/ domingo 20 de marzo de 2022

Pederastia y el presente Maciel

Hace 25 años, cuando investigué los abusos del sacerdote Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo, conocí de la necesaria valentía de las víctimas para enfrentar y desenmascarar a los abusadores.

Hoy, al conocer las revelaciones, por redes sociales, de las agresiones sexuales padecidas por cantantes y actores en su niñez o juventud, confirmó, además, la importancia de detectar a tiempo y dar credibilidad a las señales de alerta y a las acusaciones de los menores de edad.

La dinámica de victimización de los pederastas y abusadores sexuales está basada en la condición de desventaja y la relación de poder que tienen frente a su víctima. Con engaños, amenazas y descalificación de las acusaciones obligan a mantener el secreto. El temor a que no les crean y a alterar la estabilidad familiar, impiden romper el silencio.

Por redes sociales, la cantante Sasha Sokol reveló que en la década de los 80, fue abusada por el productor Luis de Llano, y el actor Mauricio Martínez acusó que hace 20 años fue víctima de abuso sexual por parte del representante artístico Antonio Berumen.

El próximo 14 de abril se cumplirán 25 años de que, como reportero de La Jornada, hiciera públicos, por primera vez en Iberoamérica, los abusos pederastas del padre Maciel. Y ahora, en 2022, la conexión de Berumen con la producción y promoción de viajes del Papa a México, como parte de la estrategia global de los Legionarios de Cristo liderada por Maciel para promover su congregación, es por lo menos un detalle histórico donde el abuso está conectado a modos de vida censurables.

Las víctimas, personas adultas mayores en 1997, describieron la forma por la cual, siendo niños, fueron engañadas y sometidas, y el miedo posterior a enfrentar a su victimario, una persona reconocida en el ámbito eclesiástico, empresarial, educativo y político, de quien difícilmente podría pensarse como origen de vejaciones sexuales.

Todavía hoy sorprendido, recuerdo las palabras del Arzobispo y Cardenal, Norberto Rivera, quien expresó en mayo de 2019 que la pederastia también es culpa de los menores, en tanto que hay quienes desde corta edad mienten. Poner en duda su confesión es considerado por las autoridades contemporáneas y por multitud de organismos de la sociedad civil como revictimización.

También, hay que decirlo, he visto a la Iglesia católica intentar seriamente transformarse después de que, por más de 60 años, ocultó los abusos del fundador de los Legionarios. El Papa Francisco ha instado a obispos y jefes de congregaciones para que no oculten la pederastia, que ha descrito como una “monstruosidad”.

Hoy, además de visibilizar la conducta delictiva de los pederastas y empoderar a las víctimas, también es necesario construir redes de apoyo que les den confianza y credibilidad.


Hace 25 años, cuando investigué los abusos del sacerdote Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo, conocí de la necesaria valentía de las víctimas para enfrentar y desenmascarar a los abusadores.

Hoy, al conocer las revelaciones, por redes sociales, de las agresiones sexuales padecidas por cantantes y actores en su niñez o juventud, confirmó, además, la importancia de detectar a tiempo y dar credibilidad a las señales de alerta y a las acusaciones de los menores de edad.

La dinámica de victimización de los pederastas y abusadores sexuales está basada en la condición de desventaja y la relación de poder que tienen frente a su víctima. Con engaños, amenazas y descalificación de las acusaciones obligan a mantener el secreto. El temor a que no les crean y a alterar la estabilidad familiar, impiden romper el silencio.

Por redes sociales, la cantante Sasha Sokol reveló que en la década de los 80, fue abusada por el productor Luis de Llano, y el actor Mauricio Martínez acusó que hace 20 años fue víctima de abuso sexual por parte del representante artístico Antonio Berumen.

El próximo 14 de abril se cumplirán 25 años de que, como reportero de La Jornada, hiciera públicos, por primera vez en Iberoamérica, los abusos pederastas del padre Maciel. Y ahora, en 2022, la conexión de Berumen con la producción y promoción de viajes del Papa a México, como parte de la estrategia global de los Legionarios de Cristo liderada por Maciel para promover su congregación, es por lo menos un detalle histórico donde el abuso está conectado a modos de vida censurables.

Las víctimas, personas adultas mayores en 1997, describieron la forma por la cual, siendo niños, fueron engañadas y sometidas, y el miedo posterior a enfrentar a su victimario, una persona reconocida en el ámbito eclesiástico, empresarial, educativo y político, de quien difícilmente podría pensarse como origen de vejaciones sexuales.

Todavía hoy sorprendido, recuerdo las palabras del Arzobispo y Cardenal, Norberto Rivera, quien expresó en mayo de 2019 que la pederastia también es culpa de los menores, en tanto que hay quienes desde corta edad mienten. Poner en duda su confesión es considerado por las autoridades contemporáneas y por multitud de organismos de la sociedad civil como revictimización.

También, hay que decirlo, he visto a la Iglesia católica intentar seriamente transformarse después de que, por más de 60 años, ocultó los abusos del fundador de los Legionarios. El Papa Francisco ha instado a obispos y jefes de congregaciones para que no oculten la pederastia, que ha descrito como una “monstruosidad”.

Hoy, además de visibilizar la conducta delictiva de los pederastas y empoderar a las víctimas, también es necesario construir redes de apoyo que les den confianza y credibilidad.