Antes de que ocurriera la desaparición de trece jóvenes que asistieron a un club para continuar una fiesta inverosímil e innecesaria, antes de que siquiera imaginaran que jamás volverían a ver la luz, se suscitó un evento en otro bar del cual se desprendió uno de los casos más sanguinarios y misteriosos que se han vivido en la capital mexicana.
Se habló de venganza, pero sólo pocos sabían quién había sido el hombre que había sido asesinado y qué representaba en la zona. Por unas horas hubo silencio, quizá luto, pero entre tanto, en las entrañas de la podredumbre se orquestaba un castigo ejemplar contra los responsables, directa o indirectamente.
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UN ASESINATO, CAUSA INICIAL
Era viernes 24 de mayo de 2013 y la noche avanzaba. Horacio Vite Ángel, a quien llamaban El Chaparro, supuestamente era distribuidor de droga de la zona, alguien a quien reconocían los que sabían de esos menesteres, pero una persona común cuando cruzaba palabra con otros. Vite departía y recorría la zona, se sentía seguro, era su terruño. El último tramo de la madrugada se refugió en el bar Black, en la colonia Condesa, donde fue sorprendido y acribillado arteramente por integrantes de una banda rival, según se informó en los diarios.
Hubo disparos y luego un silencio oscuro y ensordecedor. La vida se le iba a Horacio Vite. Después, el sonido de las sirenas y la llegada de los detectives y los paramédicos y la gente que pasaba y miraba un muerto más.
De acuerdo con la nota que publicó LA PRENSA el sábado 25 de mayo de 2013, Horacio Vite Ángel, de 35 años de edad, había sido agredido de un balazo en la cabeza dentro del bar Black Condesa Club y, a pesar de haber sido herido de muerte, caminó varios metros hasta quedar tumbado junto a un árbol, donde se desvaneció y falleció.
Cuando los agentes investigadores arribaron al lugar de los hechos y comenzaron las diligencias, dos cuestiones llamaron poderosamente la atención -sin que por ello se tuvieran certezas-: la primera, que entre las pertenencias de Horacio Vite, los agentes de la PGJDF encontraron seis grapas (sobres) de cocaína; la segunda, que se detectaron huellas de pisadas de sangre que salían del bar Black Condesa Club, por lo que todo parecía indicar que la agresión había ocurrido dentro de este antro.
En el bajo mundo la noticia se esparció como pólvora, una expresión común en el argot, pero que tiene o cobra mucha relevancia por el impacto final o por las consecuencias.
Hasta ese momento, no se trataba más que de un simple asesinato, una rencilla entre bandas rivales por la disputa del territorio; sin embargo, la realidad era distinta, en el fondo se estaba jugando el control de la zona y en la sombra se vislumbraba la presencia de un fuerte grupo delictivo: La Unión.
Finalmente, quizá la versión no oficial, fue que varios sujetos habían amenazado a Horacio Vite Ángel y después lo habían obligado a salir del bar. Una vez en la calle, lo orillaron hasta la jardinera que se ubica en la esquina que forman las calles Mexicali y Avenida Tamaulipas, donde le descerrajaron dos tiros y luego se desvaneció mortalmente herido.
Esta hipótesis se contradecía en las líneas de investigación, así como con el reporte forense, en el que se destaca que recibió un impacto mortal en la cabeza, que se la perforó, entrando por detrás de la oreja.
No se debía ser muy perspicaz para desdecir la suposición de que permaneció de pie luego del impacto y todavía tuvo la fuerza y la vitalidad necesarias para salir del lugar, caminar varios metros hasta la esquina y escoger un lugar oculto para dejarse morir.
Por otra parte, resaltaban las observaciones de los investigadores, quienes al principio de las indagaciones afirmaron que había huellas de zapatos ensangrentadas que salían del lugar, por lo cual habían supuesto que eran las del propio Vite; no obstante, parecía más claro establecer que se trataba de las de alguien más y que, probablemente, el dueño de éstas habría sido quien lo asesinó y lo sacó del lugar.
Pero todo eran suposiciones. Tan pronto como iniciaron las diligencias en el bar Black, debido a las dudas respecto a la muerte de Horacio, el titular de la PGJDF afirmó que los peritos acudieron a aquel antro, localizado en las entrañas de la Condesa, que se encontraba asegurado por esta dependencia, “por el tema de las investigaciones de que presumiblemente esta persona, que lamentablemente perdió la vida, se encontraba en ese lugar”.
