Ya de los momentos difíciles de la contingencia donde veíamos a diario cifras altísimas de contagios y decesos ya nadie se acuerda, pareciera ser que somos de tan corta memoria que hace menos de un mes seguíamos en semáforo naranja y no menos de 4 meses en rojo y en la capital ya pareciera que nadie pasó por eso, es más ya muchos buscan hacer su vida normal.
De las caretas, los trajes blancos y los litros y litros de alcohol ya parecen nadie acordarse, y mucho menos de la sana distancia, en esta última parte pondremos a los políticos que buscan hacerse de un puesto de elección popular, pues ellos andan haciendo campaña como si la pandemia se hubiera guardado para dar paso a las campañas. Estos de plano no les importaron los miles y miles de decesos.
Y es de risa que nos hagan creer que los mítines con cubrebocas, mal puestos en la mayoría de los casos, son seguros, a ellos y a sus equipos no pareciera importarles la sana distancia, pues se nota que les importa más llegar al cargo, sin importar el riesgo que es para sus equipos andar en equipos de hasta un centenar colonia por colonia, en los mercados y lugares más concurridos entregando de mano bolsas, playeras y todo tipo de promocionales para conseguir el voto.
Es de plano un insulto para los millones de contagiados y los miles de familias de los deudos que ahorita todos hagan campaña sin atender las medidas de higiene, pero más insulto es que expongan a colonias enteras a un posible contagio por la avaricia y la ambición de poder.
Mientras los niños siguen en clases a distancia y muchas empresas aun trabajan en la modalidad del home office, estos candidatos andan en la calle haciendo entender que la única razón de peso por la cual cambió el semáforo de color es porque viene época electoral, que se cambió para que se pudieran hacer campañas, pero aún, hay quien cree que el amarillo vino como medida electoral en favor del partido en el poder.
Será muy complicado que nos quiten a varios la idea de la cabeza de que el color no obedece a la baja de hospitalizaciones o a la baja de contagios, que si bien ya disminuyó, aun supera en números reales a varios meses de semáforo en rojo del año pasado; que nos quiten de la cabeza que el cambio de semáforo obedece a intereses políticos, pone en duda la ya de por sí cuestionada estrategia de manejo de la pandemia y la avaricia por el poder de quienes ya nos gobiernan.
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