gallinas nada más elaleteo es lo que decían; que escuchaban nada más el aleteo. Y enel caso de los borregos, pues nada más escuchaban el ruido y losgritos de los borregos y de los chivos. Entonces eso empezó allamarnos la atención. En aquel entonces yo cubría el Estado deMéxico, yo cubría Policía en el Estado de México y, bueno, puespor ende teníamos que ir a todos estos hechos que ocurrían; y meempecé a meter por ahí. Entoces empezamos a escribir la historiade las muertes simultáneas de animales domésticos. Y resulta queempezó a llegar el rumor de que se trataba, porque nadie dabaexplicación de quién los mataba o cómo los mataban; o seanadie… Todo mundo se preguntaba quién era el homicida, elasesino; todo mundo se preguntaba. Entonces, surge la primeraversión del famoso Chupacabras, porque en las noches loshabitantes de las zonas apartadas de las comunidades a ver, puesprácticamente a espiar en la noche, ¿no? Y lo único que dicen esque veían un animal que llegaba y los atacaba, pero nunca lovieron (en realidad). Ellos creen que se trataba del famosoChupacabras; para entonces ya existía la versión del Chupacabrascuando viene de allá de Sinaloa. En una ranchería de Sinaloa, hayuna mujer que dice que cuando salió en la noche madrugada de undía, a hacer sus necesidades fisiológicas, y dice que ahí fueatacada por un animal que tenía dientes, que tenía garras, peroque no era un animal conocido; entonces dice que como pudo logróescapar, zafarse y pedir ayuda a su familia que dormía. Entoncesempieza a surgir el rumor por acá que se trataba del Chupacabras.Hay que resaltar que en ese entonces era el sexenio de Zedillo(heredado por Salinas) y estabamos sufriendo una crisis políticabastante fuerte, entonces fue cuando surge todo este tema delChupacabras. Y, bueno, en el caso específico lo empezamos acubrir. Fui a Texcoco, fui a Chiconautla. En varios municipiosdonde aparecían muertos los borregos, las gallinas, losguajolotes. Me seguí enfocando en ese entonces, vieron que el temadaba para más, porque de manera constante iban apareciendo endías dos tres días, cuatro días, una semana, más casos; se ibansumando más casos. Entonces ya cuando empezamos a ver el tema queera más constante, pues ya me comisionaron con un compañerográfico; únicamente y exclusivamente a seguirle las huellas alfamoso Chupacabras; y sí empezamos a irnos a las rancherías; arevisar inclusive los propios animales muertos que encontramos ahíy, efectivamente, pues tenían las marcas de colmillos en elcuello; y en el caso de los guajolotes y las gallinas, puespractimente arrancados los pescuezos. Pero nos quedamos en el mitoporque nadie pudo matar al famoso Chupacabras y ya después, poco apoco se fue desapareciendo el caso, hasta que ya no volvió aaparecer y dejamos el caso por la paz. Así como él sedesapareció, también nosotros. Todo quedó en un mito, sinembargo, las evidencias de los animales que mató y de las personasque atacó quedaron ahí, plasmadas en las páginas de LA PRENSA.Pues, así como llegó, se esfumó. Esperamos que esta bestia novuelva a aparecer en ningún sexenio.

El murmullo de un temor sin nombre se esparció como unrumor, éste hablaba sobre un ser que chupaba la sangre de losanimales, sobre todo de las cabras y, a veces, de seres humanos,produciéndoles en ocasiones la muerte.

Carlos Álvarez El nombre de este serjustificaría su inclusión en un libro de zoología fantástica,sin embargo, sugiere más la locución de un ser imaginario que deuna creatura mítica engendrada por la fantasía de los hombres. Noobstante, ignoramos si este ser pertenece ya a la realidad tangiblede la ciencia, empero hubo un hombre que en la década de los añosnoventa se dedicó a seguir su rastro por distintas latitudes,respondiendo no sólo al llamado de la verdad, que exige siempre eltrabajo de un reportero, sino al deseo imperdonable de agrandar elnúmero de curiosos que gustan de misterios. Noel F. Alvarado,reportero de LA PRENSA, comenzó a rastrear el camino de estabestia que nació casi de la noche a la mañana. No había registrode ella, ni siquiera había sido bautizada, pese a que algunosmedios suponían que desde hacía varias décadas ya existía elrumor.

