/ domingo 9 de mayo de 2021

Reconocimiento y Fortaleza

Los aniversarios son días que nos permiten recordar fechas importantes y también para reflexionar sobre lo que debemos hacer el resto del año para reconocer a quienes podríamos estar celebrando solo una vez por el compromiso que permite el calendario.

Mañana será día de las Madres y estamos ante una buena oportunidad de pensar sobre la importancia de miles de mujeres que son soporte de cientos de familias. Nuestra sociedad también debe ser juzgada por cómo las apoya y las trata.

Responsables del núcleo principal de nuestras comunidades, las mamás, solas o acompañadas, balancean con dificultad muchos roles que son indispensables para mantener ese tejido social que tanto buscamos fortalecer.

Apenas este viernes la Ciudad de México cambió de color en el semáforo epidemiológico y eso significa que muchas personas podrán regresar a oficinas y a negocios que reabrirán con una mayor capacidad, lo que dificultará la rutina apenas adoptada por muchos hogares debido a la pandemia, porque muchas mamás no tendrán escuelas abiertas para dejar a sus hijos.

Este es uno de varios retos a los que se enfrenta una mamá en esta época. Porque los modelos de familia han cambiado a lo largo de los años, pero la estructuras privadas y públicas no lo han hecho tanto. Esa fortaleza de muchas mujeres que optaron por la maternidad, y que en buena parte es la de una sociedad, hará que una vez más resuelvan estas tareas cotidianas con base en sacrificio y un enorme compromiso hacia los suyos.

Sin embargo, somos corresponsables de ayudar a muchas mamás y a sus modelos de familia (porque no hay uno solo y todos enriquecen a nuestra comunidad) para que podamos hacer más sencillo que sigan progresando.

Una de las pocas buenas noticias que podría traer esta contingencia sanitaria es que la posibilidad de trabajar en casa se convirtió en una opción viable, que puede compaginarse con semanas escolares de dos o tres días para que los lazos familiares que se fortalecieron durante la emergencia den paso a una nueva realidad en la que los traslados, el tráfico y las prisas sean nuevamente la tónica de muchas mamás que trabajan y son el sustento de muchas casas.

Pero debemos ir más allá. Muchas mujeres que son madres deben contar con opciones en sus lugares de trabajo y en las escuelas a las que llevan a sus hijos para que puedan estar cerca de ellas, mientras sus carreras profesionales o sus propios negocios continúan y ascienden. No olvidemos que las mujeres son más de la mitad de la población de la capital y que miles de niñas deben contar con las mismas oportunidades que pudieran tener los niños.

No obstante, esas mismas oportunidades deben ser para todas y todos, y nuestro papel es dar el reconocimiento social a los comportamientos y a los hábitos que hagan mucho más igualitaria a nuestra sociedad a diario. Es un tema que inicia en casa, pero que debe ampliarse a cualquier ámbito en el que nos encontremos.

Si predicar con el ejemplo es una de las mejores lecciones que podemos llevar a cabo como responsables de crianza, entonces podemos empezar a dar los correctos a niñas y a niños que ven en sus mamás una fuerza que todo el tiempo es puesta a prueba.

Ahí puede estar también el hilo con el que reforzamos el tejido social que tanto buscamos y sentamos las bases de la sociedad a la que aspiramos. El festejo es bienvenido, pero la pregunta que debemos hacernos es con cuánto estamos contribuyendo nosotros, desde la familia y hasta el trabajo, con ese respaldo a las mamás y a las actividades que desempeñan. Incluye a todas las edades y de todas las condiciones, porque son el pilar de familias completas.

Nuestra corresponsabilidad (hacer lo que nos toca) es apoyar a las mamás desde todos los frentes posibles. Sabemos ya qué hacer y cómo en muchos casos. Para lo que falte, nuestra responsabilidad ciudadana es impulsar las políticas públicas que hagan más sencillo empatar tantos papeles que les toca desempeñar en una sociedad que debe estar siempre a la misma altura que ellas. Mientras tanto, mi reconocimiento y agradecimiento a su fuerza, que es la de todos nosotros.

