Este viernes 17 de septiembre, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum rinde su tercer informe ante el pleno del Congreso de la Ciudad de México.
Acudirá al recinto de Donceles y Allende por presión de los partidos de oposición. Morena hizo hasta lo imposible por que compareciera de manera virtual.
El hecho desató una fuerte polémica, debido al doble discurso manejado desde el viejo Palacio del Ayuntamiento y el Congreso capitalino.
Por un lado, la administración de Sheinbaum alienta la apertura en establecimientos mercantiles, las clases presenciales y eventos hasta cierto punto masivos.
Pero por el otro, el partido Morena buscó por todos los medios que la jefa de gobierno, no acudiera al pleno.
El pretexto de los legisladores allegados a Sheinbaum, es el contagio de tres diputados y algunos asesores.
Sin embargo, fue el martes cuando el gobierno capitalino cedió a la exigencia de la oposición para que la ceremonia solemne fuese presencial.
¿Cuáles eran las razones por las que buscaban evitar la presencia de Sheinbaum? La respuesta: impedir la crítica y los cuestionamientos.
Un aparente acuerdo de no agresión destrabó la discusión y por fin, Claudia aceptó rendir cuentas personalmente.
Se aprobó un formato acartonado, con el posicionamiento de cada fracción por espacio de cinco minutos.
Después en tiempo libre la lectura del informe por la mandataria. La respuesta a cargo del presidente de la Mesa Directiva, el morenista Héctor Díaz Polanco.
Se pactó no cuestionar a la jefa de gobierno. Impidieron lo que siempre exigieron: rendición de cuentas claras.
Los temas más espinosos están latentes: la prolongada pandemia y las fallidas decisiones que se contraponen con las del zar del COVID, Hugo López-Gatell.
Asimismo, la falta de respuestas al accidente de la Línea 12 del Metro; no hay responsables de la falla y mucho menos sanciones.
Sheinbaum protegió a toda costa a su amiga Florencia Serranía. No pudo sostenerla en el cargo, pero tampoco hubo sanción.
En el ámbito político, la jefa de gobierno recibió en más duro golpe el 6 de junio, cuando la alianza del PRI, PAN y PRD, le arrebató nueve de 16 alcaldías.
Y a ello se le suma que está envuelta en una intensa dinámica de la sucesión presidencial. Es la consentida del presidente López Obrador.
En todo el momento, el mandatario respalda a Sheinbaum cuando se debilita o desciende en las preferencias.
Por ejemplo, la foto del canciller Marcelo Ebrard y del senador Ricardo Monreal, alzó las cejas de muchos en las filas de Morena.
Pero para López Obrador, el gobierno de Sheinbaum es “de primera”. Le puso de calificación la anticuada MB (muy bien).
Así es como la ve el presidente. Pero los capitalinos emitieron un veredicto distinto en las pasadas elecciones.
A partir del 1 de octubre la alianza PRI, PAN y PRD, gobernará a casi 4.5 millones de capitalinos.
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