En busca de un origen que llegó como un rumorSe afirma que el primer avistamiento del Chupacabras fue en 1995en Puerto Rico, en una región llamada Canóvanas. Se cuenta quehubo una testigo cuyo nombre era Madeylen Tolentino, quien afirmóhaberlo visto, pues éste pasó frente a la ventana de su casa.Después de ese primer avistamiento, también otros lugareñosdijeron haberlo atestiguado su presencia, y aunque no lodistinguieron perfectamente sí pudieron dar una vaga imagen de eseanimal al que describieron como una creatura bípeda, de entre1.20 y 1.50 metros, cuyos grandes ojos eran terroríficos; teníapúas sobre su espalda y garras afiladas. La gente comenzó areferirse a esa creatura como “la bestia”, y le atribuyeron lamuerte del ganado, ya que le succionaba la sangre, tal cual al modode los vampiros, a través de dos perforaciones en el cuello. Trashacerse públicos los ataques y luego de que los medios iniciaron areportar sobre las víctimas que “aparecían desangradas”, dioinicio el mito del Chupacabras, el cual se extendió más allá delas fronteras de ese país. Pero no sólo el mito salió para sernoticia en otras latitudes, sino que en sí misma esa creatura sehizo presente en México y el en sur de Estados Unidos,principalmente.

PÁNICO EN LA URBE Para sorpresa y horror de loshabitantes de la ciudad y su área conurbada, el mal era real y seencontraba más cerca de lo que podían imaginar. ALFREDOSOSA

Después de que el Chupacabras sembró el temor en Puerto Rico,Centroamérica, México y varias entidades de los Estados Unidos,los habitantes del entonces Distrito Federal veían muy remota laposibilidad de que se aproximara a la gran urbe. Se tenía casi lacerteza de que esa horrenda bestia sólo habitaba lugaresapartados, como cerros, barrancos y entidades muy lejanas,propicias para atacar ganado, cerdos, gallinas y cabras. Sinembargo, el 6 de mayo de 1996, los capitalinos se quedaronestupefactos al enterarse en su Diario LA PRENSA, sobre la noticiade que la mañana del día anterior, en la comunidad de San MiguelCuatlinchán, en Texcoco, a escasos 25 kilómetros del DistritoFederal, el Chupacabras había atacado con toda su furia. Al lugarde los hechos acudió nuestro compañero reportero Noel Alvarado,quien relató en su nota periodística que en el domicilio de lafamilia Hernández Flores, en el corral propiedad de don Domingo,aparecieron 18 aves, entre guajolotes, gallinas y patos, que fuerondesgarrados con saña inaudita y presentaban mordidas,aparentemente, hechas por una bestia con grandes colmillos. Por sifuera poco el horror, su depredador también les había succionadola sangre. Ante lo misterioso y aterrador de este certero ataque,los pobladores entraron en pánico, por ello decidieron armarse conlo que pudieron y junto con varias autoridades policiacasrealizaron esa tarde una búsqueda para dar con la bestia asesina yrealizaron guardias nocturnas para protegerse del depredador, sinembargo, no dieron con él. Pero, los habitantes de esa comunidadtodavía no se reponían del primer susto, cuando tres díasdespués, el Chupacabras masacró de nueva cuenta a dos animalitosmás. Se trataba de dos lechones, propiedad del señor AntonioRivera Mancilla, quien dio aviso a la policía. Por su parte,investigadores de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de laUNAM, se hicieron cargo de los restos de los cerditos paraanalizarlos y conocer con precisión las causas de su muerte. Peroesa madrugada la bestia misteriosa estuvo muy excitada y tambiénaniquiló a Pancho, un borreguito de cuatro meses, propiedad deSalvador Silva Balderas, en la calle Cultivos número 217, en laColonia Valle del Sur, en Iztapalapa. Y para concluir con sucacería aquella noche, el Chupacabras descabezó y destripó a unapaloma muy cerca del taller eléctrico del señor EduardoVillalobos Juárez, ubicado en el número 90 de la calle AlfredoChavero, en la Colonia Obrera, quien mencionó que había visto ensu local, a un animal parecido a una rata gigante y con alas. Enesos momentos, aquella monstruosa amenaza que había sembrado elterror y el pánico en zonas apartadas de varios estados del país,se encontraba en la gran urbe, para sorpresa y horror de loscapitalinos. El mal era real y se encontraba más cerca de lo quepodían imaginar.

