Corría el año 2081, en medio de una sociedad distópica, donde se llegó a un nivel donde todos eran iguales.
No sólo eran iguales ante Dios y la ley, lo eran en todos sentidos. Nadie era más elegante, ni de mejor aspecto que otros, ni más vigoroso o más inteligente.
La igualdad se alcanzó mediante las enmiendas de la perfección 211, 212 y 313 de la Constitución de los Estados Unidos.
Resulta que en esa aparente avanzada sociedad, nadie tenía permitido pensar ni razonar más allá de lo que la ley lo permitía.
Para controlar esos ímpetus de razonamiento, las habilidades físicas e intelectuales, eran controladas o frenadas por dispositivos especiales.
Todo ello viene en “Harris Bergeron”, un cuento distópico de Kurt Vonnegut, donde da cuenta de la construcción de una sociedad mediocre.
Esto viene al caso, una vez que concluyó el mandato de Andrés Manuel López Obrador, calificado por muchos como el gran destructor.
Con suma anticipación, el político de Tabasco fue tildado de un peligro para México. La razón la tuvieron quienes lo descubrieron con lustros de anticipación.
¿Tenemos una mejor sociedad que antes del gobierno de López Obrador? ¿O al final de cuentas el saldo es una sociedad mediocre o distópica?
El tabasqueño manipuló una sociedad en donde sólo prevalecía su palabra, sin importar que todos los días desfilara mentira tras mentira.
Lo que el mandatario decía, era ley; todo aquel que incurriese en la osadía de confrontarlo, era quemado en la hoguera por carniceros virtuales.
Impulsó la polarización como divisa fundamental. Difícilmente en su entorno alguien podía superar con sus planteamientos a los de su líder.
Aquel que pretendía contradecirlo o caminar una ruta opuesta, asumía las consecuencias del desprecio u olvido del mandatario.
Andrés Manuel construyó una sociedad que sólo giraba en torno a su palabra, expresada todos los días, desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional.
La reiterada expresión de que todos los males del presente eran atribuidos al pasado y a los conservadores y neoliberales, quedó cimentado en la mente de los beneficiarios de los programas sociales.
En la calle, en mítines, en templetes, en comederos políticos, en reuniones, asambleas, discursos y mensajes, nadie decía más que López Obrador.
Todo giraba en torno a la palabra del de Macuspana. Nadie tenía derecho a alterar el discurso obradorista, aunque tampoco había la intención de hacerlo o contradecirlo.
¿López Obrador construyó una sociedad como la descrita por Kurt Vonnegut con características negativas?
En los hechos, las distopías suelen presentarse en forma de gobiernos tiránicos o dictaduras perfectas.
¿Qué fue lo que heredó a Claudia Sheinbaum?¿Una sociedad mediocre? Es un reto descomunal el que tiene enfrente la presidenta de México.
PROSPECCIÓN… La presidenta Claudia Sheinbaum realizó una serie de nombramientos pendientes para integrar su gabinete en diferentes dependencias: César Yáñez, subsecretario de Gobernación; Edgar Amador Zamora, subsecretario de Hacienda y Crédito Público; Paulina Silva Rodríguez, titular de Comunicación Social; Alfonso Brito, titular de la Coordinación de Vinculación e Información; María del Rocío García Pérez, titular del Sistema Nacional DIF; y Nuria Fernández, titular del Sistema Nacional Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA).
X: @JoelSaucedo