/ miércoles 20 de mayo de 2020

¿Normalidad?

No hay que esperar llegar a junio, para darnos cuenta que ya desde hace un buen rato nada es igual. Para empezar, por quienes lamentablemente han perdido a algún familiar o ser querido en esta pandemia. Lo que representa no haber podido despedirse como se habría querido, algo que nunca se podrá olvidar.

Después, el hecho de que más de 600,000 personas han perdido su empleo este año, y hay desesperación por aquellos que deben llevar el alimento a su familia. Los más previsores se están acabando ya sus ahorros, y buscan como ganarse en la inmediatez el sustento. Los apoyos del gobierno si bien están ahí, son claramente insuficientes, y con la decisión del Presidente de no endeudarse, será más difícil hacerle frente.

En las encuestas resulta que hay más preocupación por el tema económico que por el contagiarse ¡qué paradoja!

Las medidas de higiene no se acabarán, y van desde el intenso lavado de manos de por vida, hasta el uso de cubrebocas por un buen rato más. Esto es nuevo para la mayoría de los mexicanos, pero en países como Japón, por sus malas experiencias, está ya era su normalidad.

A lo apapachadores que somos los mexicanos también tendremos que decirle adiós. El beso y el abrazo sólo estarán con los más cercanos, y eso con sus reservas. El “hay que sangrón que no saluda de mano” quedará atrás y debe entenderse muy bien. No sabemos las historias que hay detrás de las personas que no querrán acercarse –literalmente- ni a saludar.

Las afectaciones psicológicas es algo que se han olvidado en la atención de esta pandemia: depresión, insomnio, estrés postraumático, y situaciones que van desde divorcios o separación de parejas hasta la terrible violencia intrafamiliar.

Que le digo de las nuevas modalidades de asalto, ahora hay que cuidarse hasta de los que reparten comida o servicios por aplicación, hasta sanitizadores, ya que los ladrones han aprovechado esto para robarles y hacerse pasar por ellos, ¡viva México!

Ya nunca será nada igual, y no es ninguna exageración. Vayámonos acostumbrando.


No hay que esperar llegar a junio, para darnos cuenta que ya desde hace un buen rato nada es igual. Para empezar, por quienes lamentablemente han perdido a algún familiar o ser querido en esta pandemia. Lo que representa no haber podido despedirse como se habría querido, algo que nunca se podrá olvidar.

Después, el hecho de que más de 600,000 personas han perdido su empleo este año, y hay desesperación por aquellos que deben llevar el alimento a su familia. Los más previsores se están acabando ya sus ahorros, y buscan como ganarse en la inmediatez el sustento. Los apoyos del gobierno si bien están ahí, son claramente insuficientes, y con la decisión del Presidente de no endeudarse, será más difícil hacerle frente.

En las encuestas resulta que hay más preocupación por el tema económico que por el contagiarse ¡qué paradoja!

Las medidas de higiene no se acabarán, y van desde el intenso lavado de manos de por vida, hasta el uso de cubrebocas por un buen rato más. Esto es nuevo para la mayoría de los mexicanos, pero en países como Japón, por sus malas experiencias, está ya era su normalidad.

A lo apapachadores que somos los mexicanos también tendremos que decirle adiós. El beso y el abrazo sólo estarán con los más cercanos, y eso con sus reservas. El “hay que sangrón que no saluda de mano” quedará atrás y debe entenderse muy bien. No sabemos las historias que hay detrás de las personas que no querrán acercarse –literalmente- ni a saludar.

Las afectaciones psicológicas es algo que se han olvidado en la atención de esta pandemia: depresión, insomnio, estrés postraumático, y situaciones que van desde divorcios o separación de parejas hasta la terrible violencia intrafamiliar.

Que le digo de las nuevas modalidades de asalto, ahora hay que cuidarse hasta de los que reparten comida o servicios por aplicación, hasta sanitizadores, ya que los ladrones han aprovechado esto para robarles y hacerse pasar por ellos, ¡viva México!

Ya nunca será nada igual, y no es ninguna exageración. Vayámonos acostumbrando.