“SE TRATA DE COYOTES HAMBRIENTOS” Ante el pánico y laangustia de los habitantes del Área Metropolitana generados por elhallazgo de animales muertos, la secretaria de Medio Ambiente yRecursos Naturales y Pesca, Julia Carabias Lillo, señaló en unaconferencia de prensa el día 14 de mayo, que los ataques al ganadono tenían nada que ver con algún ser extraño y mucho menos convampiros. Aclaró que se trataba de una especie canina o felinasalvaje, que ante la falta de alimento, acudía a las poblacionescercanas para alimentarse del ganado. Advirtió que la versión delChupacabras estaba causando severos daños al medio ambiente,debido a que la gente estaba quemando cuevas, con la idea de queahí podría esconderse la extraña bestia, causando daños a lafauna y flora que habitaba esos lugares. Por otro lado, elsubsecretario de Fomento Agropecuario, Julio de la Mora Razura,señaló que en los casos conocidos en el norte del país, todo sedebía a la severa sequía, la cual obligaba a coyotes, mapaches,zorros, chacales y perros salvajes, a bajar de los montes paramerodear poblaciones donde había ganado y saciar su hambre y sed.Por su parte, el director de la Facultad de Veterinaria y Zootecniade la UNAM, Eduardo García Pliego, comentó que no existía unaespecie animal en la tierra capaz de consumir la cantidad desangre, que supuestamente succionaba el Chupacabras, por lo tanto,exhortó a la población a no alarmarse ante los rumores. Por otraparte, el subsecretario de Agricultura, Romárico ArroyoMarroquín, recalcó que conforme a los estudios de losveterinarios de la UNAM, el Chupacabras no era una nueva especie dedepredador, ni mucho menos. Que los ataques registrados al ganadose debían seguramente, a una jauría de perros o coyotes.

LAS METAMORFOSIS DE LA BESTIA El día 8 de mayo, su Diario LAPRENSA le informó a usted, sobre la captura de un supuestoChupacabras en Nayarit. La noticia mencionaba que tres hombres dela comunidad de Acaponeta, capturaron en el patio del domicilio deuno de ellos, a un extraño animal, que tenía un hocico largo,grandes colmillos, patas engarrotadas como de rapiña, unas alaslargas y era de un tamaño del doble de grande que una gallina. Enentrevista con el subcomandante de la Policía de Nayarit, GerardoMontiel, señaló que el extraño ser se parecía a un murciélagogigante y llevaba varios días atacando el ganado y que lo habíanvisto rondar cerca de la costa. Al día siguiente, en la presaAbelardo Rodríguez, a dos kilómetros del centro de HermosilloSonora, habitantes del lugar encontraron a otro misterioso ser,quienes, según ellos, se trataba del Chupacabras, el cual tambiénafirmaron que tenía un aspecto bastante raro, con hocico largocomo el de un ratón, ojos de sapo y unas alas largas y emplumadas,como si fuera un murciélago bastante grande. Fue así como durantelos meses de abril y mayo de 1996, se reportaron varios casos sobreataques del Chupacabras; desde Sonora, pasando por Guerrero,Guadalajara, San Luis Potosí, Querétaro y el mismo DistritoFederal, fueron el centro de atención en los distintos medios decomunicación. Asimismo, decenas de personas y animales muertosfueron los protagonistas de una histeria colectiva, que hizo pensarque una extraña y macabra especie, venida de quién sabe dónde,no sólo atacaba el ganado, sino también a seres humanos.