También señaló el titular de la PGJ que esperaría los resultados del cateo para conocer el desenlace de esa investigación, ya que los especialistas se encargarían de revisar todo el lugar para establecer si realmente no fue sacado el cuerpo de Vite Ángel por los trabajadores y, de este modo, se pudieran desviar las indagatorias o si, por el contrario, realmente los hechos ocurrieron de acuerdo con las declaraciones que, por otra parte, se contradecían con las versiones de algunos testigos. Lo que persistía en torno al caso eran únicamente las dudas.
DEL BAR A LA TUMBA
En realidad, sobre la desaparición de los trece en el after Heaven la mañana del domingo nada se supo.
No hubo cobertura al respecto, ni en ningún diario apareció la nota informativa, pues todavía no se tenía la certeza de que los casos pudieran estar conectados y tan sólo se habló de jóvenes enfiestados.
Lo cierto es que aquel domingo 26 de mayo, varios jóvenes se encontraban departiendo, cuando fueron sorprendidos y, apuntándoles con armas de grueso calibre, los obligaron a salir, los subieron a diferentes vehículos y fueron llevados contra su voluntad a un paradero hasta entonces desconocido, tras asistir al bar Heaven, que se ubicaba a sólo una cuadra del Ángel de la Independencia, en la concurrida zona rosa.
Pero la noticia se conoció hasta el 30 de mayo, cuando la presión por parte de los familiares ya era grande, al grado de que habían cerrado avenidas y solicitado audiencia con el propio jefe de gobierno.
De acuerdo con las versiones de algunos familiares y amigos de los desaparecidos, afirmaban que un comando armado los había “levantado” el domingo 26, alrededor de las 10:00 horas, en el bar ubicado en la calle Lancaster número 27.
Asimismo, la versión difundida a través de redes sociales de otra persona identificada como Dianita Jiménez, indicaba que un grupo de varios sujetos se habían hecho pasar por policías, quienes sobre el argumento de realizar un operativo, se habían llevado al menos a 15 personas. No obstante, las denuncias por personas desaparecidas alcanzaron sólo la cifra de 11.
Entonces, a las autoridades no les quedó más que realizar una inspección en el lugar; por lo tanto, revisaron imágenes de las cámaras de seguridad internas, así como de la vía pública para, de este modo, tener un panorama de los acontecimientos y también poder identificar al presunto comando.
Tras cinco días de haber ocurrido la desaparición de sus seres queridos, madres, esposas y hermanas de los jóvenes lloraban por no saber dónde estaban sus familiares, luego de que se afirmaba en los corredores de las pequeñas calles de la ciudad que habían sido “levantados”.
Nada sabían sobre el paradero final de sus hijos, esposos o hermanos, pero sí tenían la seguridad de que el último lugar en donde se habían reunido era ese ubicado en Lancaster número 27. Y, como no se dedicaban a ningún ilícito, sólo podían pensar que habían sido secuestrados.
Y, debido al tiempo que había transcurrido desde la desaparición sin que se dijera nada, además de la tardanza de las autoridades para hablar del caso, las mujeres enfatizaron la protesta de reclamo, primero en una manifestación realizada la tarde-noche del miércoles 29 de mayo, cuando cerraron el Eje 1 Norte en su cruce con la calle Jesús Carranza, de la colonia Morelos; y luego, el jueves 30, cuando llegaron hasta el Zócalo, donde con pancartas y fotografías de sus seres queridos llamaron la atención del entonces jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, para que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) metiera las manos a fondo en este asunto.
SIN LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
Como las autoridades se percataron de que se había salido de control lo ocurrido en la zona rosa, pero también cómo se dimensionó el caso debido a la insistencia de los familiares, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, se reservó hacer señalamientos sobre que en ese evento de violencia estuviera gente ligada al crimen organizado: “No podemos adelantar en este momento ninguna línea de investigación”, dijo. En realidad, había dos posibilidades y cualquiera podría haber sido acertada o no.
