/ martes 16 de julio de 2019

Programas sociales en forma paralela a la estrategia de seguridad

Ante la difícil situación de inseguridad que se vive en la Ciudad de México, quienes vivimos en esta capital estamos obligados a apoyar la presencia de la Guardia Nacional, ya que a estas alturas cualquier medida que signifique resguardar nuestra vida y patrimonio es una necesidad.

El avance del crimen organizado y la delincuencia no es un tema exclusivo de una entidad, es un problema nacional.

Uno de los puntos que no debemos de perder de vista es el relativo a trabajar de manera paralela con los programas sociales; no basta impulsar operativos policiacos, estrategias de inteligencia criminal y cambios legislativos. También son indispensables las acciones sociales.

En un artículo anterior mencioné la necesidad de conocer los protocolos, el esquema de seguridad metropolitano y el modelo de coordinación con otras corporaciones policiacas con la entrada de la Guardia Nacional, así como urgentes cambios en el Sistema Penal Acusatorio y reformas legales.

Hay muchas tareas por hacer en materia de seguridad, pero no olvidemos el tema social que también contribuye a evitar que niños y jóvenes sean presas fáciles de la delincuencia organizada.

La falta de educación, empleo y una buena integración familiar, ha ocasionado que los adolescentes y jóvenes enfrentan un riesgo potencial. En el “Estudio de factores de riesgo y victimización en adolescentes que cometieron delitos de alto impacto social 2018”, elaborado por Reinserta y aplicado a 502 adolescentes privados de su libertad en centros de reclutamiento en varios estados de la República, destaca que 36.8% están en la cárcel por cometer homicidio, 27.8% por robo y 18.2% por secuestro.

La mayoría ya habían cometido un delito a partir de los 13 años (39%), mientras que el 33% mencionó que estaban intoxicados por algún tipo de sustancia cuando cometieron un acto delictivo.

Esta situación es preocupante. Los programas sociales que fueron impulsados por los gobiernos de izquierda deben cumplir con los objetivos para los que fueron creados: apoyar a las familias más vulnerables para mejorar su calidad de vida. Todo esta puesto, solo no hay que perder de vista lo prioritario.

Ante la difícil situación de inseguridad que se vive en la Ciudad de México, quienes vivimos en esta capital estamos obligados a apoyar la presencia de la Guardia Nacional, ya que a estas alturas cualquier medida que signifique resguardar nuestra vida y patrimonio es una necesidad.

El avance del crimen organizado y la delincuencia no es un tema exclusivo de una entidad, es un problema nacional.

Uno de los puntos que no debemos de perder de vista es el relativo a trabajar de manera paralela con los programas sociales; no basta impulsar operativos policiacos, estrategias de inteligencia criminal y cambios legislativos. También son indispensables las acciones sociales.

En un artículo anterior mencioné la necesidad de conocer los protocolos, el esquema de seguridad metropolitano y el modelo de coordinación con otras corporaciones policiacas con la entrada de la Guardia Nacional, así como urgentes cambios en el Sistema Penal Acusatorio y reformas legales.

Hay muchas tareas por hacer en materia de seguridad, pero no olvidemos el tema social que también contribuye a evitar que niños y jóvenes sean presas fáciles de la delincuencia organizada.

La falta de educación, empleo y una buena integración familiar, ha ocasionado que los adolescentes y jóvenes enfrentan un riesgo potencial. En el “Estudio de factores de riesgo y victimización en adolescentes que cometieron delitos de alto impacto social 2018”, elaborado por Reinserta y aplicado a 502 adolescentes privados de su libertad en centros de reclutamiento en varios estados de la República, destaca que 36.8% están en la cárcel por cometer homicidio, 27.8% por robo y 18.2% por secuestro.

La mayoría ya habían cometido un delito a partir de los 13 años (39%), mientras que el 33% mencionó que estaban intoxicados por algún tipo de sustancia cuando cometieron un acto delictivo.

Esta situación es preocupante. Los programas sociales que fueron impulsados por los gobiernos de izquierda deben cumplir con los objetivos para los que fueron creados: apoyar a las familias más vulnerables para mejorar su calidad de vida. Todo esta puesto, solo no hay que perder de vista lo prioritario.