EL MONSTRUO ATACA EN TEXAS En 2007, en lacomunidad de Cuero, Texas, un extraño depredador mató a variasgallinas en el rancho de una mujer de nombre Phylis Canion, quienuna tarde tuvo la oportunidad de ver al extraño animal y la dejóestupefacta. Al ver los tremendos colmillos de la bestia, no dudóen pensar que éste era sin duda, el que estaba matando a suganado. Pero lo que más llamó la atención de ella y de susvecinos, fue que la alimaña no se comiera a sus presas o se lasllevara, sino que sólo les extraía la sangre. Días después,Phylis tuvo la oportunidad de encontrar en la carretera al extrañoanimal muerto, recogió su cuerpo y lo entregó a un equipo de tresinvestigadores para que le realizaran varias pruebas. La aparienciadel Chupacabras encontrado por Canion era muy peculiar; su piel eragruesa como la de un elefante, sus patas delanteras eran mucho máscortas que las traseras, su pelo era escaso y tenía unos colmillosmuy largos. Así que el equipo de investigadores hizo tres pruebasdistintas para conocer con más certeza la especie a la quepertenecía este extraño ser. El genetista Irving Kornfield seencargó de analizar el pelo, la veterinaria Joanne Mansell la pielpara precisar si el animal contaba con alguna enfermedadepidérmica y Tod Disotell, científico de la Universidad de NuevaYork, estudiaría un pedazo de tejido para realizar una prueba deADN. Los resultados de la investigación de Irving Kornfielddeterminaron que el pelo de la extraña creatura no pertenecía aninguna especie de mono, tampoco de murciélago, sino a un cánido,entre los cuales se encuentran: lobos, chacales, coyotes, zorros eincluso, perros domésticos. La investigadora Joanne Mansell llegóa la conclusión de que se trataba de un animal carnívoro muysemejante a un lobo o a un chacal, pero no pudo comprobar quepadeciera de una severa infección en la piel, como lo es la sarna.Mientras tanto, los estudios de ADN realizados por Tod Disotell,puntualizaron que era un coyote, animal muy común en el sur deTexas. De modo que por conclusión, los tres científicoscoincidieron en sus estudios que al ser que llamaban Chupacabras noera más que un cánido, muy probablemente, un lobo, un coyote, ola cruza de ambos. Sin embargo, los testigos que vieron o quefueron atacados por esta misteriosa bestia, desde Puerto Rico hastaTexas, incluyendo los de México, se mantuvieron escépticos antela idea de que se tratara de un perro, lobo o coyote. Para ellos,la extraña creatura no se parecía a nada de lo que habían vistoen sus vidas. Para ellos, el Chupacabras era la nueva encarnacióndel mal. Realidad o imaginación, lo cierto es, querido lector, queel Chupacabras estuvo en boca de todo mundo, deambuló misterioso yse insertó en el ideario colectivo, no sólo de México, sino deotras latitudes. Algunos dirán que se convirtió en un mito por lapopularidad que alcanzó en distintos medios de comunicación,algunos otros dirán que sólo fue un placebo para digerir muchasveces, el difícil andar cotidiano. Otros piensan que elChupacabras se alimenta del rebaño social, que ataca cuando creeconveniente y que su aspecto es tan absurdo como su mismaexistencia. ¿Usted qué opina, estimado lector? Todas las culturasdel mundo, desde tiempos muy remotos hasta la actualidad hanencapsulado su memoria a través de los mitos. Nuestro país estálleno de ellos, por donde busquemos estamos llenos de símbolos yrelatos que dan identidad a nuestra manera de ser y que expresantambién, la conciencia histórica de la nación que somos.