La primera es que la ineptitud de las autoridades fuera real y su desconocimiento de lo que ocurría en una zona tan importante como la rosa pasara inadvertido a tal grado que un día asesinaran a un hombre no lejos de allí (Horacio Vite, en la Condesa) y al otro desapareciera un grupo de entre 11 y 15 jóvenes a plena luz del día. La segunda estribaba en el supuesto de que las autoridades tuvieran pleno conocimiento de lo que sucedía y que, por tal motivo, tardaran en atraer el caso, porque para ellos sería como quedar en el foco de la problemática, así como reconocer que el problema era de fondo, pero además había una aplicación laxa de la ley.
Sólo en el mundo real se sabía. Las madres de los desaparecidos lo sabían. Las esposas lo sabían, las abuelas, los padres y los hermanos lo sabían. Sólo una autoridad con miopía no podía ver un crimen del tamaño de una catedral en sus propias narices, pero afortunadamente, como casi en todos los casos, fue debido a la persistencia de los familiares que el engranaje de la justicia comenzó a moverse.
ALGO EN COMÚN
Los muchachos desaparecidos en la zona rosa tenían algo en común: se decía que todos eran comerciantes o dependían del comercio, pero además, varios de ellos eran originarios del barrio bravo de Tepito, otros de la colonia Centro, así como de la Moctezuma y Peralvillo.
Conocidos y familiares de los ausentes señalaron que no todos se conocían entre sí y probablemente muchos de ellos hicieron amistad un día antes (sábado) en un antro denominado Kristal, adonde llegaron desde la noche de ese día a divertirse.
Posteriormente, se trasladaron a Hamburgo y Lancaster, donde en el after Heaven continuaron con la diversión, pero en el devenir de los actos, todos perdieron comunicación con sus familiares.
Mientras el ritmo de la capital palpitaba en violencia, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, era enfático al afirmar que no había presencia de cárteles en la capital, tal como lo sostuvo en reiteradas ocasiones tras los acontecimientos del bar Heaven, pues consideró el caso como “simples ausencias”.
Sin embargo, a principios de junio tuvo que aceptar que posiblemente el crimen organizado sí podría estar detrás de la desaparición de los jóvenes sustraídos del bar. Por otra parte, los familiares de los desaparecidos negaban que se tratara de una venganza, aunque la investigación pronto fue revelando el misterio del oscuro caso.
De acuerdo con las investigaciones que se habían realizado hasta el 2 de junio, y tal como lo dio a conocer El Diario de las Mayorías, se relacionó el “levantón” con la previa ejecución de un dealer en la Condesa, cuyo hermano era capo de la droga en el Edomex.
LA TRAMA Y EL DESENLACE
No pasó ni un día para que se tramara el plan que habría de llevar a su triste desenlace a los jóvenes levantados del bar Heaven. Para el sábado por la noche la mayoría de los implicados ya conocían su papel en el juego de la muerte. Sabían que irían por unos cuantos jóvenes específicos y también había un como motivo, aunque ya fuera lo de menos.
Así son las venganzas. También, para para los encargados de las investigaciones de la jefatura general de la Policía Investigadora de la PGJDF, el “levantón” de los jóvenes, ocurrido la mañana del domingo 26 de mayo de 2013, se relacionaba estrechamente con el mercado de la venta de drogas en el corredor Insurgentes -el cual incluía antros de la zona rosa y Condesa- en disputa por grupos criminales como La Unión.
Una de las líneas de investigación que cobró fuerza y es la que con mayor difusión se conoce hasta la fecha radica en la disputa entre los grupos antagónicos La Unión y El Cártel de Tepito.
Respecto a este último, se conoció al cabo de las indagatorias que había entre los plagiados tres individuos con un perfil poco común, ya que eran consanguíneos de exlíderes de capos del cártel.
De tal suerte que la venganza habría estado orquestada contra Jorge Ortiz Reyes “El Tanque”, padre de Jerzy Ortiz Ramos; Alejandro Sánchez Zamudio “El Papis”, progenitor de Said Sánchez, y Hugo Alberto Pérez Rojas “Hugo Bocinas”, primo de Rafael Rojas Martínez.
De tal suerte que para el domingo por la mañana ya Ernesto Espinosa Lobo “El Lobo”, dueño del bar, había dado la orden de que nadie de ese barrio (Tepito) entrara al bar Heaven, según declaró “El Ostión” a la PGJDF.
