/ lunes 15 de abril de 2024

PAZ Y RECONCILIACIÓN | ¿Existe el voto Católico?

Durante los ultimo 30 años como analista de las relaciones Iglesia-Estado, siempre he hecho esta pregunta a obispos, sacerdotes, pastores, rabinos y dirigentes de diversas expresiones religiosas: ¿Cuánto influye la jerarquía de una organización religiosa en el voto de sus creyentes, de sus fieles? Y en particular: ¿Qué tanto peso tiene hoy la opinión de los obispos, sacerdotes, religiosas y catequistas entre sus fieles para orientar el voto católico?


Vamos por partes.


Durante décadas y con motivo de los procesos electorales en México he investigado y preguntado a académicos, analistas e investigadores sobre la relación que existe entre fe y política, entre jerarquía y organizaciones políticas, así como el impacto que tienen los dirigentes religiosos sobre sus comunidades y la conducta de los creyentes sobre orientaciones políticas de sus “fieles”.


La posición de las iglesias sobre la política, los partidos y los candidatos presidenciales casi nunca son homogéneas y en muchos casos se convierten en una posición individual que no se expresa en la comunidad, particularmente en las zonas urbanas que se han secularizado o que consideran que la religión y la política son dos vías del mismo tren que nunca se junta. La influencia de los liderazgos religiosos en comunidades o expresiones más conservadoras y rurales existe y tiene un peso específico hacia ofertas políticas conservadoras.


Cuando se rompe el monopolio del PRI en la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión y las gubernaturas estatales, cuando se dan las reformas políticas y se ciudadanizan los procesos y los órganos electorales, también ocurre una dispersión de las comunidades creyentes a opciones políticas incluso que no están alineadas a la ortodoxia de las iglesias.


En resumen: las opiniones políticas del rabino, pastor cristiano, sacerdotes católicos y cualquier líder religioso pesa cada vez menos y se convirtió, en la mayoría de los casos, en una opinión más. El líder religioso opina y los fieles de esa iglesia votan como quieren. El bombardeo sistemático del respeto a la voluntad ciudadana ha calado hondo en los ciudadanos, en los creyentes de todas las iglesias.


Al respecto, el sacerdote católico Manuel Olimón Nolasco (qepd), decía: mi obispo de Tepic comentaba que a él no le gustaba dar “asesoría espiritual” a los políticos católicos porque cuando llegaban gobernadores o presidentes municipales, no hacían caso a sus recomendaciones y cada uno hacía lo que quería. Es más, decía el obispo, me llevo mejor con los no creyentes que con los miembros de la Iglesia Católica.


Sin embargo…


No se puede negar la influencia que en Chihuahua tuvieron los obispos Manuel Talamás Camandari, Adalberto Almeida y el jesuita José Alberto Llaguno para el proceso de democratización y triunfo del PAN en las elecciones del norte del país durante la década de los 90. Por supuesto que los talleres por la democracia se organizaron en las parroquias católicas tuvieron un impacto político.


Sería ingenuo pensar también que la jerarquía de la iglesia católica no tuvo que ver en el triunfo del PAN en Guanajuato, Querétaro y Jalisco; más aún en el apoyo que los obispos dieron a la candidatura de Vicente Fox, aunque luego muchos de ellos terminaron arrepentidos.


Es más, el surgimiento del EZLN y la lucha zapatista no hubiera sido posible sin el liderazgo religioso en las comunidades indígenas de Chiapas del obispo Samuel Ruíz, aunque en el sureste la influencia de la iglesia católica y de los catequistas no necesariamente pasaba o terminaba apoyando en una candidatura partidista. Ahí más bien era la comunidad la que decidía y no necesariamente la voluntad de una persona.


Durante la década de los sesenta, pero sobre todo con los movimientos guerrilleros de Centroamérica, surgieron muchas expresiones de izquierda que la Iglesia Católica apoyó, promovió y gestionó como parte de la democratización en América Latina, en esta coyuntura surge y florece la Teología de la Liberación. Y con estas expresiones muchos partidos políticos que promovieron más democracia, mayor participación social, acabar con los gobiernos militares, las dictaduras y ciudadanizar el poder.


En México, muchos gobiernos de izquierda a nivel municipal, estatal y federal llegaron a la toma del poder por el apoyo y la participación de cristianos, particularmente católicos; eran y son generaciones de creyentes que creen en la democracia y consideran que “el voto” es el mejor instrumento para quitar y poner gobiernos, sin importar la orientación ideológica, ni el color partidista.


Los católicos, cristianos, judíos, budistas, musulmanes y personas de otros credos se vieron atraídos por una oferta política que buscaba acabar con la corrupción, el autoritarismo y la frivolidad con la que el PRI y el PAN gobernaron tres sexenios.


Pero sorprendente que aquellos intelectuales, organismos ciudadanos, partidos políticos, académicos y luchadores sociales de los 60, 70 y 80 que apoyaban las posiciones de las iglesias (sobre todo la católica) en favor de los derechos humanos, democracia, participación ciudadana e independencia de los órganos electorales se conviertan hoy en los detractores de aquellos que defendían e incluso llegaron a luchar. Escriben y manifiestan que los obispos y la iglesia católica “se está metiendo en política” y critica al gobierno federal y a su política en materia de seguridad, entre otros.


En resumen, hoy el voto católico como un todo, no existe; y tampoco la posición de la jerarquía católica (obispos y sacerdotes) no es homogénea. Tampoco creo que la institución vaya a poner su voluntad en apoyar a una candidata presidencial.

Y por si fuera poco, la mayor parte de los católicos que van a las iglesias los domingos no quieren un dirigente político en el púlpito, pero sí un defensor de derechos humanos, de la vida y de la casa común que es México.