Historia truculenta: entre la verdad y el mitoCarlos Álvarez Imprecisos son la fecha y el lugar de cuándo ydónde comenzó a circular el rumor del Chupacabras en México.Pero a partir de mediados de abril y con mayor fuerza en mayo de1996, debido a la difusión mediática de un supuesto ser quechupaba la sangre del ganado, el tema se difundió rápidamente portodo el país en muy poco tiempo. De tal modo que en El Diario delas Mayorías el asunto no fue para menos, sobre todo porque esterotativo se ha preocupado por desmitificar los asuntos mástriviales y poner sobre la mesa las noticias más relevantes. Asípues, además de tener corresponsales en los estados donde sepropagó incialmente con mayor rapidez este fenómeno, ElPeriódico que Dice lo que Otros Callan tuvo presencia en elreportero Noel F. Alvarado, quien siguió la pista de ese supuestoser del que nadie tenía certeza de cómo era y se le atribuíancaracterísticas sobrenaturales. Sobre todo porque otros mediosproyectaron una verdad ilusioria y llena de errores provenientesdel propio vulgo; pues en un censo preliminar se anotó que elChupacabras era un ser fugitivo y demoniaco que nadie habíatocado, pero que muchos pretendían haber visto en el fondo de laoscura noche. Así pues, a mediados de abril de 1996 comenzaron allegar las noticias, tal como en el caso de Guadalajara, donde elcorresponsal escribió: “Aparece ‘Chupacabras y ‘mujerloba’ en Jalisco!”; donde se detallaba que en el poblado deTlajomulco de Zúñiga un campesino había denunciado la muerte deuna decena de carneros por un supuesto “chupacabras”. De talmanera, esos rumores contrastaban en dos contextos culturalesdiferentes de la sociedad mexicana y alguien tenía que constatar odesmentir los hechos. Ya que, por una parte, el sector rural leconfirió gran verosimilitud al rumor del Chupacabras; en tanto queen la urbe esta nota carecía de fundamento científico, así comode verosimilitud. Y todo en los medios de comunicación contribuíaa reforzar la idea de un ser capaz de asolar poblaciones ruralesapartadas de la urbanización, adonde pocas veces pasaba algotrascendente. Y a partir los titulares fue como se pudo extraer unarealidad aparente, que lo describía como un “raro animal” que“atacaba” a sus víctimas y que “nadie podía atrapar”;prácticamente un ser “intocable”, pero que “causabapánico” o “terror” y además era “escurridizo”. Eso fuelo que apareció en las publicaciones, en general, pero pocas setomaron el tiempo para dirigirse al sitio y desmentir, o bien,brindar un panorama más cercano a la realidad tangible. Y fue apartir de las imágenes y las notas transmitidas que el Chupacabrasadquirió verdadera forma y cuerpo, aunque no fuera visible; ytenía características físicas específicas, aunque nadie lohabía atrapado. Y lo curioso del caso es que había unasrepresentaciones tan extraordinarias, que por su propia naturalezase desmentían. Entre ellas se decía que era un serextraterrestre, o bien, un ser demoniaco, ya fuera un murciélago ovampiro agresivo que siempre estaba listo para atacar o al acecho.Y todo, con base en los testimonios de los testigos oculares quehabían “creado” al Chupacabras. Lo cierto es que ningunaevidencia real, verídica u oficial hubo de este críptido. Yrespecto a los reportes forenses, nunca se logró comprobar, conbase en algún procedimiento científico que ningún animal hubieradrenado la sangre de sus víctimas. La realidad tiende a evadirse ypareciera más lógico aceptar la presencia de lo desconocido paraexplicar que la naturaleza tiene un modo peculiar de despistar alespectador ingenuo; la explicación más sencilla, versa un dicho,casi siempre es la correcta. De tal modo, era más sencillo creerque unos perritos salvajes o coyotes sarnosos, quizá algún animalmal hecho genéticamente, fueron los responsables de devoraranimales de granja. Ahora casi nadie cree en los chupacabras,quizá; pero no hace mucho dicen que volvió a reaparecer… Quizáfue sólo el rumor, ya que sucedió como algo trivial, pues loschupacabras ocupan un lugar intermedio entre los seres materiales ylos inmateriales.