Así pues, de acuerdo con la versión proporcionada por uno de los implicados en los hechos -“El Diablo”-, habrían sido Mario y Dax Rodríguez Ledesma, así como “El Lobo” quienes planearon el levantón porque tenían problemas con Jerzy Ortiz, hijo de Jorge Ortiz Reyes “El Tanque”, quien estaba preso en el penal federal de Sonora. Alrededor de las 10:00 horas del domingo, las víctimas fueron obligadas a subir a los autos que previamente se habían apostado a las afueras del lugar; y, una vez a bordo, los plagiarios se dirigieron rumbo al Estado de México.
De acuerdo con la declaración de uno de los implicados -Bryan Giovanni Guerrero Arroyo-, condujeron hasta Los Reyes La Paz, en donde se detuvo e hizo cambio con otro sujeto. Hacia el mediodía, los secuestradores estaban cerca de Tlalmanalco y cerca de la 13:00 horas, plagiarios y secuestrados descendieron de los autos. Las víctimas fueron trasladadas al rancho La Mesa.
HALLADOS EN TLALMANALCO
El jueves 22 de agosto de 2013, luego de tres meses de incertidumbre, no muy lejos de un lugar conocido como
La Mesa, en Tlalmanalco, las autoridades encontraron los restos de siete personas que, probablemente, podrían haber sido los de los desaparecidos del bar Heaven, según se informó en ese momento.
No obstante, como el hallazgo se acababa de realizar y de inmediato se informó sobre este suceso, no pudo afirmarse categóricamente que se trataba de los restos de los jóvenes que habían desaparecido aquel 26 de mayo, cuando departían y tras el asesinato de un sujeto a quien llamaban “El Chaparro” que, se dijo, fue el detonante para que se desencadenara una supuesta venganza.
No pasó sino tan sólo un día cuando un comando armado desapareció a los jóvenes del bar Heaven en lo que, a decir de varios reporteros, fue una venganza de presuntos mafiosos.
A partir de entonces y debido a la presión ejercida por la familia de los desaparecidos comenzó a investigarse a fondo sobre el destino de los jóvenes. Por tal motivo, los rumores también fueron incrementándose, hasta el día en que aparecieron los siete primeros cadáveres de quienes se pensó podrían pertenecer a algunos de los jóvenes de Tepito que habían sido levantados el 26 de mayo.
Tales rumores cobraron más fuerza, luego de que Ricardo Martínez, abogado de varios de los familiares de los jóvenes desaparecidos, declarara en una entrevista con varios medios de comunicación que estaba casi seguro de que dichos cuerpos eran de algunos de los jóvenes desaparecidos.
Ricardo Martínez indicó la madrugada del 22 de agosto de 2013, al estar en su domicilio, que recibió al menos tres llamadas en las cuales le informaban que, en un rancho ubicado en el municipio de Tlalmanalco, Estado de México, elementos de la PGR habían encontrado sepultados clandestinamente en varias fosas los cadáveres de al menos 13 personas, entre las que figuraban algunas mujeres, mismas que tenían al menos tres meses de muertas, por lo que en ese momento, por el tiempo y el número de personas, no tuvo duda que se trataba de “ellos”.
Por otra parte, la PGR a través de un comunicado daba a conocer que las investigaciones y trabajos de inteligencia realizados por los elementos de la Policía Federal Ministerial habían derivado en la ubicación de un predio donde presuntos delincuentes escondían un verdadero arsenal de armas, pista que los llevó al citado rancho, al que pudieron entrar para practicar una revisión, gracias a que un juez les otorgó una orden de cateo.
No obstante, también se manejó la versión de que el rancho y la localización de los siete cadáveres se dio, ya que la policía detuvo la noche del 21 de agosto de 2013, a dos presuntos delincuentes que fueron quienes revelaron la ubicación del predio y aseguraron que en ese lugar había varios cuerpos sepultados de manera clandestina en varias fosas.
ENCUENTRAN 13 CUERPOS MUTILADOS
Fue rápida la labor de recuperación de los restos hallados en el rancho La Mesa (o La Meseta o La Negra, ya que se manejaron diversos nombres por los medios), pero un poco lenta la identificación de los cuerpos. Las primeras versiones y, sobre todo suposiciones, indicaban que en efecto se trataba de los jóvenes. Para el sábado 24 de agosto, las autoridades reportaban un total de 13 cuerpos hallados en la fosa clandestina, de los cuales cinco fueron identificados plenamente por los Servicios Periciales federales.
