Ya hemos comentado amigo lector en esta columna, lo voraces que son los propietarios de grúas y algunos corralones, en la entidad mexiquense, quienes actúan con toda impunidad y hacen lo que se les antoja con los automovilistas que tienen la desgracia de caer en sus manos por algún incidente de tránsito o cualquier otra situación.
A pesar de que existe un tabulador de precios, tanto por el arrastre de grúas y la permanencia de los vehículos en dichos corralones, estas personas cobran lo que se les da la gana y se aprovechan de la necesidad que tiene la gente por sacar y recuperar sus vehículos. Pero eso no es todo, cuando un auto cae en alguno de estos corralones, con toda la impunidad del mundo y sin que nadie les haga nada porque en la mayoría de los casos cuentan con la complicidad de autoridades policíacas, materialmente desvalijan los vehículos y le quitan todas las piezas que pueden comercializar, dígase baterías, llantas y rines y hasta calaveras y aunque la gente se queja y exige la devolución de las partes de su auto, nunca encuentran respuesta, pues se amparan en un supuesto inventario que ellos mismos hacen o de plano se mantienen en su posición de que el vehículo así llego.
Y esto es, amigo lector, en casi todos los corralones, a cuyos propietarios nadie les hace nada y se pasan las normas y las leyes por el “arco del triunfo” porque como ya le comente, cuentan con la complicidad de autoridades policiacas, con quienes hacen “el negocio redondo”, ya que a cambio de estas ilícitas actividades y para evitar que los molesten entregan importantes cantidad de dinero, por lo regular cada semana.
Uno de estos casos, amigo lector, fue el que sufrió un amigo cercano, quien me comentó que días pasados dejó estacionada su camioneta por una falla mecánica sobre la vía López Portillo y cuando llegó ya no estaba. Pensó que se la habían robado, pero luego al indagar se enteró que elementos de tránsito de Tultitlán se la habían llevado y que estaba en el corralón de grúas Carfer, un corralón que materialmente representa una auténtica “cueva de ladrones”. Ahí empezó su martirio, pues para recuperar su unidad de entrada tuvo que pagar casi 900 pesos de infracción.
Luego al llegar al citado corralón, la secretaría del “negocio” le comentó que para liberar la unidad tenía que pagar ¡3 mil 500 pesos¡ por el arrastre de la grúa que no fue de más de 3 kilómetros, un verdadero abuso. Y para rematar, cuando revisó la unidad, personal del corralón seguramente por instrucciones de la dueña ya le habían robado la batería, indebidamente abrieron la camioneta y se robaron todo lo que pudieron, como auténticos ladrones.
Ante tantas anomalías la pregunta aquí es, quien les permite a estas personas actuar de esta manera, porque nadie les hace nada, porque no hay una autoridad que les ponga un alto y que los obligue a cobrar por sus “servicios” las cuotas que están autorizadas y no las que se les antoja. Nos leemos el próximo domingo. alvarovem@hotmail.com
