Los 5 obispos de la arquidiócesis de Morelia, autoridades civiles, dirigentes de diversas confesiones religiosas, familiares de las víctimas de la violencia en Michoacán y los ciudadanos, coincidieron en los siguientes reclamos para detener la ola de violencia y muerte que azota el estado:
-Cambiar la estrategia de seguridad del gobierno federal
-Establecer un diálogo transparente entre la sociedad y los 3 niveles de gobierno.
-Poner un alto a la corrupción
-Sumar esfuerzos para construir la paz en el estado y en el país.
Y camino al proceso electoral del 2 de junio, los dirigentes de la Iglesia Católica plantearon varias recomendaciones: conocer a los candidatos, elegir la mejor propuesta y emitir el voto con libertad y responsabilidad; elegir a quien represente el mayor bien para México; No optar por “el mal menor”, sino buscar el bien mayor y salir a votar. “Vender el voto es corrupción y complicidad”, precisaron.
Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Morelia, conformada por las diócesis de Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Tacámbaro, Zamora y Morelia, junto con los participantes en la Reunión Anual 2024, manifestaron que: “Hoy, quienes viven en las condiciones de mayor indefensión, demandan que todos contribuyamos con diálogo franco y acciones para que podamos vivir en paz y justicia en Michoacán y todo el país, porque la desintegración progresiva del tejido social y la violencia están a la vista de todos y es urgente que esta situación se revierta”.
Aquellos que han presenciado en sus comunidades la desigualdad, el horror de la violencia y el miedo de toparse con la delincuencia cada que salen de sus casas para ir al trabajo o la escuela, los que han perdido familiares en medio de balaceras, que han sentido en carne propia la indefensión y no son escuchados, claman para que en voz de nosotros hagamos resonar su petición de la urgencia de que autoridades, sociedad civil, organismos no gubernamentales, iglesias y todos en conjunto, contribuyamos, cada quien desde su trinchera, a pacificar al estado y al país y construir una paz duradera.
Denunciaron que los homicidios y la incidencia delictiva brotan por todas partes, tan solo de 10 municipios que conforman la Diócesis de Apatzingán, cinco padecen el desplazamiento permanente de sus habitantes por la inseguridad generada por grupos delictivos que operan sin control, lo que genera pobreza y desigualdad social.
“Los habitantes abandonan sus pertenencias, casas, negocios, escuelas y trabajos para buscar un lugar seguro donde sus familias puedan empezar de nuevo y crecer sin temor a ser víctimas de la delincuencia organizada. La inseguridad y violencia siguen amenazando a Michoacán y al país entero, no importa a donde quieran migrar, por ello la importancia de actuar”, explican.
Hoy hablamos, dicen los obispos, en nombre de aquellos que han sufrido violaciones a sus derechos, de aquellos que deben explicarles a sus hijos que no pueden salir de sus hogares; que se ocultan debajo de sus camas, mientras escuchan durante horas balaceras que parecen interminables por enfrentamientos de grupos criminales que se sienten impunes.
“Aunque desde otros reflectores se hable de un país seguro, es necesario señalar que la paz no puede reducirse al simple equilibrio entre la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle una vida digna y de bienestar”, añaden.
Y aseguran que “la Iglesia no ha sido ajena al sentir de nuestra sociedad mexicana, lo expresamos en el 2010, en la Exhortación Pastoral “Que en Cristo, nuestra paz, México tenga vida digna”, donde se advertía de la creciente actividad de la delincuencia organizada, la pobreza, la desigualdad social, la corrupción, la falta de reformas en las políticas económicas, las deficiencias en el sistema de impartición de justicia, el desempleo, etcétera. Ahora vemos que dicha realidad, lejos de disminuir, amenaza cada vez más la extinción de comunidades”.
“El pronunciamiento que hacemos en esta ocasión es que todos: iglesias, autoridades gubernamentales, organismos autónomos, sociedad civil y ministros de culto, estamos llamados y obligados a realizar nuestra propia aportación para la construcción de la paz, bajo el resguardo jurídico que provee el Estado de Derecho, el cual debe garantizar una sana convivencia entre la población y dar certeza a aquellos que más han padecido.
“Es tiempo de tomar acción y sumar esfuerzos para construir la paz en medio de la adversidad, la participación de todos en la toma de decisiones es urgente. Hoy más que nunca es necesario establecer un diálogo franco, cada vez más transparente con las instituciones civiles y gubernamentales de los distintos órdenes, ponerle un alto a la corrupción, hacer una revisión realista de las estrategias de seguridad, porque la inseguridad está a la vista y de ello dan testimonio todos aquellos que en la indefensión claman por una vida en paz, próspera y de desarrollo”, exhortaron.
La participación ciudadana no puede quedarse atrás, estamos obligados a tomar nuestro papel principal en la toma de decisiones en nuestras comunidades y en el país. Las soluciones no son fáciles, pero tampoco imposibles. Podemos mejorar nuestro ambiente social si aprendemos a despertar el interés de todos y generamos modos de participación ciudadana más sencillos y eficaces.
La participación ciudadana es un derecho y un deber de todo creyente que va más allá de emitir un voto. Este voto debe ser sostenido con nuestro compromiso cívico, presentando oportunamente a los candidatos la agenda de necesidades de nuestro pueblo y, una vez electos, no dejar solos a los funcionarios públicos sino ayudarlos y exigirles que cumplan con los compromisos asumidos, interviniendo en la toma de decisiones respecto al manejo de los recursos y las acciones que tienen impacto en el bien común.
La construcción de la paz y justicia se lograrán solo a partir de nuestra participación conjunta, sin rencores y con el interés genuino de dar soluciones para todos.
Es un clamor de ayuda: “Nuestra Iglesia, como una Madre llena de sabiduría, se ha mantenido firme en la exhortación a toda la humanidad para generar una cultura de diálogo y de paz. Dar la paz, está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo, y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres y en especial a quienes esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia, por tanto, este es también nuestro anhelo y compromiso”.
No venderás tu voto
Respecto al próximo proceso electoral del 3 de junio, los 5 obispos de Michoacán plantearon varios directrices de reflexión para la participación ciudadana para el próximo procesos electoral, que hace posible el bien común y ayuda a reconstruir el tejido social.
Recomendaron conocer a los candidatos, elegir la mejor propuesta y emitir el voto con libertad y responsabilidad: “elijamos a quien represente el mayor bien para México; No elijamos el mal menor, sino el bien mayor y salgamos a votar.
“Vender el voto es corrupción y complicidad, además que constituye un delito electoral y una falta de ética”, comentaron y añaden que: “La pensión que se da bimestralmente a los adultos mayores, es un recurso que procede de los impuestos de todos los mexicanos y un beneficio que está mandado en la Constitución, es decir, que no se lo pueden quitar independientemente de quién resulte electo”.
Obispos, autoridades civiles, dirigentes de otras expresiones religiosas, familias de las víctimas de la violencia y ciudadanos, en general coincidieron que “las soluciones no son fáciles, pero tampoco imposibles”, y para lograr la paz en el país “es necesario dejar atrás las diferencias políticas, ideológicas e incluso de fe; buscar una paz verdadera, que va más allá del equilibrio entre la fuerza y el miedo, frenar la intimidación y el uso descontrolado de las armas”.
Opinión por Luis Vega D