En el informe que dio a conocer por la Procuraduría General de la República (PGR) se difundió la versión de que se logró la identificación de uno a través del ADN, quien respondía al nombre de Alan Omar Athiencia Barranco, que sí correspondía con una de las personas buscadas por el caso Heaven.
Por otra parte, de acuerdo con la dependencia, se contaba con datos suficientes para aseverar que entre los cuerpos hallados en la fosa clandestina se encontraban también otros sujetos relacionados con el caso, quienes en vida respondían a los nombres de Gabriela Ruiz Martínez, Rafael Rojo Martínez, Guadalupe Morales Vargas y Josué Piedra Moreno. De tal suerte que los el primer plano lo acapararon las autoridades, ya que entre la PGR de Murillo Karam y la PGJ del entonces DF de Ríos Garza, a pesar de que afirmaban que había estrecha colaboración, se notaba que no era así, ya que Murillo Karam desmentiría la versión de Rodolfo Ríos, quien había afirmado que se contaba con dos detenidos luego o derivado del hallazgo en el rancho.
Así pues, era claro que la entrada al lugar de los hechos había sido a través del personal de la PGR, cuyo origen correspondía con una orden de cateo para seguir con una investigación relacionada con posesión de armas, sin embargo, al dar cumplimiento a ésta se localizó la fosa clandestina.
Por tal motivo, al lugar acudieron los agentes de MP de la Federación y elementos de la Policía Federal Ministerial de Investigación de la Delegación de la Procuraduría General de la República en el Estado de México, en compañía de peritos en criminalística, fotografía, genética, antropología, química, topografía, dactiloscopia, balística y valuación, quienes realizaron los trabajos correspondientes con la identificación de las personas encontradas en en el predio ubicado en el camino hacia Los Árboles de Navidad, localidad de Tlalmanalco de Velázquez, municipio de Tlalmanalco, Estado de México.
EXPERTOS DE OTRO PAÍS
Su dolor era grande y profundo y además tenían la esperanza de ver con vida nuevamente a sus seres queridos. La pérdida, o mejor dicho, la ausencia durante tres meses había sido equivalente a una tortura de la inquisición.
Pero el día que se enteraron sobre el hallazgo, algo dentro de ellos, quizá antiguo como la intuición, sabía que la tragedia era verídica, pero se negaban a creer en la oscura realidad.
Luego de enterarse a través de las noticias, los padres de los desaparecidos del Heaven aseguraron que no recogerían los cuerpos de sus consanguíneos, a pesar que las autoridades afirmaron que se trataba de los desaparecidos con base en evidencia científica; por tal motivo, pidieron que se realizaran exámenes a través de expertos internacionales.
Afuera del “Búnker”, los familiares se congregaron en compañía de amigos y medios de comunicación. Los habían citado a las 17:00 horas, pero la noticia ya la sabían todos, menos ellos; quizá por eso se negaban a aceptar, porque las propias autoridades habían convocado a una rueda de prensa donde se habían adelantado pormenores, antes de reunirse con los propios familiares y hacerles saber primero sobre los más recientes descubrimientos en torno al caso.
Por tal motivo, la CDHDF en voz del ombudsman Luis González Placencia declaró que era inaceptable que se diera a conocer información que era tan importante para el proceso a los medios de comunicación, antes que se diera a conocer a las madres.
PAUSA EN LAS DILIGENCIAS
El día 28 de agosto fue crucial para el caso, ya que por una parte los padres de los desaparecidos señalaban que les parecía una completa falta de respeto que la PGR hubiera entregado los restos a la PGJ capitalina sin que los peritos expertos de otro país terminaran con su dictamen, pero también el hecho de que se hubiera dado a conocer que la ropa entregada no correspondía con ninguno de los levantados del bar Heaven.
Por otra parte, diputados de la Asamblea Legislativa solicitaron a las autoridades de la Procuraduría capitalina que se aplicara la extinción de dominio en el predio donde se ubicaba el bar Heaven, toda vez que esa la Ley establece que los bienes sobre los que se declare la extinción de dominio se aplicará a favor del gobierno del Distrito Federal y serán destinados al bienestar social.