Opinión por Luis Vega D.


Durante los ultimo 30 años como analista de las relaciones Iglesia-Estado, siempre he hecho esta pregunta a obispos, sacerdotes, pastores, rabinos y dirigentes de diversas expresiones religiosas: ¿Cuánto influye la jerarquía de una organización religiosa en el voto de sus creyentes, de sus fieles? Y en particular: ¿Qué tanto peso tiene hoy la opinión de los obispos, sacerdotes, religiosas y catequistas entre sus fieles para orientar el voto católico?


Vamos por partes.


Durante décadas y con motivo de los procesos electorales en México he investigado y preguntado a académicos, analistas e investigadores sobre la relación que existe entre fe y política, entre jerarquía y organizaciones políticas, así como el impacto que tienen los dirigentes religiosos sobre sus comunidades y la conducta de los creyentes sobre orientaciones políticas de sus “fieles”.


La posición de las iglesias sobre la política, los partidos y los candidatos presidenciales casi nunca son homogéneas y en muchos casos se convierten en una posición individual que no se expresa en la comunidad, particularmente en las zonas urbanas que se han secularizado o que consideran que la religión y la política son dos vías del mismo tren que nunca se junta. La influencia de los liderazgos religiosos en comunidades o expresiones más conservadoras y rurales existe y tiene un peso específico hacia ofertas políticas conservadoras.


Cuando se rompe el monopolio del PRI en la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión y las gubernaturas estatales, cuando se dan las reformas políticas y se ciudadanizan los procesos y los órganos electorales, también ocurre una dispersión de las comunidades creyentes a opciones políticas incluso que no están alineadas a la ortodoxia de las iglesias.


En resumen: las opiniones políticas del rabino, pastor cristiano, sacerdotes católicos y cualquier líder religioso pesa cada vez menos y se convirtió, en la mayoría de los casos, en una opinión más. El líder religioso opina y los fieles de esa iglesia votan como quieren. El bombardeo sistemático del respeto a la voluntad ciudadana ha calado hondo en los ciudadanos, en los creyentes de todas las iglesias.


Al respecto, el sacerdote católico Manuel Olimón Nolasco (qepd), decía: mi obispo de Tepic comentaba que a él no le gustaba dar “asesoría espiritual” a los políticos católicos porque cuando llegaban gobernadores o presidentes municipales, no hacían caso a sus recomendaciones y cada uno hacía lo que quería. Es más, decía el obispo, me llevo mejor con los no creyentes que con los miembros de la Iglesia Católica.


Sin embargo…


No se puede negar la influencia que en Chihuahua tuvieron los obispos Manuel Talamás Camandari, Adalberto Almeida y el jesuita José Alberto Llaguno para el proceso de democratización y triunfo del PAN en las elecciones del norte del país durante la década de los 90. Por supuesto que los talleres por la democracia se organizaron en las parroquias católicas tuvieron un impacto político.


Sería ingenuo pensar también que la jerarquía de la iglesia católica no tuvo que ver en el triunfo del PAN en Guanajuato, Querétaro y Jalisco; más aún en el apoyo que los obispos dieron a la candidatura de Vicente Fox, aunque luego muchos de ellos terminaron arrepentidos.


Es más, el surgimiento del EZLN y la lucha zapatista no hubiera sido posible sin el liderazgo religioso en las comunidades indígenas de Chiapas del obispo Samuel Ruíz, aunque en el sureste la influencia de la iglesia católica y de los catequistas no necesariamente pasaba o terminaba apoyando en una candidatura partidista. Ahí más bien era la comunidad la que decidía y no necesariamente la voluntad de una persona.


Durante la década de los sesenta, pero sobre todo con los movimientos guerrilleros de Centroamérica, surgieron muchas expresiones de izquierda que la Iglesia Católica apoyó, promovió y gestionó como parte de la democratización en América Latina, en esta coyuntura surge y florece la Teología de la Liberación. Y con estas expresiones muchos partidos políticos que promovieron más democracia, mayor participación social, acabar con los gobiernos militares, las dictaduras y ciudadanizar el poder.


En México, muchos gobiernos de izquierda a nivel municipal, estatal y federal llegaron a la toma del poder por el apoyo y la participación de cristianos, particularmente católicos; eran y son generaciones de creyentes que creen en la democracia y consideran que “el voto” es el mejor instrumento para quitar y poner gobiernos, sin importar la orientación ideológica, ni el color partidista.


Los católicos, cristianos, judíos, budistas, musulmanes y personas de otros credos se vieron atraídos por una oferta política que buscaba acabar con la corrupción, el autoritarismo y la frivolidad con la que el PRI y el PAN gobernaron tres sexenios.


Pero sorprendente que aquellos intelectuales, organismos ciudadanos, partidos políticos, académicos y luchadores sociales de los 60, 70 y 80 que apoyaban las posiciones de las iglesias (sobre todo la católica) en favor de los derechos humanos, democracia, participación ciudadana e independencia de los órganos electorales se conviertan hoy en los detractores de aquellos que defendían e incluso llegaron a luchar. Escriben y manifiestan que los obispos y la iglesia católica “se está metiendo en política” y critica al gobierno federal y a su política en materia de seguridad, entre otros.


En resumen, hoy el voto católico como un todo, no existe; y tampoco la posición de la jerarquía católica (obispos y sacerdotes) no es homogénea. Tampoco creo que la institución vaya a poner su voluntad en apoyar a una candidata presidencial.

Y por si fuera poco, la mayor parte de los católicos que van a las iglesias los domingos no quieren un dirigente político en el púlpito, pero sí un defensor de derechos humanos, de la vida y de la casa común que es México.

Opinión por Luis Vega D.