/ viernes 7 de mayo de 2021

Una Kangaroo Court

Existe un concepto, que se menciona en una muy buena canción del dúo estadounidense Capital Cities, llamada Kangaroo Court, literalmente traducido, un Tribunal Canguro.

El diccionario Merriam-Webster define un tribunal canguro como: “1.-Tribunal simulado en el que se ignoran o pervierten los principios del derecho y la justicia.” 2.-Tribunal caracterizado por un estado o procedimientos irresponsables, no autorizados o irregulares”.

Recientemente, en 2019, fue Donald Trump quien trajo a colación el concepto, al referirse al juicio político que el Congreso de su país había iniciado en su contra.

Un Tribunal Canguro, es decir, un Tribunal o una Corte que no responden al espíritu de su función de impartir Justicia y proteger los Derechos, puede ser el resultado de muchas y diversas circunstancias; claramente la corrupción es un factor que pervierte tan alta encomienda.

Pero también lo es su falta de independencia y autonomía para, a través de sus resoluciones, mantener un Estado de Derecho y dar vida al espíritu de las leyes, en cuya cúspide del marco jurídico nacional está nuestra Constitución.

Esa autonomía del Poder Judicial es tanto o más relevante respecto de algún poder de facto o de hecho y de los propios Poderes del Estado, situación que se agrava en un panorama como el actual de nuestro país, en donde el trabajo legislativo se encuentra en una sintonía casi perfecta con el Ejecutivo.

Cómo, entonces, se puede cumplir el mandato constitucional que en su artículo 49 establece la división de los Poderes del Estado.

En este panorama, el Poder Judicial es quien pudiera dar vida a este ordenamiento constitucional, conservando, a través de sus resoluciones, la independencia que se espera de sus integrantes Y con ello constituir un dique que permita que la división de poderes, como mecanismo de control del Poder de los otros, sea al menos una realidad en cuanto a la defensa de los derechos y libertades

Como estableció Montesquieu: todo se habrá perdido si el mismo cuerpo de notables, aristócratas o el pueblo, ejerce estos tres poderes.

Pero la tentación, o la idea de un Poder Judicial afín a los grupos de poder del gobernante en turno o dominado subrepticiamente o abiertamente por éste, es siempre una posibilidad latente, casi natural, del gobernante.

La forma engañosa como se modificó la propuesta original de las reformas al marco legal del Poder Judicial Federal, para incluir la posibilidad de una extensión del periodo del hoy presidente de la Suprema Corte y el Consejo de la Judicatura Federal, mostraron cuánta vigencia tiene este mandato constitucional y principio de las democracias.

Los hechos ocurridos en el legislativo federal mostraron la fragilidad de la división de Poderes y del control que deberían ejercer unos a otros, cuando la idea prevaleciente e impulsada por una mayoría legislativa, cercana al Ejecutivo, usó ese Poder para hacer legal los deseos del gobernante, deseos basados en meras percepciones de quién, a sus ojos, es moralmente correcto para representar y por cuánto tiempo, al Judicial, aun cuando con ello se violente la propia Constitución.

Existe un concepto, que se menciona en una muy buena canción del dúo estadounidense Capital Cities, llamada Kangaroo Court, literalmente traducido, un Tribunal Canguro.

El diccionario Merriam-Webster define un tribunal canguro como: “1.-Tribunal simulado en el que se ignoran o pervierten los principios del derecho y la justicia.” 2.-Tribunal caracterizado por un estado o procedimientos irresponsables, no autorizados o irregulares”.

Recientemente, en 2019, fue Donald Trump quien trajo a colación el concepto, al referirse al juicio político que el Congreso de su país había iniciado en su contra.

Un Tribunal Canguro, es decir, un Tribunal o una Corte que no responden al espíritu de su función de impartir Justicia y proteger los Derechos, puede ser el resultado de muchas y diversas circunstancias; claramente la corrupción es un factor que pervierte tan alta encomienda.

Pero también lo es su falta de independencia y autonomía para, a través de sus resoluciones, mantener un Estado de Derecho y dar vida al espíritu de las leyes, en cuya cúspide del marco jurídico nacional está nuestra Constitución.

Esa autonomía del Poder Judicial es tanto o más relevante respecto de algún poder de facto o de hecho y de los propios Poderes del Estado, situación que se agrava en un panorama como el actual de nuestro país, en donde el trabajo legislativo se encuentra en una sintonía casi perfecta con el Ejecutivo.

Cómo, entonces, se puede cumplir el mandato constitucional que en su artículo 49 establece la división de los Poderes del Estado.

En este panorama, el Poder Judicial es quien pudiera dar vida a este ordenamiento constitucional, conservando, a través de sus resoluciones, la independencia que se espera de sus integrantes Y con ello constituir un dique que permita que la división de poderes, como mecanismo de control del Poder de los otros, sea al menos una realidad en cuanto a la defensa de los derechos y libertades

Como estableció Montesquieu: todo se habrá perdido si el mismo cuerpo de notables, aristócratas o el pueblo, ejerce estos tres poderes.

Pero la tentación, o la idea de un Poder Judicial afín a los grupos de poder del gobernante en turno o dominado subrepticiamente o abiertamente por éste, es siempre una posibilidad latente, casi natural, del gobernante.

La forma engañosa como se modificó la propuesta original de las reformas al marco legal del Poder Judicial Federal, para incluir la posibilidad de una extensión del periodo del hoy presidente de la Suprema Corte y el Consejo de la Judicatura Federal, mostraron cuánta vigencia tiene este mandato constitucional y principio de las democracias.

Los hechos ocurridos en el legislativo federal mostraron la fragilidad de la división de Poderes y del control que deberían ejercer unos a otros, cuando la idea prevaleciente e impulsada por una mayoría legislativa, cercana al Ejecutivo, usó ese Poder para hacer legal los deseos del gobernante, deseos basados en meras percepciones de quién, a sus ojos, es moralmente correcto para representar y por cuánto tiempo, al Judicial, aun cuando con ello se violente la propia Constitución.

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 01 de octubre de 2021

Otra incongruencia legislativa

VÍA LEGAL 

Maria Fernanda Matus Martinez

viernes 24 de septiembre de 2021

Otra ley deficiente

VÍA LEGAL

Maria Fernanda Matus Martinez

viernes 03 de septiembre de 2021

No desaparecen

VÍA LEGAL

Maria Fernanda Matus Martinez

viernes 06 de agosto de 2021

Somos

VÍA LEGAL

Maria Fernanda Matus Martinez

viernes 30 de julio de 2021

Pegasus Project

VÍA LEGAL

Maria Fernanda Matus Martinez

viernes 23 de julio de 2021

Necesito un abogado

VÍA LEGAL 

Maria Fernanda Matus Martinez

Cargar Más