/ domingo 8 de agosto de 2021

Una princesa tratada como esclava

De niña era una princesa, la conocían como Malinalli. Cuando cumplió los 15 años fue entregada como esclava y su vida cambió, hasta convertirse en una figura histórica que, 500 años después, es conocida como la Malinche.

Su nombre remite, equivocadamente, a la traición. Incluso ha dado lugar al concepto “malinchista”, como referencia a las personas que prefieren lo extranjero por encima de lo nacional por el simple hecho de su procedencia.

Malinalli, Malintizin, Malinche o Marina —como la llamaron los españoles— fue víctima de la violencia de todos los tipos. Siendo una heredera, no pudo recibir lo que le correspondía por el simple hecho de ser mujer.

La vendieron, esclavizaron, violaron y sometieron. En esa realidad que enfrentó aprendió a sobrevivir. Después de la batalla de Centla, ganada por Hernán Cortés en Tabasco, fue entregada como esclava a los españoles, junto con otras mujeres.

Su inteligencia y habilidad con las lenguas le dio un valor que los conquistadores españoles no imaginaban entonces. Malinalli se convirtió en la traductora de Hernán Cortés.

Ya no era más una princesa, era una mujer con instinto de supervivencia, que la historia le cobraría con el concepto “malinchista”. Los abusos y explotación de los que fue víctima quedaron reducidos.

Ahora es el momento de la revaloración. La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció hace unos días una serie de acciones encaminadas a la conmemoración de los 500 años de la Resistencia Indígena.

Es mirar la historia desde la otra óptica. El “Árbol de la Noche Triste”, el sitio donde las crónicas dicen que Cortés lloró su derrota, adquiere un nuevo nombre que represente el valor de los indígenas ante los conquistadores: “Árbol de la Noche Victoriosa”.

Es una forma de reivindicar a hombres y mujeres masacrados en la batalla del Templo Mayor.

La princesa Malinalli es otra figura que también demanda reivindicación. No fue una traidora, fue una mujer que supo sobrevivir a la esclavitud y adaptarse a un entorno de violencia masculina y conquistadora, que con carácter e inteligencia terminó por ser fundamental en la historia de México.

Hoy podríamos caer en la tentación de minimizar las violencias que vivió por el simple hecho de que hace cinco siglos no eran vistas como delitos, pero eso sería tanto como pretender que el homicidio y sus víctimas no existieron porque tampoco eran castigados como delitos.

La Malinche fue una víctima, no debe ser un sinónimo de traición, sino de resiliencia, resistencia y empoderamiento femenino.

De niña era una princesa, la conocían como Malinalli. Cuando cumplió los 15 años fue entregada como esclava y su vida cambió, hasta convertirse en una figura histórica que, 500 años después, es conocida como la Malinche.

Su nombre remite, equivocadamente, a la traición. Incluso ha dado lugar al concepto “malinchista”, como referencia a las personas que prefieren lo extranjero por encima de lo nacional por el simple hecho de su procedencia.

Malinalli, Malintizin, Malinche o Marina —como la llamaron los españoles— fue víctima de la violencia de todos los tipos. Siendo una heredera, no pudo recibir lo que le correspondía por el simple hecho de ser mujer.

La vendieron, esclavizaron, violaron y sometieron. En esa realidad que enfrentó aprendió a sobrevivir. Después de la batalla de Centla, ganada por Hernán Cortés en Tabasco, fue entregada como esclava a los españoles, junto con otras mujeres.

Su inteligencia y habilidad con las lenguas le dio un valor que los conquistadores españoles no imaginaban entonces. Malinalli se convirtió en la traductora de Hernán Cortés.

Ya no era más una princesa, era una mujer con instinto de supervivencia, que la historia le cobraría con el concepto “malinchista”. Los abusos y explotación de los que fue víctima quedaron reducidos.

Ahora es el momento de la revaloración. La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció hace unos días una serie de acciones encaminadas a la conmemoración de los 500 años de la Resistencia Indígena.

Es mirar la historia desde la otra óptica. El “Árbol de la Noche Triste”, el sitio donde las crónicas dicen que Cortés lloró su derrota, adquiere un nuevo nombre que represente el valor de los indígenas ante los conquistadores: “Árbol de la Noche Victoriosa”.

Es una forma de reivindicar a hombres y mujeres masacrados en la batalla del Templo Mayor.

La princesa Malinalli es otra figura que también demanda reivindicación. No fue una traidora, fue una mujer que supo sobrevivir a la esclavitud y adaptarse a un entorno de violencia masculina y conquistadora, que con carácter e inteligencia terminó por ser fundamental en la historia de México.

Hoy podríamos caer en la tentación de minimizar las violencias que vivió por el simple hecho de que hace cinco siglos no eran vistas como delitos, pero eso sería tanto como pretender que el homicidio y sus víctimas no existieron porque tampoco eran castigados como delitos.

La Malinche fue una víctima, no debe ser un sinónimo de traición, sino de resiliencia, resistencia y empoderamiento femenino.