DOS IDENTIFICADOS "DE PESO"
Trascendió también que dos de los cuerpos que lograron recuperarse de la fosa clandestina correspondían con dos personajes importantes para dar una idea cabal de lo que en el fondo realmente ocurría.
Se trataba de Jerzy Ortiz Ponce, de 16 años, hijo de Jorge Ortiz “El Tanque” y Said Sánchez García, de 19 años, hijo de “El Papis”. Estos personajes habían establecido las bases de la delincuencia en el barrio bravo de Tepito.
Una de las líneas de investigación se relacionaba con una presunta venganza o ajuste de cuentas por viejas rencillas contra los padres de Jerzy y Said, quienes en realidad se apuntaron como los verdaderos objetivos de aquel levantón del mes de mayo de 2013.
Sin embargo, en realidad no se podía comprobar si, en efecto, aquello era verdad. Lo único que mantenía como sólida posibilidad era que los chicos eran originarios de Tepito y que allí se estaba conformando un grupo delictivo de alto impacto.
No obstante, por otra parte, también se manejaba la otra línea de investigación que apuntaba a la venganza por el reciente asesinato de Horacio Vite, dos días antes del levantón de Heaven, en el Bar Black de la Condesa.
Antes de finalizar el mes de agosto se dio un gran paso para lograr, acaso, el esclarecimiento del múltiple homicidio contra los jóvenes sustraídos del bar Heaven. De acuerdo con lo que dio a conocer el Procurador capitalino, Rodolfo Ríos Garza, se logró la detención Víctor Manuel Aguilera García, quien aceptó haber participado en el plagio y que, tras éste, participó en el traslado de las víctimas hacia el Estado de México, donde fueron asesinadas y enterradas en la fosa clandestina que posteriormente fue hallada en el rancho La Mesa, en Tlalmanalco.
A pesar de todo, las autoridades se empecinaban en afirmar que el caso no estaba relacionado con el crimen organizado, pero -y de inmediato surgía la contradicción- sí reconocía la misma autoridad que la matanza se derivó de una venganza del grupo al que se denominaba La Unión de Insurgentes (¿crimen organizado?), luego de que fuera ejecutado el narcomenudista conocido como Horacio Vite Ángel “El Chaparro”, en el bar Black Condesa.
Por su parte, Aguilera García, quien fue detenido desde el 22 de agosto en un hotel de la zona norte del Distrito Federal, ratificaba esta línea de investigación al declarar que el secuestro de los jóvenes se derivó en venganza por el asesinato de Horacio Vite.
EN UNA TUMBA SIN NOMBRE
Asimismo el detenido Víctor Manuel había dado los nombres de las demás personas que habían participado en el secuestro de los jóvenes y, por otra parte, había aportado detalles de cómo se llevó a cabo el operativo.
Ríos Garza comentó que hasta ese momento se desconocían las causas de la muerte de los jóvenes, a quienes tan pronto como secuestraron se los llevaron al al Estado de México.
En un video difundido por la autoridad, se observa cómo Aguilera García coordinó la logística para llevarse a los jóvenes del bar, además se distinguía a Ricardo Antonio Méndez Muñoz y a José de Jesús Cardona, quienes fueron los encargados de manejar las camionetas en las que se llevaron a los jóvenes de Tepito.
Sin embargo, lo que levantó ámpula radicó en lo fácil que una banda bien organizada logró hacer en una de las zonas supuestamente con más vigilancia, más segura, pues no muy lejos estaba la Secretaría de Seguridad.
Así pues, conforme fueron cayendo los culpables, se determinó, con base en las declaraciones, que había sido Joel Javier Rodríguez, alias “El Javi”, líder de la Unión Insurgentes quien diera la orden para llevar a cabo el plan, porque afuera del bar un grupo de encapuchados esperaba a bordo de ocho vehículos para llevarse por la fuerza al grupo de jóvenes.
También habían participado en el golpe cuatro policías adscritos a la unidad de la zona rosa, de quienes se supo, al transcurrir las diligencias, que se trataba de viejos amigos de los narcotraficantes que controlaban las cosas, la zona, todo.