Alfredo Sosa y Carlos Álvarez El tema delChupacabras apareció en México en el 96, si no mal recuerdo en elsexenio de Salinas [(sic), pero es el de Zedillo]; empezó un rumorallá en Sinaloa, luego en Puebla si no mal recuerdo, ya despuésllegó a los municipios del Estado de México. Cuando llega aquí alos municipios del Estado de México, mucha gente nos empieza ahablar por teléfono sobre la muerte de manera extraña deborregos, de gallinas, de guajolotes, de chivos; pero eran muertesde 10, 12, 15 borregos. Lo curioso aquí es que cuando empiezan ahacer la investigación, es que resulta que todos los animalestenían unas marcas en el cuello; una marca muy singular, muyparticular de la forma de morir de los animales. Digo, son animalesde casa (sic, granja), y los dueños de los animales lo único queescuchaban en el caso de los guajolotes y las gallinas nada más elaleteo es lo que decían; que escuchaban nada más el aleteo. Y enel caso de los borregos, pues nada más escuchaban el ruido y losgritos de los borregos y de los chivos. Entonces eso empezó allamarnos la atención. En aquel entonces yo cubría el Estado deMéxico, yo cubría Policía en el Estado de México y, bueno, puespor ende teníamos que ir a todos estos hechos que ocurrían; y meempecé a meter por ahí. Entoces empezamos a escribir la historiade las muertes simultáneas de animales domésticos. Y resulta queempezó a llegar el rumor de que se trataba, porque nadie dabaexplicación de quién los mataba o cómo los mataban; o seanadie… Todo mundo se preguntaba quién era el homicida, elasesino; todo mundo se preguntaba. Entonces, surge la primeraversión del famoso Chupacabras, porque en las noches loshabitantes de las zonas apartadas de las comunidades a ver, puesprácticamente a espiar en la noche, ¿no? Y lo único que dicen esque veían un animal que llegaba y los atacaba, pero nunca lovieron (en realidad). Ellos creen que se trataba del famosoChupacabras; para entonces ya existía la versión del Chupacabrascuando viene de allá de Sinaloa. En una ranchería de Sinaloa, hayuna mujer que dice que cuando salió en la noche madrugada de undía, a hacer sus necesidades fisiológicas, y dice que ahí fueatacada por un animal que tenía dientes, que tenía garras, peroque no era un animal conocido; entonces dice que como pudo logróescapar, zafarse y pedir ayuda a su familia que dormía. Entoncesempieza a surgir el rumor por acá que se trataba del Chupacabras.Hay que resaltar que en ese entonces era el sexenio de Zedillo(heredado por Salinas) y estabamos sufriendo una crisis políticabastante fuerte, entonces fue cuando surge todo este tema delChupacabras. Y, bueno, en el caso específico lo empezamos acubrir. Fui a Texcoco, fui a Chiconautla. En varios municipiosdonde aparecían muertos los borregos, las gallinas, losguajolotes. Me seguí enfocando en ese entonces, vieron que el temadaba para más, porque de manera constante iban apareciendo endías dos tres días, cuatro días, una semana, más casos; se ibansumando más casos. Entonces ya cuando empezamos a ver el tema queera más constante, pues ya me comisionaron con un compañerográfico; únicamente y exclusivamente a seguirle las huellas alfamoso Chupacabras; y sí empezamos a irnos a las rancherías; arevisar inclusive los propios animales muertos que encontramos ahíy, efectivamente, pues tenían las marcas de colmillos en elcuello; y en el caso de los guajolotes y las gallinas, puespractimente arrancados los pescuezos. Pero nos quedamos en el mitoporque nadie pudo matar al famoso Chupacabras y ya después, poco apoco se fue desapareciendo el caso, hasta que ya no volvió aaparecer y dejamos el caso por la paz. Así como él sedesapareció, también nosotros. Todo quedó en un mito, sinembargo, las evidencias de los animales que mató y de las personasque atacó quedaron ahí, plasmadas en las páginas de LA PRENSA.Pues, así como llegó, se esfumó. Esperamos que esta bestia novuelva a aparecer en ningún sexenio.

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