/ martes 16 de febrero de 2021

Traficar con la necesidad

Millones de mexicanos manifestamos nuestro rechazo contra la desfachatez de MORENA al buscar imponer la práctica de traficar con la necesidad y la pobreza de miles de personas a cambio de la compra de votos, como se hace hoy en la mayoría de partidos políticos. Dinero, despensas, kit de sanitización, medicamentos, promesas para atender problemas anejos y muchas dadivas más son parte del abanico de ofrecimientos a la ciudadanía que los aspirantes a un cargo de elección popular utilizan con fines electorales.

Durante la presente administración los mexicanos esperamos una verdadera transformación, pero lamentablemente a más de dos años de gestión, la esperanza de los mexicanos para acabar con la impunidad y la corrupción día con día se diluye, quedado solo en palabras y ofrecimientos de campaña. La pésima actuación gubernamental a nivel federal ha tenido un impacto considerable en la conceptualización y crecimiento de la pobreza en nuestra nación. Los rasgos que prevalecen y lastimosamente se incrementan en contra de los que menos tienen se acentúan y convierten en caldo de cultivo para los políticos mexicanos. Es decir, trafican con la necesidad de la gente para obtener los votos solo para ocupar un escaño o cargo público y…las necesidades o problemas de la ciudadanía nunca se atienden y quedan, como siempre en la agenda y frustración de la sociedad en general.

El clientelismo político, es pues, el intercambio de favores materiales por subordinación política, se ha considerado durante mucho tiempo uno de los rasgos más persistentes y dañinos de la política de nuestro país. No sorprende entonces que, durante las dos últimas décadas de democratización global, el clientelismo no haya desaparecido sino nada más cambiado de cara. Según parece, la introducción de políticas electorales competitivas ha hecho que florezca el clientelismo electoral, esto es, el intercambio de bienes por votos.

El lucro sobre la compra de votos, de hecho, la práctica misma de la compra de votos, se basa en la suposición implícita de que el clientelismo es una estrategia eficaz de movilización electoral. Los políticos aprovechan la miseria física que pone a los votantes pobres sin más remedio que vender sus votos al mejor postor.

Desafortunadamente en México no se aplican las garantías institucionales para evitar dicha actividad, el voto secreto es violado, lo que debería ser sancionado de manera ejemplar, ya que dicho ilícito se realiza con recursos públicos. Podemos hablar de necesidades, pero no de intereses, y el gobierno calla sobre cuestiones de poder e injusticia.

Millones de mexicanos manifestamos nuestro rechazo contra la desfachatez de MORENA al buscar imponer la práctica de traficar con la necesidad y la pobreza de miles de personas a cambio de la compra de votos, como se hace hoy en la mayoría de partidos políticos. Dinero, despensas, kit de sanitización, medicamentos, promesas para atender problemas anejos y muchas dadivas más son parte del abanico de ofrecimientos a la ciudadanía que los aspirantes a un cargo de elección popular utilizan con fines electorales.

Durante la presente administración los mexicanos esperamos una verdadera transformación, pero lamentablemente a más de dos años de gestión, la esperanza de los mexicanos para acabar con la impunidad y la corrupción día con día se diluye, quedado solo en palabras y ofrecimientos de campaña. La pésima actuación gubernamental a nivel federal ha tenido un impacto considerable en la conceptualización y crecimiento de la pobreza en nuestra nación. Los rasgos que prevalecen y lastimosamente se incrementan en contra de los que menos tienen se acentúan y convierten en caldo de cultivo para los políticos mexicanos. Es decir, trafican con la necesidad de la gente para obtener los votos solo para ocupar un escaño o cargo público y…las necesidades o problemas de la ciudadanía nunca se atienden y quedan, como siempre en la agenda y frustración de la sociedad en general.

El clientelismo político, es pues, el intercambio de favores materiales por subordinación política, se ha considerado durante mucho tiempo uno de los rasgos más persistentes y dañinos de la política de nuestro país. No sorprende entonces que, durante las dos últimas décadas de democratización global, el clientelismo no haya desaparecido sino nada más cambiado de cara. Según parece, la introducción de políticas electorales competitivas ha hecho que florezca el clientelismo electoral, esto es, el intercambio de bienes por votos.

El lucro sobre la compra de votos, de hecho, la práctica misma de la compra de votos, se basa en la suposición implícita de que el clientelismo es una estrategia eficaz de movilización electoral. Los políticos aprovechan la miseria física que pone a los votantes pobres sin más remedio que vender sus votos al mejor postor.

Desafortunadamente en México no se aplican las garantías institucionales para evitar dicha actividad, el voto secreto es violado, lo que debería ser sancionado de manera ejemplar, ya que dicho ilícito se realiza con recursos públicos. Podemos hablar de necesidades, pero no de intereses, y el gobierno calla sobre cuestiones de poder e injusticia.