El dolor era incesante, una punzada en el estómago, una estocada en el alma. Los familiares de los jóvenes desaparecidos se negaban a creer en el final trágico de sus hijos, hermanos, amigos. Tampoco creían que los cuerpos hallados en Tlalmanalco fueran los de ellos, cómo podía ser que vivos se los hubieran llevado y en pedazos se los quisieran regresar.
Y cómo podían afirmar que se trataba de ellos si sólo les enseñaban algunas partes, aunque las autoridades habían sido lapidarias: no les mostraban los cuerpos porque estaban desmembrados en más de 40 partes, y a los hombres les había ido peor que a las mujeres.
A pesar de todo, la PGR entregó los cuerpos a la autoridad capitalina para que ésta a su vez los entregara a los familiares. No obstante, éstos deseaban verlos con vida, querían justicia, querían que se aclarara el caso y que se aplicara todo el peso de la ley contra los responsables.
En este sentido, a dos detenidos que habían permanecido en arraigo desde hacía varias semanas se les cumplimentó la orden de aprehensión, con lo cual iniciaba el largo trayecto hacia el esclarecimiento del atroz delito que había conmocionado a la ciudad entera, pero que, sobre todo, a los padres de los fallecidos les había arrancado una parte de su propia alma.
DOS EN EL TAMBO
Para el lunes 9 de septiembre de 2013, la noticia que comenzaba a mostrar la luz en el caso fue que el juez 25 penal, en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, había dictado auto de formal prisión a dos presuntos implicados en el secuestro del 26 de mayo en el bar Heaven.
Estos sujetos respondían a los nombres de José de Jesús Carmona Aiza, de 32 años, y Ricardo Antonio Méndez Muñoz o Antonio Ricardo Méndez Muñoz, de 29 años, a quienes se les dictó auto de formal prisión por el delito de secuestro agravado de doce individuos.
EL PRIMER CUERPO
Los padres de la joven Montserrat Loza Fernández lograron recuperar el cuerpo de su hija luego de que la PGJDF a través de un grupo de expertos les explicara de manera clara el resultado de los análisis realizados para que no hubiera lugar a dudas de que se trataba de su familia.
Una vez que la familia tuvo la certeza de que se trataba de Montserrat, solicitaron se realizaran los trámites necesarios para poder recibir el cuerpo y así llevarlo de regreso con ellos y darle digna sepultura. Por otra parte, los padres del resto de las víctimas aún no quería recibir los cuerpos, ya que necesitaban que un experto de otro país los ayudara para cerciorarse de que en efecto se trataba de los jóvenes.
CAYERON TRES MATONES
Se trataba de un trío de la muerte, sicarios que levantaron y asesinaron a los 13 del Heaven. Eran “El Pez”, “El Johnny” y “El Pancho Pulgas” quienes ya habían confesado los hechos: “a las damas las ultrajaron antes de matarlas y descuartizarlas”.
Empero, con estas detenciones comenzaba a delinearse la ruta que llevaría a localizar y detener a los principales líderes de la organización criminal “La Unión”, identificados como Ricardo López Castillo “El Moco”; Omar Romero “El Colosio”; Francisco Hernández Gómez “Pancho Cayagua”, así como los apodados “El Manolón” y “El Rachif” o “El Arabe” -este último, hijo de Jorge Castro Moreno “El Padrino”, “El Abuelo” o “El Quemado”, ya que de acuerdo con lo que se informó en El Diario de las Mayorías, éstos eran señalados como autores intelectuales en el “levantón” de los 13 jóvenes del Heaven.
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EL PRINCIPAL SOSPECHOSO
Con la herida todavía a flor de piel, los familiares de los desaparecidos del Heaven recibieron la noticia de la detención de Joel Javier Rodríguez Fuentes “El Javi”, considerado el autor material e intelectual del secuestro, asesinato y sepultura clandestina de los jóvenes.
De acuerdo con la inevestigación, El Javi habría sido el encargado de planear la forma en cómo sacarían a los jóvenes, es decir, él fue quien ideó el plan de un supuesto comando de policías quienes ingresarían para llevar a cabo el secuestro. Asimismo, fue el encargado de seleccionar a las víctimas y dar la orden de matarlos y sepultarlos en Tlalmanalco.
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