Los aniversarios son días que nos permiten recordar fechas importantes y también para reflexionar sobre lo que debemos hacer el resto del año para reconocer a quienes podríamos estar celebrando solo una vez por el compromiso que permite el calendario.

Mañana será día de las Madres y estamos ante una buena oportunidad de pensar sobre la importancia de miles de mujeres que son soporte de cientos de familias. Nuestra sociedad también debe ser juzgada por cómo las apoya y las trata.

Responsables del núcleo principal de nuestras comunidades, las mamás, solas o acompañadas, balancean con dificultad muchos roles que son indispensables para mantener ese tejido social que tanto buscamos fortalecer.

Apenas este viernes la Ciudad de México cambió de color en el semáforo epidemiológico y eso significa que muchas personas podrán regresar a oficinas y a negocios que reabrirán con una mayor capacidad, lo que dificultará la rutina apenas adoptada por muchos hogares debido a la pandemia, porque muchas mamás no tendrán escuelas abiertas para dejar a sus hijos.

Este es uno de varios retos a los que se enfrenta una mamá en esta época. Porque los modelos de familia han cambiado a lo largo de los años, pero la estructuras privadas y públicas no lo han hecho tanto. Esa fortaleza de muchas mujeres que optaron por la maternidad, y que en buena parte es la de una sociedad, hará que una vez más resuelvan estas tareas cotidianas con base en sacrificio y un enorme compromiso hacia los suyos.

Sin embargo, somos corresponsables de ayudar a muchas mamás y a sus modelos de familia (porque no hay uno solo y todos enriquecen a nuestra comunidad) para que podamos hacer más sencillo que sigan progresando.

Una de las pocas buenas noticias que podría traer esta contingencia sanitaria es que la posibilidad de trabajar en casa se convirtió en una opción viable, que puede compaginarse con semanas escolares de dos o tres días para que los lazos familiares que se fortalecieron durante la emergencia den paso a una nueva realidad en la que los traslados, el tráfico y las prisas sean nuevamente la tónica de muchas mamás que trabajan y son el sustento de muchas casas.

Pero debemos ir más allá. Muchas mujeres que son madres deben contar con opciones en sus lugares de trabajo y en las escuelas a las que llevan a sus hijos para que puedan estar cerca de ellas, mientras sus carreras profesionales o sus propios negocios continúan y ascienden. No olvidemos que las mujeres son más de la mitad de la población de la capital y que miles de niñas deben contar con las mismas oportunidades que pudieran tener los niños.

No obstante, esas mismas oportunidades deben ser para todas y todos, y nuestro papel es dar el reconocimiento social a los comportamientos y a los hábitos que hagan mucho más igualitaria a nuestra sociedad a diario. Es un tema que inicia en casa, pero que debe ampliarse a cualquier ámbito en el que nos encontremos.

Si predicar con el ejemplo es una de las mejores lecciones que podemos llevar a cabo como responsables de crianza, entonces podemos empezar a dar los correctos a niñas y a niños que ven en sus mamás una fuerza que todo el tiempo es puesta a prueba.

Ahí puede estar también el hilo con el que reforzamos el tejido social que tanto buscamos y sentamos las bases de la sociedad a la que aspiramos. El festejo es bienvenido, pero la pregunta que debemos hacernos es con cuánto estamos contribuyendo nosotros, desde la familia y hasta el trabajo, con ese respaldo a las mamás y a las actividades que desempeñan. Incluye a todas las edades y de todas las condiciones, porque son el pilar de familias completas.

Nuestra corresponsabilidad (hacer lo que nos toca) es apoyar a las mamás desde todos los frentes posibles. Sabemos ya qué hacer y cómo en muchos casos. Para lo que falte, nuestra responsabilidad ciudadana es impulsar las políticas públicas que hagan más sencillo empatar tantos papeles que les toca desempeñar en una sociedad que debe estar siempre a la misma altura que ellas. Mientras tanto, mi reconocimiento y agradecimiento a su fuerza, que es la de todos nosotros.

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