/ domingo 14 de febrero de 2021

Otra vez naranja ¿Y ahora?

De nueva cuenta la Ciudad de México pasó del temible semáforo rojo al Naranja, eso significa que hay un descenso en la hospitalización, no así en los contagios, pues el tema sigue siendo una complicación entre los capitalinos, aunque ya parece haber un poco más de conciencia.

Estamos a pocos días de cumplir un año de que el primer caso de Covid-19 llegó al país, y pese a que la pandemia ha sido atendida por los distintos niveles de gobierno, al parecer los tomó por sorpresa, muy a pesar de que pasaron tres meses en que llegara al país, pues de las cifras catastróficas que tenemos a comparación con el mundo entero, nos ha ido mal.

Y es que recordemos que para el encargado de hacer frente a la pandemia una cifra catastrófica de muertes derivadas por el Covid-19 era de 60 mil, sin embargo, rondamos ya los 173 mil, es decir, casi tres veces, se habló mucho de una curva domada, lo cual quedó muy dudoso, pues no hubo una disminución real en los contagios, al menos no visibles.

Definitivamente el manejo de la pandemia tuvo que hacerse desde cada uno de nosotros, pero el (mal) ejemplo del gobierno fue parte importante para que llegáramos a estas altísimas cifras, bien dicen que el ejemplo arrastra y mira que la frase se llevó a cabo por completo, basta ver el uso del cubrebocas por parte del máximo mandatario.

El regresar a semáforo naranja en la capital nos obliga a ser más cautelosos en las medidas de seguridad, pues ya vimos que el no atenderlas durante las fiestas decembrinas nos provocó más tristezas que alegrías, pues mucha gente festejó en familia la Navidad y Año Nuevo, pero para muchos fue la última fiesta que celebraron.

El volver a naranja en la capital nos lleva a que se abran (por fin) las actividades no esenciales, se da un poco más de libertad para andar por la ciudad, pero solo para lo necesario y no de paseo, esta es la parte que al gobierno y a la sociedad le ha costado trabajo, pues el primero no tiene como hacerlo cumplir y el segundo no tiene ganas de hacerlo.

Ahora lo que viene es un nuevo reto, el de mantener abajo los contagios y muy por debajo los ingresos al hospital, porque también nos dimos cuenta que quien vio oportunidad de negocio en insumos como los tanques de oxígeno, elevó a niveles inverosímiles los precios, por supuesto muy por encima del de por sí fregado poder adquisitivo.

De nueva cuenta la Ciudad de México pasó del temible semáforo rojo al Naranja, eso significa que hay un descenso en la hospitalización, no así en los contagios, pues el tema sigue siendo una complicación entre los capitalinos, aunque ya parece haber un poco más de conciencia.

Estamos a pocos días de cumplir un año de que el primer caso de Covid-19 llegó al país, y pese a que la pandemia ha sido atendida por los distintos niveles de gobierno, al parecer los tomó por sorpresa, muy a pesar de que pasaron tres meses en que llegara al país, pues de las cifras catastróficas que tenemos a comparación con el mundo entero, nos ha ido mal.

Y es que recordemos que para el encargado de hacer frente a la pandemia una cifra catastrófica de muertes derivadas por el Covid-19 era de 60 mil, sin embargo, rondamos ya los 173 mil, es decir, casi tres veces, se habló mucho de una curva domada, lo cual quedó muy dudoso, pues no hubo una disminución real en los contagios, al menos no visibles.

Definitivamente el manejo de la pandemia tuvo que hacerse desde cada uno de nosotros, pero el (mal) ejemplo del gobierno fue parte importante para que llegáramos a estas altísimas cifras, bien dicen que el ejemplo arrastra y mira que la frase se llevó a cabo por completo, basta ver el uso del cubrebocas por parte del máximo mandatario.

El regresar a semáforo naranja en la capital nos obliga a ser más cautelosos en las medidas de seguridad, pues ya vimos que el no atenderlas durante las fiestas decembrinas nos provocó más tristezas que alegrías, pues mucha gente festejó en familia la Navidad y Año Nuevo, pero para muchos fue la última fiesta que celebraron.

El volver a naranja en la capital nos lleva a que se abran (por fin) las actividades no esenciales, se da un poco más de libertad para andar por la ciudad, pero solo para lo necesario y no de paseo, esta es la parte que al gobierno y a la sociedad le ha costado trabajo, pues el primero no tiene como hacerlo cumplir y el segundo no tiene ganas de hacerlo.

Ahora lo que viene es un nuevo reto, el de mantener abajo los contagios y muy por debajo los ingresos al hospital, porque también nos dimos cuenta que quien vio oportunidad de negocio en insumos como los tanques de oxígeno, elevó a niveles inverosímiles los precios, por supuesto muy por encima del de por sí fregado poder adquisitivo.

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