/ viernes 5 de febrero de 2021

¡Rosa Jiménez, libre!

Poco tiempo después de su lanzamiento, tuve la oportunidad de ver el documental “Mi vida dentro” (Lucía Gajá, 2007), que retrata el proceso judicial y encierro de la inmigrante mexicana Rosa Estela Olvera Jiménez, detenida por la muerte repentina, por asfixia, en 2003, de un niño a quien cuidaba, hechos que ocurrieron en Austin donde Rosa se empleaba como niñera.

El documental, que puede verse ahora en Youtube, muestra cómo el aparato de justicia fue inclemente y probablemente tendencioso y racista en el proceso de Rosa. Incluso aun cuando diversas personas declararon en favor de la diligencia de la joven al momento de los hechos y anteriores patrones describieron su carácter amable y tranquilo y su dedicación a los menores bajo su cuidado.

Entonces, la historia me resultó sobrecogedora, indignante y muy clara con respecto a cómo un sistema de justicia puede actuar con sesgo, en este caso racial, y bajo una idea preconcebida de culpabilidad y no de inocencia. Rosa siempre se declaró inocente y narró la muerte accidental del menor por ingesta de papel, sin que ella se percatara de inmediato, actuando en la medida de lo posible para salvarlo.

Recién este 26 de enero, después de casi 18 años en prisión, se informó de la liberación condicionada de Rosa, decretada por la Corte de Distrito Judicial 299 del Condado de Travis, en Austin.

En su momento, sin mayor contexto de cuestiones legales o procesales, el documental me permitió entender las desiguales condiciones de Rosa en el proceso y su vida en la cárcel mientras se desarrollaba el caso en la Corte. Era una mujer muy joven, con poca instrucción, pero vivaz y con una personalidad tan pacífica que no es difícil suponer cómo quedó envuelta en una situación.

Gajá pudo filmar partes de las audiencias en las que resulta indignante cómo la fiscal del caso, Allison Wetzel, se refiere a Rosa en términos racistas. “A pesar de ser de México es una mujer inteligente” dice en un momento ante el juez y todos los asistentes en la sala.

La película también permite conocer a la madre de Rosa que se quedó en Ecatepec, estado de México, impotente y quebrada por el dolor.

Seis meses antes del juicio, en febrero de 2005, desde la celda, Rosa explica las razones para huir de su entorno: “quería una vida mejor para mi mamá, para mis hermanos; yo podía mirar la pobreza que había en mi casa... y quería darles algo mejor”.

La película también muestra partes del interrogatorio a que fue sujeta Rosa luego de los hechos “¿Es posible que usted haya metido el papel en la boca del niño?” insiste el entrevistador que la mantiene prácticamente acorralada por varias horas en las que le promete que al terminar verá a su hija. Rosa, desesperada, duda y plantea la pregunta ¿Qué ocurriría si digo que lo hice?, lo que es tomado como una autoincriminación y no como una concesión hecha por la desesperación por saber de la niña, de apenas un año y medio y quien fue dejada bajo la tutela de las autoridades.

Durante el encierro, mientras espera su juicio, Rosal da a luz a su segundo hijo de quien también se ve apartada. Ambos menores fueron negados al padre para su cuidado y fueron dados a un hogar de adopción. Sólo después de una lucha legal fueron enviados a México con la madre de Rosa.

El 2 de septiembre de 2005, el jurado encuentra a Rosa culpable de la muerte del menor, Bryan, con una serie de agravantes como alevosía y la sentencia a 75 y a 99 años de prisión “Que Dios nos perdone a todos por esto”, fueron las palabras del padre del niño con respecto a la decisión judicial.

The Innocent Project, organización que acompañó a Rosa en la lucha por la revisión de su caso, señaló en un comunicado el pasado 26 de enero, que la jueza Karen Sage del Tribunal de Primera Instancia del Distrito 299 del Condado de Travis emitió una decisión en la petición de hábeas en favor de Rosa “otorgando su reparación basada en un falso testimonio forense y la asistencia ineficaz de un abogado en su juicio de 2005”.

En su decisión, la Jueza Sage declaró que, “No se cometió ningún crimen aquí… la Sra. Jiménez es inocente”, y agregó: “No puedo hacerle justicia a la Sra. Jiménez hoy, pero espero poder darle el derecho inalienable de que ha sido privada durante demasiado tiempo: su libertad ", se lee en el comunicado de The Innocent Project.

