/ martes 28 de enero de 2020

Pobreza en México, cultivo del crimen organizado

La situación que actualmente vivimos en México tiene a los jóvenes al borde de la desesperanza y la toma de malas decisiones; el desempleo, la falta de oportunidades y la creciente delincuencia, resaltan la informalidad de la economía que tenemos, para poder sufragar sus necesidades básicas empiezan a desarrollar diferentes trabajos para el crimen organizado, como de observadores o “halcones”, y después son atrapados poco a poco a través de la adicción, “lo que los lleva a comercializar las drogas y enganchar a sus amigos y vendérselas a ellos. Estos jóvenes son carne de cañón porque acaban entregándose y como paga reciben la misma droga para que la consuman”, según señalan investigadores, que más que para poder sustentar los gastos de las drogas que podrían consumir los jóvenes, lo que éstos buscan es salir del estado de precariedad en el que viven.

Muestra de ello son los cárceles que operan en la sierra de Guerrero o en cercanías de Acapulco, plagian a jóvenes para esclavizarlos en la siembra y procesamiento de amapola.

El reclutamiento de muchachos también sirve para engrosar filas de sicarios.

Los aspectos socioculturales del narcotráfico partiendo en primer término de las condiciones estructurales que son a la vez causa y elemento constitutivo del narcotráfico como actor; y en segundo término, se describe el proceso de formación de identidad del narcotráfico y el proceso de institucionalización de la narcocultura en relación a los componentes más importantes de su identidad cultural, con especial atención a las imágenes y mecanismos legitimadores de alto contenido simbólico mediante los cuales comunican su existencia y persistencia como actor y como forma de vida.

De acuerdo con estadísticas oficiales, 130 mil 664 menores han desaparecido o han sido detenidos desde diciembre de 2006 a la fecha, cuando el Presidente Felipe Calderón declaró la batalla a los narcotraficantes. La mayoría de los detenidos tienen entre 13 y 17 años de edad. Combatir el narcomenudeo es corresponsabilidad de los tres niveles de gobiernos; estatal municipal y federal, además que los gobernadores por comodidad, complicidad o por cobardía permitieron que el crimen organizado se insertara en su Estado, y lo atribuye al “pretexto de que como era un delito federal no abatían el narcomenudeo”.

La situación que actualmente vivimos en México tiene a los jóvenes al borde de la desesperanza y la toma de malas decisiones; el desempleo, la falta de oportunidades y la creciente delincuencia, resaltan la informalidad de la economía que tenemos, para poder sufragar sus necesidades básicas empiezan a desarrollar diferentes trabajos para el crimen organizado, como de observadores o “halcones”, y después son atrapados poco a poco a través de la adicción, “lo que los lleva a comercializar las drogas y enganchar a sus amigos y vendérselas a ellos. Estos jóvenes son carne de cañón porque acaban entregándose y como paga reciben la misma droga para que la consuman”, según señalan investigadores, que más que para poder sustentar los gastos de las drogas que podrían consumir los jóvenes, lo que éstos buscan es salir del estado de precariedad en el que viven.

Muestra de ello son los cárceles que operan en la sierra de Guerrero o en cercanías de Acapulco, plagian a jóvenes para esclavizarlos en la siembra y procesamiento de amapola.

El reclutamiento de muchachos también sirve para engrosar filas de sicarios.

Los aspectos socioculturales del narcotráfico partiendo en primer término de las condiciones estructurales que son a la vez causa y elemento constitutivo del narcotráfico como actor; y en segundo término, se describe el proceso de formación de identidad del narcotráfico y el proceso de institucionalización de la narcocultura en relación a los componentes más importantes de su identidad cultural, con especial atención a las imágenes y mecanismos legitimadores de alto contenido simbólico mediante los cuales comunican su existencia y persistencia como actor y como forma de vida.

De acuerdo con estadísticas oficiales, 130 mil 664 menores han desaparecido o han sido detenidos desde diciembre de 2006 a la fecha, cuando el Presidente Felipe Calderón declaró la batalla a los narcotraficantes. La mayoría de los detenidos tienen entre 13 y 17 años de edad. Combatir el narcomenudeo es corresponsabilidad de los tres niveles de gobiernos; estatal municipal y federal, además que los gobernadores por comodidad, complicidad o por cobardía permitieron que el crimen organizado se insertara en su Estado, y lo atribuye al “pretexto de que como era un delito federal no abatían el narcomenudeo”.