Cristina canta desde que tiene memoria, primero lo hacía únicamente por distracción, luego tuvo la necesidad de decir cosas y la única manera de hacerlo era con esas canciones, que parecía estaban hechas para ella, aunque fue hasta algunos años después que cayó en la cuenta que podía vivir de su voz.
Fueron años de esfuerzo, de aprender, de practicar con su hermana, hasta que logró una oportunidad, entonces alcanzó el escenario de un bar de la Ciudad de México, esto se convirtió en su forma de vida, en la manera de llevar dinero a casa.
No es rica, pero vive con lo poco que gana, porque casi siempre quienes la contratan se llevan la mejor parte, no obstante que ella es la voz que atrapa al público, que entre copa y copa le hacen llegar papelitos con temas que desean escuchar, y uno que otro con declaraciones de amor.
Trabajo hay, a veces todo el fin de semana, y cuando les dejan cantar en otros bares, lo que le ha permitido ganar dinero, para vivir al día.
Hasta ahora, ella no había caído en la cuenta que en algún momento podría faltar el trabajo o el dinero, hasta que inició esta pandemia de coronavirus y el temor que cerraran su fuente de trabajo.
Al final, este miedo se hizo realidad, simplemente le dijeron que cerrarían el bar donde se presentaba y que no hay para cuándo pueda regresar.
Ella podría cantar incluso en la calle, pero esta cuarentena ha metido a todo mundo a sus casas, mientras ella como otros decenas, quizá cientos de artistas urbanos se truenan los dedos, porque lo poco que ganaban y las propinas recibidas, eran su medio de sustento.
Ahora el gobierno de Claudia Sheinbaum ha informado que libera más de 50 mil microcréditos para las llamas Mipymes, o pequeños negocios familiares, un área donde no caben los artistas, ellos no son considerados prestadores de servicios o vendedores de un producto, y los apoyos no les tocan.
Pero eso si, se ven obligados a irse a casa sin la seguridad que tengan, ellos o su familia, para comer el día de mañana.
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