Poco tiempo después de su lanzamiento, tuve la oportunidad de ver el documental “Mi vida dentro” (Lucía Gajá, 2007), que retrata el proceso judicial y encierro de la inmigrante mexicana Rosa Estela Olvera Jiménez, detenida por la muerte repentina, por asfixia, en 2003, de un niño a quien cuidaba, hechos que ocurrieron en Austin donde Rosa se empleaba como niñera.

El documental, que puede verse ahora en Youtube, muestra cómo el aparato de justicia fue inclemente y probablemente tendencioso y racista en el proceso de Rosa. Incluso aun cuando diversas personas declararon en favor de la diligencia de la joven al momento de los hechos y anteriores patrones describieron su carácter amable y tranquilo y su dedicación a los menores bajo su cuidado.

Entonces, la historia me resultó sobrecogedora, indignante y muy clara con respecto a cómo un sistema de justicia puede actuar con sesgo, en este caso racial, y bajo una idea preconcebida de culpabilidad y no de inocencia. Rosa siempre se declaró inocente y narró la muerte accidental del menor por ingesta de papel, sin que ella se percatara de inmediato, actuando en la medida de lo posible para salvarlo.

Recién este 26 de enero, después de casi 18 años en prisión, se informó de la liberación condicionada de Rosa, decretada por la Corte de Distrito Judicial 299 del Condado de Travis, en Austin.

En su momento, sin mayor contexto de cuestiones legales o procesales, el documental me permitió entender las desiguales condiciones de Rosa en el proceso y su vida en la cárcel mientras se desarrollaba el caso en la Corte. Era una mujer muy joven, con poca instrucción, pero vivaz y con una personalidad tan pacífica que no es difícil suponer cómo quedó envuelta en una situación.

Gajá pudo filmar partes de las audiencias en las que resulta indignante cómo la fiscal del caso, Allison Wetzel, se refiere a Rosa en términos racistas. “A pesar de ser de México es una mujer inteligente” dice en un momento ante el juez y todos los asistentes en la sala.

La película también permite conocer a la madre de Rosa que se quedó en Ecatepec, estado de México, impotente y quebrada por el dolor.

Seis meses antes del juicio, en febrero de 2005, desde la celda, Rosa explica las razones para huir de su entorno: “quería una vida mejor para mi mamá, para mis hermanos; yo podía mirar la pobreza que había en mi casa... y quería darles algo mejor”.

La película también muestra partes del interrogatorio a que fue sujeta Rosa luego de los hechos “¿Es posible que usted haya metido el papel en la boca del niño?” insiste el entrevistador que la mantiene prácticamente acorralada por varias horas en las que le promete que al terminar verá a su hija. Rosa, desesperada, duda y plantea la pregunta ¿Qué ocurriría si digo que lo hice?, lo que es tomado como una autoincriminación y no como una concesión hecha por la desesperación por saber de la niña, de apenas un año y medio y quien fue dejada bajo la tutela de las autoridades.

Durante el encierro, mientras espera su juicio, Rosal da a luz a su segundo hijo de quien también se ve apartada. Ambos menores fueron negados al padre para su cuidado y fueron dados a un hogar de adopción. Sólo después de una lucha legal fueron enviados a México con la madre de Rosa.

El 2 de septiembre de 2005, el jurado encuentra a Rosa culpable de la muerte del menor, Bryan, con una serie de agravantes como alevosía y la sentencia a 75 y a 99 años de prisión “Que Dios nos perdone a todos por esto”, fueron las palabras del padre del niño con respecto a la decisión judicial.

The Innocent Project, organización que acompañó a Rosa en la lucha por la revisión de su caso, señaló en un comunicado el pasado 26 de enero, que la jueza Karen Sage del Tribunal de Primera Instancia del Distrito 299 del Condado de Travis emitió una decisión en la petición de hábeas en favor de Rosa “otorgando su reparación basada en un falso testimonio forense y la asistencia ineficaz de un abogado en su juicio de 2005”.

En su decisión, la Jueza Sage declaró que, “No se cometió ningún crimen aquí… la Sra. Jiménez es inocente”, y agregó: “No puedo hacerle justicia a la Sra. Jiménez hoy, pero espero poder darle el derecho inalienable de que ha sido privada durante demasiado tiempo: su libertad ", se lee en el comunicado de The Innocent Project.

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