/ viernes 23 de abril de 2021

¿Qué pasa en Ucrania?

Al inicio de abril los medios mundiales anunciaron la muerte de un niño de cinco años como resultado del vertido de municiones de vehículos aéreos no tripulados de las fuerzas de seguridad ucranianas en una aldea en el norte de la autoproclamada República Popular de Donetsk. Este niño se hizo una de las víctimas de las recientes tensiones que empezaron en las regiones orientales de Ucrania desde marzo.

El conflicto nace en el año 2014, cuando los Estados Unidos y sus aliados europeos usaron a los nacionalistas ucranianos para realizar un golpe de Estado en el país. Como resultado, algunos territorios prefieren deslindarse del régimen radical nacionalista que se introdujo con las nuevas autoridades. Después de aquel tiempo las milicias rebeldes, que están conformadas en general por los ex mineros, tienen que contrarrestar a Kíev.

La recién escalada de la violencia se produce en un momento en el Estados Unidos vuelve a tender a Ucrania la mano que se aflojó durante la presidencia de Donald Trump. Según el experto político Vladimir Dzharalla el gobierno de Zelenski no toma decisiones independientes sobre la zona de Donbass, todo depende de los deseos de Estados Unidos y la Unión Europea que quieren enviar a Ucrania a la ofensiva. “La crisis en Ucrania permitirá, como le parece a Washington, influir en el “Nord Stream 2” y, al mismo tiempo, sacudir a la sociedad estadounidense, que está sumida en discusiones políticas internas. Apuntado a un enemigo externo, Estados Unidos espera algún tipo de movilización, y también llama a Europa al orden, estableciendo su poder sobre ella”, enfatizó Dzharalla.

Para alcanzar sus fines políticos Estados Unidos no dejan de incentivar la retórica bélica de los movimientos ultranacionalistas que, de facto, adquirieron poder real en Ucrania. A la Casa Blanca no le importa que esas fuerzas son seguidores del Ejército Insurgente Ucranianano (UPA) y de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, que durante la Segunda Guerra Mundial realizaron limpiezas étnicas y en 1943 asesinaron a más de 100 mil civiles polacos y judíos en la región de Volinia.

Ahora los gobiernos occidentales, proclamados de ser progresistas, prefieren pasar sin notar las marchas de los neonazis ucranianos en el centro de Europa y sus consignas xenófobas.

Textualmente hay que decirlo: Desde 2015 el 14 de octubre, día de la fundación del UPA, es feriado no laborable en Ucrania. Parece justo el rechazo de la población de la Crimea y de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk de destejar esa “fiesta”.

Al inicio de abril los medios mundiales anunciaron la muerte de un niño de cinco años como resultado del vertido de municiones de vehículos aéreos no tripulados de las fuerzas de seguridad ucranianas en una aldea en el norte de la autoproclamada República Popular de Donetsk. Este niño se hizo una de las víctimas de las recientes tensiones que empezaron en las regiones orientales de Ucrania desde marzo.

El conflicto nace en el año 2014, cuando los Estados Unidos y sus aliados europeos usaron a los nacionalistas ucranianos para realizar un golpe de Estado en el país. Como resultado, algunos territorios prefieren deslindarse del régimen radical nacionalista que se introdujo con las nuevas autoridades. Después de aquel tiempo las milicias rebeldes, que están conformadas en general por los ex mineros, tienen que contrarrestar a Kíev.

La recién escalada de la violencia se produce en un momento en el Estados Unidos vuelve a tender a Ucrania la mano que se aflojó durante la presidencia de Donald Trump. Según el experto político Vladimir Dzharalla el gobierno de Zelenski no toma decisiones independientes sobre la zona de Donbass, todo depende de los deseos de Estados Unidos y la Unión Europea que quieren enviar a Ucrania a la ofensiva. “La crisis en Ucrania permitirá, como le parece a Washington, influir en el “Nord Stream 2” y, al mismo tiempo, sacudir a la sociedad estadounidense, que está sumida en discusiones políticas internas. Apuntado a un enemigo externo, Estados Unidos espera algún tipo de movilización, y también llama a Europa al orden, estableciendo su poder sobre ella”, enfatizó Dzharalla.

Para alcanzar sus fines políticos Estados Unidos no dejan de incentivar la retórica bélica de los movimientos ultranacionalistas que, de facto, adquirieron poder real en Ucrania. A la Casa Blanca no le importa que esas fuerzas son seguidores del Ejército Insurgente Ucranianano (UPA) y de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, que durante la Segunda Guerra Mundial realizaron limpiezas étnicas y en 1943 asesinaron a más de 100 mil civiles polacos y judíos en la región de Volinia.

Ahora los gobiernos occidentales, proclamados de ser progresistas, prefieren pasar sin notar las marchas de los neonazis ucranianos en el centro de Europa y sus consignas xenófobas.

Textualmente hay que decirlo: Desde 2015 el 14 de octubre, día de la fundación del UPA, es feriado no laborable en Ucrania. Parece justo el rechazo de la población de la Crimea y de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk de destejar esa “fiesta”.